Leyendas
Mundo clásico



Leyendas: Mundo clásico:
La imagen tiria de Heracles:
Dejaron escrito Pausanías y Estrabón que se encontraba en el templo de Eritrea una imagen que representaba a Heracles Dáctilo. Se la encontró flotando en una balsa en el mar Jónico frente al cabo Mesate, exactamente a mitad de camino del puerto de Eritrea y la isla de Quíos. Los eritreos por un lado y los de Quíos por otro hicieron todos los esfuerzos posibles para llevarse la balsa a su costa, pero sin éxito. Por fin un pescador eritreo llamado Formio, que había perdido la vista, soñó que las mujeres de Eritrea debían hacer una cuerda con sus trenzas cortadas y con ellas los hombres podrían remolcar la balsa a su costa. Las mujeres de un clan tracio que se había establecido en Eritrea consintieron y la balsa fue remolcada hacia la costa; y ahora sólo se permite a sus descendientes entrar en el santuario donde se conserva la cuerda. Formio recobró la vista y la conservó hasta su muerte. [Heracles fue subido al Olimpo por Zeus y fue adorado como un dios]

Quimera:
La quimera era un animal fabuloso, mezcla de cabra y león. A veces se la describe con dos cabezas, una de cabra y otra de león. Como la quimera depredaba las tierras de Amisodores, el rey de Caria, se le ordenó a Belerofonte que la matase, tarea que éste cumplió con ayuda del caballo alado Pegaso.El Diccionario de la Real Academia define quimera como "aquello que se propone a la imaginación como posible o verdadero, no siéndolo". La palabra aparece registrada en nuestra lengua por primera vez en 1343 como cimera, tomada del latín chimaera (quimera, animal fabuloso) y éste del griego khimaira, con el mismo significado. La forma actual, quimera, data de 1438 y Corominas la señala como "cultismo".

Basilisco:
En su Historia natural, Plinio eñ Viejo (23-79 d.C.) describió detalladamente al basilisco, que más adelante se convirtió en una figura habitual de los bestiarios medievales. Cuenta Plinio que procede de un huevo puesto por un gallo viejo e incubado por un sapo o una serpiente. Según algunos testimonios sólo con la mirada puede prender fuego a pájaros en vuelo y desecar la vegetación. Se cuenta que en el s.XV Inglaterra sufrió una plaga de basiliscos que sembraban el terror hasta que un valiente se vistió con un traje de espejos y recorrió el país para exterminarlos. En Varsovia (1587) el médico real atribuyó el crimen de dos niñas y su niñera a un basilisco y un reo con traje de espejos fue obligado a enfrentársele.

Ave Fénix:
Anidaba en un bello claro arbolado de la India central. Era una ave magnífica. Semejante a un águila muy grande, con el plumaje rojo y dorado, las alas irisadas y los pies escarlata, vivía más de 500 años; en algunas encarnaciones, hasta 1.000. Se creía que se alimentaba de aire y rocío, pues nunca se le había visto comer. Cuando llegaba el fin de su tiempo migraba hacia el oeste. A su paso por la península arábiga, reunía hojas y ramas de canela, mirra y otras muchas especias antes de reanudar su viaje a Fenicia (Líbano). Allí construía una pira, frotaba el pico contra un pedernal, encendía la hoguera y ardía hasta quedar reducido a cenizas. Al día siguiente aparecía una diminuta figura vermiforme entre los rescoldos, que rápidamente se convertía en un pájaro idéntico a su progenitor. Al cabo de tres días, el nuevo fénix reunía las cenizas de su antecesor y las llevaba a Heliópolis (Egipto), donde se erigía el templo del dios del sol, antes de emprender su regreso a la India.


Arpías:
Para la Teogonía de Hesíodo, las arpías son divinidades aladas, y de larga y suelta cabellera, más veloces que los pájaros y los vientos; para el tercer libro de la Eneida, aves con cara de doncella, garras encorvadas y vientre inmundo, pálidas de hambre que no pueden saciar. Bajan de las montañas y mancillan las mesas de los festines. Son invulnerables y fétidas; todo lo devoran, chillando, y todo lo transforman en excrementos. Servio, comentador de Virgilio, escribe que así como Hécate es Proserpina en los infiernos, Diana en la tierra y luna en el cielo y la llaman diosa triforme, las arpías son furias en los infiernos, arpías en la tierra y demonios (dirae) en el cielo. También las confunden con las parcas. Por mandato divino, las arpías persiguieron a un rey de Tracia que descubrió a los hombres el porvenir o que compró la longevidad al precio de sus ojos y fue castigado por el sol, cuya obra había ultrajado. Se aprestaba a comer con toda su corte y las arpías devoraban o contaminaban los manjares. Los argonautas ahuyentaron a las arpías; Apolonio de Rodas y William Morris (Life and death of Jason) refieren la fantástica historia. Ariosto, en el canto XXXIII del Furioso, transforma al rey de Tracia en el Preste Juan, fabuloso emperador de los abisinios. Arpías, en griego, significa las que raptan, las que arrebatan. Al principio, fueron divinidades del viento, como los Maruts de los Vedas, que blanden armas de oro (los rayos) y que ordeñan las nubes. (Borges, Manual de Zoología Fantástica)

Criaturas convertidas en símbolos:
Las arpías eran espíritus femeninos del viento, asociadas con el inframundo y el vuelo del alma al abandonar el cuerpo. Tenían la capacidad de invocar a los vientos, causando tormentas en la tierra y torbellinos en el mar. Se les atribuía la responsabilidad de muertes súbitas e inesperadas. Las sirenas eran hijas de Poseidón, el dios del mar. Representaban la belleza femenina en su aspecto más seductor y destructivo. Descritas como pájaros con rostro de mujer. Conducían a los marineros a la muerte si oían sus hermosas voces por encima del susurro del mar. En la heráldica medieval se empleó la figura del grifo como guardián simbólico del camino hacia la salvación o del Arbol de la Vida. Representaba la vigilancia y la venganza. Combina los atributos del águila (aire) y del león (fuego). La Medusa simboliza el miedo, especialmente de los hombres a los cambios bruscos de humor de las mujeres. La cabeza de la Medusa aparecía como talismán protector en armas y escudos. La bella Medusa fue transformada por Atenea como castigo por haber hecho el amor en su templo. Quedó como bruja con serpientes por cabellos, que podían convertir a un hombre en piedra con su mirada. La esfinge existía en la mitología egipcia mucho antes de que fuera representada junto a la pirámide de Keops. Con cabeza humana (a menudo de mujer), cuerpo de toro, garras de león y alas de águila. Combina las cuatro criaturas que simbolizan los cuatro elementos. Tenía acceso a todo el saber y simbolizaba el enigma de la existencia humana. La serpiente de siete cabezas es Lotan, destruido por Baal según el mito de los canaanitas, y probablemente el Leviatán original de la Biblia, que sirvió más adelante como símbolo de los siete pecados capitales. Garuda, mitad hombre y mitad águila, sirve en el hinduísmo como vínculo al dios Visnú, y en el budismo tibetano es un destructor de los nagas o hacedores del mal. Los devotos de Visnú utilizan sus imágenes, el enemigo de las serpientes, como emblema. Su ferocidad se utiliza para servir como advertencia de castigo para los enemigos del orden natural.

Describiendo los bosques germanos César afirma la existencia de unicornios e incluye una inventada descripción anatómica del alce, sin articulaciones en las extremidades.

Alma del mundo:
En el Timeo Platón recogió la noción de Alma del mundo que se apoyaba en la cosmología tradicional. Concibe al mundo como un gran animal dotado de alma propia. La noción fue adoptada por los estoicos, que identificaron a Dios con el mundo y lo concibieron como un animal inmortal, racional, perfecto, inteligente y feliz. Para Plotino (205-270) el Alma del mundo es la segunda emanación del Uno o Dios y procede del Entendimiento, que es la primera emanación y que también procede del Uno. El Alma universal ve por un lado el entendimiento y por el otro a las cosas inferiores o materiales que ordena y gobierna. La creencia en un Alma del mundo se mantuvo entre los pensadores medievales que admitían la validez de la magia.

Canarias como límite del Oceanus meridional para griegos y romanos:
Las Islas permanecieron al margen de glaciaciones y paleofauna. Es preferible describir los trabajos y excavaciones sistemáticas actuales como arqueología histórica en vez de prehistórica. Al iniciarse la Historia entre las altas culturas mesopotámicas y egipcias, las grandes familias etnolingüísticas fueron constituyendo los troncos culturales del Mundo Mediterráneo. Las islas Canarias aparecen como referente terminal, algo así como el finis terrae del Atlántico, o mejor del Oceanus meridional, hacia el Vesper; son las islas de Poniente (no otra cosa significa Hespérides, donde se pone el Sol). Este carácter de extra muros del Mediterráneo sirve de contrapeso a la injustificada, y aún por demostrar, carga africana continental que se ha pretendido ver en el registro arqueológico de las poblaciones indígenas del archipiélago. Cuando lo cierto es que las islas son una creación griega y después romana, y que tanto las primeras referencias míticas, y después en las expediciones náuticas que traspasan el Estrecho (a partir de Hannón y con total seguridad con Juba II) son parte de esa historiografía occidental y un leit motiv reiterativo que encadenan la antigüedad con la edad media hasta su redescubrimiento en la baja edad media.


Discordias divinas:
En la Antigüedad, desde los orígenes de la poesía, el poema épico había sido la primera consagración del hacer humano. Para propiciar el éxito en sus empresas, los hombres exaltaron al primer vencedor de las dificultades: el héroe. No a un dios sino a un hombre aunque en ocasiones estuviera emparentado con los dioses. Hombre en cuanto que su destino está en la Tierra y es un camino terrestre lleno de obstáculos. La épica antigua contaba el primer acto del hombre para salir del caos de lo indeterminado, la lucha contra una naturaleza virgen todavía poblada de monstruos, una naturaleza amiga o enemiga, según se manifestara en ella la ayuda de las divinidades favorables o la hostilidad de las divinidades adversas. También los encuentros con otros hombres, las batallas, la historia, no son más que manifestaciones terrestres de discordias divinas; pero los duelos de los héroes, sus arriesgados itinerarios, en una palabra, la materia del relato, es totalmente humana y se desarrolla según las leyes de la Tierra. (Italo Calvino, Conferencia, 1958)

► Los anagramas y escudos de armas de los delfines de Francia con frecuencia iban acompañados de dibujos con figuras clásicas de criaturas marinas.


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