El cine negro: Los años cuarenta conocen la eclosión en Europa del llamado film noir, una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, y coinciden en las carteleras de París los estrenos de Perdición, Historia de un detective, Laura o El halcón maltés, que sientan las bases de una primera corriente teórica del género. De un lado nos encontramos con la aportación de la huella realista que impregna de inmediato a los novelistas y la aparición de un amplio espectro de protagonistas, empezando por la figura del detective privado, de un transfondo amoral y ambivalente encarnado muchas veces en la heroína femenina, con una cierta sensación de pesimismo, caos y soledad que hace del private eye una especie de observador neutral de la realidad ajena. Tanto El halcón maltés, Historia de un detective, El sueño eterno o Retorno al pasado hacen del investigador una especie de personaje conductor por las distintas capas del relato, muy distinto a la variante hard boiled creada por el escritor policiaco del suceso tomado como referente dramático y base de notable ficciones: Perdición o El cartero siempre llama dos veces. También es destacable la influencia visual del expresionismo alemán, donde el estilo, al que no es ajeno cierto determinismo de los personajes está por encima de los contenidos: Forajidos, El abrazo de la muerte o La mujer del cuadro. Una renovadora línea documentalista recogida por La ciudad desnuda o El abrazo de la muerte. Los vestigios humanos del gánster fuera de su tiempo de El último refugio, hasta llegar al intento recapitulador de toda su herencia narrativa adornada de un fuerte complejo edípico en Al rojo vivo. Otros tres ejemplos aportan al cine negro interesantes variantes autorales: desde el onirismo sosegado de Laura al protagonismo subjetivo de la cámara de La senda tenebrosa, pasando por el barroquismo tenebroso de Welles de La dama de Shangai (Carles Balagué)
The Maltese Falcon. John Huston (1941):
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