HISTORIA
DOCUMENTOS
Pueblos del Sahara



Vida nómada en el Sahara:
Salvo excepciones momentáneas debidas a alguna lluvia intensa o a una crecida, las praderas del Sahara son demasiado pobres para posibilitar la permanencia prolongada de rebaños, los cuales deben deambular incesantemente incesantemente para encontrar su alimento. Las bestias necesitan agua en menor o mayor cantidad según la estación; en verano todos los animales domésticos, excepto el camello, deben beber por los menos cada dos días. Por eso excelentes prados de pastoreo están destinados a quedar desiertos si, en un radio de 25 km, no existen pozos para abrevar ovejas. Todos los animales, incluidos los camellos, necesitan de tiempo en tiempo una cura de sal en forma vegetal (plantas saladas) o mineral (fuentes saladas en el Sahara meridional); tres requisitos imperativos para que sea posible hablar de ganadería nómada. Las migraciones pastoriles se efectúan según modos que varían de un año a otro de acuerdo con el estado de las praderas. En los límites norte y sur del desierto hay algunas tribus que se dedican a la cría de ovejas: son los ait khebbache del sur marroquí, los arba'as y los uled zekri del sur argelino, los merazigues del sur tunecino. El cordero se adapta sin dificultad a las praderas de plantas saladas; también soporta los fríos invernales de la hamada, a condición de contar con buen alimento, pero, en verano, le es preciso beber con regularidad cada dos días. Por lo tanto, sólo puede subsistir si pasa el estío en la proximidad de los pozos, de donde pronto consume todo el pasto, o bien en un constante ir y venir entre el desierto y alguna región húmeda. Se establece así una migración regular, llamada en Argelia achaba, que conduce, por, ejemplo, los rebaños de los arba'as desde la región de los dayas en el sur de Lagwat, donde ivernan, hasta la zona colonizada del Sersu, donde permanecen durante el verano. Otras tribus, que no tienen la posibilidad de pasar la estación seca fuera del desierto, se dedican exclusivamente a la cría del camello; tal es el caso de los regueibat de Argelia (Lguacem) o de Mauritania (Sahel). En invierno no existe el problema del abrevadero, y en verano basta con visitar los pozos de tiempo en tiempo. El rebaño puede entonces dispersarse en busca de lugares reverdecidos y aprovechar al máximo el terreno; los habitantes de las tiendas se ven exentos de la preocupación del agua, que reemplazan con leche de camella. Sistema sencillo, económicamente perfecto, que permite a los nómadas una libertad de movimientos casi total. Durante varios siglos las caravanas de camellos representaron una de las actividades esenciales de los nómadas. Viajeros y mercancías circulaban en grupos, bajo la vigilancia remunerada de las tribus cuyos territorios atravesaban. En la época en que la economía cerrada era lo habitual en Europa, las caravanas introdujeron en Africa del Noroeste una economía de libre competencia. (Robert Capot-Rey)

Los Tuareg:
Es de raza beréber pero con abundante mestizaje con negros sudaneses. Se caracteriza por una estatura elevada [1,75 de media], marcada doliocefalia, piel morena y ojos oscuros. Los tuareg (en singular targuí o targui) son, al parecer, los targa que los escritores árabes sitúan al Sur de Marruecos (en los siglos IX-XI), y a partir del siglo XIV, en el centro del Sahara. Estos beréberes sanhaya probablemente se desplazaron ante el empuje de los árabes, cuya religión practicaron de un modo muy laxo. Protegidos por sus montañas y por el desierto, conservaron su lengua (tamahaq) y su civilización, y fueron los últimos en utilizar el alfabeto tifinag. Debido a la asimilación de elementos étnicos muy diversos, los tuareg solamente se distinguieron por sus costumbres: uso del velo (litam) negro o azul, nomadismo, pillaje, matriarcado, libertad de costumbres. Entre ellos se distinguían tribus nobles y vasallas (imraden), con sus respectivos esclavos domésticos y agricultores (iklan o harratin). Sus tribus, minúsculas, formaban confederaciones, a menudo sometidas a un amenokal; los grupos más importantes eran los ajjer y los ahaggar al Norte, y los ayr o ui, los ifora y los gres al Sur, hasta los límites del Sudán; las otras eran los autassar, dinnik, jullemiden y teneguereguif. Después de su instalación en el Sahara, los guerreros tuareg alternativamente protegieron y robaron a las caravanas, dirigieron la explotación de las salinas, transformaron a los cultivadores de los oasis en aparceros y lucharon contra los tubus y contra los árabes nómadas. Las tribus del Sur encontraron un campo de expansión fácil entre los negros del Sudán; tras la sumisión de los hausa de Ayr (siglo XIV), los tuareg disputaron el control del codo del Níger (Tombouctou, Gao) al reino de Mali (siglos XIV y XV), a los songay (siglos XV y XVI), a las guarniciones marroquíes (siglo XVIII) y a los fulbé (siglos XVIII y XIX).

Enfrentamientos con los europeos:
Los tuareg impidieron a los primeros viajeros europeos, Barth (1850-1855) y Duveyrier (1859-1861), atravesar el Sahara. Los ahaggar destruyeron la misión Flatters (1881) e intentaron, inútilmente, impedir la expedición de Foreau-Lamy (1898-1899); vencidos en Tit por el teniente Cottenest (1902), se sometieron al comandante Laperrine (1904). Los tuareg del sur, que habían aniquilado a las tropas del teniente coronel Bonnier frente a Tombouctou (1894), fueron expulsados de Gao (1899) y aceptaron la presencia francesa a partir de 1903. Sólo los ajjer, en contacto con la Tripolitania y el Fezzán, conservaron su independencia; en 1915, empujados por los sanusíes, atacaron los puertos franceses; la agitación se extendió a los ahaggar, que entraron en disidencia, después del asesinato del padre De Focault (1916), y los ayr (1917), pero el movimiento sucumbió ante la diplomacia del general Laperrine. El género de vida de los tuareg está amenazado por la pérdida de los aparceros y esclavos y están repartidos entre Malí, Níger, Libia y Argelia.

Historia de la ciudad de Tombouctou:
Lamada también Timbuktu, Tombuktu o Tumbuctu. Ciudad de la República de Malí (región de Gao), al NO del codo descrito por el Níger en su gran meandro, a 12 km de las márgenes escarpadas del Níger en sus más bajas aguas. El primer núcleo de la ciudad fue construido alrededor del 1100. Hacia 1324-1331 Kankan Mousa, rey del Mali, lo amplió y dotó de mezquitas y palacios. Se convirtió en el principal centro del comercio del Africa del norte y la banda Sudanesa; a través del desierto, los mercaderes árabes, procedentes del Mediterráneo, intercambiaron sus productos con oro y esclavos procedentes del "país de los negros". Tras la decadencia del imperio Mali fue conquistada en 1435 por los tuareg y en 1468 por Sonni Ali, que la incorporó al reino de Songay, bajo cuya dominación (comienzos del siglo XVI) alcanzó su máximo esplendor, como centro de difusión de la religión y la cultura islámica en toda el Africa occidental. En 1591 una expedición de hispano-marroquíes al servicio del sultán de Marruecos cruzó el Sahara en busca de las legendarias minas de oro del Sudán y conquistó Tombouctou. Hasta 1620 dependió directamente del sultán de Marruecos y desde esta fecha hasta 1737 estuvo gobernada por una casta militar descendiente de los conquistadores, que paulatinamente se fundieron con el resto de la población ; no obstante, la ciudad continuó siendo el centro científico e intelectual más importante de esta parte de Africa. En 1737, ya en los inicios de su decadencia fue nuevamente ocupada por los tuareg. En 1826 fue visitada por A.G.Laing y posteriormente por R.Caillié (1828), H.Barth (1853) y O.Lenz (1879-1880). El acuerdo franco-británico de 1890 sobre las zonas de respectiva influencia en la cuenca del Níger asignó Tombouctou a Francia, que la ocupó en enero de 1894.


Théodore Monod (Ruán 1902-Versalles 2000):
Hijo, nieto y bisnieto de pastores protestantes. Desde los 5 años se hizo la promesa de ser naturalista. A principios de los años veinte llegó a Mauritania como científico para estudiar peces y recorrió el país de norte a sur. En 1926 regresó a Francia y se doctoró en Ciencias mientras estudiaba literatura árabe y los dialectos del desierto. Desde 1934 a 1936 cumple el servicio militar en el Sahara y encuentra pinturas rupestres capitales para comprender su prehistoria. En 1938 fue nombrado director del instituto francés del Africa Negra, con sede en Dakar. En 1948 el oceanógrafo Piccard le invitó a una expedición submarina a bordo de su batiscafo. En 1963 ingresa en la Academia de Ciencias francesa. En 1988, con 86 años, encabezó una expedición en busca de un meteorito. En 1998 apareció junto a Daniel Cohn-Bendit en la lista de Los Verdes al Parlamento Europeo. Le gustaba definirse como un "anarquista cristiano". Aplicó un saber enciclopédico a sus viajes. Se acrecentó su perfil pacifista, ecologista y su deseo de proteger Africa de la depredación de Occidente. Criticó la caza, los abusos de la economía y el Rally París-Dakar. Fascinado por lo exótico no logró vivir más de un año en la ciudad sin aburrirse. Su afición filosófica le unió a su amigo el paleontólogo jesuita Teilhard de Chardin. Uno de los últimos exploradores románticos en un mundo completamente cartografiado. Había dicho que necesitaría vivir 200 años para saciar su afán de conocimiento. "Para muchos el desierto es una filosofía, un modo de vida, o una búsqueda interior. Para mí no es nada de eso. Yo sólo soy un incorregible curioso". Hubiera deseado morir a lomos de un camello. Publicó una quincena de libros de divulgación científica y filosófica como Memorias de un naturalista viajero (1990).

    «El desierto te pule el alma, nos enseña a no gemir, a no hablar inútilmente. Es un educador severo que no deja pasar debilidad alguna. Es una escuela que nos obliga a tirar la quincalla de los pensamientos, a fortalecerlos. En el desierto, el cerebro pone rumbo hacia adelante. Estamos por fin libres de futilidades y de lo inútil, de los parloteos. El desierto no es complaciente, esculpe el alma» (Théodore Monod)


John Hare repite el recorrido de Vischer a la inversa (2001):
Considerado antaño entre los más ilustres exploradores, Hanns Vischer había caído prácticamente en el olvido cuando John Hare, compatriota suyo y promotor de la Fundación para la Protección de los Camellos Salvajes, descubrió su libro Across the Sahara, publicado en 1910. En la obra se narra con todo detalle un duro viaje a través del mayor desierto de arena del mundo. Vischer, un pedagogo nacido en Suiza que trabajaba en la adminstración colonial británica en Nigeria, se sintió intrigado por la "senda mortal", la ruta centenaria utilizada para llevar esclavos, que en su mayoría perecían, desde el Africa subsahariana hasta la costa mediterránea. Acompañado de peregrinos y esclavos liberados, aquel funcionario -y pintor aficionado- de 30 años recorrió el mismo trayecto a la inversa, de Trípoli al lago Chad. Vischer se enfrentó a temperaturas tórridas y a la amenza de tribus hostiles; increiblemente, no perdió ni un solo miembro de su equipo. Terminada su odisea en 1906, ideó un innovador plan de estudios para las escuelas africanas, que le valió el tratamiento honorífico de sir. Es recordado en el norte de Nigeria por el sistema educativo que preconizó, que trataba con consideración la religión y costumbres del pueblo hausa, islámico en su mayoría. "Me adentré en el sahara frívolamente, como un necio. Al salir era un hombre agobiado por la abrumadora majestad que de tan cerca había contemplado". Hare viajó [con GPS] de sur a norte, en un tiempo menor [105 días] que su predecesor al acortar los descansos en los oasis.

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