HISTORIA
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Hemingway



"El viejo y el mar", Ernest Hemingway:
- El mejor pescador es usted.
- No. Conozco otros mejores.
- Qué va -dijo el muchacho-. Hay muchos buenos pescadores y algunos grandes pescadores. Pero como usted ninguno.
- Gracias. Me haces feliz. Ojalá no se presente un pez tan grande que nos haga quedar mal.
- No existe tal pez, si está usted tan fuerte como dice.
- Quizá no esté tan fuerte como creo -dijo el viejo-. Pero conozco muchos trucos y tengo voluntad.
- Ahora debiera ir a acostarse para estar descansado por la mañana.
- Usted es mi despertador -dijo el muchacho.
- La edad es mi despertador -dijo el viejo-. ¿Por qué los viejos se despertarán tan temprano? ¿Será para tener un día más largo?
- No lo sé -dijo el muchacho-. Lo único que sé es que los jovencitos duermen profundamente y hasta tarde.
- Lo recuerdo -dijo el viejo-. Te despertaré temprano.
- No me gusta que el patrón me despierte. Es como si yo fuera inferior.
- Comprendo.
- Que duerma bien, viejo.

El muchacho salió. Había comido sin luz en la mesa y el viejo se quitó los pantalones y se fue a la cama a oscuras. Enrolló los pantalones para hacer una almohada, poniendo el periódico dentro de ellos. Se envolvió en la frazada y durmió sobre los otros periódicos viejos que cubrían los muelles de la cama.
Se quedó dormido enseguida y soñó con Africa, en la época en que era muchacho y con las largas playas doradas y las playas blancas, tan blancas que lastimaban los ojos, y los altos promontorios y las grandes montañas pardas. Vivía entonces todas las noches a lo largo de aquella costa y en sus sueños sentía el rugido de las olas contra la rompiente y veía venir a través de ellas los botes de los nativos. Sentía el olor a brea y estopa de la cubierta mientras dormía y sentía el olor de Africa que la brisa de tierra traía por la mañana.
Generalmente, cuando olía la brisa de tierra despertaba y se vestía y se iba a despertar al muchacho. Pero esta noche el olor de la brisa de tierra vino muy temprano y él sabía que era demasiado temprano en su sueño y siguió soñando para ver los blancos picos de las islas que se levantaban del mar y luego soñaba con los diferentes puertos y fondeaderos de las Islas Canarias.


Gregorio Fuentes. Amigo de Hemingway. Por Pepe Navarro (1998):
Aún sigue abierta la polémica acerca de si Gregorio Fuentes, el que fuera patrón del yate de su amigo Hemingway, fue o no el inspirador de la célebre novela El viejo y el mar. Mientras tanto, el viejo marinero, superados ya los cien años de vida, sigue acercándose cada mediodía hasta el bar La Terraza de Cojímar, donde tantos momentos compartiera con su amigo norteamericano. Muchos extranjeros llegan hasta allí sólo para saludarle; otros le fotografían y, a estos últimos, el les recuerda que del aire no se vive, y que a él, pese a su avanzada edad, le gusta seguir fumando buen tabaco.

    Le conocí cuando yo tenía veinticinco años... El se hospedaba en La Habana, en la calle Obispo... Y me dijo: yo estoy haciendo un barco y, si usted quiere, usted va a ser el capitán de ese barco... Y yo le respondí: ¡cómo no!, enseguida... Fui a Estados Unidos con él... Allí vi el barco que él bautizó como Pilar... En honor a la Virgen del Pilar de España... Y estuvimos navegando juntos hasta que se murió... Que se murió no, que se mató... No he visto en este mundo a nadie de las condiciones de él... Ni americano, ni francés, ni español... Nadie en este mundo... Un hombre dedicado a la humanidad... A los niños... A las mujeres derrotadas... Les daba cuarenta o cincuenta dólares... Y por eso es la fama que tenía... Que todo el mundo viene a preguntar... Y como americano es extraño... Porque los americanos de hoy en día lo que están haciendo con los pueblos del mundo, y mayormente con Cuba, es tremendo... Y ¿qué le vamos a hacer?... Hoy estamos sufriendo porque tenemos que pagar la medicina en dólares... Y el tabaco... Y yo no los tengo... ¡Compadre!, ¿quién va a tener de eso?... A veces viene un extranjero y me da diez dólares... Otro cinco... Y se lo agradezco a todos... Porque todos somos hermanos en este mundo... Todos somos iguales... Por eso nuestro gobierno es perfecto... Porque aquí no hay uno que no sepa leer y escribir... Aquí aprenden todos... Y eso es pago por el gobierno... A mí, Batista nunca me dio nada... Pero Fidel vino a verme y me arregló un sueldo aparte... Y me regaló ese televisor... Y así vamos pasando hasta que Dios quiera. (Gregorio Fuentes)

Habana | José Martí | Voladura del Maine (1898)


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