NAVEGACION
Huracanes



Huracanes tropicales:
Esos violentos vendavales, que a veces provocan aguaceros, pueden llevar consigo ciclones de entre 80 y 1600 kilómetros de diámetro, generando vientos de entre 130 y 210 kilómetros por hora. El propio nombre «huracán» —un fenómeno que tiene lugar en el Pacífico oriental, el Atlántico norte, el mar Caribe y el golfo de México— procede, bien del término homónimo, que designaba a un dios taíno o caribe; bien de la voz hunraken, nombre del dios maya de las tormentas. Según la leyenda taína, Guácar era uno de los dos hijos del dios creador que, llevado por los celos que le producía que su hermano hubiera conseguido crear las plantas y los animales, cambió su nombre, adoptando el de Juracán, y se convirtió en el maligno dios de la destrucción. Las primeras crónicas posteriores a la Conquista hablaban de lo mucho que los nativos temían a esos vientos y las lluvias que conllevaban, durante las cuales fugaces relámpagos aparecían tan de súbito que «parecía que el cielo estaba por completo lleno de fuego» y un momento después «caía una espesa y horrible oscuridad». El viento «fuerte y aterrador» arrancaba de cuajo grandes árboles y derrumbaba barrancos. (Watson)


También llamados tifones o ciclones. Se origina sobre todo a finales del verano y durante el otoño, en las zonas tropicales oceánicas comprendidas entre los 5 y los 15 grados de latitud. Sus fases iniciales son poco conocidas. Su diámetro pocas veces supera unos centenares de kilómetros. Se manifiestan en forma de violentas tempestades, con vientos cuya velocidad supera los 500 km/h (en el hemisferio N soplan, en sentido contrario a las agujas del reloj, alrededor de una zona central de calma relativa llamada ojo del huracán); son simétricos, con isobaras que en el centro forman casi un círculo, y se desplazan con una masa de aire de temperatura uniforme, o también entre dos masas de aire de temperaturas diferentes. En el ojo del huracán, que constituye un núcleo caliente y tiene 20-50 km de diámetro, la presión es baja y existen corrientes descendientes con disolución de las nubes, en tanto que en las márgenes del mismo se levanta un estado de nubes muy denso (muralla o muro de nubes) que se extiende hasta el límite superior de la tropopausa. En la superficie del mar, en la cual el rozamiento retarda el movimiento del torbellino y amortigua la fuerza centrífuga, el ojo del huracán es de menores dimensiones que los de mayor altura, de modo que su forma general es la de un embudo. Los huracanes se forman sobre los mares calientes, cuando sobre sus aguas se extiende una capa de aire húmedo en condiciones tales que la temperatura de la superficie marina es máxima. Las condiciones necesarias para la formación de un huracán llega a su madurez en el momento en que un sistema divergente en las capas superiores se sitúa sobre otro sistema convergente en la base: en este momento se forma un vórtice o torbellino de gran violencia. Inicialmente, el huracán es similar al interior de un gigantesco temporal, con la diferencia de que, por evolucionar sobre el mar, dispone de una fuente inextinguible de humedad y, por tanto, de condensación, así como de rapidez de acceso de las masas al interior del mismo. Este transporte de calor es diez veces mayor que el valor normal, y la energía liberada por la condensación se transforma sólo en una pequeña parte en energía cinética del viento, acumulándose el resto como potencial. Cuando un huracán alcanza su estado de madurez, la disminución de la presión en su núcleo queda relativamente limitada aunque se amplía notablemente el área afectada por los vientos fuertes y las precipitaciones, hasta alcanzar una extensión que supera a veces los 300 km de diámetro. Los huracanes empiezan a debilitarse y acaban por extinguirse cuando su fuente de energía disminuye o cuando alcanzan tierra firme, donde la aportación de aire caliente y húmedo es menor, o bien cuando se desplazan hasta alcanzar latitudes más elevadas sobre aguas oceánicas más frías, puesto que, cuanto menor es la cantidad de vapor de agua disponible, menor es también el transporte de calor. En los océanos tropicales en determinadas circunstancias, estos huracanes pueden alcanzar una duración de hasta dos o tres semanas, y en este caso se desplazan hacia el O con la corriente oriental de las capas superiores, desviándose hacia el polo. En ese momento, en la zona de las corrientes se concentran masas de aire frío que transforman gradualmente el ciclón cálido en ciclones con un frente cálido y un frente frío. En cuanto se introducen en tierras continentales, la componente del viento que penetra en el centro de baja presión aumenta a causa del rozamiento contra el suelo, y de este modo aumente también el movimiento ascensorial; es entonces cuando se produce el relleno rápido del ciclón y caen lluvias catastróficas.

En algunas zonas centroamericanas los huracanes tropicales son tan frecuentes que los árboles han experimentado evoluciones adaptativas: sus copas se quiebran a unos nueve metros de altura. Cuando la tormenta ha amainado, lo que queda del tronco comienza a retoñar.

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