Los vikingos:
Los francos llamaron normandos ("hombres que vienen del norte) a estas gentes que nunca formaron un pueblo unido dentro de fronteras nacionales. Se impuso el nombre de vikingos, que deriva del antiguo término nórdico vikingr, usado para describir a escandinavos en viaje de pillaje, en los que saqueaban, asesinaban y también comerciaban.
Eran dos millones de paganos perdidos en la vasta soledad de sus tierras costeras, fiordos de Noruega, islotes de Suecia y playas de Jutlandia. Vivían en chozas de paja y comían cabezas de arenques. La codicia impulsó sus campañas. Mataban monjes y laicos y violaban a las mujeres, llevándoselas junto con sus hijos para venderlos a todos como esclavos. Convertían los tesoros eclesiásticos en plata fundida. Practicaban con frecuencia el secuestro y mataban a palos a los rehenes si no recibían el rescate exigido.
Expediciones vikingas:
Los diversos pueblos escandinavos iniciaron a finales del siglo VIII una rápida y amplia expansión. Los suecos (o varegos) cruzaron el Báltico hacia Finlandia, el lago Ladoga y Novgorod. Por el río Dnieper atravesaron Rusia hasta el mar Negro alcanzando Constantinopla y Europa Oriental. Los noruegos se dirigieron a las islas del Atlántico Norte (Hébridas, Feroe, Orcadas, Shetland e Irlanda). Después llegaron a Escocia, Islandia y hacia el año 1000, a las costas de Norteamérica, que llamaron Vinland. Los daneses invadieron Inglaterra y Frisia, surcaron el Elba hasta Hamburgo, el Rin hasta Colonia y el Sena hasta París. Tras asolar las costas de Asturias y Galicia, bajaron a Portugal, remontaron el Guadalquivir hasta Sevilla y llegaron al norte de Africa e Italia.
Naves y técnicas de navegación:
Ya los noruegos de la Edad del Bronce (1.500 a. de C.) pintaron barcos en las paredes de las cuevas varios jarls (jefes) han sido encontrados enterrados con su nave. Un barco de tipo knorr podía avanzar a una velocidad de seis nudos transportando una carga de 40 toneladas (esta unidad de peso debe su nombre a un contenedor de madera en el que los vikingos portaban sus mercancías). El mástil no iba sujeto rígidamente en el casco, sino que podía moverse o ser abatido si el barco necesitaba ser arrastrado por tierra con ayuda de troncos. La quilla, un invento vikingo, proporcionaba estabilidad y maniobrabilidad en las corrientes rápidas. En las calmas o con viento en contra, los tripulantes empuñaban los remos. Se orientaban con mucha precisión sin brújula. Probablemente establecían la latitud por la posición del sol, la luna y las estrellas. Navegaban cerca de la costa, atentos a las señales de tierra. Un timonel veterano se ocupaba de marcar el rumbo. Observaban islas, nubes, vuelo de gaviotas, el tamaño y color de las algas. Calculaban la velocidad y las millas recorridas fijándose en su estela y la fuerza con que la roda de la proa iba rompiendo las olas. La borda de las naves era muy baja y el oleaje podía inundarlas con facilidad. La tripulación arriesgaba la vida en cada tormenta. Los que fallecían durante el viaje eran arrojados al mar.
La ciudad y puerto de Haithabu:
Situada en los terrenos pantanosos de Jutlandia, donde se cruzaban las rutas comerciales procedentes de Renania y el Báltico. Durante la Alta Edad Media fue el principal asentamiento urbano vikingo. Desapareció hace 950 años y fue descubierta en 1897. Su actividad se extendió durante 250 años. En el año 825 empezó a acuñarse moneda.
Los colonos talaron todos los árboles, los animales emigraron y el suelo se volvió alcalino. Era visitada por mercaderes y viajeros árabes que compraban esclavos en base a unos tipos de cambio sólidamente fijados. Cuatro mujeres valían 820 gramos de plata, equivalente a una cota de mallas. Eran capturados en los pueblos invadidos, a menudo cristianos. Haithabu era un wik, un puerto franco donde intercambiar el botín de los pillajes vikingos. No había cárceles para los delincuentes.
En el año 850 el monje francés Anscario (san Oscar), llamado "el apóstol del Norte" erigió una pequeña iglesia y el cristianismo se fue imponiendo paulatinamente. Tras el incendio del puerto en 1066, en la orilla contraria del río Schlei, creció imparable la ciudad cristiana de Schleswig, gobernada por un rey y un arzobispo. En poco tiempo Haithabu se hundió en el fango.
Sacrificios humanos:
Celebraban frecuentes sacrificios. Se cree que el goden ejecutaba a los elegidos (prisioneros capturados en las expediciones) abriéndoles con un cuchillo la caja torácica para extraerles los pulmones y ofrecérselos a Odín. Algunos cronistas dan cuenta de estas muertes rituales, como el árabe At-Tartushi.
"Nueve hombres y nueve machos de cada especie animal son sacrificados para aplacar con su sangre a los dioses". (Adam Von Bremen, Historia de la iglesia de Hamburgo.1075 )
Vikingos: Orígenes:
Antes de referimos a las arriesgadas navegaciones de los vikingos, nos parece necesario comentar brevemente cuáles fueron sus orígenes y las causas que empujaron a estos singulares hombres a buscar nuevos horizontes más allá de su tierra natal. Sobre el término vikingo existen diversas interpretaciones, ya que los estudiosos nos han dado acepciones muy diferentes. Unos les califican simplemente como "asaltadores de bahías". Otros señalan que la palabra wik proviene del latín vicus, cuyo significado es lugar de mercado. Los vikingos además de terribles asaltadores de monasterios indefensos fueron también grandes negociantes. A los vikingos se les llamó también "normandos", es decir hombres del norte. El historiador Adam de Bremen los denominó también ascomanni, o sea, hombres del fresno, por la utilización de este tipo de madera en la construcción naval. Los árabes les llamaron machus o adoradores del fuego, y también infieles. Los griegos los conocieron como varegos.
Tras la descomposición del imperio romano se iniciaron los movimientos migratorios de los habitantes de la Europa central. Beda el Venerable señala que en esa época llegaron a Britania tres grupos de pueblos germánicos: sajones, procedentes del norte de la actual Alemania y Holanda; anglos procedentes del sur de la península de Jutlandia, y los jutos, desde el norte de la península de Jutlandia. Estos asentamientos se produjeron de modo constante a partir del siglo V, en la parte oriental de Britania; jutos en Kent; anglos en Northumbria, Mercia y Anglia Oriental, y sajones en Wessex, Sussex y Essex.
Por otra parte, en la actual Noruega, Suecia y Dinamarca se habían establecido diversas tribus germánicas: los svears llegaron al sur y este de la actual Suecia; los daneses se instalaron en la península de Jutlandia y los noruegos, con primitivos godos, se asentaron en las costas de la Noruega del sur, fiordo de Oslo. En total la población de los tres países escandinavos no superaba los dos millones de habitantes. En cuanto a su estructura política, en opinión de Pörtner aún no habían encontrado la forma estatal, aunque en Suecia los svears habían establecido algo parecido a una monarquía.
Hacia el año 872 Harald el de la Bella Cabellera logró su objetivo y se empezó a hablar del reino de Noruega. En el año 885 derrotó a sus siete rivales en la batalla naval de Hasfersfjiord. Harold era un hombre grueso, fuerte y viril como prueban los cuarenta hijos cuya paternidad se le atribuye.
Aproximadamente en el 970 Dinamarca estaba todavía desunida, situación que aprovechó Harald Diente Azul para que gran parte de Noruega queda se bajo su influencia. Desde el año 995 hasta el 1000 tuvo como rey al vikingo Olav Tryggvsson, que reunificó el reino noruego e hizo que este pueblo adoptase el cristianismo.
Suecia era el único país que se hallaba organizado bajo el punto de vista político. Los svears vivían bajo el yugo de los soberanos, que habían logrado imponerse a sus vecinos desde el 789.
Ingleses (año 500 en adelante):
Tras la retirada de las legiones romanas a la Galia (actualmente Francia) en torno al año 400, las Islas Británicas cayeron en un periodo de oscuridad que duró varios siglos y del que apenas quedan crónicas escritas. La cultura británico-romana que había existido durante 400 años bajo el dominio del Imperio, desapareció a causa de las incesantes migraciones e invasiones bárbaras. Los celtas vinieron de Irlanda (el pueblo de los Scotti dio su nombre a la parte norte de la principal isla, que se llamó Escocia). Los sajones y anglos llegaron desde Alemania, los frisos de la actual Holanda y los jutos de la actual Dinamarca. Hacia el año 600, los anglos y los sajones controlaban la mayor parte de la actual Inglaterra. Hacia el 800, tan sólo las actuales provincias de Gales, Escocia y el oeste de Cornwall permanecían en manos de los celtas. Los nuevos habitantes fueron llamados anglosajones (palabra que proviene de la fusión de dos pueblos: los anglos y los sajones). Los anglos dieron su nombre a la nueva cultura (Inglaterra viene de "tierra de los anglos"), y la lengua germánica que trajeron consigo reemplazó al idioma celta nativo y al latín importado con la conquista romana. A pesar de posteriores invasiones, y de incluso una conquista militar en fechas más tardías, la parte este y sur de la mayor isla británica se ha llamado desde entonces Inglaterra (y su pueblo e idioma "inglés"). En el 865, se rompió la relativa paz inglesa con una nueva invasión. Vikingos daneses que habían estado haciendo incursiones en Francia y Alemania formaron un gran ejército y dirigieron su atención hacia Inglaterra. En un plazo de diez años, la mayoría de los reinos anglosajones cayeron o se rindieron. Sólo los sajones del oeste (actualmente Wessex) resistieron al mando de Alfredo, único rey inglés que sería llamado "el Grande". Durante casi 200 años, Inglaterra quedó dividida entre los vikingos, los sajones occidentales y un puñado de reinos ingleses. La mitad vikinga fue llamada Danelaw (que significa "bajo la ley danesa"). Los vikingos recaudaban un elevado impuesto, conocido como el Danegeld ("el oro de los daneses"), a cambio de la paz. Se convirtieron al cristianismo y fueron asentándose gradualmente. Con el tiempo los ingleses se volvieron contra los daneses y, en el 954, fue asesinado el último rey vikingo de York. Por primera vez, Inglaterra se unió bajo un rey inglés de Wessex. En el año 1,066, el Witan ("consejero del rey") ofreció la corona a Harold, hijo del conde de Wessex. Había otros dos pretendientes al trono: Harald Hardrada (que significa "el duro gobernante"), rey de Noruega, y el duque Guillermo de Normandía. El noruego desembarcó primero, cerca de York, pero Harold lo venció en la batalla de Stamford Bridge. Rápidamente y tras su victoria, Harold forzó la marcha de su ejército en dirección sur para encontrarse con Guillermo en Hastings. La batalla osciló a favor de uno y otro bando durante todo el día hasta que, al atardecer, una flecha hirió de muerte a Harold en los ojos. Durante los dos años que siguieron, Guillermo, llamado "el Conquistador", consolidó la conquista de Inglaterra.
Durante el resto de la Edad Media, los sucesores de Guillermo se agotaron a sí mismos y al propio país con una serie de enfrentamientos y guerras encaminadas a expandir o defender sus posesiones en Francia: la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia constituyó un conflicto interminable que se extendió desde 1,337 hasta 1,453. La aspiración de un rey inglés al trono de Francia, debido a enlaces matrimoniales, fue el detonante del conflicto. Otras causas de esta guerra fueron la lucha por el control del lucrativo mercado de la lana y, entre otros antecedentes, el apoyo francés a la independencia de Escocia. En sus inicios, la guerra se caracterizó por una serie de inesperadas victorias de los ingleses, normalmente debidas a la pericia de los arqueros que, con sus armas de largo alcance, barrían las hordas de vistosas armaduras de la caballería francesa. Sin embargo, los ingleses no consiguieron alcanzar una victoria definitiva y los franceses lograron rehacerse. Inspirados por Juana de Arco, una joven campesina que decía actuar bajo mandato divino, los franceses contraatacaron triunfando con la toma de Burdeos en 1,453. La única posesión que les quedó a los ingleses en el continente fue la de Caláis (aunque no por mucho tiempo).
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