La Navidad:
La tradición navideña que hoy nos resulta familiar es una creación del siglo XIX. El árbol de navidad es originario de zonas germanas y se expandió por otras áreas de Europa y América. Los villancicos se recuperaron y fueron creciendo en número gracias a composiciones recientes. Las tarjetas de Navidad empezaron a utilizarse en 1870, aunque la primera fue impresa en Londres en 1846.
Cuando la iglesia logró fusionar los rituales precedentes durante la edad media, añadió posteriormente el nacimiento y los villancicos a sus costumbres. En este período los festines eran el punto culminante de estas celebraciones. En el año 1552 la Gran Bretaña puritana prohibió abruptamente la Navidad, que no resurgió hasta la época Victoriana.
Grecia: Los barcos de Navidad:
Grecia es un país con fuerte tradición marítima, y cada vez son más los griegos que sustituyen el árbol de Navidad por un pequeño barco decorado, donde se colocan los regalos. Los griegos están convencidos de que de esta manera se rescata una tradición nacional en detrimento de una costumbre importada.
Los barcos de Navidad se hacen de papel o de madera y son decorados con lamparitas de colores. Suelen ponerse a la entrada de las casa con la proa orientada hacia adentro.
Se trata de una original costumbre que enriquece la gran variedad de tradiciones europeas.
La tregua del 24 de diciembre de 1914:
En unos kilómetros de trincheras se dio durante dos días una tregua surgida espontánemente entre los hombres de los bandos alemán y británico.
Algunos soldados alemanes portaron velas sobre sus bayonetas convirtiéndose en fáciles blancos para el enemigo.
Los británicos reconocieron el villancico Stille nacht, heilige nacht en el que se iban uniendo los soldados alemanes como su conocido Silent Night.
Sucesivos gestos como carteles con buenos deseos y árboles de navidad iluminados hicieron crecer la mutua confianza.
Muchos hombres desarmados se aventuraron a la zona intermedia entre las trincheras para saludarse.
Hubo intercambio de dulces, golosinas, conservas, tabaco, botones.
Se mostraron fotos de las familias que los esperaban a muchos kilómetros de distancia.
Los médicos atendieron a los heridos sin distinción de uniformes.
Los cadáveres situados en las zonas intermedias pudieron ser enterrados. Un partido de futbol entre los Toms y los Fritzs fue arbitrado por un capellán británico.
El gesto final de los últimos alemanes que se adentraban de nuevo en sus trincheras fue un saludo al enemigo.
Este gesto de humanidad no se repitió en los siguientes 4 años en que se prolongó una guerra que causó 8 millones y medio de muertos.
La composición de Noche de Paz (22 diciembre 1818):
Creada en Austria casi por casualidad y traducida luego a 330 idiomas. Dos días antes de navidad el viejo órgano de la iglesia de San Nicolás, la parroquia donde oficiaba el padre Joseph Mohr, dejó de funcionar repentinamente. Para no decepcionar a sus feligreses, pidió a su amigo Franz Xaver Gruber, maestro y organista del vecino pueblo de Arnsdorf, que compusiera una melodía para un texto de navidad escrito en alemán.
Durante la misa del gallo del 24 de diciembre, el párroco Mohr, con voz de tenor y con grandes dotes para tocar la guitarra se hizo acompañar de Gruber, que poseía una bella voz de bajo. Interpretaron por primera la canción Noche de Paz causando cierta sorpresa ya que los textos religiosos todavía se redactaban en latín. En 1831, un coro que se dedicaba a cantar aires populares tiroleses incorporó el villancico del padre Mohr a su repertorio durante una gira por Prusia. En 1839 un coro tirolés diferente la interpretó en Nueva York por primera vez. En 1875, la corte real de Prusia, buscando el original de la partitura, que se había atribuido incorrectamente al compositor austriaco Michael Haydn, consultó al párroco de San Pedro de Salzburgo, quien aseguró que Mohr y Gruber, fallecidos en el anonimato en 1848 y 1863, respectivamente, eran los verdaderos autores.
Fechas oficiales instauradas por la Iglesia:
El término Navidad proviene de natividad, el cual a su vez pertenece al término latín de nativitas, que significa nacimiento. Hace alusión a la fiesta anual en la que se recuerda el nacimiento de Jesús en Belén según los evangelios de San Mateo y San Lucas. Esta festividad es la más importante después de la Pascua de Resurrección dentro del calendario eclesiástico.
Los evangelios no hacen referencias a fechas, por lo que no es seguro que Jesús naciera ese día. Incluso, es más, el día de Navidad no fue oficialmente reconocido por la Iglesia hasta el año 345. Esto fue causa de la influencia de San Juan de Crisóstomo y San Gregorio de Nacianceno, quienes lograron que se instaurara el 25 de diciembre como fecha de la Natividad de Jesús. Pero esto no fue gratuito, debido a que seguían los preceptos políticos de la iglesia de absorber en vez de reprimir los rituales paganos existentes, que desde un comienzo habían celebrado el solsticio de invierno y la llegada de la primavera en Europa.
San Nicolás:
La imagen de Papá Noel, El viejo Pascuero, Santa Claus, San Nicolás, es el legendario repartidor de regalos de Navidad, de aspecto gordo y jovial, de larga barba alba y vestido con un traje rojo y blanco, quien conduce por el aire un trineo de ocho renos transportando sacos llenos de regalos. Este personaje visita todos los hogares la víspera de navidad, bajando por la chimenea dejando regalos bajo un árbol o en los calcetines de todos los chicos que se porten bien. La imagen de Papá Noel fue introducida en Estados Unidos en el siglo XVII, procedente de Holanda, sin embargo tiene sus orígenes en Alemania. Sus orígenes los encontramos en la antigua cultura gentil de Europa.
San Nicolás fue obispo en Asia menor en el siglo IV, su fama proviene por salvar marinos atrapados en una tormenta, defender a los niños y, por sobre todo, por dar generosos regalos a los pobres, todo esto, según los antiguos mitos cristianos. Sin embargo, su historia, carente de fundamentos históricos, se expandió por toda Europa, enfatizando la imagen del donante de regalos. El personaje cristiano sustituyó a varios personajes paganos donantes de regalos, como la Bruja Befana y los ancianos, los generosos alemanes Berchta y Knecht Ruprecht. En Alemania se le nombro como Sankt Nokolaus, y Sanct Herr Nicholaas o Sinteer Klaas en Holanda.
En sus comienzos, el día de San Nicolás (el día que se recibía regalos) se consagraba el seis de diciembre. Pero tras la reforma, los protestantes alemanes dieron mayor relevancia al Christkindl (niño jesús) como donante de regalos el día de su fiesta, el 25 de diciembre. Cuando la tradición de Nicolás prevaleció, se incorporó a la Navidad. En 1969, el Papa Pablo VI eliminó la festividad de San Nicolás del santoral católico.(José Quezada)
El primer pan dulce se hizo en Milán, por encargo del duque de Sforza, quien pidió a sus cocineros una comida especial para Navidad, que contenía en su interior frutas secas y pasas de uva, y que decidió bautizar como panettone.
Roma:
La fiesta pagana que más se asociaba con la Navidad era el Saturnal romano, el 19 de diciembre, que se celebraba en honor de Saturno, dios de la agricultura. Duraba siete días en medio de diversiones y banquetes. Por entonces también tenía lugar en el norte de Europa una fiesta de invierno de similares características, conocida como Yule, en la que se quemaban grandes troncos adornados con ramas y cintas, en honor de los dioses, y para conseguir que el Sol brillara con más fuerza el siguiente año. Los romanos celebraban la Nochevieja comiendo con los amigos e intercambiando miel con higos y dátiles para borrar el mal sabor de boca de los acontecimientos negativos del año.
Significado de la Natividad:
En las historias de la Natividad pintadas por los primitivos se puede reconocer el admirable eterno esquema de la vida universal, tal como aparece al ojo cristiano. En lo alto, en el cielo, sobre la cabaña, los ángeles anunciadores; en medio, al Niño; a su alrededor, los dos esposos los dos animales, los tres pastores y los tres reyes. O sea, en lo más alto, los espíritus puros que han bajado del Paraíso; en el centro, un Dios que se ha hecho hombre, o sea el emperador de los espíritus puros que ha venido a encarcelarse en la carne humana; y junto a El, los hermanos inferiores, los animales, que fueron antes que el hombre. Y los representantes del género humano, elegidos en los dos extremos de la ciudad terrestre: los pobres pastores, que son los monarcas del rebaño, y los ricos monarcas, que son los pastores de los pueblos.
No tenemos aquí solamente una bella composición pictórica y poética, que desboca la fantasía y endulza los corazones, sino casi una representación de la misteriosa flor del mundo, que tiene sus raíces en el establo bovino y su corola inmaterial en el firmamento.
La escena de la Natividad no es una anécdota sagrada para uso de las imaginaciones pías, sino el símbolo vivo de la eterna alianza entre lo bajo y lo alto, entre la tierra y el cielo, entre los brutos y el hombre, entre el hombre y todos los hombres, entre los hombres y Dios. Es, en suma, la representación corporal y visible de aquella unidad ideal e invisible que debe unir en los siglos y en la eternidad a todos los seres vivientes, desde el corderito acabado de nacer al Rey del Reino de los Cielos. Si no se ve y no se entiende esta ecuménica fraternidad, simbolizada luminosamente por el espectáculo del pesebre, la fiesta del nacimiento redentor se convierte, al final, en simple ocasión de banquetes familiares y de juegos de niños.
No ha sido por casualidad por lo que la leyenda cristiana ha querido asociar a la Natividad los animales más ligados al hombre, al asno y al buey del establo, los corderos de los pastores. El Creador confió al hombre los animales, todos los animales, para que les diese un nombre y una ley. La primera investidura de Adán fue la de Señor del Reino Animal. Cuando fue arrojado del Paraíso terrestre, como consecuencia de su pecado, también las inocentes criaturas sometidas a él se vieron envueltas en la condena. El Demonio se había encarnado en una de ellas, en la serpiente, y también para ellas terminó la vida beata de la perfección. Adán, y con él toda la especie humana, tiene, pues, una obligación hacia sus hermanos subalternos sacrificados. Y San Pablo afirma en una de sus epístolas que toda la naturaleza espera de los hijos del hombre, que también son hijos de Dios, su redención, y gime, añade el Apóstol, como una mujer en los trabajos del parto. El hombre que no escucha este gemido y no siente su responsabilidad infinita hacia todas las criaturas vivientes, todavía no es plenamente cristiano. Debe salvarse a sí mismo para que se realice la salvación de todo lo creado. Los redimidos, es decir, los cristianos verdaderos y puros, restituidos a la primera inocencia, han dado el ejemplo. Es bien conocida de todos la confiada familiaridad de las fieras de los desiertos y de las selvas con los antiguos santos: los propios leones se hicieron siervos de los anacoretas. Y el cántico de las criaturas, de San Francisco, no fue un capricho de poeta, sino el redescubrimiento consciente de nuestra unión con toda la Naturaleza digna de aquel que hablaba a los pájaros del aire y se hacía amigo y maestro del lobo.
He aquí que, junto a los animales, se manifiesta la segunda Persona de la Trinidad, el mismo Dios en figura humana. El hombre está atado, hacia abajo, con los animales, pero está unido, hacia arriba, con la divinidad. El hombre, considerado en sí mismo, no es nada, un poco de fango destinado a la muerte, pero considerado en sus relaciones con Dios es el ser más alto y privilegiado de la creación, el ser destinado a convertirse en mediador entre la materia y el espíritu, entre la naturaleza y su Hacedor, entre el tiempo y la eternidad, entre los gusanos y los ángeles, entre las criaturas y el Creador. El hombre fue modelado por las propias manos de Dios, a imagen y semejanza de Dios, y Dios mismo, en un solemne momento de la historia universal, reapareció en la tierra a imagen y semejanza del hombre. El cual, pues, no solo es una máquina perfecta y perecedera, sino actor principal del drama del universo, un instrumento de redención para sí y para los demás, y, en cierto sentido, el colaborador del Hijo de Dios. Es materia, pero está destinado a convenirse en espíritu puro; es mortal, pero está destinado a la vida eterna; es débil, pero puede, con la fe, redimir a los más débiles que él; es pecador, pero digno de que el más sublime inocente se sacrifique en la cruz por él; está hecho de barro rojo, pero está llamado a gozar para siempre en la rosa celestial que vio la alta fantasía de Dante.
Esta altura de la predestinación del hombre, esta dignidad natural del hombre, están simbolizadas precisamente por el misterio de la Natividad, por aquel instante único en el que Dios se hace hombre para que el hombre pueda nuevamente unirse a Dios. Pero esta reunión no podrá tener lugar si antes no se realiza en la tierra esa unidad de los seres vivos, y en particular de todos los hombres entre ellos, tal como está simbolizada, con pocas figuras, en el nocturno grupo del pesebre. El pueblo pobre está representado por aquellos que guardan los animales; los grandes de la tierra, por los magos, que son a la vez reyes y sabios, es decir, maestros y conductores de pueblos. Animales reconciliados, pastores de rebaños, pastores de naciones, están reunidos alrededor de aquella poca paja donde Cristo yace, para simbolizar la necesaria unidad, la mística solidaridad de todas las criaturas en torno al Creador. Si los hombres no se aman entre ellos, si los pequeños no obedecen, no respetan, no siguen a los fuertes y a los sabios, si los ricos y los dominadores no sirven, no iluminan, no aman, no protegen a los pequeños, no puede haber paz en la tierra, no puede existir paz entre el universo y el autor del universo. Gañanes y reinantes arrodillados juntos ante la yacija de Aquel que es pastor de los hombres y rey del mundo, quieren simbolizar la unidad del género humano en Dios, ese increíble pacto que se estableció entre la gruta de Belén y el trono del Eterno, esa confederación terrestre y celeste que tiene su principio y su fin en el amor, en el triple amor del hombre por el hombre, del hombre por su Dios, de Dios por el hombre.
Y, por tanto, no podía faltar, en esta asamblea humana y divina, la presencia de los ángeles, el canto y el mensaje de las criaturas perfectas. Los ángeles representan los habitantes del Paraíso celestial, así como los animales representan los antiguos habitantes del paraíso terrenal. Unos y otros aparecieron antes que el hombre, pero el hombre está llamado, según las Escrituras, a juzgar a los ángeles y a señorear a los animales. Estos recuerdan al hombre la felicidad de la patria perdida: aquellos enseñan al hombre la felicidad de la patria futura.
Así se cumple e interpreta la representación de la Natividad, cada personaje está en su sitio, nadie falta; su verdadero significado está claro. Ahora toca a nosotros tenerlo siempre presente, conservarlo en el corazón, y tomar parte, después de diecinueve siglos y medio, en la dulcísima fiesta de la universal unidad. (G.Papini, Exposición individual)
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