NAVEGACION
VIENTOS ALISIOS



Los vientos Alisios:
Los vientos alisios circulan en dirección predominante Nor-Este, como consecuencia del anticiclón atlántico, cargados de humedad. Casi constante en el verano y más irregulares en invierno, en que se ven afectados por otros factores meteorológicos. Influyen en la temperatura y humedad, por lo general entre 0 y 1500 metros. A mayor altura actúan vientos predominantes más secos, del Nor-Oeste. Entre estos alisios hay una zona de inversión de temperaturas con diferencias del orden de 10 grados. Esta zona alta hace de techo, e impide que las nubes que forman los Alisios del NE se desarrollen verticalmente, con lo que contribuyen al conocido "mar de nubes" formado por estratocúmulos. Generalmente abarca cotas entre 500 y 1500 metros. A veces llega a los 1800. En verano no suele bajar de los 1200. Estos Alisios afectan principalmente las zonas Norte, Nor-Este y Este. La influencia del continente Africano está limitada al viento seco que durante pocos días al año provoca altas temperaturas conocidas como "tiempo sur". Tal vez sea más su participación indirecta, mediante las bajas presiones que se sitúan sobre el Sáhara, y que durante períodos taponan un poco el paso a los alisios y las borrascas atlánticas que vienen hacia las islas Canarias. Las corrientes marinas Canarias llevan aguas que provienen de las zonas nórdicas, de manera que son más frías que las que les corresponden por latitud. Su importancia viene dada en relación con los alisios que provienen también de zonas del Norte hacia el Sur y que influyéndose mutuamente se mantienen en temperaturas uniformes. De otra manera llegarían mas calientes y la temperaturasería más continental. Este hecho hace que éstas tengan poca variación a orillas del mar en los meses estivales.


Origen de los alisios:
En la capa atmosférica existen grandes masas de aire que se individualizan por su temperatura, su humedad y su presión. Casi no es exagerado decir que dos masas de aire diferentes se comportan, una respecto de la otra, como el aceite respecto al agua y no se mezclan. En cada hemisferio existen dos masas de aire fundamentales: el aire tropical y el aire polar, las cuales se dividen a su vez, en aire marítimo y aire continental. Las distribuciones de viento y presión a gran escala que persisten durante todo el año o se repiten estacionalmente es a lo que denominamos circulación general, y una de las causas motrices principales de esta distribución es el desequilibrio de la radiación entre las latitudes bajas y las altas. De una manera esquemática diferenciamos los siguientes centros de acción que gobiernan la circulación general de la atmósfera:

  • Una zona de bajas presiones ecuatoriales
  • Dos zonas de altas presiones subtropicales hacia los 30 y 35 grados de latitud.
  • Dos zonas de bajas presiones ecuatoriales.
  • Dos zonas de bajas presiones templadas.
  • Dos casquetes de altas presiones polares.

A los vientos del Este de la zona intertropical se oponen los vientos del Oeste de las regiones templadas. En las latitudes templadas, los vientos del Oeste soplan desde las altas presiones subtropicales hacia las bajas presiones templadas. En las latitudes altas, las fuertes presiones polares engendran vientos del Este. Entre los trópicos, los vientos alisios soplan desde las altas presiones subtropicales hacia las bajas presiones ecuatoriales. Desviados por el movimiento de rotación de la Tierrra, se convierten en vientos del sector Este, que soplan generalmente del Nordeste hacia el Suroeste en el hemisferio norte y del Sudeste hacia el Noroeste en el hemisferio sur. La teoría tradicional que explica el mecanismo de la circulación atmosférica es la de la chimenea ecuatorial, cuyo fundamento estriba en la acción de calor ecuatorial: el aire cálido en el Ecuador se eleva y origina una zona de bajas presiones qe atraen los vientos alisios. En altura, el aire ecuatorial se acumula para dirigirse luego hacia las latitudes subtropicales, creando así una corriente de altitud (el contaalisio) que, al descender, origina las altas presiones subtropicales. Desde estas últimas, el viento se escapa, de una parte, hacia el Ecuador (alisio), y de otra, hacia las latitudes templadas (vientos del Oeste). Otra teoría concede gran importancia a la convergencia de los alisios de ambos hemisferios. Gracias a los aviones, satélites y globos sonda, se ha comprobado, por ejemplo, que los contraalisios no tienen la amplitud ni la regularidad que se suponía. La ascensión del aire en la zona ecuatorial obedece, según esta nueva teoría, a la convergencia en esta zona de los vientos alisios prodcedentes de los dos hemisferios (covergencia o frente intertropical): el alisio del hemisferio norte corre al encuentro del hemisferio sur (que hace lo mismo a su vez) y de ello resulta un movimiento ascendente. Por otra parte, el descubrimiento, a finales de la segunda guerra mundial, de una potente corriente aérea (Jet Stream o corriente de chorro) en la alta atmósfera, ha hecho pensar que la circulación general del aire está más relacionada con los movimientos de la lata atmósfera, que con los provocados por las diferencias de temperatura a nivel del suelo. La corriente de chorro es un flujo de aire del Oeste que se localiza en ambos hemisferios a una altura de 8.000 a 12.000 metros entre los 30 y 40 grados de latitud y cuya velocidad supera con frecuencia los 500 Km/h. Esta corriente de chorro, desviada hacia su lado derecho, es probablemente la causa de la acumulación de aire que origina las altas presiones subtropicales: De ser así, a la corriente en chorro le correspondería un papel fundamental en la puesta en marcha de la circulación general de la atmósfera y particularmente en la génesis de los vientos del Oeste y de los alisios. Los mapas barométricos de superficie son bastante complejos y presentan considerables contrastes estacionales. Dominan los anticiclones subtropicales (células de altas presiones), situadas debajo de la corriente de chorro a unos 30 grados de latitud y que se extienden y son reforzados térmicamente sobre los continentes, relativamente fríos en invierno, mientras que en verano se debilitan sobre las cálidas masas de tierra. En el hemisferio norte las principales células subtropicales de altas presiones están situadas:

  1. sobre la región oceánica entre las Bermudas y las Azores;
  2. sobre el Sur y Suroeste de los Estados Unidos (célula continental que está sujeta a variación estacional y que es reemplazada, en verano, por una baja térmica superficial);
  3. sobre la parte oriental de y septentrional del Pacífico, y
  4. sobre el Sahara (que varía estacionalmente, tanto en intensidad como en extensión), siendo la más marcada e invierno.

Por consiguiente, las células subtropicales de altas presiones son las características más permanentes de la distribución superficial de presiones, especialmente sobre los océanos. Entre dichas células y el Ecuador se encuentra el cinturón térmico de bajas presiones, asociado a la zona de máxima insolación y trasladándose conjuntamente con ella, especialmente hacia el cálido interior de los continentes del hemisferio en verano. Esta células subtropicales de altas presiones, situadas entre los 20 y los 30 grados de latitud, parecen ser la clave de la circulación mundial del viento en superficie. En el hemisferio norte, las células oceánicas alcanzan su presión máxima en verano, ya que el cinturón está compensado en los niveles inferiores por las depresiones térmicas reinantes sobre los continentes. Su fuerza y persistencia los designa claramente como el factor que controla la posición y las actividades tanto de los vientos del Oeste como de los alisios. Durante el invierno del hemisferio norte, las altas presiones subtropicales "descienden" hacia el Sur hasta los 30 grados de latitud. Las bajas presiones templadas siguen el mismo desplazamiento. En el Atlántico norte es particularmente notable el desplazamiento del anticiclón subtropical de las Azores. Durante el verano del hemisferio norte, las altas presiones subtropicales "ascienden" hacia el Norte hasta los 40-45 grados de latitud.

Factores que rigen el clima de las islas Canarias:
El clima general del archipiélago canario está determinado por dos factores de carácter general como son, su condición insular y su situación geográfica en las proximidades del Trópico de Cáncer. En líneas generales se puede definir como un clima subtropical con veranos secos, cuyas características le aproximan al matiz oceánico de los climas de tipo "mediterráneo". Es precisamente esta característica oceánica la que lo hace muy diferente del que corresponde en las mismas latitudes a las áreas continentales, en las que su extrema sequedad determina la existencia de un cinturón de grandes desiertos como los del Sahara, Egipto, Arabia y el Thar (India). La proximidad de las islas al continente africano no es un factor tan importante como puede parecer, ya que la circulación general de la atmósfera y las corrientes marinas dominantes, las mantienen generalmente fuera de su influencia. Por tanto, estos factores de carácter general unidos a los de carácter local como son la altitud y la orientación, son los que dan lugar a las diferentes zonas climáticas que pueden diferenciarse en las islas. Otras circunstancias que concurren en la zona y que dan lugar a que el clima de las islas presente una serie de características tan interesantes son: el efecto de una actividad borrascosa propia de las latitudes templadas, la influencia de depresiones frías a altos niveles, la posibilidad de perturbaciones netamente tropicales y las ocasionales invasiones de aire caliente del continente africano.

Los alisios:
Los alisios son vientos regulares y moderados que soplan sobre casi la mitad del globo a una velocidad media de unos 20 Km/h. Son cálidos y secos en origen pero los que atraviesan las extensiones oceánicas se cargan de humedad y se refrescan. Para la climatología de las islas, el régimen de vientos es fundamental, siendo los más frecuentes los alisios que tienen su origen en la célula subtropical de altas presiones situada sobre el océano en las proximidades de las Azores. Su máxima frecuencia sobre el mar corresponde a los vientos del Nordeste, y Canarias se halla en el seno de la corriente de estos vientos alisios.

Laurisilva:
La temperatura y la humedad constantes proporcionadas por los alisios hicieron posible la pervivencia de la laurisilva. Durante el Mioceno, hace 20 millones de años, los bosques de laurisilva se extendían por toda la cuenca mediterránea. Los archipiélagos de la Macaronesia albergan la mayor densidad de endemismos de toda Europa y el noroeste de Africa. Hace 7 millones de años se inició un proceso de creciente aridez que acabó con un bosque subtropical que se extendía por todo el norte de Africa. En las regiones montañosas del Rift y en las islas atlánticas algunas especies lograron adaptarse. Sería éste el caso de las plantas del género Canarina. Componen la laurisilva o monteverde una veintena de especies de árboles que dan sombra y humedad a gran cantidad de helechos y musgos. Destacan el laurel, tilo, viñátigo, barbuzano y aceviño; y con frutos comestibles el madroño y el mocán. Los fenómenos geológicos provocaron la extinción de muchas especies. Cuando el volcán del Teide surgió del fondo atlántico unió tres antiguas paleo-islas que hacían de refugio de especies (Anaga, Teno y Roque del Conde). Canarias concentra más de la mitad de la biodiversidad endémica de toda España, y se encuentra entre las 15 regiones del mundo con mayor biodiversidad. Existen en las islas 600 endemismos.


El viento constante en Cabo Verde:
Los cálidos y secos vientos alisios soplaron sin cesar todo el tiempo que estuvimos allí. Nos íbamos a dormir escuchándolo. Mientras yacíamos en nuestro avión [un Lokheed Sirius con unos pesados pontones apodado Tingmissartoq, que significa el que vuela como un pájaro grande en inuit], muertos de calor por el continuo sol, esperamos en vano que cesara el largo rugido, como una ola en la playa. Pero no se calmó. Cada mañana nos despertábamos y mirábamos el mar, deseando que hiciera un día tranquilo. Siempre el fuerte oleaje y el viento. Parecía que hacía todo más difícil, en el avión o subiendo la montaña hasta la estación de radio, como si siempre fueras empujado contra él. A veces tenía la sensación de que debíamos estar en la proa de un barco, avanzando hacia delante. Aquel viento constante sólo podía crear movimiento. Y a veces, como si no se tratara de una fuerza física externa, sino de una enfermedad interna, fiebre, presión en las sienes. -¿Nunca deja de hacer viento aquí?- preguntamos. habíamos emplazado el combustible en Porto Praia y esperábamos despegar desde ese lugar hacia América del Sur. -Sí, a veces se calma, pero nunca en esta época del año. Seguirá soplando así durante seis meses. -¿Y no cambiará? ¿No habrá tormentas ni cambio de viento? -Nunca, siempre así. Empezamos a darnos cuenta que, como no podíamos despegar desde esas olas tan grandes con suficiente gasolina para llegar a América, tendríamos que volver a Africa y empezar el viaje desde allí, aunque estuviera a 320 kilómetros más lejos. La mañana del 30 de noviembre partimos de Porto Praia, tambaleándonos varias veces unos tres metros en el aire, golpeando una gran ola tras otra. Cada vez que pensaba que habíamos despegado volvíamos a caer dando un golpe aún peor que el anterior. Finalmente, el avión entró en pérdida y nos dirigimos a Bathurst. (Anne Morrow Lindbergh, 1934)


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