Los pueblos de Mauritania:
El término mauritano, procedente del latín maurus (también mauro y moro) se aplica desde hace siglos a los pueblos musulmanes establecidos entre el estrecho de Gibraltar y el interior del Africa occidental. Sin embargo, desde que los franceses conquistaron el Sahara a finales del siglo XIX y principios del actual, este gentilicio se ha reservado para los habitantes de un sector del desierto occidental, conocido en el mundo árabe como Shinquit.
Hoy esta inmensa área geográfica queda comprendida en los límites de la República Islámica de Mauritania, que con una superficie que dobla la de la península Ibérica contiene una población entre 500.000 y 1.500.000 personas según las fuentes. Los mauritanos propiamente dichos constituyen un 75 por ciento del censo, dividiéndose en dos amplios grupos étnicos que se conocen por sus nombres arábigos: el de los bidani o "blancos" de origen bereber, y el de los sudani o "negros", formados sobre todo por una combinación de elementos sarakolés, bambaras, ulofes, toucouleurs y fulanis.
Antiguamente los sudani estaban en general subordinados a los bidani, aunque las divisiones entre ambos no se basaban ni se basan en el color, sino en la clase social. Existen muchos badani de tez oscura -a consecuencia del meztizaje con personas sudani- a quienes se acepta en el seno de la clase superior por sus antepasados aristocráticos. En el siglo XIX algunos bidani tenían consideración al grupo subordinado, por faltarles una genealogía noble.
Los mauritanos habitan un país agreste y dificultoso. En las regiones centrales y septentrionales prevalecen las condiciones ambientales saharianas, con extensiones inmensas de dunas móviles, antiplanicies pedregosas y áridas, y en general escasa o nula vegetación. Las precipitaciones aumentan en el Sahel ("orilla"), nombre que los mauritanos aplican a los bordes del desierto en el sur de su país, y llegan a superar los 510 mm anuales en la cuenca del río Senegal. Esta región sureña se caracteriza por sus dunas más estables y una vegetación compuesta de monte bajo y hierbas estivales. Más de la mitad de los mauritanos viven en las llanuras de Trarza y Brakma, en el Sahel sudoccidental.
Según la tradición, los antepasados de los mauritanos llegaron al país con el caudillo almorávide Abu Bakr ibn Umar. Otros mauritanos se consideran descendientes de invasores legados de Marruecos o Argelia durante los siglos VII y VIII, mientras que una tercera oleada de hijos de Hassan, de la tribu de los benimaquiles, debió arribar hacia el siglo XV. La lengua Hassanía toma su nombre de este último grupo, que acabó conociéndose por la denominación de hassaníes. Pero sus predecesores debieron hablar un dialecto bereber, el zenaga, que todavía se conserva en algunos lugares de Trarza. A medida que estos inmigrantes fueron desplazándose en dirección sur, hacia regiones más acogedoras del Shinquit, se encontraron con negroides establecidos en la cuenca del Senegal, incorporando estos sudani a la sociedad mauritana en calidad de tributarios de las familias nobles.
La dirección de la sociedad tradicional correspondía a dos grupos bidani, las tribus hassaní y zawiya, que comprenden un 20 por ciento del censo, servidos por varias clases tributarias entre las que figuraban esclavos, libertos, músicos y poetas. Afirma la leyenda que el origen de la división entre aristócratas hassaníes y zawiyas fue la llamada guerra de Bubba, que enfrentó a los berberiscos del país con los recién llegados hassaníes. Concluyó (probablemente hacia finales del siglo XVII) con la victoria de los hassaníes, que obligaron a los derrotados zawiyas o "gentes de los centros religiosos" a abandonar las armas, vivir conforme el Corán y prestar determinados servicios. Más tarde algunos pueblas hassaníes renunciaron a su pasado belicoso para convertirse en zawiyas.
El poder temporal quedaba en manos de ciertas tribus hassaníes, que lo alcanzaban demostrando su capacidad para proteger a los aliados y castigar a los enemigos, pero cuya potencia estaba ligada a la lealtad y pericia bélica de sus dependientes. Los hassaníes obedecían a sus respectivos emires regionales, nombrados por un consejo de ancianos. El emir disponía de escaso poder individual y se limitaba a ejecutar las órdenes del consejo. Los hassaníes cobraban impuestos y se hacían pagar la protección dispensada a las caravanas. Las tribus zawiyas eran guardianes espirituales de la sociedad, pero también controlaban los recursos económicos del país. Existía una firme tradición de perfeccionamiento cultural entre los zawiyas, en general más cultos que el grupo aristocrático, dándose el caso frecuente de que sus eruditos mediaban en disputas de los hassaníes y les asesoraban en cuestiones religiosas.
Aún siendo más numerosos que los hassaníes, al estar divididos en pequeños grupos de pastores que debían dispersarse para aprovechar los escasos pastos disponibles, los zawiyas quedaban en una situación muy vulnerable y precisaban de la protección de las unidades sociales hassaníes, más nutridas y sobre todo más móviles. No obstante, sus jeques ejercían un poder considerable y gozaban de libertad para tomar iniciativas. Los zawiyas poseían un sistema tributario propio, basado principalmente en ofrendas de carácter religioso.
Colonización europea:
Los intereses comerciales europeos, en particular franceses, entraron en contacto con la sociedad mauritana a finales del siglo XVIII, aunque hasta comienzos del siglo XX Francia no extendió su control a todo el país. Mauritania se convirtió primero en "Territorio Civil" y después en colonia administrada desde Saint Louis (Senegal) hasta la independencia, conseguida en 1960. La "pacificación" francesa aumentó la seguridad personal de los mauritanos no hassaníes, gracias a la supresión de las correrías. Liberadas las gentes tributarias de su servidumbre, los hassaníes perdieron sus tradicionales fuentes de ingresos y tuvieron que dedicarse a la ganadería o al comercio.
La educación de corte europeo se introdujo por medio de varias escuelas que enseñaban el árabe y el francés, aunque esta novedad afectó a pocos mauritanos, salvo a los sudani emancipados y a las antiguas clases tributarias, y no bastó para desplazar la instrucción tradicional zawiya. Pese a haber empeorado la situación económica de las tribus hassaníes, las subvenciones concedidas por París reforzaron la autoridad política de sus emires, ensanchando el ámbito de su protección y manteniendo los cargos dentro de unas cuantas familias. El dominio colonial tuvo también otro efecto destacable en el país, al incorporar algunas tierras meridionales habitadas por gentes que tradicionalmente no formaban parte de la sociedad mauritana.
Mauritania fue el último país del Africa Occidental Francesa que obtuvo la independencia. El nuevo estado era muy pobre.
Extensión: |
1.030.700 km2 |
Población: |
2,27 millones |
Densidad: |
2,2 hab/km2 |
Capital: |
Nuakchott |
Moneda: |
uguiya |
Población Urbana: |
47 % |
Grupos Etnicos y Lingüísticos Mayoritarios: |
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Idiomas: |
francés, árabe, hassaniya, pular, soninké, wolof |
Religiones: |
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Indice de Natalidad: |
6,5 |
Esperanza de Vida: |
117 por 1.000 |
Renta Per Cápita: |
527 $ USA |
Indice de Alfabetización: |
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Pescadores imraguens:
El actual Parque Nacional de Arguín alberga la gran mayoría de los Imraguens de Mauritania, unos 1000 que habitan 7 poblados distribuidos entre la isla de Arguín, límite norte y Nouamhgar, límite sur del Parque. Algo más al sur y ya fuera de los límites viven otros 500 en 5 nuevos poblados.
Para descubrir el origen de este legendario pueblo tan íntimamente ligados al medio en que viven, habría que remontarse a la época en que las poblaciones negras neolíticas quedaron aisladas en la costa, antes de la llegada de los bereberes sanhajas, empujados por la invasión árabe. Esta mezcla racial se ve reforzada por un nuevo aporte de raza negra, esclavos vendidos por los franceses en la época en que abandonan el fortín de la isla de Arguín en 1728. Sin embargo el origen bereber, mayoritario, parece fuera de toda duda a juzgar por la gran cantidad de términos bereberes que aún hoy en día emplean, sobre todo en el sector pesquero. A lo largo de todos estos siglos han vivido únicamente de la pesca, aportando periódicamente tributos a los Moros para la protección de los poblados y derechos de pesca.
El salvaje Rally a Dakar:
[...] Seguramente el francés Thierry Sabine, cuando organizó esta aventura, hace ahora 27 años, no pensó que iba a dejar su vida en accidente en dicha prueba (año 1986) y que también estaba dando comienzo a una experiencia que les abriría las puertas a la voracidad lucrativa de muchas multinacionales de la industria automovilística, por una parte, trasladando al Continente Negro, desde camiones de competición, coches, motos, vehículos de asistencia, aviones, helicópteros de localización y salvamento, medios de comunicación, y diversas organizaciones. Todos en su lucha por conseguir los mejores puestos en la clasificación final, y por consiguiente incrementar la publicidad en campañas de pre-ventas de las marcas representadas, sin importarles un ápice el negativo impacto medioambiental y avasallador que van provocando por donde pasan, atravesando miles y miles de kilómetros, por diferentes ecosistemas, tanto en desiertos como en asentamientos nómadas y fauna salvaje. Cuando veo las imágenes que nos ofrece la TV cada año, siento lástima por los pobres (subrayo pobres en el más amplio significado de la palabra), habitantes de esos territorios míticos, y que sin pedirles permiso, les cruzan su hábitat natural, con esas máquinas infernales, lanzadas a toda velocidad, como "locos" que van arrasando y levantando enormes columnas de polvo, ahuyentando todo lo que se les ponga por delante. Si además de esto, le añadimos los numerosos heridos y víctimas mortales que han provocado estas pruebas; ya tenemos el caificativo de "salvajada". Han muerto varios participantes y habitantes de estos territorios, sin pararme a contabilizar a su propia fauna, que pudiera ponerse en su camino. [...] (Ernesto Beautell)
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