Epoca de Carlos V (1500-1558): Personajes:
Clemente VII:
Segundo papa de la familia Medici (1523-1534). Sucedió al reformador Adriano VI siguiendo una política opuesta.
Encontró una Italia sometida a las invasiones de Francisco I y Carlos V. Su empeño principal era favorecer los intereses de su familia florentina.
Su cambiante política de alianzas tuvo efectos nefastos. Fue irresoluto en asuntos prioritarios, despilfarrador y atento al lucro personal.
Fue el principal impulsor de la Liga de Cognac mientras crecía el dominio otomano en territorio europeo.
El pueblo romano culpaba a su política como responsable del brutal Saco de Roma (1527), que Carlos V lamentó mucho.
Las heterogéneas y amotinadas tropas asaltantes estaban comandadas por Carlos III duque de Borbón, Condestable de Francia enemistado con Francisco I.
Tras la pérdida de Milán las tropas imperiales dominan el norte de Italia, los miembros de la Liga de Cognac actúan descoordinados y los florentinos se levantan contra los Médici. Cuando las tropas del cardenal Pompeo Colonna entran en la Roma saqueada, no participan en el despojo a pesar de que el papa había ordenado el saqueo de las tierras de los Colonna. Clemente VII muere en 1534 y su cadáver sería expuesto con una espada atravesando su corazón.
Solimán el Magnífico (1494-1566):
[Suleyman I] Hijo de Selim I. Expansionó el territorio otomano a expensas de naciones cristianas (Belgrado, Rodas, Hungría). Llegó hasta las puertas de Viena.
Fueron años de dominio otomano en Oriente medio, Mediterráneo, mar Rojo y golfo Pérsico. Se hizo con el dominó de Túnez y Argelia.
Auspició la construcción de la mezquita que lleva su nombre en Estambul (1550-1557), obra del arquitecto Sinan.
Acogió a numerosos filósofos, fue un notable poeta y reformó el sistema legal otomano.
Kareidin Barbarroja:
Ejerció con gran éxito la piratería en el Mediterráneo junto con su hermano mayor Aruj. Eran hijos de un albanés cristiano renegado que se asentó en Mitilene.
La pareja comenzó su carrera de asaltos en la isla de Djerba frente a Túnez. Se asociaron con el señor de Túnez y con doce barcos atacaron plazas españolas africanas.
Aruj murió en un asalto de castigo de una flota española sobre Tremecén y Kareidin ocupó su puesto.
Atrajo a marineros ávidos de fortuna y edificó en Argelia un reino cosmopolita y próspero.
Ante una campaña de Andrea Doria por plazas del Mediterráneo oriental, Solimán el Magnífico lo nombra Almirante al frente de un poderosa flota de 80 galeras y 20 fustas que asola Italia, llegando a amenazar a la misma Roma mientras agoniza Clemente VII.
Arrebató Túnez a los españoles hasta que Carlos V llegó en persona al sitio para recuperar la ciudad.
Se desquitó saqueando Menorca y pasó a una nueva campaña de ataques en Italia. Tras recalar en puertos aliados franceses ataca las poblaciones de Rosas, Cadaqués, Palamós y Villajoyosa.
Francisco I (1494-1547):
Rey de Francia.
Invadió repetidamente los estados italianos. Vencido en Pavía, permaneció prisionero del Emperador durante un año hasta que fue liberado tras un acuerdo
al que no hizo honor. Fue sucedido por Enrique II.
Enrique VIII (1491-1547):
Su pasión por Ana Bolena le decidió a romper con Roma (1533).
Juan Luis Vives, preceptor de la princesa María Tudor y lector de Catalina de Aragón, se opone al divorcio (1527) pero no se atreve a exponerlo abiertamente.
Nicolás Maquiavelo (1469-1527):
Estadista y escritor florentino.
Autor del famoso manual político El Príncipe, dedicado a Lorenzo de Medici (Duque de Urbino).
Comisionado por su ciudad, vivió en Roma los efectos de la decadencia de los papas renacentistas.
Su Historia de Florencia, encargo de la ciudad de carácter oficial, está dedicada a Clemente VII.
Ocupó diversos puestos al servicio de la Señoría de la ciudad.
Consideraba un paganismo natural más compatible para la república que el catolicismo.
Acompañó en campañas militares a César Borgia, a quien dedicó elogios, como también hizo con su padre Alejandro VI. Padeció encierro, tortura y exilio por
sus adhesiones políticas públicas.
Francesco Gucciardini (1482-1540):
Estadista e historiador florentino.
Autor de la Historia de Italia y erudito de extensos saberes. Mientras Clemente VII se refugiaba en San Angelo, Florencia expulsó a los Medici e instauró la República.
Entre lo acordado con el Emperador tras el Saco de Roma estaba la restitución en el poder de los Medici en Florencia.
Las mismas tropas del Saco sitiaron la ciudad durante 10 meses y frustraron los planes republicanos. El proceso de decadencia de los Medici no pudo ser invertido. Los principales representantes del momento eran dos bastardos, uno de ellos mulato.
Martín Lutero (-1546):
Religioso reformador de la Iglesia. En 1517 fija las 95 tesis en Wittemberg.
Mantenía el derecho a la libre interpretación de los textos bíblicos, contra la autoridad de la Iglesia, y sostuvo la teoría de la salvación a través de la fe y la reforma de los sacramentos, excluyendo la mediación de la institución eclesiástica. Desde el punto de vista político subordinó la Iglesia al Estado y así logró el apoyo de los países nórdicos que perseguían la secularización de los bienes eclesiásticos. En 1521 es excomulgado por León X.
Bartolomé de Las Casas (1474-1566):
Defensor de los derechos de los indios del Nuevo Mundo. Entró en los dominicos en 1523. Su obra Brevísima relación de la destrucción de Indias le dio gran fama. Este informe fue leído por él mismo en Valladolid, ante una comisión especial, con ideas que influyeron en la promulgación de las Leyes Nuevas de Indias, dictadas en 1542. Sus encendidos alegatos quizá sirvieron de base a la leyenda negra contra España. En los últimos años de su vida llegó a sentar el principio moderno de que las riquezas obtenidas en América pertenecían a sus pueblos aborígenes.
Juan Luis Vives (1492-1540):
Humanista y filósofo nacido en Valencia. Vivió la mayor parte de su vida en Francia, Inglaterra y los Países Bajos.
En 1512 marcha desde París a Brujas, que se convertiría en su principal lugar de residencia.
Se desplazó a la corte de Enrique VIII (1523) hasta que la abandona (1528) por las tensiones creadas tras la disolución del matrimonio del rey con Catalina de Aragón (1527). Abogaba incansablemente por la concordia entre los estados cristianos.
Se opone a las distinciones aplicadas por los aristotélicos de su tiempo, que habían degenerado en una sofística sin sentido (Liber in pseudo dialecticos, 1519). Propuso la necesidad de establecer una separación entre la lógica y la metafísica y señaló la importancia de atenerse a la naturaleza. En su pensamiento destaca su carácter práctico, que convertía a la filosofía en una forma de sabiduría y suponía una peculiar y abierta interpretación del cristianismo. El conjunto de su pensamiento posee un evidente carácter ecléctico, con influencias del aristotelismo y el platonismo, y ejerció una notable influencia entre los humanistas de la época.
En 1531 se publica en Amberes su su gran obra De disciplinis.
Juan Calvino (1509-1564):
Defendía la independencia de la Iglesia como institución ante el Estado y, bajo la guía de la Biblia, propugnaba su reorganización y la de la propia vida de los fieles, de acuerdo a unos rígidos preceptos morales.
Su doctrina acentúa hasta los últimos extremos algunos caracteres fundamentales del luteranismo. Afirmaba una rigurosa predestinación de todos los hombres. Se
establece en Ginebra (1541) y logra, en breve tiempo, reorganizar la ciudad, imponiendo un yugo despiadado, hasta la inspección de la vida íntima de cada
uno, con penas severísimas para los pecadores. Centenares de personas fueron procesadas y condenadas. Su doctrina se impuso especialmente en Francia, Países Bajos y Escocia.
Erasmo de Rotterdam (1466-1536):
La posición ideológica derivada de sus doctrinas fue acogida con entusiasmo especialmente en España.
Se insertaba en un movimiento renovador vasto y anterior del que son muestras la obra de Nebrija y el florecimiento de los estudios bíblicos (Poliglota complutense).
La resurrección pasajera del erasmismo, tras las primeras persecuciones, se produce cuando la situación europea parece poner al alcance de la mano la conciliación de las Iglesias y se cuenta con Erasmo como puente entre católicos y protestantes.
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