HISTORIA
Canarias
Isleños de Luisiana II



Canarios abandonados. Por Elfidio Alonso (15/09/05):
Gracias a un reportaje que publicó El País el pasado viernes, con el título de Los canarios olvidados de Chalmette, hemos podido saber que la práctica totalidad de los vecinos de la parroquia de San Bernardo, descendientes de los canarios que emigra ron a finales del siglos XVIII a la Luisiana, se han llevado la peor parte de los efectos devastadores del huracán Katrina. Hasta el momento, que sepamos, no ha existido la menor noticia oficial que nos pudiese poner en antecedentes sobre número de víctimas y daños materiales causados, ni a niveles estatales ni menos a escala autonómica, salvo alguna declaración de buenas intenciones con el inevitable 'la colonia canaria está sin novedad, según noticias recibidas’. Inaudito y lamentable.

La emigración canaria a la Luisiana se produjo entre 1777 y 1783, cuando España ocupaba este territorio y se decidió, por parte de Madrid, asegurar con la colonización el dominio sobro una zona conflictiva y muy codiciada por sus recursos naturales y situación estratégica. Así, en esos años salieron de las 4.312 personas con rumbo a Nueva Orleans, aunque sólo consiguió llegar la mitad, ya que, como señala el profesor Manuel Hernández González en su reciente estudio La emigración canaria a América (CCPC, Tenerife 2005), se registraron numerosas deserciones cuando las expediciones tocaron en Cuba, especialmente a partir de 1779, con la declaración de guerra a Inglaterra. Según este especialista en la materia, a los campesinos canarios -con predominio de gomeros y grancanarios- se les pagaba el pasaje además de la entrega de tierras, una vez llegaran al puerto de destino. Hubo escasa participación por parte de los habitantes de Tenerife y La Palma, ya que estas islas venían sufriendo graves pérdidas en su población, y se llegó a temer que, ante sucesivas expediciones migratorias, se llegase al abandono masivo de los cultivos y a un grave despoblamiento de estos territorios. Una vez llegados a la Luisiana, los emigrantes canarios se asentaron en cuatro puntos o núcleos de población: San Bernardo, cercano Nueva Orleans; Barataria, al otro lado del Misisipi; Galveztown, en la confluencia del río Amite, y Valenzuela, en el bayou de Lafourche. Según Hernández González, Barataria y Galveztown fracasaron bien prono, la primera como consecuencia de dos huracanes casi consecutivos (en 1779 y 1780), lo que viene a significar algo más que una simple coincidencia, si lo relacionamos con lo acontecido hace unas semanas con el huracán Katrina. Ahora, según relata el corresponsal de EI País la parroquia de San Bernardo ha desaparecido prácticamente del mapa de los Estados Unidos, y, desde luego, también de la memoria histórica del pueblo canario, que es mucho más lamentable.

Allí hace unos pocos años, tuvimos oportunidad de conocer a muchos de sus habitantes; de cantar para ellos en el teatro de San Bernardo; de escuchar unas raras décimas en la voz de Iván Pérez, enseñadas por sus padres que a la vez las aprendieron de otros ascendientes canarios; de visitar en su casa de la costa al viejo Chelito, nonagenario y patriarca de aquel insólito grupo de seres, que aún conservaba el idioma arcaico del siglo XVIII, con abundantes modismos del léxico canario. Todo un laboratorio y un archivo de incalculable valor en aras de poder conocer cómo fueron los canarios de hace más de dos siglos, qué cantaban, cómo hablaban y sentían. Tras la catástrofe ha quedado el infierno, según palabras de Henry Junior Rodríguez, presidente de la hermandad Heritage and Cultural Society, que conservaba en su museo todos los recuerdos y vestigios de aquellos viajeros que se vieron obligados a dejar su tierra natal a cambio de conseguir una mayor calidad de vida. Hoy, después de dos siglos, ya sabemos que la fatalidad, la desgracia y el abandono les esperaban al final del camino. Injusto colofón para tan hermosa aventura. Es posible que, como ha declarado el sheriff Jack A. Stephens (también rama del mismo roble), San Bernardo puede ser reconstruido, quizás por las dos refinerías de petróleo que daban trabajo a centenares de isleños, que es como se les conoce a nuestros casi paisanos. O quitemos el casi, si prefieren. Ya se sabe: poderoso caballero es don dinero. Pero han quedado en el camino muchas vidas humanas, numerosas historias que tanto tienen que ver con nosotros, innumerables sueños frustrados. Aunque el señor Bush no llegue a entenderlo nunca. Será Su mayor castigo. (Elfidio Alonso)

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