Política
La Restauración



Sexenio Democrático (1868-1874):
También denominado Sexenio Revolucionario. Fue un complejo proceso iniciado con una revolución antidinástica, que consiguió derrocar a la reina Isabel II e implantar un régimen demoliberal como definitivo logro de la revolución burguesa; continuado con la entronización de un nuevo rey, Amadeo I de Saboya (1870-1873); proseguido con la implantación de la I República española (febrero de 1873-enero de 1874) y finalizado con lo que se ha denominado ‘fase pretoriana republicana’ (gobierno de Francisco Serrano, duque de la Torre, desde enero hasta diciembre de 1874). Durante el Sexenio se proyectaron dos constituciones, la de 1869, y la de 1873, que no se llegó a promulgar. La Constitución de junio de 1869 representó la victoria del modelo democrático: el reconocimiento del sufragio universal para los varones mayores de 25 años (soberanía popular), la libertad de cultos y la aseguración de los derechos de reunión y asociación acercaron a España por vez primera a los límites de la revolución liberal burguesa. La abdicación de Amadeo I terminó por provocar la proclamación de la República en febrero de 1873 y la elaboración durante el verano del segundo proyecto constitucional, que haría surgir una república federal integrada por 17 estados, pero que, al carecer del suficiente apoyo legislativo en medio de un país radicalizado, con situaciones bélicas alejadas del previsto sistema político (cantonalismo y tercera Guerra Carlista) y con el definitivo despegue del asociacionismo obrero, no pudo obtener su promulgación. Los golpes militares de enero y de diciembre de 1874, de Manuel Pavía y de Arsenio Martínez Campos, dieron lugar a la Restauración.

La Restauración (1874-1931):
Se inició con el pronunciamiento militar de Martínez Campos el 29 de diciembre de 1874, pero fue encauzada por la vía civilista por Antonio Cánovas del Castillo, el cual actuó de forma autoritaria durante el primer quinquenio. La moderada Constitución de 1876 otorgaba muchas prerrogativas al rey, del que dependían las Fuerzas Armadas Se pacificó el país con el logro del fin de la tercera Guerra Carlista (1876) y Paz de Zanjón en Cuba (1878). En 1885 Alfonso XII muere inesperadamente y Cánovas y Sagasta unen sus esfuerzos (acordados por medio del Pacto de El Pardo) para enfrentarse al carlismo y a los republicanos. Tras la muerte del rey, su viuda María Cristina de Austria, se hizo cargo de la regencia, el 25 de noviembre de 1885, a la espera del nacimiento de Alfonso XIII. La regencia de María Cristina (1885-1902) durante la minoría de edad de Alfonso XIII transcurre entre la alternancia de partidos. Al cumplir 16 años, el 17 de mayo de 1902, Alfonso XIII alcanza la mayoría de edad y recibe la corona de España. Se trata de un pesado fardo incluso para cualquier político experimentado. Se encuentra con un país inmerso en una grave crisis social y política. En su primer consejo de ministros, el 31 de mayo, ratifica en el gabinete al liberal Sagasta, lo que supone aceptar el turno de partidos. Alfonso XIII se excede en utilizar su poder sobre los militares y en apoyarse en ellos dejando al margen al poder civil. La dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) contaba con el acuerdo del rey, y su crisis final afectó considerablemente a su imagen. Seguía vigente la Constitución de 1876 pero no se aplicaba efectivamente. En 1931 se proclama la Primera República tras la salida del rey del país.

Crisis del sistema del turno de partidos de la Restauración:
Tras la renuncia del rey Amadeo de Saboya, en España se proclamó por primera vez la república en febrero de 1873. Un año después, el 29 de diciembre de 1874, fue derribada por un golpe militar, tras cinco presidencias que no habían podido dotarla de la estabilidad necesaria. Se inició entonces el reinado de Alfonso XII. El sistema de turnos de partidos producía un gobierno muy inestable, de concentración de diversas personalidades políticas, y la alternancia demuestra no ser ya una solución válida para la gobernabilidad del país. En sus dos primeros años verá formarse y disolverse cinco gabinetes conservadores y varios liberales. Esto le hará desconfiar de los políticos, intervenir en la toma de decisiones y sentirse cada vez más próximo a los militares, contraviniendo así los principios de la Constitución de 1876 que había jurado. En las elecciones de abril de 1903 el partido republicano, gracias a la dirección de Salmerón, se convierte en la tercera fuerza política, una alternativa frente a los liberales y conservadores del turnismo vigente desde la restauración borbónica. El 4 de enero de 1903 muere Sagasta, encargado desde hacía un cuarto de siglo, de organizar el Partido Liberal, turnándose con el Partido Conservador de Cánovas del Castillo. El sistema de la alternancia logró mantener la paz y era homologable en teoría a los existentes en Europa, pero en la práctica se basaba en una falsificación del principio de representatividad: el papel del rey era esencial y los cambios respondían más a la acción de una minoría que influía en la Corona que a decisiones del gobierno, la voluntad popular era manipulada desde el poder y el sufragio universal carecía de valor democrático en una España mayoritariamente rural dominada por el caciquismo. Sagasta había participado activamente en la revolución de 1868 y sirvió más tarde con total fidelidad a la monarquía restaurada. El deterioro social y político se puede ver en una serie de actos terroristas relevantes, como los asesinatos del presidente del gobierno Eduardo Dato (marzo de 1921), o del cardenal y arzobispo de Zaragoza Juan Soldevila y Romero (1923). El gobierno presidido por el liberal Manuel García Prieto desde diciembre de 1922 no conseguía controlar la situación, inmerso en el estado crítico de todo el sistema político de la Restauración.

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