EEUU:
Entre 1850 y 1857 se suceden diversos complots de los partidarios de la anexión a EEUU respaldados por los estados sudistas.
La asamblea constituyente de 1869 era partidaria de la anexión a EEUU y del mantenimiento de la esclavitud.
Pero el secretario de Estado, Hamilton Fish, prefería comprarla que liberarla. Cuba no podía entrar en la Unión con esclavos, y los representantes cubanos en Nueva York eran reacios al abolicionismo.
Entre 1848 y 1858 se producen sucesivas ofertas de compra de la isla.
En 1890 EEUU amenaza con no comprar azúcar cubano por problemas aduaneros con España.
En 1891 EEUU compra a Cuba el 95% del azúcar y el 87% de sus exportaciones.
En 1891 se firma el Tratado comercial de reciprocidad entre España y EEUU.
En 1894 recibieron el 87 por ciento del total de las exportaciones cubanas, al tiempo que el 38 por ciento de las suyas iban a parar a la isla. España pasó comercialmente a un segundo plano. Muchos ingenieros y comerciantes yanquis desembarcaron en la isla. No sólo sucedió que los principales clientes cubanos fueron norteamericanos, sino que los productores se echaron en brazos de los industriales yanquis a los que vendían el azúcar sin refinar. Además, muchos cubanos ricos se asentaron en Florida y polarizaban el comercio.
Todo presagiaba que los yanquis se apoderarían económicamente de la isla.
En 1895 las inversiones de EEUU en la isla eran de 50 millones.
McKinley inicia una política de carácter imperialista con la anexión de las islas Hawai (1897-1898).
1898 ene.: EEUU envía el Maine a la Habana.
1898 feb.: Extraña voladura del Maine.
Expediciones de Narciso López (1849-1851):
En 1849 los partidarios de la anexión de Cuba a los Estados Unidos organizaron una expedición al mando de Narciso López, antiguo general español emigrado de origen venezolano, quien fletó dos vapores para trasladarse a la isla con gente alistada provista de armas y municiones, pero enterado el presidente de los Estados Unidos de la intentona, ordenó detener los buques y la expedición se frustró. No escarmentado, López preparó otra con 500 hombres que desembarcó en Cárdenas (19 de mayo de 1850). Apercibido Armero [comandante general del Apostadero de La Habana] de los hechos, se hizo a la mar con el vapor Pizarro, apresó dos buques que conducían pertrechos e hizo retirarse precipitadamente al cabecilla insurgente que ya había sido desalojado de Cárdenas, persiguiéndole hasta Cayo Hueso. El brigadier Bustillo, sucesor de Armero, embarcado en el vapor Almendares, rechazó en julio de 1851 otra expedición de insurrectos emigrados que habían desembarcado en el Morrillo de Manimar. En agosto siguiente, López lo intentó por tercera vez desembarcando en Playa Honda con cerca de 600 hombres, la mayoría norteamericanos, pero cayó prisionero en manos de las tropas españolas con sus acompañantes; conducido el general a La Habana fue ejecutado. La respuesta norteamericana no se hizo esperar y fueron asaltados el consulado y los comercios españoles de Nueva Orleans; España, apoyada esta vez por Gran Bretaña, obtuvo reparación de las ofensas, aunque continuaron las pretensiones de anexión de la isla sea por la fuerza o mediante propuestas de compra, como las realizadas sucesivamente en 1848, 1853, 1856 y 1858. (González-Aller)
Estado de debilidad de España a finales del s.XIX:
Durante el siglo XIX España estuvo convulsionada casi permanentemente: invasión francesa, pérdida de las colonias, guerras carlistas, destronamiento de Isabel II, advenimiento de la república, restauración monárquica, nueva guerra carlista, guerras en Cuba...
A finales de siglo la situación de nuestra patria no era nada boyante: retrasada, postrada económicamente y aislada internacionalmente. Con una ignorancia profunda -hasta en los hombres más ilustrados- de la realidad y del mundo que la circundaba, se refugió, en el que podríamos llamar complejo del valor indómito del pueblo español, que alcanzó su mayor realce con el descubrimiento y la conquista de América. Es indudable que realizó proezas incomparables, y en el siglo XIX sumó al recuerdo anterior, el esfuerzo de la guerra de la Independencia, mistificando el valor de la raza. Ese recuerdo le llevó en 1898 a escudarse con la idea simplista de que la fuerza era el remedio infalible para todo.
En la última década del siglo, ante un problema colonial y enfrentados sus intereses con una nación ya entonces incomparablemente más grande, fuerte, rica y poblada que España (diecisiete millones de españoles frente a setenta y cinco norteamericanos), los dirigentes y la prensa cayeron en la solución simplista de que la fuerza indómita de nuestra raza, igual que en la conquista de América y ante el poderoso ejército de Napoleón, ahora le iba a parar los pies al poderoso tío Sam. (Manuel del Barrio Jala)
La guerra hispano-norteamericana. Por Oscar Loyola Vega:
Una vez decidida la intervención en la guerra que se libraba entre Cuba y España el gobierno norteamericano dio pasos encaminados a asegurar la ayuda de Calixto García y su tropa en el desembarco y el desarrollo de las operaciones en la zona oriental. García, apoyado eficazmente por sus oficiales, en especial los generales Agustín Cebreco, Luis de Feria Garayalde, Salvador Hernández, López Recio y Pedro Agustín Pérez, ordenó bloquear los accesos a la capital oriental e impedir la labor conjunta de las tropas españolas. Estas superaban, en la provincia indómita, la cifra de 50.000 soldados, aproximadamente la cuarta parte del total de militares ibéricos en Cuba. De igual manera, el plan estratégico norteamericano estipulaba el bloqueo a las costas del occidente cubano, en particular al puerto de La Habana, lo que repercutió de forma dramática en los suministros alimentarios a la población civil. La región occidental, si bien no experimentó la guerra en igual proporción que la zona oriental, también formaba parte de los planes militares del ejército de los Estados Unidos.
Todo estudio sobre la Revolución de 1895 llegado el año 98, debe tener presente un hecho capital: la "irregularidad" de la situación creada por el desembarco norteamericano. Desde 1895 hasta el año 1898, la lucha que se libraba entre España y Cuba constituye una clásica batalla anticolonial, de carácter nacional-liberador; de ahí su nombre de guerra hispano-cubana. La intervención norteamericana no introdujo un tercer elemento en esta guerra: los presupuestos de la liberación nacional para los sujetos sociales implicados -Consejo de Gobierno, Máximo Gómez, combatientes mambises y pueblo de Cuba- se mantuvieron indénticos. Históricamente lo que sucedió fue que a esta guerra anticolonial se le superpuso otra guerra, la que libran los Estados Unidos y España por apoderarse o por permanecer en Cuba; dicho de otra manera, un colonialismo nuevo da la batalla histórica -que ganará de antemano- por desplazar de la arena cubana un viejo colonialismo. Esta guerra, que debe nombrarse hispano-norteamericana, se libra (lo que complica el análisis, de ahí la terrible confusión en la nomenclatura) en el mismo teatro de operaciones, en el mismo escenario geográfico en que transcurría desde hacía tres años una conflagración anticolonial. Los intereses que llevaron a la guerra a Cuba, a España y a los Estados Unidos eran tremendamente diferentes. No es el número de países (o colonias, o regiones) participantes el que determina el carácter de una contienda, sino las fuerzas motrices de ésta y la proyección perspectiva que los sujetos inmersos en ella le dan a su participación, vale decir, los fines que persiguen. A la guerra nacional-liberadora del pueblo cubano le fue arrebatada, en los marcos de una guerra interpotencias, la primacía histórica.
Desembarco de las tropas de Shafter (20 junio):
William Shafter, comandante supremo del ejército norteamericano destinado a Cuba, desembarcó cerca de 16.000 soldados y oficiales el 20 de junio por la zona oriental de Siboney; rápidamente se reunió con Calixto García, quien propuso un amplio plan de operaciones aprobado por la dirección estadounidense, que consistía en cercar la ciudad de Santiago tomando las pequeñas poblaciones que rodeaban la capital provincial. Debe decirse que los oficiales cubanos Jesús Sablón, "Rabi", Carlos García Vélez, Demetrio Castillo Duany, Carlos González Clavel, José Manuel Capote, Agustín Cebreco y Francisco Estrada entre otros, llevaron la parte más arriesgada de las acciones militares, demostrando la capacidad bélica del ejército mambí, lo que fue reconocido por los estadounidenses. Poco a poco, apretando el cerco, a fines del mes de junio se sabía que la rendición de la ciudad ya era cuestión de días.
Razones de política interna hicieron que España, en acto suicida, ordenase a la escuadra naval de pascual Cervera, sita en la bahía de Santiago, romper el cerco marítimo y abandonar el puerto. En sólo una hora la flota norteamericana destruyó lo restos de la que había sido poderosa marina española en América, el 4 de julio. Antes, los cubanos y los norteamericanos habían tomado por tierra a San Juan y El Caney, combate en el que murió el jefe español, Joaquín Vara del Rey. Empezando el mes de julio, antes y después de la batalla de Santiago, los combatientes antiespañoles tomaron los poblados y fortines de San Vicente, El Cobre, Monte Real, Coleto y San Miguel. Completando el cerco a la ciudad, en condiciones precarias los mambises, más que apoyar a los interventores, llevaron la ofensiva en todos los frentes, luchando en un teatro de operaciones que conocían a la perfección. El 16 de julio, la ciudad se rendía.
(Oscar Loyola Vega)
Ocupación de 1906:
Tropas de EE.UU. llegan a Cuba para acabar con una revuelta contra el gobierno. La lucha entre los liberales y los conservadores de Tomás Estrada Palma había llevado a la isla a la guerra civil en agosto. El líder de la revuelta es el general José Miguel Gómez. Los rebeldes, mayoritariamente campesinos exigen derechos democráticos e independencia nacional. Tras la invasión prometen obediencia a cambio de asegurar un proceso judicial justo para los opositores apresados. Por presión de Washington, el presidente Palma dimite el 28 de septiembre. El ministro de Defensa de EE.UU. ocupa el cargo de gobernador. Hasta 1909 Cuba estará bajo administración norteamericana.
Dictadura de Gerardo Machado (1928-1933):
Desde 1930 la oposición al régimen machadista, aunque reprimida duramente, se acentúa. El dictador no ha cumplido las promesas electorales por las que fue reelegido, turbiamente, en 1928, como la derogación de la emnienda Platt a la Constitución cubana y la no contratación de nuevos empréstitos; y por el contrario, no ha dejado de proteger los intereses extranjeros en la isla, que casi es ya una colonia de EU.UU.
En agosto de 1933 un levantamiento militar unido a la presión de una huelga revolucionaria provocan la caída del general Machado.
Apenas abandona La Habana el dictador Gerardo Machado, el gobierno provisional, aprobado por EE.UU. cae el 4 de septiembre de 1933.
El presidente designado por el ejército, Manuel Céspedes, forma un gobierno provisional de coalición, que se declara revolucionario, y cuenta con el apoyo de EE,UU. Pero la euforia revolucionaria parece imparable, y las masas, con los campesinos organizados en sóviets y los sindicatos obreros más fuertes que nunca, quieren ir más allá.
Transición Grau San Martín-Fulgencio Batista:
El 4 de septiembre el gobierno provisional es derribado por una sublevación de soldados y sargentos a la que se unen jóvenes nacionalistas. El doctor Ramón Grau San Martín es nombrado presidente, dada su popularidad entre los estudiantes, con el apoyo de la unión revolucionaria Ejército Pro Ley y Justicia. Fulgencio Batista, hombre fuerte de Grau San Martín, que cuando dirigió el golpe contra Machado era sargento y ya ha ascendido a jefe del estado mayor, es quien realmente detenta el poder en el nuevo régimen.
Grau San Martín no era hombre de confianza de los intereses americanos y Washington se negó a reconocer a su gobierno. Ante la ola de disturbios que se produjeron, Batista resolvió derrocarlo mediante un minigolpe (enero de 1934) y sustituirlo por un nuevo presidente de paja: Carlos Mendieta. La inestabilidad política volvió a la isla, aunque Batista iba colocando a sucesivos gobiernos. Como los enfrentamientos eran cada vez más fuertes, decidió presentarse a las elecciones y en 1940 fue elegido presidente constitucional. En su primera presidencia, Batista trató de dar un aspecto legal al régimen aprobando un nuevo texto constitucional que contaba con el apoyo expreso del Partido Comunista, que lo veía como una garantía contra el nazi-fascismo por su condición de mulato y antirracista. Este sesgo liberal fue mal visto por Washington. Pronto Batista realizó una política de fuerte contenido reaccionario, luchando contra los sindicatos, persiguiendo al Partido Comunista y salvaguardando los intereses americanos. Cuando al final de su mandato salió elegido su opositor, Grau San Martín (1944-1948), Batista se exilió en los Estado Unidos.
El mandato de Grau San Martín provocó una gran decepción entre sus electores, siendo sustituido por Pío Socarrás, quien intentó llevar una vía política conciliadora entre el liberalismo y el anticomunismo, cuando el problema real cubano era su dependencia económica con respecto al vecino del Norte. Batista derrocó al presidente y ocupó el poder como dictador con pleno consentimiento de Washington. (Rosa Martínez Segarra)
Batista se constituirá en factor decisivo de la política cubana hasta su derrocamiento en 1959.
Fracasa la unión centroamericana (1921-1922):
Durante la década de 1920, coincidiendo con la difusión por la región de las ideologías de izquierda, el intervencionismo estadounidense en su patio trasero se acrecienta. Acentúan su inspiración de gobernantes conservadores, amigos de su causa. El 1 de enero de 1921 la dinastía Chamorro se consolida en el manejo de los asuntos públicos con la elección de Emiliano Chamorro, tío del presidente anterior. El país entra en contínua agitación y se retira del proyecto de federación centroamericana que pretendía unir El Salvador, Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. Casi un siglo después de su primera formulación en la época posterior a la independencia, el deseado plan se detalla el 18 de enero de 1921. Sólo lo firmarán Guatemala, El Salvador y Honduras, e incluso esta unión, torpedeada por EE.UU., que ayuda a triunfar la sublevación de Orellana en Guatemala, durará tan sólo hasta enero de 1922.
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