El mar de los Sargazos. El extraño mar inmóvil. Por Philip Whitfield:
En la parte noroccidental del Atlántico existe un extraño mar de aguas tranquilas, no limitado por tierra alguna. Esta masa ovalada de agua, que ocupa una superficie equivalente a dos tercios de la extensión de los EE.UU., gira entorno a las islas Bermudas, cuyas magníficas playas son la única tierra que bañan las aguas del mar de los Sargazos.
El mar de los Sargazos se encuentra rodeado por importantes corrientes oceánicas: la corriente del Golfo por el norte, y las corrientes que circulan hacia el oeste a lo largo del trópico de Cáncer, por el sur. Este acorralamiento da como resultado un sistema de aguas superficiales relativamente cálidas que gira lentamente, en el sentido de las agujas del reloj, sobre las aguas profundas del océano, mucho más frías y densas.
Esta estratificación del agua por densidades, provocada por la diferencia de temperatura, tiene importantes consecuencias ecológicas. En las aguas superficiales, donde llega la luz, abunda el plancton vegetal, que consume sales como los fosfatos y nitratos. Debido a la diferencia de densidad, el agua de la superficie apenas se mezcla con el agua fría y rica en minerales de las capas inferiores, que podría reponer las sales consumidas.
Por esta razón, en las regiones superiores del mar de los Sargazos apenas existe vida animal, y carecería de interés biológico si no fuera por el alga que le da el nombre, el sargazo, que forma grandes campos, rebosantes de organismos marinos.
Parece que fueron los navegantes portugueses quienes pusieron el nombre al alga y al mar. El sargazo es un alga que forma grandes conjuntos enmarañados, que se mantienen a flote por medio de vejigas llenas de gas, y se extienden hasta el horizonte. Con frecuencia, los barcos portugueses se veían frenados por las algas, e incluso llegaban a quedar atascados en ellas, lo que daba a las tripulaciones tiempo de sobra para estudiar la planta. Como procedían de un país donde abundan las vides, los conjuntos de vejigas de gas les parecieron racimos de uvas de una variedad denominada salgazo. Así fue como el mar de los Sargazos adquirió su nombre.
El sargazo desciende de un tipo de algas que suelen crecer adheridas a las rocas cercanas a la costa, pero se ha adaptado por completo a la vida pelágica, y ahora flota en las capas superiores del océano. Dos factores le permiten permanecer en alta mar y reproducirse: las corrientes lentas que circulan alrededor del mar de los Sargazos mantienen dentro de éste la mayor parte de las algas; y además el sargazo se reproduce por fragmentación, lo mismo que algunas enredaderas: cada pequeño fragmento que se desprende puede dar lugar a una planta completa.
Estas extensas praderas de algas pueden parecer horribles, pero en realidad constituyen la base de un ecosistema cerrado, que depende de la productividad primaria de estas plantas. Hay toda una serie de organismos sedentarios que viven adheridos a la superficie rugosa de las algas: algas más pequeñas, celentéreos hidroideos como una especie de coral blando, gusanos tubícolas que filtran el agua en busca de partículas de alimento, colonias de briozoos y otros muchos.
Entre la maraña vegetal pululan cangrejos, gambas, quisquillas y otros crustáceos; y por todas partes se deslizan pequeños caracoles que rascan la superficie de los sargazos con sus ásperas lenguas, limpiándola de las algas microscópicas que crecen en ella. El inesperado hallazgo de esta comunidad de alta mar engañó a Cristóbal Colón durante su primer viaje. Al ver los cangrejos, dio por supuesto que se acercaba a tierra firme, cuando la costa americana se encuentra a más de 1.600 km.
Los peces que viven en este extraño mundo son sumamente curiosos. En términos ecológicos, se pueden dividir en residentes y visitantes. Las especies residentes viven y se reproducen entre la maraña de algas del mar de los Sargazos, y casi todas ellas disponen de ingeniosos camuflajes que les facilitan la vida en el laberinto moteado de color verde oliva. Las especies visitantes -la más conocida de las cuales es la anguila- sólo vienen aquí a reproducirse, y pasan la mayor parte de sus vidas lejos del mar de los Sargazos, realizando viajes increíblemente largos.
Entre los peces residentes, los hay de todas las clases. Los alúteros, pequeños parientes del pez globo, se alimentan del sargazo mismo. Numerosos peces aguja, maravillosamente camuflados, circulan entre el follaje, buscando sin cesar invertebrados que les sirvan de alimento.
El pez de los sargazos:
Pero el más curioso de todos estos especialistas es, sin duda, el pez de los sargazos, una especie de pejesapo cuyo nombre científico, Histrio histrio, significa "actor". Y, en efecto, se trata de un consumado ilusionista que finge ser una fronde de sargazo. Su cuerpo transformado en "brazos" cortos y flexibles, con "manos" de 10 dedos en sus extremos; los radios que forman los "dedos" se agarran a las algas con mucha fuerza. El pez de los sargazos no nada para acechar a sus presas, sino que trepa muy despacio por entre las algas, como si fuera un perezoso desplazándose por las copas de los árboles de la selva amazónica. Para atraer a sus presas, que son peces alúteros y algunos invertebrados grandes, el pez de los sargazos utiliza un cebo flexible -un radio modificado de la aleta dorsal- que mueve sugestivamente delante de su enorme boca. Los incautos que confunden el cebo con un bocado de comida son rápidamente engullidos por el astuto cazador, que abre la boca y se los traga de golpe.
Refugio de crías de tortuga:
Tras nacer en una playa de Florida o Yucatán, la pequeña tortuga de apenas 15 centímetros se dirige mar adentro hacia el Mar de los Sargazos.
Antes de que se conociera este hecho se especulaba con el periodo de tiempo conocido como el año perdido.
Se desconocía su paradero hasta que volvían a ser nuevamente encontradas como juveniles.
Durante este tiempo entre sargazos las pequeñas tortugas se alimentan de crustáceos y otros pequeños animales que encuentran entre estas algas.
Continúan su viaje aprovechando la corriente del Golfo hacia su próximo lugar de encuentro común, las Islas Azores.
Las puestas de las tortugas son muy variables, depositan huevos de dos a siete veces al año.
Primer viaje de Colón (1492):
El 16 de septiembre las naves entraron en el mar de los Sargazos donde vieron abundantes hierbas, que les parecieron de río, gusanos crustáceos y un cangrejo vivo, lo que les hizo creer que se encontraban cerca de tierra. Una ilusión que se repitió a lo largo de los días siguientes. El mismo Pinzón, el 25 de septiembre, pidió "albricias" (solicitó una recompensa) en la seguridad de que la había divisado en el horizonte. Falsa alarma, tan sólo se trataba de nubes bajas. El mar de los Sargazos, conocido desde la antigüedad, y frecuentado en el siglo XV por los marinos que buscaban la mítica isla Antilla, producía preocupaciones, miedo y terror. Nadie había podido sobrepasarlo. Sin embargo, como se comprobaría, la dificultad que representaba a la navegación era más psicológica que técnica. Colón ordenó echar un sonda para conocer su profundidad y con 200 brazas de cuerda no se encontró el fondo. La abundancia de hierba flotando en el océano aumentaba o disminuía cada día. Hasta el 30 de septiembre vieron gran cantidad; el 2 de octubre observaron que la dirección que llevaba era distinta "a la que solía"; el 5 y parecía que la habían dejado atrás pero volvió a surgir el 8 desapareciendo, como por ensalmo, al día siguiente. (C.Varela)
Costas del Caribe (s.XXI):
En 2015 se empieza a notar en las playas del Caribe mexicano cantidades inusuales de sargazo.
En años anteriores al gran incremento, llegaba cada dos o tres años sargazo pelágico proveniente del Mar de Sargazos y de las desembocaduras del Amazonas y Orinoco. Se hizo necesaria la retirada manual de algas de las zonas protegidas.
En 2016 afecta seriamente al turismo de México, Trinidad y Tobago, San Martín, Puerto Rico y Barbados.
En el arenal de Playa del Carmen, en la Riviera Maya, parte del sargazo se utiliza para la conformación de dunas costeras.
También se elabora compost después de ser tratado con químicos fertilizantes y una parte se entierra en zonas erosionadas.
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