Federico Fellini (Rimini 1920-Roma 1993):
De niño se escapó del internado para seguir a un circo ambulante, incidente que dejó una impresión imborrable en su mente infantil. El circo se convirtió par él en una pasión y en fuente de inspiración en su trabajo como autor de cine. Como tal, encontró la consagración con La strada (1954) y La dolce vita (1959). Treinta años después, y con muchas obras maestras en su haber, continuó provocando y fascinando al público, experimentando y dando rienda suelta a su fantasía en Ensayo de orquesta (1978), La ciudad de las mujeres (1980), Y la nave va (1983), y Ginger y Fred (1985), y rindiéndose un homenaje a sí mismo en Entrevista (1987). Recibió un Oscar (1992) en reconocimiento a toda su obra.
Otras películas: El jeque blanco (1950), Los inútiles (1953), Almas sin conciencia (1955), Las noches de Cabiria (1957), Fellini, ocho y medio (1962), Giulietta de los espíritus (1965), Satyricon (1969) adaptación de la novela de Petronio, Roma (1972) síntesis impresionista de la vida de una ciudad, Amarcord (1973) aproximación a los recuerdos de su infancia, El Casanova (1976) rodada durante tres años, muestra su personal visión del s.XVIII, La voz de la luna (1989).
Carta de Fellini (1957):
Es entonces cuando nace la intuición y la fe en los valores que trascienden a nuestra naturaleza. Ya no me bastan el inmenso mar y el cielo lejano que tanto amo en mis películas: más allá del mar y del cielo, incluso a través de una angustia o de la dulzura de una lágrima, se puede entrever a Dios, su amor, su gracia, no precisamente como un arrebato de fe teológica, sino como una profunda exigencia del alma.
Sólo así me parece que soy honrado con aquellos que sufren y que no traiciono con humanas divagaciones -tan sólo ricas en promesas y cálculos- a los que siempre han sido apaleados en la vida, explotados, maldecidos, desgraciados. (Fellini) Su primer film en color Giulietta de los espírutus (1965) contiene un sueño que tiene lugar en una playa. Desde Los inútiles (1953) Fellini presentó la playa como el lugar donde sus personajes alcanzan conciencia de sí mismos.
La dolce vita (1960):
Coescrita con Pinelli, Flaiano y Brunello Rondi; y rodada en decorados de Cinecittà que reproducen una larga franja de Vía Veneto.
El joven de provincias Marcello Rubini llega a Roma para dedicarse al periodismo. Se convierte en un cínico y hastiado periodista de sociedad con métodos poco edificantes para conseguir primicias. Las distracciones banales en las que repetidamente cae le impiden convertirse en el escritor serio que su amigo Steiner puede ver en él.
Durante la famosa escena de la Fontana di Trevi Marcello se da cuenta de que Sylvia (Anita Ekber) es la única persona pura que conoce.
Un amanecer de resaca en una playa contempla la imagen de la inocencia con la que no consigue comunicarse.
La película constituyó todo un acontecimiento social. Recibió encendidas críticas por una pretendida defensa de posturas morales reprobables.
En EE.UU., junto a la crisis y la incertidumbre en el terreno social y político, surgen películas que muestran la fascinación de la nostalgia.
Con resonancias autobiográficas surgen Conocimiento carnal (Carnal knowledge, 1971), de M.Nichols sobre un guión de J.Feiffer, y The Last Picture Show (1971), de Peter Bogdanovich. Siguen películas nostálgicas que evocan ya con cierta banalidad, aspectos históricos de las últimas décadas. Cabaret (Bob Fosse, 1972) viaja al Berlín de 1931. El Padrino (Coppola, 1972) abarca dos generaciones de una organización mafiosa nacida a principios de siglo. American Graffiti (George Lucas, 1973) evoca a los adolescentes de la época de Kennedy. Chinatown (Roman Polanski, 1974) recrea el ambiente de la serie negra de dos décadas atrás. Tal como éramos (S.Pollack, 1974) se inicia durante la guerra española. En Europa el ciclo restrospectivista produjo obras importantes como Stavisky (A.Resnais, 1974), que repasa la crisis política de 1934, donde la actividad del importante estafador contrasta con el exilio francés de Trotsky. Fellini ofreció un ciclo de memorias personales con las evocaciones acentuadamente subjetivizadas de Roma (1972) y de Amarcord (1974), donde recuerda su infancia en Rímini. La aportación de Bertolucci al ciclo fue la película de 5 horas 1900 (1975), que se inicia con el comienzo del siglo y finaliza con la caída del fascismo.
Fellini es comercialmente aceptado y a la vez hay que situarlo en el pequeño conjunto de grandes individualidades. Alejados de las corrientes como el sensacionalismo [Jaws (1975), The devils (1971), The exorcist, (1974)], Buñuel crea las sátiras antiburguesas El discreto encanto de la burguesía (1972) y El fantasma de la libertad (1974). Kubrick adapta a Thackeray en Barry Lyndon (1975). Fellini lleva a la pantalla al gran amador Casanova (1976). Estos directores gozan de prestigio en los canales comercializadores a pesar del rigor o de la acentuada personalidad de sus obras. La opinión casi unánime de la crítica llega a una parte considerable del público y posibilita cierto divismo de unos pocos realizadores.
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