HISTORIA
Jesuitas



Jesuitas:
Jesuitas o Compañía de Jesús, instituto religioso de clérigos regulares de la Iglesia católica. Fundada por san Ignacio de Loyola en 1534. Fue confirmada oficialmente por Pablo III (1540). La frase emblemática de la orden es Ad majorem Dei gloriam y su objetivo es el de difundir la fe católica por medio de la predicación y la educación, así como trabajar en lugares y momentos en que así lo requiera con urgencia la Iglesia. Desde los primeros momentos de su historia, la enseñanza ha sido la principal actividad de la orden. Sus principales aportaciones abarcan el ámbito de la teología y distintas disciplinas seculares.

Alejandro VI Jacques de Molay San Francisco de Asís. Giotto Convocatoria de Urbano II

Fundación:
Cuando fundó la Compañía, Ignacio de Loyola pretendía organizar peregrinaciones a Tierra Santa para convertir a los musulmanes. Sin embargo, con el estallido de la guerra contra los turcos otomanos, todos los planes para la peregrinación a Tierra Santa se desvanecieron. En cambio, los jesuitas solicitaron al Papa una constitución que les permitiera realizar misiones a lugares que él mismo decidiera. Una vez aprobada la constitución, eligieron a Ignacio de Loyola como primer superior general. Los años de su fundación coinciden con el avance del protestantismo y la persecución del erasmismo, considerado heterodoxo. El grupo principal de fundadores se caracterizaba por su destacada formación académica. Su funcionamiento se caracterizó por un notable mayor grado de modernidad en comparación con el resto de órdenes de la época.

La Compañía creció rápidamente y sus miembros tuvieron una actividad decisiva durante la Contrarreforma, especialmente en el transcurso del Concilio de Trento, así como fundando escuelas y centros de estudios superiores en toda Europa. Durante 150 años dirigieron los más importantes centros educativos europeos y, hacia 1640, contaban con más de 500 centros de estudios superiores repartidos por todo el continente. Aproximadamente un siglo después, esta cifra alcanzaba ya los 650; además, la orden tenía a su cargo, en forma total o parcial, la dirección de 24 universidades. También establecieron más de 200 seminarios y casas de estudios para sus miembros. Durante el periodo de la Contrarreforma, la educación jesuítica se enfocó principalmente a fortalecer la fe católica frente a la expansión del protestantismo. Si bien la educación jesuítica para laicos estaba dirigida principalmente a la nobleza europea y a estudiantes pudientes, también tenían a su cargo escuelas profesionales y, en los territorios donde trabajaban en misiones, escuelas para los pobres. La provincia argentina de Misiones cuenta con una destacada actividad turística originada, entre otras razones, por la conservación de las ruinas de las misiones jesuíticas, cuya existencia durante el periodo colonial español es el origen del nombre de esta división administrativa. En las proximidades de la ciudad de San Ignacio, a orillas del río Paraná, se encuentran los hermosos restos de la misión homónima.

Castillo de Santangelo. Roma San Roque peregrino Concilio de Trento

La actividad de los jesuitas fue exitosa en su labor misionera. Especialmente importante fue la emprendida por san Francisco Javier en India y Japón. La Compañía de Jesús se expandió más tarde por el interior de China y por las costas de África. Las cartas que escribieron los misioneros jesuitas que trabajaban en Canadá, en las que enviaban información de tipo etnológico, histórico y científico, fueron publicadas con el nombre de Relaciones Jesuíticas, formando una única y muy valiosa fuente de información referente a los nativos de ese país. Sin embargo, el trabajo de las misiones jesuíticas más conocido del Nuevo Mundo fue la fundación de las reducciones, siendo las más famosas las de Paraguay. Eran comunidades de indígenas, gobernadas por los jesuitas. Allí, y durante casi 200 años, los jesuitas dirigieron un enorme grupo de indígenas, logrando fundar 32 poblados, con una población de aproximadamente 160.000 personas. Enseñaban métodos agrícolas siguiendo las tradiciones autóctonas, artes mecánicas y favorecían el desarrollo del comercio. Desde el punto de vista económico, la Orden estaba obligada a una pobreza estricta. Sólo las casas de estudio y las de formación de jóvenes podían tener rentas propias. Los profesos renunciaban a cualquier riqueza, y también a cualquier prelacía o cargo eclesiástico. A la muerte de Ignacio (1556), los miembros de la Compañía ascendían a más de mil, y sus casas, más de cien, se repartían por doce provincias. En 1615, el número de jesuitas alcanzó la cifra de 13.000. Había establecimientos en Francia, Portugal, Flandes, Polonia, Italia, España y América. Estaba estructurada en una jerarquía peculiar. Un general de la Orden, con carácter vitalicio, elegido por una congregación general, considerada como el supremo órgano legislativo; procuradores en cada provincia; consejeros nacionales con la misión de ayudar a los generales provinciales. Los demás cargos los designaban los generales o prepósitos provinciales.

En 1620 Francis Bacon publicó un manifiesto científico titulado Novum organum. En él razonaba que «saber es poder». Una humilde y específica teoría que nos permita hacer cosas nuevas constituye saber y confiere poder. Esta nueva aproximación al conocimiento reforzó el vínculo entre la ciencia y la tecnología útil para la vida productiva y el progreso técnológico.

Oposición a la Orden:
La historia de la Compañía de Jesús estuvo marcada por una constante oposición a su labor, especialmente en los países católicos. La devoción que los jesuitas tenían por el Papado les costó una fuerte oposición por parte de los dirigentes de diversos estados. Igualmente, y debido al gran entusiasmo que ponían los jesuitas en todo lo que significaran reformas eclesiásticas, se ganaron la enemistad del clero. La Compañía fue expulsada de diferentes países europeos. En España la expulsión es ordenada por Carlos III en 1767. Tras el motín de Esquilache (1766) se adoptó una serie de medidas ejemplares para acallar el descontento popular. El marqués de la Ensenada, tenido por simpatizante de los jesuitas, cayó en desgracia en esos días. Entre los religiosos de otras órdenes la expulsión decretada no fue motivo para lamentarse o preocuparse. En 1773 Clemente XIV publicó la bula Dominus ac Redemptor en la que ordenaba la supresión de la Compañía. El rey de Prusia, Federico II el Grande, y la emperatriz de Rusia, Catalina II la Grande, grandes admiradores de la labor educativa y del conocimiento de los jesuitas, se negaron a aceptar el documento y hacer efectiva la publicación del mismo. En estos países la orden se mantuvo hasta 1814, año en el que el papa Pío VII restauró canónicamente la Compañía. Ante este hecho, también volvieron a cobrar fuerza los grupos religiosos y políticos que estaban en su contra. (Fuente: Encarta)


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