Conquista y colonización de Perú:
Núñez de Balboa fue quien primero tuvo noticias del Imperio inca, ampliadas después por Pascual de Andagoya. En el gobierno de «Castilla del Oro») (istmo de Panamá), Pedrarias Dávila sustituyó a Nicuesa en 1514; iba acompañado por Hernando de Soto, Almagro, Belalcázar y otros famosos conquistadores, con una flota de 17 naves y un ejército de 1300 soldados, que desde Santa Maria del Darién realizó expediciones en diversos sentidos, La dirigida por Gaspar Morales llevaba en su comitiva a Francisco Pizarro y llegó a la isla de las Perlas, donde además de someter al jefe tribal entró en contacto con un cacique llamado «Birú», nombre con el que se designó al Imperio inca. El decidido Pascual de Andagoya llevó su expedición hasta las orillas del río San Juan y si no pudo acometer la conquista del Imperio inca es posible que se debiese a su enfermedad y muerte. Al concretarse más las noticias sobre el fabuloso Imperio inca, Pizarro, Almagro y Pedrarias Dávila unieron sus esfuerzos y ese mismo año de 1524 partió Pizarro con algunos hombres hacia el río San Juan.
En 1529 recibe la encomienda para conquista de 200 leguas al sur.
Pizarro recaba noticias del Imperio Inca:
Había llegado a América con Alonso de Ojeda en 1509 y participó con Núñez de Balboa en varias expediciones salidas desde Venezuela y Urabá. Las dificultades de la empresa fueron agravadas por la presencia de enfermedades y privaciones, por lo que Pizarro y Almagro regresaron a Panamá, donde se unió a su empresa el maestres cuela de la catedral de Panamá, Hernando de Luque, que aportó dinero a la sociedad (20.000 pesos) y firmó con los conquistadores un contrato en el que Almagro se dio buena maña para eliminar a Pedrarias Dávila, que por entonces gobernaba en Nicaragua.
En ese mismo año de 1526 salieron de Panamá Pizarro y Almagro, con Bartolomé Ruiz de la Estrada como piloto de uno de sus dos navíos, que arribó a las bocas del río Esmeralda, exploró la costa y recogió noticias del Imperio inca y sus fabulosas riquezas. Ante la escasez de fuerzas Pizarro solicitó socorros de Panamá, negándose a ello el nuevo gobernador, Pedro de los Ríos, que además envió dos barcos al mando de Pedro Tafur para recoger a los expedicionarios. Tomó contacto con los exploradores en la isla del Gallo, adonde Pizarro se había trasladado para evitar los ataques de los indígenas y librarse de las inclemencias del clima. Las penalidades de la empresa impulsaron a muchos de los acompañantes de Pizarro a seguir a Tafur, pero los llamados «trece de la fama» pasaron hacia el S la raya que el extremeño trazó con su espada y decidieron la conquista del Perú, para la cual Ruiz fue enviado a Panamá en busca de refuerzos. Pizarro decidió el traslado a la isla Gorgona, en la que siete meses después se le unió Ruiz con un pequeño barco y algunos hombres. Con ellos se dirigió Pizarro hacia Tumbes, donde los indígenas le hicieron un buen recibimiento y le proporcionaron un intérprete, muy útil en las conquistas posteriores. Se trataba de un indio que fue bautizado con el nombre de Felipe («Felipillo»). Tras un recorrido por la costa hacia el sur, hasta Santa, que sirvió a Pizarro para recoger datos más precisos sobre los incas, el conquistador volvió a Panamá y más tarde a España, para firmar las capitulaciones de la conquista que proyectaba, Por real cédula de junio de 1529 la emperatriz Isabel le autorizó al descubrimiento de 200 leguas de tierra y le concedió los títulos de gobernador, capitán general y adelantado del Perú. A Diego Almagro se le concedió el gobierno de la fortaleza que habría de fundarse en Tumbes, a Ruiz de Estrada el título de piloto de los Mares del Sur y a Hernándo Luque el obispado de Tumbes.
Primera etapa de conquista:
Conseguidos los nombramientos, Pizarro equipó una expedición de cinco naves y numerosos soldados, entre ellos sus hermanos de padre, Hernando, Gonzalo y Juan Pizarro, y su hermano de madre Martín de Alcántara. Con ellos llegó a Panamá, Como Almagro estuviese descontento del reparto de mercedes, su compañero le cedió el adelantazgo. En enero de 1531 salía de Panamá una expedición de tres naves, 183 hombres y 7 caballos al mando de Pizarro, que se engrosaría más tarde con la gente que pudiese reclutar Almagro. El punto de desembarco de Pizarro fue el puerto de San Mateo, en el actual Ecuador, desde el cual avanzó hacia el S, al paso que recibía refuerzos mandados por Sebastián Belalcázar y Hernando de Soto. Sometió la zona de Guayaquil y arribó a Tumbes, donde no fue bien recibido por los indígenas porque, al parecer, éstos habían dado muerte a los españoles que Pizarro había dejado con ellos en la expedición anterior.
Supo aprovechar Pizarro las disensiones existentes entre Huáscar y Atahualpa y sin esperar los refuerzos de Almagro se internó hacía Cajamarca, residencia del victorioso Atahualpa. Antes de esta penetración había fundado en la costa San Miguel, primer centro español del Perú, el 29 de septiembre de 1531. Las fuerzas de Pizarro eran muy escasas (120 soldados y 70 caballos), por lo que debía temer el ataque de Atahualpa que, dada su conducta con Huáscar, temía la ayuda a éste por parte de los españoles. Los españoles entraron en Cajamarca el 15 de noviembre de 1531 y encontraron la ciudad vacía. Visitaron al inca Soto y un hermano de Pizarro y le hicieron regresar con ellos a la ciudad, donde fue hecho prisionero y desorganizado su ejército. Atahualpa, al mismo tiempo que intentaba recobrar su libertad con ofrecimiento del pago de un rescate valioso en alhajas de oro y plata, ordena a su general Cha Cuchima que dé muerte a Huáscar. Los de Cuzco solicitan entonces de Pizarro que haga justicia por el fratricidio y el conquistador promueve un juicio contra Atahualpa, a consecuencia del cual el inca es ajusticiado el 29 de agosto de 1533. A continuación Pizarro emprende su marcha hacia Cuzco, con un alto en Jauja, y entra en la capital inca el 15 de noviembre de 1533 (justamente dos años después de la conquista de Cajamarca), con lo que la conquista del Perú puede darse por consumada.
Organización colonial:
Al estilo colonizador de aquellos tiempos, Pizarro establece en Cuzco un ayuntamiento, funda la iglesia de Santo Domingo, reparte las tierras y los indios entre los conquistadores y, en suma, funda el Cuzco cristiano. Pero como la situación de esta ciudad era interior y muy meridional, para facilitar la comunicación con Panamá establece en la vega del Rimac, cerca de la costa, la ciudad de Lima de los Reyes, en honor de doña Juana la Loca y su hijo Carlos. La sumisión de los incas era incompleta y Manco Inca, desde Cuzco, levanta una sublevación general que no sólo sitia Cuzco con sus «orejones» sino que ataca también Lima. El jefe orejón Cahuinde consigue hacerse dueño de la fortaleza de Sacsahuamán; pero, al no poderla luego defender en el asedio posterior, se arroja desde sus murallas sobre las picas de los asaltantes.
Almagro recibió de la corona española el 4 de mayo de 1534 las capitulaciones que le permitían conquistar 200 leguas al S de los territorios de Pizarro, por lo cual partió hacia Chile; su fracaso en esta región le hizo reclamar a su regreso la ciudad de Cuzco. Un lugarteniente de Almagro. Rodrigo Ordóñez, venció de modo completo a Manco Inca y puede decirse que con esa victoria se completó la conquista del Imperio incaico.
Disensiones entre los españoles:
La desigualdad de los beneficios obtenidos por los dos principales conquistadores. Pizarro y Almagro, originó pronto luchas entre ellos y sus partidarios, luchas que estuvieron a punto de poner en peligro la conquista del país peruano. Almagro entró en Cuzco el 19 de abril de 1537 e hizo prisioneros a los hermanos de Pizarro (Hernando y Gonzalo) y su lugarteniente Rodrigo Ordóñez venció a Alonso de Alvarado, enviado por Francisco Pizarro en defensa de Cuzco y de sus hermanos. Facilitó su victoria la deserción de Pedro de Lerma, que, descontento con Pizarro, cambió de bando durante el ataque.
Almagro desoyó los consejos de Ordóñez de marchar sobre Lima y ejecutar a los Pizarro. Había provocado una guerra civil pero tenía escrúpulos para invadir una tierra que el rey había condedido a otro. Pizarro contaba con más hombres y le convenía esperar para preparar un batalla definitiva. Estableció conversaciones con Almagro que incluían dejar la resolución de sus querellas en manos del rey. Cuando sus hermanos lograron la libertad sólo dio a Almagro la salida de las armas.
No duraron mucho los éxitos almagristas, pues, puesto Hernando en libertad, el propio Francisco Pizarro se puso al frente de las fuerzas y presentó batalla el 26 de abril de 1538, en Salinas, en suelo llano y con carga inicial de caballería. Los mosqueteros que había enviado el emperador a Pizarro para terminar con los levantamientos indios, resultó decisivo. Almagro, demasiado viejo y débil para montar a caballo fue derrotado y hecho prisionero. Ordóñez y Lerma murieron en la batalla y Diego Almagro fue condenado a muerte el 8 de julio, con lo que de momento se acaban las luchas entre los conquistadores. Pero no duró mucho la paz, pues un grupo de almagristas asalta el 26 de junio de 1541 el palacio de Francisco Pizarro en Lima da muerte a estocadas al conquistador del Perú, a la par que se encarga del gobierno del país un hijo de Almagro. Enterado de estas discordias el emperador Carlos V, envió al Perú a Cristóbal Vaca de Castro, con categoría de comisario regio, quien en la batalla de Chupas derrota a los almagristas. El hijo de Almagro fue entonces ejecutado. La audiencia nombra gobernador a Gonzalo Pizarro, pero en 1544 asume el mando Blasco Núñez de Vela, primer virrey del Perú, al que la corona española encargó de desposeer a los conquistadores de las encomiendas de indios, lo que le llevó a enfrentarse con Gonzalo Pizarro; aquél fue vencido en la batalla de Añaquito (18 enero 1546) y posteriormente decapitado, por lo que para defender la autoridad real fue enviado el clérigo don Pedro de Lagasca, que derrotó a Gonzalo de Pizarro y a su teniente Francisco de Carvajal en la batalla de Jaquijahuana, cerca de Cuzco, el 9 de abril de 1548, y ordenó después su ejecución.
La conquista, aunque entorpecida por esas luchas entre los españoles, avanzó por tierras peruanas: Gonzalo Pizarro y Pedro Ansúrez conquistaron el Collao y Charcas; Alonso de Alvarado atravesó el río Marañón y fundó Trujillo y San Juan de Chachapoyas; Belalcázar entró en el Ecuador y en Bogotá.
► Las obras principales sobre Historia que dejó el Inca Garcilaso (1539-1616) fueron La Florida del Inca (1605), Comentarios Reales de los Incas (1609) e Historia General del Perú (1617).
Expedición al país de la canela (1541):
Gonzalo de Pizarro recorrió la región del Napo en busca del llamado «país de la canela». El hermano pequeño del conquistador del Perú salió de Quito en febrero de 1541 al frente de 220 españoles y 4.000 indígenas. Atravesaron los Andes ecuatorianos y en vez de encontrar un fragante bosque dieron con una zona pantanosa e inhabitable. El aventurero Francisco de Orellana le había seguido con 23 hombres. Cuando los víveres escaseaban y no podían avanzar por la selva decidieron construir un barco y seguir el curso de un río cercano. En la selva fabricaron hornos, fuelles con las pieles de los caballos muertos y clavos con las herraduras. Gonzalo Pizarro pidió a Orellana que se embarcara con sesenta hombres y fuese río abajo en busca de alimentos. Orellana se había aplicado concienzudamente a aprender las lenguas indígenas y era la persona indicada para conseguir ayuda. Navegaron por el Coca y el Napo y el 3 de enero de 1542 llegaron a las tierras de un cacique llamado Aparia, que los recibió generosamente y les ofreció grandes cantidades de comida. No consiguieron remontar el río para ayudar a Gonzalo Pizarro. Construyeron otro barco y consiguieron recorrer el Amazonas hasta su desembocadura. Tras cuatro meses de expedición en la que descubrió a los indios omaguas y a las famosísimas amazonas. Tuvo que declarar ante el Consejo de Indias de las acusaciones formuladas contra él por Gonzalo Pizarro, que había conseguido salir de la selva ecuatoriana y volver a Quito. Los cargos de abandono, alzamiento y traición fueron desestimados por los testimonios de sus hombres.
Organización colonial:
El virreinato del Perú surgió en 1542 con una gran extensión por tierras sudamericanas; de él se desgajaron el de Nueva Granada (Colombia) y Buenos Aires (Río de la Plata), así como la capitanía general de Chile. El primer virrey fue Blasco Núñez de Vela, vencido y muerto por Gonzalo Pizarro en 1546. Sus sucesores, asesorados por el Tribunal de la Real Audiencia, gobernaron el país durante más de dos siglos y medio. Entre 1569-81 gobernó Perú Francisco de Toledo, que obligó a los indios a concentrar sus poblaciones, venció la sublevación incásica de Vilcabamba y publicó unas famosas «Ordenanzas». Las grandes riquezas del Perú provocaron continuos ataques de corsarios y piratas y la necesidad de fortificar sus costas, A finales del s, XVI y principios del XVII vivió Isabel de Oliva (1586-1617) elevada a los altares con el nombre de santa Rosa de Lima, primera santa criolla sudamericana. Los años 1802 y 1803 fueron fructíferos para el virreinato al incorporársele las gobernaciones de Maynas y de Guayaquil. Un intento de sublevación en pro del movimiento autonomista y la restauración incaica fue descubierto en Cuzco en 1805, abortado y sus caudillos Gabriel de Aguilar y Manuel Ubalde condenados a muerte, pero la idea de igualdad entre criollos y europeos y de una moderada autonomía del Perú se hacía cada vez más popular.
Los españoles fundaron ciudades, implantaron instituciones típicamente españolas como el cabildo, las municipalidades y las audiencias, se propagó la religión católica y el idioma español y se favoreció la organización social a base de la familia, aunque junto a ella subsistió el «ayllu» indígena con propiedad comunitaria. España introdujo la moneda metálica, el sistema de pesas y medidas y creó la Universidad de Lima (1551), llamada desde 1574 de San Marcos, y en 1582 estableció la primera imprenta en Lima. La superposición de las razas indígena, blanca y negra (de los esclavos) hizo surgir dos nuevos tipos americanos: criollos y mestizos. La arquitectura peruana colonial reflejó los estilos en boga en España: el renacentista, con reminiscencias góticas y árabes, el clasicista, que abarca desde media dos del s. XVI a la mitad del XVII, el barroco, hasta fines del XVIII, y el neoclásico, hasta la independencia. El último virrey con plenitud de mando fue Fernando de Abascal (1806-16) que tuvo que combatir la rebelión de 1809.
(Manuel Burillo y Luciano Rincón)
El cronista Francisco Hernández Girón:
Sabemos que nació en Cáceres pero no el año. Falleció en Lima en 1553. Fue a América en la frustrada expedición de Felipe Gutiérrez a la provincia de Veragua (1535), y se refugió en el Perú; por entonces se agregó el apellido Girón, diciéndose también pariente del capitán Lorenzo Aldana, con quien va en la expedición que manda Francisco Pizarro contra Sebastián de Benalcázar, partidario de Almagro, a las provincias de Quito. Después de unas campañas contra los indios paeses y los yalcones, encontramos a Girón en Quito como capitán del primer virrey del Perú, Blasco Núñez Vela, a quien prestó servicios muy útiles, entre ellos el de descubrir un complot contra el virrey, que fue sofocado.
En la batalla de Añaquito, Girón cayó prisionero de las tropas de Gonzalo Pizarro, quien le perdonó la vida al unirse a su causa. Durante el gobierno de La Gasca, Girón se convirtió en uno de los capitanes más descontentos por la distribución de encomiendas, preparando, con otros disconformes, una revolución que estalló en Cuzco en la noche del doce de noviembre de 1553, para la cual llegó a juntar hasta 400 soldados. La Audiencia de Lima, de acuerdo con Benalcázar, se preparó a resistir a Girón que se encaminaba hacia la capital. Alucinado y supersticioso, Girón se creía un ser superior, instrumento de la providencia, protector de pobres y desvalidos.
Pronto comenzaron las deserciones en el ejército de Girón, lo que terminó provocando su retirada, pero las torpezas cometidas por las tropas reales terminaron dando una increíble victoria a Girón sobre el mariscal don Alonso de Alvarado en la batalla de Chuquinga. Pero lo bien cierto es que la Audiencia limeña no cejó en la persecución del capitán rebelde y, después de mutuas y crueles venganzas, definitivamente abandonado por los suyos, huido y sin rumbo fijo, fue capturado y trasladado a Lima. Allí fue decapitado el 19 de diciembre de 1553, al año largo de haber provocado una nueva e inútil guerra civil de las muchas que asolaron el Perú y que, como las anteriores, retrasó la obra colonizadora en el antiguo reino inca. (Emilio Soler)
|