Política
Calvo Sotelo



José Calvo Sotelo (1893-1936):
Fue elegido diputado por vez primera en junio de 1919, como miembro del grupo conservador encabezado por Antonio Maura. Fue su secretario personal durante la penúltima presidencia gubernamental de éste (abril-junio de 1919). En 1921 Maura, durante su último gabinete, le nombró gobernador de Valencia, cargo que ejerció durante un año.

La violencia de sus discursos en las Cortes apenas eran igualados por los de la combativa comunista Dolores Ibárruri. A principios de 1936 predicaba una contrarrevolución violenta. Insistía en el desorden, provocado muchas veces por falangistas subvencionados por su propio partido.

El asesinato por Guardias de Asalto (1936):
La tarde del 12 de julio pistoleros falangistas habían asesinado a tiros a un oficial de la Guardia de Asalto republicana, el teniente José Castillo. Castillo era el número dos de la lista negra de oficiales republicanos confeccionada por la ultraderechista Unión Militar Española, grupo conspirador de oficiales vinculados a Renovación Española. El primero de la lista, el capitán Carlos Faraudo, ya había sido asesinado. Los enfurecidos compañeros de Castillo replicaron con una represalia violenta e irresponsable; en la madrugada del día siguiente, planearon vengar su muerte asesinando a un político destacado de la derecha. Como no pudieron encontrar a Gil Robles, que estaba veraneando en Biarritz, secuestraron y mataron a Calvo Sotelo. Al atardecer del día 13, Indalecio Prieto encabezó una delegación de socialistas y comunistas que le pidió a Casares que distribuyera armas a los trabajadores antes de que los militares se rebelaran. El primer ministro se negó, aunque no podía ignorar que la situación era entonces, virtualmente, de guerra abierta. El escándalo político desencadenado tras el descubrimiento del cadáver de Calvo Sotelo fue enorme, y benefició con claridad a los planes de los conspiradores militares, ya que el asesinato proporcionaba una justificación patenta a sus argumentos de que España necesitaba la intervención militar para salvarse de la anarquía. Forzó el compromiso de muchos vacilantes, incluido Franco, e hizo que quedaran disimulados los largos preparativos que habían precedido al golpe del 17 y 18 de julio. También privó a los conspiradores de un líder importante pues, como prestigiosa y cosmopolita figura de la derecha y con una amplia experiencia política, Calvo Sotelo parecía destinado a convertirse en el principal dirigente civil después del golpe. A diferencia de las diversas nulidades que utilizó Franco más tarde, hubiera impuesto su propia personalidad en el estado de la posguerra. (Paul Preston)

Cambio de actitud de los militares:
Los oficiales estuvieron divididos durante meses y la mayoría era reacia a rebelarse. Ellos sabían que una revuelta militar era una empresa desesperada sin garantía de éxito. Franco, por ejemplo, rehusó comprometerse largamente. Como muchos otros, no podía comprender por qué un Gobierno de partidos burgueses estaba poco dispuesto a imponer la ley y hacer cumplir la Constitución, y durante mucho tiempo confió en que cambiaría su política, incluso hasta cierto punto tenía esa expectativa. En una fecha tan tardía como la mañana del 12 de julio, indicó que había que dar más tiempo al Gobierno. El asesinato de Calvo Sotelo se convirtió en el catalizador, no porque tuviera lugar, sino por la manera en que tuvo lugar. Si Calvo Sotelo hubiera sido asesinado en una esquina por un pistolero de izquierdas, habría causado un impacto pero no hubiera sido necesariamente el factor determninante. El acontecimiento adquirió tanta influencia porque un líder de la oposición parlamentaria había sido secuestrado en su casa por fuerzas de seguridad del Gobierno e inmediatamente asesinado, lo que dramatizó la extrema politización y subversión de las funciones de seguridad bajo los gobiernos republicanos de izquierda. (Stanley G.Payne)

Durante la primavera de 1936, Calvo Sotelo proporcionó al Ejército una teoría de la acción política e inculcó en las masas derechistas la sensación de que necesitaban hacer frente urgentemente a la doble amenza del comunismo y el separatismo, ambos, supuestamente consustanciales a la República. Sus intervenciones provocaron peleas en las Cortes. En una ocasión le llamó pigmeo a un diputado socialista, quien le invitó a salir del hemiciclo para que peleasen en la calle tildándole de chulo. En otra, después de declararse fascista, Calvo Sotelo formuló una inconfundible invitación al Ejército al decir: Sería loco el militar que al frente de su destino no estuviera dispuesto a sublevarse en favor de España y en contra de la anarquía. (P.Preston)

Según los planes de 1936, tras el levantamiento militar, el futuro Jefe de Estado debía ser el general Sanjurjo. El general Mola, director técnico de la conspiración, desempeñaría un papel decisivo en la política del nuevo régimen. Desechado Gil Robles, la principal conexión política pasaría por Calvo Sotelo y José Antonio Primo de Rivera. Gil Robles ya había desechado la posibilidad de la vía legal, había hecho una gran contribución en la creación de una considerable militancia derechista, había desmantelado las reformas contribuyendo a la desilusión socialista en la vía burguesa, puso los fondos electorales de la CEDA a disposición de la conspiración de Mola. Sin embargo las clases medias ya no creían en el legalismo de la CEDA, mientras la Falange crecía rápidamente. José Antonio, encarcelado a mediados de marzo como medida contra la creciente agresividad de la Falange, dio su apoyo previo al alzamiento.

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