CUBA
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Transición



Transición cubana (04/08/06):
Aún antes de la operación quirúrgica que esta semana obligó a Fidel Castro a delegar con carácter temporal sus funciones como primer secretario del Partido Comunista de Cuba, presidente del Consejo de Estado y comandante en jefe en su hermano Raúl, ya se sabía que este seria su sucesor. Entre otras cosas, porque así lo establece la Constitución cubana. La precaria salud de Fidel, evidente desde el famoso desmayo en junio del 2001 y la caída en el 2004, que le dañó la rodilla y le rompió el brazo, presagiaba el inminente anuncio de la sucesión. "Después de esos incidentes -me di ce Daniel P.Erikson, del Diálogo Interamericano-, Fidel pasó de ser invencible a simple mortal". Las especulaciones sobre la inminencia del cambio cobraron nueva fuerza cuando el aparato de propaganda del Estado empezó a promover con fuerza el perfil público de Raúl. En junio, por ejemplo, (Granma celebró el cumpleaños 75 dé Raúl con un perfil -homenaje-alabanza que ocupó ocho páginas y en el que se le describía como un hombre "incansable, sistemático, inteligente y decisivo". El primer capítulo de la transición en Cuba ya empezó y procede de acuerdo con el libreto escrito por el propio Fidel, quien ha decidido que ahora le toca a Raúl dirigir una sucesión ordenada, que garantice la defensa de la revolución. El problema, sin embargo, es que a sus 75 años Raúl ha llegado tarde a su cita con la historia y a lo único a lo que puede aspirar es a conformar un equipo de jóvenes capaces de conservar la unidad interna de la isla. De la lista cielos funcionarios escogidos por Fidel para apuntalar a Raúl en la sucesión, sólo dos de ellos participan en los tres círculos de mayor poder en Cuba el buró político del Partido Comunista, el Consejo de Estado y el Consejo de Ministros. El primero es el ideólogo José Ramón Balaguer, quien estará a cargo del área de salud. Miembro de la vieja guardia revolucionaria, Balaguer es sólo un año menor que Raúl. El otro es el vicepresidente Carlos Lage, médico de profesión, de 55 años, quien se ocupará de la política energética y de supervisar los fondos para salud y educación -junto con Francisco Soberón, de 62 años, presidente del Banco de Cuba-, y el canciller; Felipe Pérez Roque, de 4l años de edad. Fuera de Cuba, el mayor beneficiado con el deterioro de la salud de Fidel es el venezolano Hugo Chávez. "Sin un Fidel activo en la escena mundial, Chávez quedará posicionado como el líder indiscutible de la izquierda latinoamericana". Y mientras los cubanos intentan resolver sus nuevas realidades políticas internas, más dependientes se harán del apoyo económico de Chávez y de sus habilidades provocadoras para desviar la presión estadounidense sobre su país. Estados Unidos, mientras tanto llega al principio de la transición política cubana sin una alternativa políticamente viable. Por un lado, la administración de Bush le ha apostado a la democratización inmediata de la isla. Por el otro lado, reconoce que su margen de acción es relativamente estrecho dado que la inestabilidad política en la isla provocaría una nueva estampida de refugiados a las costas de la Florida. El carácter provisional de la gestión de Raúl debería obligar a Estados Unidos a flexibilizar su política para encontrar un acomodo con la siguiente generación de políticos que sustituirán a los hermanos Castro en un futuro no muy lejano. (Evelio Morales Peraza)


Cuba después de Fidel (03/08/06):
Es imposible encontrar indiferencia. A Fidel Castro le adoran los suyos y le odia una gran parte de la humanidad que no es capaz de saltar por su condición de autócrata para situarse en la de campeón de la resistencia histórica contra el enemigo más poderoso del mundo. Nada impedirá ya que Fidel Castro se muera en la cama, rodeado del blindaje de su sistema político y aclamado por unas multitudes que de momento no desaparecen de su escenografía. El día después, se verá. Nada será igual en la Cuba que sobreviva a Fidel Castro porque todo en ese hemisferio está impregnado del carisma especial del jefe de la revolución cubana, que ha conseguido el consenso universal entre sus amigos y sus enemigos de que a él solo le derrota la muerte. La Habana está tranquila pero la procesión va por dentro. Los cubanos que viven en la isla no están, en su inmensa mayoría, contentos con la dura vida que les ha tocado, pero tienen una enorme incertidumbre sobre lo que sucederá después, porque están atrapados en el sándwich de un conflicto entre dos mundos que no les ha permitido nunca elegir. La mayoría no conocen la vida sin la omnipresente estancia de Fidel Castro que todo lo decide en un universo que tendrá que acostumbrarse a la contradicción de voluntades encontradas. Enfrente, a solo noventa millas del malecón de La Habana les acechan con un cronograma sobre su futuro que está diseñado como los norteamericanos dibujan los proyectos, que siendo ajenos, los consideran propios. Para observar lo que ocurre en Cuba, desde fuera de esa realidad, solo hay dos caminos: denostar a Fidel Castro y a su sistema político que ha privilegia do los etéreos derechos colectivos sobre las capacidades individuales o trabajar para que los cubanos, ajenos a cualquier tutela, decidan sobre sí mismos en un proceso de sucesión del castrismo que sobre todo tiene que ser estable, tranquilo y pacifico. Tiempo habrá para los juicios de la historia. Ahora, el alma acongojada de los cubanos, debiera sentir el aliento deque desde la vieja Europa lo que se pretende es que tengan el bienestar del que siempre han carecido y la esperanza de poder elegir su futuro sin que nadie se lo dicte desde fuera o desde dentro de la isla. (Carlos Carnicero)


La muerte de Castro (03/08/06):
Inevitablemente la muerte de Castro deberá de ser compleja. Lo fue la de Franco y el próximo 20 de noviembre se habrán cumplido treinta y un años de ésta. Siempre que muere un dictador, algo se resquebraja en el orden heredado, aunque quien lo herede considere que todo está atado y bien atado. De ahí que se alarguen los tiempos y se prolonguen los silencios. No hay nada mejor para saber que ocurre fuera de una dictadura que se anuncie una larga enfermedad del dictador. Pero por mucho que se persiga alargar una situación, que no deja de tener un desenlace inevitable, ésta deberá desembocar de verdad en un proceso de transición a la democracia si quiere al menos ganar en elasticidad, porque toda herencia no legitimada en un proceso electoral es por principio inelástica. Castro ha regido los destinos de Cuba durante más de 47 años. Su férrea y anacrónica dictadura toca a su fin. Como Franco, Castro parece que también morirá en la cama y sin otra revolución que la que él lideró. Sólo cabe esperar que, como el régimen franquista también, sus herederos sean lo suficientemente inteligentes para mantener la integridad del Ejército en el servicio a un Estado que debe iniciar su democratización con un acuerdo de amplia base con la oposición del interior. Apartarse de esta hoja de ruta sería suicida, porque si bien EE UU puede entender que las comunidades cubanas del exterior deben quedar al margen de este proceso para garantizar que se resuelva sin rencillas ni violencia, cualquier retraso en la agenda o una deriva Sospechada podrían provocar la ingerencia que se pretende evitar. El miedo a la ingerencia de las comunidades cubanas del exterior es de aplicación al papel a desempeñar por Venezuela, Bolivia y China, sobre todo. Si de verdad los lazos de solidaridad son entre las sociedades y los Estados, y no sólo entre los dirigentes adscritos a una sola y común ideología, deben hacerse evidentes mediante una prolongación de los acuerdos y tratados comerciales sin ninguna contraprestación política. Ninguna persona de bien puede desearle a Cuba que lo que vaya a ocurrir con la isla en el futuro más inmediato sea a costa de vidas humanas. Y en eso estoy convencido que están todos los agentes interiores y exteriores implicados. Por eso inevitablemente la muerte del dictador deberá ser compleja. Porque en todo este largo proceso que se avecina hay que asegurar que el único que vaya a morir sea Castro. (Fernando Castro de Isidro)

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