HISTORIA
CUBA
PERSONAJES



Antonio Maceo (Santiago de Cuba 1845-Punta Brava 1896):
Perteneciente a una familia muy humilde, su padre era de origen venezolano, y su madre, negra; en 1868, al proclamarse la repúblicca cubana se unió junto con su padre y sus hermanos a las fuerzas que luchaban por la independencia, lo que motivó la persecución de su familia por parte de las autoridades españolas. Nombrado ayudante de Máximo Gómez, pasó a desempeñar un papel importante en varias victorias sobre los españoles (Loma de la Gallega [1871], numerosos triunfos como jefe de los insurrectos de las Villas [1874], etc). En 1877, ya con el grado de mayor general, rechazó una proposición de alianza con Vicente García para derrocar al gobierno revolucionario (las disensiones entre los insurrectos se iban agravando: en 1872, Maceo había sustituido momentáneamente a Gómez como jefe de las fuerzas rebeldes; en 1873 Céspedes había sido depuesto en favor de Cisneros Betancourt, etc.), y, pese a los esfuerzos de Maceo por evitarlo, el desánimo fue extendiéndose. Este mismo año se entrevistó con Gómez y, posteriormente, con el general Martínez Campos en Baraguá (marzo), donde rechazó las ofertas de paz de éste. Tras la paz de Zanjón (10 febr.1878), Maceo, al igual que algunos otros insurrectos, se negó a aceptarla y optó por el destierro a Jamaica y Haití. Al año siguiente participó en una intentona revolucionaria (era el inicio de la llamada "guerra chiquita"), junto con Calixto García, Guillermo Moncada, su hermano José, etc., pero fueron fácilmente reducidos, y Maceo tuvo que regresar a Haití. En 1884 sustuvo una reunión con Martí en Nueva York; durante este exilio se dedicó a recorrer Centroamérica y EEUU para recolectar fondos en pro de la revolución cubana. En 1890 se le autorizó a regresar a Cuba (febr.), pero fue expulsado por Polavieja (ago.). En 1895, al iniciarse la guerra de la Independencia, Maceo se hallaba en Costa Rica, y se trasladó con veinticinco hombres a Cuba para unirse a los insurrectos, que habían reconocido como jefe del movimiento independentista a Martí. Tras una entrevista en La Mejorana (1895) entre éste, Maceo y Gómez, se le dio el mando de las fuerzas de la provincia de Santiago de Cuba. En el curso de 1895-1896 demostró sus grandes dotes de guerrillero recorriendo la isla de E a O y dirigiendo las operaciones de Pinar del Río. A fines de 1895 entró en la Habana y obligó a retirarse de ella al gobernador Martínez Campos. Murió cuando dirigía un combate contra una columna española mandada por el comandante Cirujeda. Su muerte significó un duro golpe para las fuerzas insurrectas.

Carlos Manuel Céspedes (Bayamo 1819-hacienda de San Lorenzo 1874):
Primer presidente de la república en armas. Estudió en las universidades de La Habana, Madrid y Barcelona. Intimó en España con Prim y le prestó su colaboración en una intentona que le costó unos años de destierro. Regresó a Cuba en 1844 para dedicarse a la abogacía y al cultivo de las letras, pero en 1852, a consecuencia de un brindis independentista, fue encarcelado por las autoridades españolas. A partir de entonces, participó en el movimiento separatista, hasta que el 10 de octubre de 1868, en su hacienda de la Demajagua, en Manzanillo, dio la libertad a sus esclavos y declaró la guerra a España (grito de Yara): con este gesto audaz e irreflexivo, realizado por un hombre que sólo disponía de unos pocos seguidores mal armados, se inició la lucha por la independencia de Cuba. En abril de 1869 Céspedes estableció su cuartel general en Guáimaro (provincia de Camagüey). En esta población convocó la primera asamblea constituyente cubana, compuesta por 15 representantes que le nombraron presidente de la república en armas el 10 de abril de 1869. En esta asamblea los presentes se declararon partidarios de la anexión a los EEUU. Pero el secretario de Estado, Hamilton Fish, prefería comprarla que liberarla. Cuba no podía entrar en la Unión con esclavos, y los representantes cubanos en Nueva York eran reacios al abolicionismo. El 27 de octubre de 1873 fue desposeído del cargo por una reunión de diputados celebrada en el campamento del Jijagual. Céspedes se retiró a la hacienda de San Lorenzo, en la Sierra Maestra, donde se dedicó a enseñar a los niños de los campesinos, pero fue delatado a las autoridades españolas, y se supone que se suicidó antes de dejarse capturar. Su cadáver fue expuesto al público en Santiago de Cuba y enterrado ignominiosamente.

Máximo Gómez (Baní 1836-La Habana 1905):
Oficial del ejército español, llegó a Cuba como comandante de la reserva dominicana en Santiago de Cuba (1865). Al año se retiró del ejército y se dedicó a los negocios rurales. En 1868 se incorporó, en Bayamo, a la insurrección, con el grado de sargento; pronto ascendió a general, y, tras la victoria de Guantánamo (1871), fue nombrado jefe de operaciones en la provincia de Oriente. Chocó con los jefes civiles de la insurreción y fue separado de todo mando por el presidente Céspedes, hasta la muerte de Agramonte (1873), a quien sustituyó en la jefatura de operaciones en la provincia de Camagüey, donde octuvo la victoria de la Sacra, Paloseco y Guásimas. Después de la victoria de la trocha de Júcaro (1875), una de las más importantes de la guerra de los Diez años, fue nombrado jefe de todos los ejércitos insurrectos y secretario de Guerra. Al firmarse la paz de Zanjón (1878) tuvo que exiliarse a Honduras, donde ocupó un cargo en el ejército del presidente Soto. En 1884 y 1886 colaboró con Martí y Maceo en los intentos de organizar expediciones a Cuba, que terminaron en un fracaso. Instalado en Santo Domingo, a requerimiento de Martí entró en el Partido Revolucionario Cubano, y empezó a organizar de nuevo la insurrección (1892). Nombrado general en jefe, firmó la orden de levantamiento (1895) y el manifiesto de Montecristi, junto con el presidente Martí. Ambos desembarcaron en Cuba, donde se reunieron con Maceo y otros revolucionarios. Además de dirigir el conjunto de las acciones, mandó directamente las operaciones en el centro de la isla (victoria de Saratoga). Ante las interferencias de los poderes civiles en el nombramiento de los cargos militares y las acusaciones de militarismo, presentó la dimisión como general en jefe (1896), pero, a la muerte de los hermanos Maceo, los insurrectos cerraron filas, y Gómez volvió a dirigir la guerra. En las Villas organizó la campaña de la Reforma, encaminada a entretener al máximo de tropas españolas con un mínimo de fuerzas (el general Weyler llegó a enviar hasta 50.000 hombres contra Gómez). Expulsados los españoles de la isla (1898), no aceptó la presidencia de la república y apoyó la candidatura de Estrada Palma (1901). Poco después de su muerte apareció su Diario.

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