HISTORIA
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Chile



Bernardo O'Higgins (1778-1842):
Nació en Chillán en el seno de una acomodada familia criolla. Cursó sus estudios en Inglaterra y a los 21 años conoció en Londres a Francisco Miranda, quien supo ganarle a los ideales de la independencia. Después de una breve estancia en España, regresó a Chile en 1801. Siendo alcalde de su ciudad natal desde 1804, le notificaron la revolución de Santiago (1810) y se puso de inmediato al servicio de la Junta que debía gobernar el país durante el cautiverio del monarca español Fernando VII. Nombrado vocal de dicha Junta, sostuvo diferencias con el presidente de la misma, José Miguel Carrera, pero- después de la victoria de Linares (1813) contra las tropas realistas, O’Higgins fue nombrado general en jefe del ejército. La derrota que sufrió en Membrillar permitió a los hermanos Carrera recuperar momentáneamente la dirección de la lucha contra la metrópoli. Después de la restauración del poder español en 1814, O’Higgins se incorporó al ejército que San Martín organizaba en los Andes. La victoria de Chacabuco (1817) significó el inicio de la reconquista chilena y, por declinación de San Martín, O’Higgins fue nombrado director supremo. Tras varias vicisitudes las tropas de O’Higgins, apoyadas por los guerrilleros de Rodríguez Erdoiza, afianzaron la independencia de Chile en la batalla Maipú (abril 1818). El héroe de la libertad Chilena dirigió con mano firme el rumbo del nuevo Estado. Después de eliminar a su antiguo aliado, Rodríguez Erdoiza, y a los hermanos Carrera, a los que no perdonó su anterior oposición, O’Higgins proclamó en agosto de 1818 una constitución autoritaria. Abolió los títulos nobiliarios, lo que le granjeó la hostilidad de la nobleza que le había apoyado en un principio, e intentó, sin éxito, suprimir los mayorazgos. En el aspecto militar, creó una potente escuadra que aseguró el dominio del Pacífico por parte de Chile, lo que permitió la liberación de Perú, último eslabón del proceso emancipador de toda Latinoamérica. A pesar de varios contratiempos, entre los que se cuentan la bancarrota del país en 1818, consiguió afianzar su popularidad. Contribuyó a ello su política de fomento de obras públicas y de la educación nacional, así como la mejora de relaciones con la Iglesia, algo deterioradas desde 1817. Sin embargo cometió el error, en l821, de mandar a fusilar a José Miguel Carrera, hecho que marcó el inicio de su declive político. El creciente descontento popular quedó patente con las insurrecciones de Concepción y La Serena, dirigidas por el general Ramón Freire. Los notables de Santiago forzaron entonces su dimisión en 1823 y tuvo que emprender el camino del exilio. Sin embargo, su prestigio era demasiado elevado para que perdiera su influencia política. Rodríguez Aldea, antiguo ministro de Hacienda, fundó el Partido o’higginista que intentó en varias ocasiones restaurarlo en la presidencia. En 1839 el Senado devolvió a O’Higgins todos sus bienes y su título de capitán general. Tres años más tarde, cuando se disponía a regresar a la patria por la que tanto había luchado, falleció en Lima.


Llegada a Valparaíso (23 de julio). Charles Darwin:
Durante la noche el Beaqle echa el ancla en la bahía de Valparaíso, principal puerto de Chile. Al amanecer nos encontramos en cubierta. Acabamos de abandonar Tierra del Fuego; ¡que cambio!, ¡que delicioso nos parece todo esto aquí: tan transparente es la atmósfera, tan puro y azul es el cielo, tanto brilla el sol, tanta vida parece rebosar la naturaleza! Desde el lugar en que hemos anclado, la vista es preciosa. La ciudad se alza al pie de una cadena de colinas bastante escarpadas y que tienen cerca de 1.600 pies (480 metros) de altitud. Debido a esa situación, Valparaíso no es sino una larga calle paralela a la costa: pero cada vez que un barranco abre el flanco de las montañas, las casas se amontonan a uno y otro lado. Una vegetación muy escasa cubre esas colinas redondeadas y los lados rojo vivo de los numerosos barranquillos que las separan brillan al sol. El color del terreno, las casas bajas blanqueadas con cal y cubiertas de tejas, me recordaban mucho a Santa Cruz de Tenerife. Hacia el nordeste hay una vista espléndida de los Andes, pero desde lo alto de las colinas vecinas se les ve mucho mejor; se puede apreciar la gran distancia a que se hallan situados y el panorama es magnífico. El volcán Aconcagua ofrece un aspecto particularmente imponente. Esa inmensa masa irregular alcanza una altitud más considerable que el Chimborazo, porque, según las triangulaciones hechas por los oficiales del Beagle, llegan a una altitud de 23.000 pies (6.900 metros). Sin embargo, vista desde donde nos hallamos, la Cordillera debe una gran parte de su belleza a la atmósfera a través de la que se divisa. Qué admirable espectáculo el de esas montañas que se destacan sobre el azul del cielo y cuyos colores revisten los más vivos matices en el momento en que el sol se pone en el Pacífico. (Darwin)


Méndez Núñez bombardea Valparaíso (1866):
España se veía envuelta también en un extraño conflicto con Perú y Chile, entre 1864 y 1866, cuya chispa inicial resulta un misterio. En cualquier caso, España, que todavía no había reconocido la independencia del Perú, enviaba un comisario al país andino para que resolviera las viejas cuentas pendientes desde el virreinato colonial. El gobierno peruano exigió la presencia de un plenipotenciario español, a lo que la escuadra española comandada por el almirante Pinzón respondía el 14 de abril de 1864 con la toma de las islas Chinchas, vitales por su producción de guano. El 27 de enero de 1865 surgía un amago de negociación favorable a España, desautorizada por la opinión pública peruana, y las islas eran devueltas, pero la declaración de guerra a España por parte de Chile, aliada con Perú el 5 de diciembre del mismo año, reavivaba las hostilidades. En septiembre de 1865. el almirante español José Manuel Pareja entregaba en Valparaíso un ultimátum al gobierno del presidente chileno Pérez Mascayano, al que exigía un saludo con 21 cañonazos al emblema español, indemnización de tres millones de reales por la negativa chilena a abastecer de carbón a la flota española y la petición de excusas a la agraviada reina Isabel II. Chile respondía con su declaración de guerra a España el 14 de septiembre de 1865. En la batalla de Papudo, La Esmeralda capturaba la goleta española Covadonga lo que provocaba el suicidio de Pareja, que era sustituido por Méndez Núñez. Mientras tanto, la alianza entre Chile, Perú, Ecuador y Bolivia por su temor a una reconquista colonial dejaba sin base de operaciones a la flota española. Ante su fracaso, el gobierno español ordenaba a su escuadra que atacara los depósitos de carbón, las minas de Lota o el puerto de Valparaíso. Méndez Núñez bombardeó durante tres horas Valparaíso, hasta devastarlo el 31 de marzo de 1866, y luego, en mayo, ya sin éxito. El Callao, Después, las naves españolas se retiraban sin esperar a recibir las indemnizaciones que habían reclamado. (Manuel Irusta Cerro)


Corso en Chile:
Las operaciones de los ingleses en aguas chilenas durante el Siglo XVI caen dentro del marco de las operaciones de corso, aunque la corona Española consideraba a cualquier navegante que penetraba al Pacífico como un pirata, y había ordenado a las autoridades locales tratarlos como si lo fueran. Estas actividades comienzan con el paso de Francis Drake por el Estrecho de Magallanes en 1578. En ese momento Inglaterra y España estaban oficialmente en paz, pero ya existía un estado de tal tensión entre ellos que se puede considerar que existía un estado de represalia. Como resultado la Reina había retirado su anterior prohibición al plan, y probablemente invirtió dinero en la expedición. Aunque el viaje de Drake tenía objetivos estratégicos que reflejaban las ambiciones comerciales y coloniales de los líderes ingleses en la región meridional de América del Sur, fue una continuación natural de los ataques de represalia y saqueo a Panamá de los años anteriores. Las expediciones de Thomas Cavendish de 1587 y de Richard Hawkins en 1593, para mencionar sólo aquellos que lograron pasar el Estrecho, ya que ocurrieron durante tiempos de guerra, no tenían la dudosa calidad de aquella de Drake. Sin embargo, esto no cambió la posición española de considerarlas como piratas. Cavendish logró apoderarse del galeón anual de Manila y volver a Inglaterra con un enorme botín. Hawkins al contrario fue capturado y solamente la caballerosidad de don Beltrán de Castro, al cual se había rendido, consiguió salvarle la vida. Las autoridades en Lima, siguiendo las instrucciones de las autoridades metropolitanas, lo condenaron a muerte y Castro mucho tuvo que luchar para cumplir su palabra. Aunque Castro tuvo éxito al final, Hawkins fue enviado como prisionero a España, donde fue encarcelado hasta el final de la guerra de la guerra en 1604. Cuando terminó la Guerra Anglo-Española, desaparecieron los corsarios ingleses de las aguas del Pacífico, para ser reemplazados por los Holandeses, que si seguían en guerra con España. El auge del desarrollo de los recursos marítimos holandeses para los primeros años del Siglo XVII les permitían montar una ofensiva en contra de las posesiones españolas en Asia, Africa y América. Esto formaba parte de un plan estratégico que tenía dos propósitos. Primero, atacando a las colonias de la Corona española, no sólo la debilitaría financieramente, sino también la obligaría a desviar recursos y soldados de Flandes, el frente principal de la guerra, a Asia y América, donde su poderío naval otorgaba una sustancial ventaja a los holandeses. Segundo, el botín tomado y las conquistas que lograban hacer los holandeses, tanto en Asia como en América, fortalecían su economía. Esto fue especialmente cierto, dado que al contrario del gobierno español, la guerra colonial no representaba un cargo para el fisco holandés, ya que era de responsabilidad de inversionistas privados, y últimamente de dos empresas privadas, la Compañía de las Indias Orientales y la Compañía de las Indias Occidentales. Chile sufrió una serie de ataques de parte de los holandeses durante el ocaso del Siglo XVI y durante el siglo siguiente. El objetivo de estas expediciones fue de abrir el comercio con los establecimientos españoles a la fuerza y de establecer una base, equivalente a Ciudad de Cabo, adonde los buques que iban a las Indias Orientales podrían hacer escala. Los puntos en la costa de Chile seleccionados para esto fueron Valdivia y la Isla de Chiloé. La primera expedición holandesa a América fue la de Simón de Cordes y Jacobo Mahou (1598) que atacó Chiloé; siguió la flota de Oliver van Noort (1599), que saqueó Valparaíso y fue el primer holandés en circunnavegar el mundo; la de Joris van Spielbergen (1615), que pese a existir la Tregua de los Doce Años entre España y Holanda, atacó la isla Santa María, mientras al mismo tiempo sus compatriotas arrebataron el control de las Molucas a los portugueses; la de Isaac Le Mayre y Wilhelm von Schoutten (1616), que descubrieron el paso del cabo de Hornos; la de Jacobo L'Hemite (1623), que recaló en la isla de Juan Fernández, y la de Hendrick Brouwer y Elias Herckmans (1643), que atacó Chiloé e intentó afincarse en Valdivia, sin éxito. De estas seis expediciones, fueron la primera y la última lo más peligrosas para España. Fueron estas dos las que lograron, aunque fugazmente, apoderarse de las llaves del Pacífico sudamericano. La importancia que España otorgó a la zona austral se refleja en la enorme inversión que hizo en fortificar a Valdivia una vez que fue recuperada. Que al final los holandeses no tuvieron el mismo éxito que en aguas asiáticas se debe a la geografía y el clima de la zona austral, que fueron eficaces aliados, más que niveladores de fuerzas, a favor de los españoles. (Hamish I. Stewart Stokes y Claudio Cabello Pizarro)


Santiago de Chile:
El centro antiguo es de planta ortogonal y edificaciones bajas, debido a la constante amenaza de los terremotos; comprende la Catedral, la Plaza de Armas, el centro comercial y financiero, la Plaza Mayor, el barrio cívico y los edificios públicos entre los que destaca el Palacio de la Moneda. La ciudad se expandió en todas direcciones: hacia el oeste, llega hasta el barrio Yungai, formado por viviendas obreras y plantas industriales. Hacia el norte se extiende hacia el barrio de la Chimba y el cerro San Cristóbal, más allá del cual disminuye la densidad de la edificación y aparecen barrios de residencias lujosas. Al sur del Mapocho, y con las avenidas España y O'Higgins como eje, se levanta un barrio de clase media alta, con casa suntuosas de varios pisos. A fines del siglo XVIII, Santiago contaba con 40.000 hab., cantidad que se sextuplicó en un siglo. Pero el gran impulso lo experimentó a comienzos del siglo XX, con el desarrollo de la industria minera. La posición central que ocupa y sus buenas comunicaciones con la costa (puerto de Valparaíso) han contribuido a su desarrollo. En la actualidad, la conurbación de Santiago acoge al 38% de la población chilena. Tuvo como origen un fortín instalado en el cerro de Santa Lucía por Pedro de Valdivia, en 1541, para apoyar la expansión de la conquista hacia el sur. La ciudad tuvo un desarrollo relativamente rápido, a pesar de los terremotos que la asolaron en 1647, 1657 y 1688, y en el siglo XVII era ya la capital administrativa de la Capitanía General de Chile. Otros terremotos, como el de 1751, no impidieron que Santiago se consolidara como principal ciudad del país, sobre todo cuando quedó unida por carretera al puerto de Valparaíso y, a través de los Andes, a Mendoza, en Argentina. En 1811 se instaló en Santiago la primera junta de gobierno independiente, y la ciudad diversificó sus actividades productivas, que ya no dependían en exclusiva de la población agrícola de la zona. El acusado ritmo de progreso duró hasta 1822, cuando Santiago sufrió un nuevo terremoto de graves consecuencias. La prosperidad chilena, generada por las actividades mineras, convirtió a Santiago en una de las principales ciudades de América Latina a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Las industrias manufactureras (textil sobre todo) atrajeron hacia Santiago a miles de campesinos, que se agruparon en viviendas precarias, llamadas callampas, en torno al núcleo urbano. De capital administrativa y política, Santiago pasó a ser una ciudad industrial, a la que caracterizaba además una rica vida universitaria. A partir de 1970, la ciudad fue centro de graves agitaciones, que culminaron en el golpe militar de 1973.


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