Britania:
Hacia el año 1700 a.C. un grupo de celtas llegados en embarcaciones ocupó las islas británicas.
Probablemente fueron los primeros navegantes del norte de Europa.
Hacia el 1800 a.C. los antepasados de los celtas ocupaban Francia, Alemania, los Países Bajos y la Alta Austria.
En esos años los pueblos que ocupaban la parte meridional de Escandinavia eran las futuras tribus teutónicas.
En las regiones septentrionales de Escandinavia y Rusia estaban los primitivos finlandeses, una raza no indoeuropea.
Los frisones se extendieron en la costa entre Dinamarca y Bélgica.
Sus restos arqueológicos se remontan hasta el 700 a.C.
El frisón es el idioma sobreviviente más cercano al inglés.
En el 25 a.C. la tribu celta de los trinovantes establece su capital en la localidad de Camulodunom [Camulodunum para los romanos]. Se convertiría en capital administrativa romana hasta su destrucción durante el levantamiento de Boudica (60 d.C.). Con el tiempo se convertiría en la ciudad de Colchester (Essex).
Abandono romano:
El período de invasiones (pictos, escotos, sajones, francos) empezó en 350, y unos años más tarde los intentos de usurpación de Máximo (383) y Constantino (406) alejaron de la isla las fuerzas romanas de guarnición. Grupos sajones fueron enrolados como federados, pero éstos pronto se sublevaron y llamaron a otros germanos. En la lucha que siguió entre celtas y germanos la Britania romana se extinguió casi completamente.
Tras la retirada de las legiones romanas a la Galia en torno al año 400, las Islas Británicas cayeron en un periodo de oscuridad que duró varios siglos y del que apenas quedan crónicas escritas. La cultura británico-romana que había existido durante 400 años bajo el dominio del Imperio, desapareció a causa de las incesantes migraciones e invasiones bárbaras.
Britanos diezmados por sus auxiliadores:
Las Islas Británicas eran una colonia de Roma, la más desamparada y septentrional de su vasto imperio. La población era de origen celta; a mediados del siglo V, los británicos profesaban la fe de Cristo y, en las ciudades, hablaban en latín. Ocurrió entonces la desintegración del poderío romano. El año 449, según la cronología fijada por Beda el Venerable, las legiones abandonaron la isla. Al norte de la muralla de Adriano, que corresponde aproximadamente a los límites de Inglaterra y de Escocia, los pictos, celtas que no había sojuzgado el imperio, invadían y asolaban el país. En las costas del oeste y del sur, la isla estaba expuesta a las depredaciones y saqueos de piratas germánicos, cuyas barcas zarpaban de Dinamarca, de los Países Bajos y de la desembocadura del Rhin. Vortigern, rey o jefe británico, pensó que los germanos podían defenderlo de los celtas y, según la costumbre de la época, buscó el auxilio de mercenarios. Los primeros fueron Hengist y Horsa, que venían de Jutlandia; los siguieron otros germanos, los sajones, los frisios y los anglos, que darían su nombre a Inglaterra (Englaland, England, Tierra de Anglos).
Los mercenarios derrotaron a los pictos, pero se aliaron a los piratas y, antes de un siglo, habían conquistado el país, donde fundaron pequeños reinos independientes. Los britanos que no habían sido pasados a cuchillo o reducidos a esclavitud buscaron amparo en las serranías de Gales, donde aún perduran sus descendientes, o en aquella región de Francia que, desde entonces, lleva el nombre de Bretaña. Las iglesias fueron saqueadas e incendiadas; es curioso observar que los germanos no se establecieron en las ciudades, demasiado complejas para su mente o cuyos fantasmas temían.
Decir que los invasores eran germanos es decir que pertenecían a aquella estirpe que Tácito describió en el primer siglo de nuestra era y que, sin alcanzar o desear unidad política, compartía costumbres, mitologías, tradiciones y lenguajes afines. Hombres del Mar del Norte o del Báltico, los anglosajones hablaban un idioma intermedio entre las lenguas germánicas occidentales —el alto alemán antiguo, digamos— y los diversos dialectos escandinavos. (J.L.Borges)
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Ingleses (año 500 en adelante):
Los celtas vinieron de Irlanda (el pueblo de los Scotti dio su nombre a la parte norte de la principal isla, que se llamó Escocia). Los sajones y anglos llegaron desde Alemania, los frisos de la actual Holanda y los jutos de la actual Dinamarca.
En el 597 Gregorio I envía a Agustín de Canterbury y cuarenta monjes para evangelizar Inglaterra.
Hacia el año 600 los anglos y los sajones controlaban la mayor parte de la actual Inglaterra.
Hacia el 731 Beda el Venerable completa su Historia ecclesiastica gentis Anglorum, que registra la historia de Inglaterra, eclesiástica y política, desde la época de Julio César.
La obra le valió el título de Padre de la Historia Inglesa. El primer libro se inicia con una descripción geográfica de Gran Bretaña y destaca su esmero en registrar las fuentes bibliográficas de las citas usadas.
Hacia el 800 tan sólo las actuales provincias de Gales, Escocia y el oeste de Cornwall permanecían en manos de los celtas. Los nuevos habitantes fueron llamados anglosajones (palabra que proviene de la fusión de dos pueblos: los anglos y los sajones). Los anglos dieron su nombre a la nueva cultura (Inglaterra viene de "tierra de los anglos"), y la lengua germánica que trajeron consigo reemplazó al idioma celta nativo y al latín importado con la conquista romana. A pesar de posteriores invasiones, y de incluso una conquista militar en fechas más tardías, la parte este y sur de la mayor isla británica se ha llamado desde entonces Inglaterra (y su pueblo e idioma "inglés"). En el 865, se rompió la relativa paz inglesa con una nueva invasión.
Vikingos daneses:
Vikingos daneses que habían estado haciendo incursiones en Francia y Alemania formaron un gran ejército y dirigieron su atención hacia Inglaterra. En un plazo de diez años, la mayoría de los reinos anglosajones cayeron o se rindieron. Sólo los sajones del oeste (actualmente Wessex) resistieron al mando de Alfredo, único rey inglés que sería llamado el Grande. Durante casi 200 años, Inglaterra quedó dividida entre los vikingos, los sajones occidentales y un puñado de reinos ingleses. La mitad vikinga fue llamada Danelaw (que significa bajo la ley danesa). Los vikingos recaudaban un elevado impuesto, conocido como el Danegeld (el oro de los daneses), a cambio de la paz. Se convirtieron al cristianismo y fueron asentándose gradualmente. Con el tiempo los ingleses se volvieron contra los daneses y, en el 954, fue asesinado el último rey vikingo de York. Por primera vez, Inglaterra se unió bajo un rey inglés de Wessex. En el año 1066, el Witan (consejero del rey) ofreció la corona a Harold, hijo del conde de Wessex. Había otros dos pretendientes al trono: Harald Hardrada (que significa el duro gobernante), rey de Noruega, y el duque Guillermo de Normandía. El noruego desembarcó primero, cerca de York, pero Harold lo venció en la batalla de Stamford Bridge. Rápidamente y tras su victoria, Harold forzó la marcha de su ejército en dirección sur para encontrarse con Guillermo en Hastings. La batalla osciló a favor de uno y otro bando durante todo el día hasta que, al atardecer, una flecha hirió de muerte a Harold en los ojos. Durante los dos años que siguieron, Guillermo, llamado "el Conquistador", consolidó la conquista de Inglaterra.
Durante el resto de la Edad Media, los sucesores de Guillermo se agotaron a sí mismos y al propio país con una serie de enfrentamientos y guerras encaminadas a expandir o defender sus posesiones en Francia: la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia constituyó un conflicto interminable que se extendió desde 1337 hasta 1453. La aspiración de un rey inglés al trono de Francia, debido a enlaces matrimoniales, fue el detonante del conflicto. Otras causas de esta guerra fueron la lucha por el control del lucrativo mercado de la lana y, entre otros antecedentes, el apoyo francés a la independencia de Escocia. En sus inicios, la guerra se caracterizó por una serie de inesperadas victorias de los ingleses, normalmente debidas a la pericia de los arqueros que, con sus armas de largo alcance, barrían las hordas de vistosas armaduras de la caballería francesa. Sin embargo, los ingleses no consiguieron alcanzar una victoria definitiva y los franceses lograron rehacerse. Inspirados por Juana de Arco, una joven campesina que decía actuar bajo mandato divino, los franceses contraatacaron triunfando con la toma de Burdeos en 1453. La única posesión que les quedó a los ingleses en el continente fue la de Caláis (aunque no por mucho tiempo).
Anglosajones:
Los anglos eran un pueblo germano que junto con los sajones y los jutos, invadió Inglaterra en el siglo V. Procedían del sur de Jutlandia, de la costa oriental del Schleswig, que abandonaron hacia el siglo IV o V. Su lengua y su civilización eran muy parecidas a las de los sajones, de quienes es difícil distinguirlos en su evolución histórica posterior.
El primer asentamiento anglosajón en Inglaterra data del 499. La invasión empezó en las costas meridional y oriental y continuó hacia el oeste y el norte. Se vio favorecida por la retirada de las legiones romanas y por las disensiones entre las tribus celtas. El origen de los jutos es discutido y los sajones procedían de la costa septentrional de Alemania y Frisia (Países Bajos). Los jutos ocuparon Kent, la isla de Wight y el sur de hampshire. Los anglos ocuparon Estanglia el norte y el este del Midlands y Northumbria. Los sajones ocuparon la parte meridional y central de Inglaterra. Las tribus germánicas practicaban la agricultura, el pastoreo, la caza y la pesca.
Campañas en Escocia de Eduardo I:
Eduardo I de Inglaterra, desde su posición de superioridad militar, insistía en que los nobles escoceses le rindieran homenaje.
La sucesión de Escocia estaba en disputa entre 13 candidatos y no estaba claro quién poseía mayores derechos de acuerdo con la tradición sucesoria.
En 1297 la victoria escocesa sobre los ingleses en la batalla de Stirling Bridge supone que William Wallace fuera nombrado Guardián de Escocia tras la muerte de Andrew Murray.
Las tropas escocesas aprovechan la falta de un ejército de ocupación y siembran el temor en Cumbria y en Northumbria.
Eduardo I derrota a Wallace en su atrincheramiento de Falkirk, después de la huida de los barones escoceses.
El muy superior ejército inglés estaba compuesto de 26.000 soldados y 3.000 caballeros, parte de ellos galeses mal avenidos.
Las campañas militares inglesas para asegurar Gales y territorios en Francia se financiaban con duras recaudaciones de impuestos que creaban gran descontento.
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