Vinlandia:
Región septentrional de Norteamérica, designada con este nombre por Eric el Rojo, según se cuenta en su saga rauda (y también en la saga islandesa de Thorfin Karlsefni). A partir del descubrimiento de Groenlandia, en 982, y de una probable arribada a Vinlandia, hacia el año 1000, de un tal Bjarni Herjulfsson, que en su relato dice haber visto racimos (vin) en aquellas tierras, parece que Leif, hijo de Eric, emprendió la exploración en 1001. Poco más se sabía de Vinlandia. Sólo que hacia 1121 cierto obispo, Eric Gnupsson, estuvo allí, tal vez todo un año. En 1963 una expedición dirigida por el Dr. Helge Ingstad, financiada por la Sociedad Geográfica Nacional de Noruega, descubre las ruinas de una aldea vikinga en el extremo norte de Terranova, cerca de la aldea de pescadores de L'Anse-aux-Meadows. Las ruinas datan de unos 500 años antes del descubrimiento de Colón.
El códice de Vinlandia:
El 11 de octubre de 1965, víspera del aniversario del Descubrimiento, se dio cuenta en Nueva York de la publicación de un libro reproduciendo y estudiando un códice de la Relación tártara -es decir, las noticias que sobre los tártaros y mongoles se tuvieron tras la misión de los franciscanos Bridia y Carpini en 1245- que contiene un mapa en pergamino con el mundo conocido, o mejor dicho presentido, en el siglo XV, en el que aparece la Vinlandia Insula de las leyendas vikingas.
A tal códice se atribuía la fecha poco posterior a 1440, y aunque en sí mismo carece del rango para causar verdadera sensación, quedó magnificado con el tal mapamundi, género cartográfico que constituye verdadera rareza, pero no pieza única, sin conexión alguna con el texto, pues carece de detalles topográficos de las regiones que visitaron los franciscanos desde Lyon a Karakorum, en China, y aun en el material empleado, pues aquél está pintado en pergamino mientras que el manuscrito está en papel cuyas filigranas parece ser que concuerdan con la de cierto obrador de papel del Alto Rin que funcionaba por el año citado de 1440.
Su origen, como tantas cosas de él, es confuso; aseguróse que Enzo Ferrajoli residente en España, lo dio a conocer en el reducido mundillo del mercado de libros raros, adquiriéndolo su cliente, el librero anticuario de New Haven Lawrence Witten, que lo vendió a la Universidad de Yale por 280.000 dólares -la cantidad mayor que ha conseguido un mapa antiguo-, dicen que gracias en buena parte al mecenazgo del millonario americano Paul D. Mellon. Y como alguien sospechase hubiese sido adquirido ilegalmente de la biblioteca del Cabildo catedral de Zaragoza, como otros códices, de lo que fue acusado Ferrajoli, el anticuario Lawrence Witten, según la prensa, dio palabra de que la carta no procedía de allí.
Según todas las noticias, el más concienzudo secreto rodeó a este códice y su mapa desde 1957, en que lo adquirió Witten, incluso durante los tres años en que fue estudiado a cuenta de la Universidad de Yale por Skelton, Marston y Painter: cosa no acostumbrada y que aumenta la duda sobre su autenticidad, e incluso respecto a haber sido o no agregado el mapa al texto de la Relación tártara con la que no contiene conexión.
El mapamundi no es una verdadera carta, sino más bien una representación geográfica de trazo muy suelto, y sin esos contornos angulosos tan propios de la cartografía medieval, del mundo conocido o presentido, sin que falte parte del islario fantasmagórico producto de las leyendas y mitos enraizados en el océano, mar tenebroso para entonces; el perfil de sus costas exteriores no responde a la forma circular de otros conocidos anteriores o contemporáneos" como los de Vesconte (1321), Bianco (1436), el mallorquín de 1450, y el de Leandro (1453), sino más bien elíptico, para dar cabida a Groenlandia y a Vinlandia, supuesta parte del continente americano.
Lo más sorprendente y se ahí la irregularidad que magnifica la pretendida trascendencia del mapa, es que, en su parte oriental, más allá de Groenlandia, naturalmente, aparece una gran isla, Vinlandia Insula, que se quiere que sea la prueba irrefutable de que aquella tierra del continente americano fue, efectivamente, descubierta por los vikingos; es decir, que España, con Colón, no descubrió el Nuevo Mundo, por estar ya descubierto por aquellos normandos de Bjarni Herjulfson, Leif Eriksson o Thorfin Karlsfni; de ahí el sensacionalismo de lanzar el libro de la Yale University Press precisamente la víspera del aniversario del Descubrimiento en 1492.
Como es natural la tal obra levantó una polvareda enorme en todo el mundo; primeramente se excluyó la importancia de tal "descubrimiento" normando porque, aun de ser cierto, careció de trascendencia: el hallazgo del Nuevo Mundo por España fue algo muchísimo más que encontrar la costa frente a la ibérica como un descubrimiento inconsciente, fruto de intuición aislada o una casualidad marinera; porque fue, por el contrario, algo consciente, proseguido por varios siglos de exploraciones, emigración en masa y transplantes de cultura, de religión, de lengua y de raza, por lo que América entró en el concierto de la humanidad culta.
En cuanto a la carta en sí hubo opiniones para varios gustos y su autenticidad fue puesta en duda por algunos especialistas; parece ser que según algunos la tinta no parece la misma que la del códice; otros ponen reparos al propio pergamino sobre el que está trazada.
Otros, en fin, y es su mayor vulnerabilidad, dudan de que por aquel tiempo pudiera situarse y dibujarse el perfil de Groenlandia con la perfección de la cartografía mucho más moderna, estimando que tal mapamundi tiene regiones copiadas de mapas del siglo XVI, y hasta la profesora Taylor precisa que se tuvo delante al dibujarlo la célebre carta de Mercator, de 1569.
En el mejor de los casos, el mapamundi de Yale dado a conocer en 1965 sólo significa que el monje de Basilea, al que se cree autor, conoció la leyenda de Vinlandia y la incluyó, como dibujó islas de otros mitos naturalmente inexistentes en la realidad geográfica.
Y además, algunos como el profesor Rumeu de Armas, estudiando las sagas, ha demostrado que la saga que alude a Vinlandia tiene párrafos y topónimos copiados de la Navigatio Sancti Brandani, la crónica del viaje de este obispo irlandés y que, además, el Islendigabok, el códice con la historia de Islandia cuyo autor Asi Thorgilsson floreció no mucho más tarde que los aludidos viajes a Vinlandia, no alude en absoluto a éstos, lo que permite calificar de mítica la existencia de esta Vinlandia Insula del mapa de Yale; y con ello todo el aparato sensacionalista del "descubrimiento precolómbico" del Nuevo Mundo.
(Julio Guillén)
Pérdida de información cartográfica:
Hacia 1450 sólo una quinta parte de las tierras eran conocidas y sólo el 7% de las superficies oceánicas del globo habían sido reseñadas y reflejadas en mapas. Los marinos preservaban sus conocimientos en secreto. En España un extranjero sorprendido en posesión de mapas podía ser condenado a muerte. Los mapas permanecían en comandancias portuarias, arsenales y otros lugares semejantes objeto de asaltos por parte del enemigo. Los archivos del almirantazgo y del ayuntamiento de Dieppe fueron sometidos a un bombardeo inglés y ardieron en 1674. Los mapas de Tordsen, copias de las cartas de navegación vikingas del siglo XII, desaparecieron el incendio que destruyó, en 1630, los archivos de la catedral de Skalholten, en Islandia. Muchos de los mapas fueron extraviados o destruidos sin que nadie se dedicara a conservar documentos antiguos de este tipo ni a su actualización sistemática. El Edrisi, el gran geógrafo y cartógrafo árabe, menciona la Gran Irlanda pero los ricos documentos redactados por el danés Clavius o los mapas dibujados por los germanos Nicolás y Marcel han desaparecido. Sin duda poseemos el mapa de Zeno; habría sido vuelto a copiar por uno de los hermanos a su regreso a Venecia, pero sólo fue publicado en 1558. De modo que todas las fuentes cartográficas son posteriores al descubrimiento de América. Algunos evocan el mapa de Piri Reis legado a la biblioteca del Congreso americano así como a un paquete de mapas, los más recientes de los cuales datan de la época de Jesucristo, ese cartulario es ampliamente discutido. Así como el mapa llamado de Yale, descubierto en 1957. Muchos mapas, a menudo conservados en el mayor secreto, pertenecían a los archivos de los reyes y de los grandes armadores.
Presencia en América: Falsedades:
Son varios los presuntos testimonios que han pretendido demostrar que algunos vikingos permanecieron en América y dejaron allí sus huellas. La famosa piedra de Kensington fue hallada en el estado de Minnesota en 1898. Tenía una leyenda labrada a cincel en caracteres rúnicos (el lenguaje de los vikingos) en la que se refería a una expedición de suecos y noruegos a Vinlandia en 1362. Con toda la pompa fue transportada y expuesta en el Museo Nacional Americano de Washington, hasta que se descubrió que era una burda falsificación hecha por dos suecos, que habían copiado los caracteres de una almanaque sueco del siglo XVIII. Juan Eslava Galán calificó de "chapuza" esta burda falsificación.
Otra de las hazañas para demostrar el descubrimiento de América por los vikingos fue el famoso mapa de Vinlandia y la obra de los profesores de la Universidad de Yale, Marston y Painter, "The Vinland Map the Tartar Relation" en 1965. También intervino en la cuestión un experto en cartografía del Museo Británico. El mapa estaba fechado en 1440. Con toda la pompa el mapa fue expuesto en la biblioteca de la Universidad de Yale. Nueve años más tarde se hizo un nuevo estudio del mapa, con el siguiente resultado: la tinta que se utilizó para trazar el mapa contenía un pigmento pardo y rico en óxido de titanio, un ingrediente que no se produjo antes de 1920. Una prueba más de las falsedades sobre Vinlandia. Es cierto que los vikingos llegaron a América en el año 1000, por tanto 500 años antes que Colón, pero su llegada, como hemos visto, no dejó ninguna huella de su presencia y, por tanto, para nada empaña la gloria colombina. No obstante, es de justicia señalar su eneorme capacidad y resolución como navegantes. (Ricardo Arroyo)
El navegante veneciano Niccolò Zeno (-1402):
Según el sospechoso escrito de un sobrino suyo de igual nombre, en uno de sus viajes a Flandes, efectuado en 1380, fue desviado de su derrota por causas desconocidas, hacia las islas Feröe, pasando luego a Islandia e incluso llegando a Groenlandia. En la actualidad se duda mucho de la veracidad de este viaje a Flandes, pues incluso se sospecha que Zeno no llegase a traspasar el estrecho de Gibraltar. Parece que el citado informe publicado en Venecia dos siglos más tarde (1558) iba encaminado a querer probar que los venecianos fueron los primeros en descubrir el Nuevo Mundo.
Duras condiciones de Islandia y Groenlandia:
No hubo ningún intento de los indígenas americanos de colonizar Eurasia, excepto en el estrecho de Bering, donde una pequeña población de inuit (esquimales) procedentes de Alaska se establecieron al otro lado del estrecho en la costa siberiana. El primer intento eurasiático documentado de colonizar América fue el de los escandinavos en latitudes árticas y subárticas. Vikingos procedentes de Noruega colonizaron Islandia en 874, después los vikingos de Islandia colonizaron Groenlandia en 986, y finalmente vikingos de Groenlandia visitaron repetidamente la costa nororiental de América del Norte entre aproximadamente 1000 y 1350. El único yacimiento arqueológico vikingo descubierto en América está en Terranova, posiblemente la región llamada Vinland en las sagas nórdicas, aunque éstas también mencionan desembarcos que se produjeron evidentemente más al norte, en las costas de Labrador y la isla de Baffin.
El clima de Islandia permitió la ganadería y una agricultura extremadamente limitada, siendo su superficie suficiente para sostener a una población de origen nórdico que ha perdurado hasta nuestros días. Sin embargo, la mayor parte de Groenlandia está cubierta por una capa de hielo, e incluso los dos fiordos costeros más favorables eran marginales para la producción de alimentos por parte de los vikingos. La población escandinava de Groenlandia nunca fue superior a unos millares. Continuó dependiendo de las importaciones de alimentos e hierro de Noruega, y de madera de la costa de Labrador. A diferencia de la isla de Pascua y otras islas polinesias remotas, Groenlandia no pudo albergar una población productora de alimentos autosuficiente, aunque sí albergó poblaciones de cazadores-recolectores inuit autosuficientes antes, durante y después del período de ocupación nórdico. Las poblaciones de Islandia y Noruega eran demasiado pequeñas y demasiado pobres como para que continuasen apoyando a la población vikinga de Groenlandia.
En la «pequeña glaciación» que comenzó en el siglo XIII, el enfriamiento del Atlántico septentrional hizo que la producción de alimentos en Groenlandia y el desplazamiento de nórdicos a Groenlandia desde Noruega o Islandia fueran más marginales aún que antes. El último contacto conocido de los groenlandeses con los europeos tuvo lugar en 1410, con un barco islandés que llegó al ser desviado de su rumbo por los vientos. Cuando finalmente los europeos comenzaron a visitar de nuevo Groenlandia en 1577, su colonia nórdica no existía ya, y había desaparecido evidentemente sin dejar rastro alguno durante el siglo XV.
Pero la costa de América del Norte quedaba efectivamente fuera del alcance de los barcos que navegasen directamente desde la propia Noruega, dada la tecnología naval nórdica del período comprendido entre 986 y 1410. Las visitas nórdicas se iniciaban desde la colonia de Groenlandia, separada de América del Norte por sólo los 300 km de anchura del estrecho de Davis. Sin embargo, la posibilidad de que aquella pequeña colonia marginal sostuviera la exploración, conquista y colonización de América era nula. Incluso el único emplazamiento nórdico situado en Terranova representa aparentemente nada más que un campamento de invierno ocupado por unas decenas de personas durante algunos años. Las sagas nórdicas describen ataques sobre su campamento de Vinland por pueblos llamados skraeling, que evidentemente eran indios de Terranova o esquimales de Dorset. (Jared Diamond)
|