|
Plásticos conductores:
En 1977 Alan G. MacDiarmid, Alan J. Heeger y Hideki Shirakawa dieron a conocer su descubrimiento sobre las propiedades conductoras de algunos materiales poliméricos. Descubrieron que los polímeros, como los semiconductores, podían doparse y alterando sus bandas de conducción y valencia. Al oxidar el poliacetileno con vapor de yodo, se capturaba un electrón de la banda de valencia del polímero, formándose un catión-radical, si hablamos en terminología química (o un hueco o polarón, si hablamos en términos físicos). De esta forma, lograron aumentar su conductividad en mil millones de veces.
En 1988 Heeger obtiene filmes y fibras procesables desde uns disolución de polianilinas en ácido sulfúrico. En 1990 inició la obtención de polímeros conductores de segunda generación, los polímeros electroluminiscentes, empleados en diodos emisores de luz.
Aplicaciones de los polímeros conductores:
pantallas de ordenadores que amortiguan las radiaciones, películas fotográficas sin electricidad estática, ventanas inteligentes que filtran a voluntad la luz solar aprovechando la propiedad electrocrómica de estos materiales, células solares, diodos emisores de luz (LED), músculos artificiales basados en que las películas poliméricas aumentan su volumen durante la oxidación, mientras que lo disminuyen cuando se reducen, en microrrobótica, en las pantallas de teléfonos móviles, de televisores de reducido formato y ordenadores portátiles, como almacén de cargas, siendo adecuados para pilas y baterías completamente orgánicas y biodegradables.
Los circuitos integrados basados en moléculas podrán conseguirse a una escala de tamaño de bastantes órdenes de magnitud inferior a las que se obtienen con la electrónica basada en el silicio.
Existen sistemas de comunicación comerciales basados en la física cuántica.
Los ordenadores cuánticos actuales tienen el tamaño de un laboratorio entero. Los futuros se construirán con la ayuda de los plásticos conductores y multiplicarán la potencia de cálculo por 100 millones.
|
