Pan y circo cubanos. Por Emilio del Barco:
En Cuba, oficialmente, no se pasa hambre. Pero hay ganas de comer. Y de consumir todo aquello que el Gobierno no considera indispensable proporcionar al pueblo. Sobre todo, verdad y libertad para conocerla. El partido quiere que el pueblo siga viviendo y produciendo por y para la revolución, sin injerencias ni ideales externos.
Se recoge lo que se siembra, y Castro nunca ha sido pacífico. Quien sólo ha exportado guerra e ilusiones fallidas, no puede esperar que lo dejen en paz. Su cara de viejo predador no ha dejado nunca de enseñar los dientes. Si la estulticia de la política norteamericana no diera apoyo a ese bloqueo ineficiente que practican sus sucesivos gobiernos, Castro hubiera caído hace ya tiempo.
La estrechez de miras que destilan los estados del sur norteamericano, sirve de base y apoyo político al gobierno castrista, para continuar recabando el sostén de las izquierdas ingenuas del mundo. Malévolamente, el apoyo externo al dictador, se traduce en un mayor y más efectivo bloqueo interior total del pueblo cubano, ejercido desde el propio gobierno cubano, el mayor enemigo de su pueblo.
Toda la producción de la economía cubana ha estado dirigida, durante casi medio siglo, a mantener guerrillas y fomentar conflictos en Sudamérica y Africa. Un gran porcentaje del atraso económico del Hemisferio Sur, lo han tenido las guerras ideológicas. Y no hay una a la que Castro no haya enviado sus Héroes de la Revolución.
Hay muchas otras formas de ayudar a los pueblos. A quienes se llaman idealistas, se les puede y debe exigir que procuren conquistar el derecho a poner en práctica sus ideales, sin, para ello, matar, encarcelar o reprimir a nadie. A los pueblos se los ayuda con médicos, maestros y mantenimiento de sus instalaciones vitales, no con adoctrinamientos en escuelas de terroristas y abastecimiento de armas.
Cuando termine la dictadura castrista, que terminará por consunción, porque se consume a sí misma, matando todos sus ideales y a todos sus idealistas, se verá que Castro está en el origen, mantenimiento o desarrollo de casi todas las luchas fratricidas que han asolado Iberoamérica en las últimas décadas. Lo que ha servido de coartada perfecta a los agitadores derechistas para sacar tajada del conflicto continuado. Los extremos se tocan y complementan. Los asesores militares cubanos no han hecho, y hacen, sino agrandar la herida por la que se desangran los países pobres: la explotación por intereses externos. Al final, no han servido, precisamente, de salvadores.
Cuando el comunismo de estilo soviético, en el que se basaba la revolución cubana, se ha convertido en una fuerza trasnochada, conservadora sobre todo de sus propias ventajas, su mayor enemigo es, sencillamente, la libertad. Castro es el gran cancerbero de su pueblo. No puede renunciar a su papel de guardián, porque el pueblo se le escaparía, todos a una, y lo aplastarían en la estampida. (Emilio del Barco)
Balsas imaginativas:
Cubanos del exilio:
El caso de los 11 cubanos que fueron interceptados por guardacostas de EE.UU. cuando, a bordo de un viejo automóvil Buick convertido en lancha, intentaban atravesar el mar Caribe en pos de la costa de Florida, no puede juzgarse simplemente como un episodio vulgar de inmigración irregular, según parecen entenderlo las autoridades estadounidenses. Se trata de un hecho admirable de lucha por la libertad y constituye un acto de ceguera no entenderlo, sobre todo si se tiene en cuenta que cuatro de ellos habían intentado hace siete meses la misma hazaña, pero en esta ocasión era una camioneta destartalada que hicieron flotar por arte de ingenio y casi de milagro.
Sorprende que en vez de haberlos recibido como héroes de la lucha por los derechos humanos y la tecnología doméstica, Estados Unidos hubiera hundido la histórica camioneta Chevrolet y repatriado a Cuba a sus ocupantes, en una interpretación cuadriculada de las normas de inmigración. Es evidente que las autoridades no captaron el impacto y la simpatía que produjo esta noticia en el mundo entero.
Pero sorprende igual que Fidel Castro no haya entendido todo lo positivo que puede deducirse del talento e inteligencia de estos compatriotas suyos que representan el mejor fruto de una sociedad que, por diversos motivos, ha tenido que ingeniárselas para sobrevivir, y ha sobrevivido.
Si hubiera sensatez en este mundo -y es evidente que no la hay-, los "camionautas" deberían ser reclamados por ambos países, pero no con ánimo de castigarlos, sino todo lo contrario. EE.UU., para incorporarlos a su anquilosada industria automotriz. Y Cuba para nombrar al piloto Luis Grass ministro de Fomento y demostrar que su tecnología -la que más patentes ha conseguido en los países latinoamericanos- es un canto a la imaginación, al rebusque y la mecánica nacional. En cuanto al Buick, sería un crimen de lesa inteligencia que acabara hundido en el fondo del Caribe. Hay mil museos que podrían albergarlo.
(Eladio Morales Peraza)
Cuba otra vez:
Desde hace varias décadas la isla de Cuba, debido al régimen que encabeza Fidel Castro, sufre un bloqueo comercial que se cumple a medias por parte de los súbditos estadounidenses y muy poco por el resto del mundo. El bloqueo es la prohibición de vender, comprar e invertir en la isla y las sanciones de tipo político y tributario que se aplican a quienes violen esta ley, expedida por los Estados Unidos.
La ONU ha condenado esta práctica, que en el fondo es una manera de violar las normas universales de igualdad de los estados. Pero no es ese el asunto de fondo, puesto que los Estados Unidos han considerado que cualquier forma de comercio con la República de Cuba lo que hace es fortalecer a un régimen que viola los Derechos Humanos y que es un declarado enemigo de la nación del norte, situación de vieja data que, sin embargo, no ha impedido que países como España o Canadá tengan especiales inversiones en Cuba y sea, precisamente el turismo europeo, el que sostiene la mejor entrada de dólares a la isla, de paso beneficiando la industria hotelera de los españoles y otros inversionistas.
Tampoco con estos movimientos financieros y económicos de capitales no gringos Cuba ha podido elevar su nivel de vida colectiva, aunque viva del buen nombre de su servicio de salud y educación. Pero la vida del ciudadano común y corriente es de grandes privaciones y sólo la nomenclatura del partido comunista, único en el manejo del Estado, puede tener privilegios.
Lo grave de esta situación de privaciones y dificultades es que el régimen y la voz tonante del sistema, el patriarca Fidel Castro, a quien sin duda muchos admiran y acatan, culpa de ello siempre y en todos los discursos, a los Estados Unidos y su bloqueo. Nada, en nada son culpables de un modelo de economía ineficiente, obsoleto en la productividad y dedicado a menos que la supervivencia en medio de un amplio mercado negro y de una creciente prostitución en las principales calles de La Habana, efectos de un turismo depredador.
En nada es culpable el monocultivo del azúcar que ya no renta desde que se acabó la Unión Soviética que subsidiaba el azúcar para subsidiar a la revolución cubana por derechas. Si no fuese por el petróleo barato y a crédito que suministra Chávez desde la cercana Venezuela, Cuba estaría aún más empobrecida. A cambio de petróleo, Cuba exporta "capital social calificado" que también hace las veces de apoyo logístico y paramilitar del régimen chavista.
El bloqueo a Cuba es una estrategia mandada a recoger, no sólo porque justifica a Castro sus convocatorias y amalgamas "patrióticas y nacionalistas" para sostenerse en el poder a perpetuidad, pues lleva en la cima del Gobierno desde el primero de enero de 1959 hasta hoy, es decir 45 años, sino porque impide que el pueblo cubano se relacione abiertamente con otros sistemas, visiones y consumos.
El pueblo de Cuba no puede seguir creyendo que existe el internacionalismo proletario y que la democracia es una suciedad occidental inventada por Washington. Los Estados Unidos, a su vez, no pueden seguir amamantando a una gavilla de cubanos en el exilio que hoy deben estar tan viejos y anquilosados como su oponente Fidel Castro.
Esa comunidad en el exilio, como ahora la denominan en la isla suavemente para recibir los giros en dólares de algunos emigrantes, condiciona sus votos y sus escandalosos mítines en las elecciones, para seguir recibiendo subsidios. Viven de la falsa esperanza de volver a gobernar una isla que al momento de reventar, como reventó en toda Europa del Este, ya no será de ellos ni tampoco de los herederos de un partido monoclasista, monotemático y monofóbico. (Evelio Morales)
Fidel y Fidelito:
Que los pueblos se rían de sí mismos, incluso de sus tragedias cotidianas, es un señal de inteligencia. No tengo estadísticas a la mano, pero podría jurar que por cuenta de su buen humor, gomeros, gallegos y cubanos (que se ríen de sus propias vidas) deben pasarla mejor que nosotros e, incluso, apostarle a la longevidad. Sí, los cubanos viven bastante. Se dice allá que si uno pasa de los 65 no hay quién lo detenga para llegar a los 75 (aquí podría ser Dios; bueno, allá por obvias razones, no). Y viven bastante, pese a Fidel o gracias a Fidel. Eso depende.
Fidel, que hace un mes cumplió los 77 años, sigue empeñado en dos cosas, en seguir siendo el pitcher de la Isla; y dos, en no morirse. Es más, si se cumplen los pronósticos del jefe del equipo médico que lo cuida, el doctor Eugenio Selman Housein, Fidel tiene cuerda para 63 años más de vida. La cosa no sólo parece una exageración sino que lo es, pese a que Selman basa su teoría en la que considera una razón científica: la aparición de las llamadas células madre, con las que el hombre va a ser inmortal". La ciencia asegura que las células madre, matrices o troncales, van a permitir regenerar órganos del cuerpo como corazón o riñones. Entonces, los trasplantes serán cosa del pasado.
Así que, ¡cuidado mr. Bush!, puede tener Fidel para rato. Sí así es, muchas cosas van a seguir igual, por ejemplo una: el inagotable talento musical de los cubanos nos seguirá mandando orquestas que cada vez tocan mejor 'Lágrimas negras' y nosotros les enviaremos de regreso cuartetos, tras el asilo de los demás del grupo.
La permanencia de Castro en el poder, una obsesión para Fidel y para los EE.UU. (empeñados por igual en un pulso que no tiene fin), no terminaría ahora, ni dentro de 10 años, ni dentro de 60, si es que Fidel le hace honor a su médico. Porque, a juzgar por las palabras de Fidelito Castro Díaz-Balart (hijo mayor de Fidel), pocas cosas prometen cambiar. Fidelito, que tiene 54 años, es físico nuclear y catedrático del Instituto de Ciencias Avanzadas y Tecnología, y asesor científico del presidente del Consejo de Estado, deja caer esta respuesta de la más selecta retórica ante una pregunta tan sencilla como:
¿Habrá próximamente elecciones abiertas a todos los sectores políticos en Cuba?: "...Pudiera ser o pudiera no ser... Hay un modelo (el de mi padre) que no es bien comprendido porque no cumple ciertas reglas que se pretenden universalmente válidas, esas que quieren imponerse ahora en Iraq. ¡Y no! No hay modelos universales, definitivos e inmanentes".
O cuando le inquieren por a falta de libertad individual en Cuba responde que "la libertad es el conocimiento de la necesidad. Es decir, hay que priorizar necesidades: primero, la subsitencia; segundo, la dignidad, la educación y la salud...", Como quien dice: ¡Y libertad para qué! Y si le recuerdan que oponerse a su papá es ir a la cárcel, reponde altanero: "Si quiere hablar de derechos humanos, podemos hablar de Guantánamo, de las cárceles de Iraq...".
El Fidel de hoy está cada vez más distante del Fidel de ayer. Y Fidelito es una caricatura de Fidel (aunque quién sabe si mañana le escamotee la corona a su tío Raúl). Entonces, mucho me temo que los cubanos van a tener que seguir inventando chistes por algún tiempo para sobrevivir. En EE.UU. no hay necesidad. Allá se ríen de todo el mundo. (Pedro Pérez. junio 2004)
Quijotes del Caribe. Por Jorge Moragas (oct 2004):
En pleno siglo XXI subsiste en el Caribe un régimen totalitario de otra época. Ajeno a los grandes acontecimientos del fin de la Guerra Fría, como una reliquia que sobrevive gracias a la doble moral y a la hipocresía de una izquierda que no progresa sentada en el sofá de su salón, Castro es el icono de un fracaso y de una falsa resistencia ante un imperio en horas difíciles.
Cuarenta y cinco años de combate dan para mucho. El régimen se cierra como una ostra en la más combativa de las redundancias: ¡Socialismo o muerte!
En la perla del Caribe, algunos esperan que el final de esta tortura no se produzca hasta que tenga lugar el fatal hecho biológico. Un eufemismo más para una sociedad que navega en la miseria y la escasez que le otorga la gran coartada del embargo. Ya no hay romanticismo en la represión y la foto Korda del Che es más un logo de camiseta que un símbolo para transformar la sociedad.
Pero ese espíritu de la Galia que resiste tiene hoy un nuevo sucesor en las personas que disienten en la Isla. Son ellos los nuevos resistentes, los protagonistas de la lucha por una nueva libertad. Cuanto más oxígeno tengan esos Quijotes del Caribe más limpio será el recuerdo que de nosotros arrastren al cruzar el umbral de la libertad.
Mientras el Pinochet del Caribe tropieza ante la fascinación que los monstruos producen en la imaginación de los escritores como Gabo, el caudillo se presta a negociar con los símbolos de la libertad. Todos luchamos por la libertad de Raúl Rivero. Unos más que otros, pero en esa exigencia no debe haber foto retrato con escalafón. Rivero debe respirar en España la libertad que inspiran sus versos tras las rejas, pero nadie le puede condenar a ser obsequio del carcelero a una España menguante que no luche unida por la libertad de Cuba. (J.Moragas)
¿Quién es Eloy Gutiérrez-Menoyo?
Con sólo 24 años de edad, casi diez años menos que Fidel Castro, Eloy Gutiérrez-Menoyo se adelantó a éste al entrar en La Habana, procedente de las montañas, a la caída del dictador Fulgencio Batista en 1959.
El joven guerrillero, a quien sus compatriotas cubanos prefieren llamar Menoyo, había dirigido -por separado de Castro - el II Frente Nacional del Escambray, un foco insurreccional aparte de la Sierra Maestra y del Movimiento 26 de Julio, en las montañas al centro de la isla. Sus convicciones y hazañas, se manifiestan con una personalidad carente de retórica y personalismo, por lo que prefirió un papel discreto al inicio de la Revolución.
"Mis primeras lecciones de libertad las aprendí en el seno de mi familia," afirma Menoyo, quien nació en Madrid, el 8 de diciembre de 1934, hijo del médico antifranquista Carlos Gutiérrez Zabaleta. "Toda mi familia participó de una u otra forma en la lucha junto a la República española". De hecho, su hermano José Antonio -sin contar todavía la edad reglamentaria- murió en combate en el frente antifascista de Majadahonda y "mi padre alcanzó el grado de comandante médico en el ejército republicano" dice Eloy, un hombre de hablar pausado y modales gentiles.
Su hermano Carlos -maqui en la lucha contra el nazismo en Francia, dos veces condecorado con la más alta distinción francesa- entró en París con las tropas de liberación, en un tanque, junto al general Leclerc.
Fue precisamente a través de Carlos que los Gutiérrez-Menoyo llegaron a Cuba exilados del franquismo. Era 1948 y Eloy, por aquel entonces, era todavía un niño.
En 1952, el General Batista dió un golpe de estado que interrumpió el ritmo constitucional del país.
En 1957, Menoyo asiste, como enlace, a su hermano Carlos en los preparativos del arriesgado ataque al Palacio Presidencial, en La Habana, con el fin de deponer al dictador Batista.
Este plan, llevado a cabo bajo la jefatura militar de Carlos Gutiérrez-Menoyo contó con la participación de jovenes estudiantes de la Universidad de la Habana dirigidos por José Antonio Echevarria a quien se le asignó la operación de la toma de Radio Reloj, el asalto al Palacio Presidencial fracasó el 13 de marzo de 1957 dejando un elevado saldo de martires en el valiente intento entre ellos Carlos Gutiérrez-Menoyo y José Antonio Echeverría. Eloy se convirtió entonces en el jefe nacional de acción del Directorio Revolucionario Estudiantil.
Ocho meses más tarde, el 10 de noviembre de 1957, en Banao, en la sierra del Escambray, Eloy Gutiérrez-Menoyo se alza y funda el II Frente Nacional (Escambray).
Mientras los del II Frente permitían participar a gente de otras organizaciones anti-Batista -se les permitía incluso seguir usando brazaletes de otras denominaciones como "26 de julio", "Organización Auténtica" y "Directorio Revolucionario Estudiantil"- a su llegada de Sierra Maestra a Sierra Escambray, Che Guevara aplicó ordenes específicas contra tal diversidad. El 27 de diciembre de 1958, Fidel Castro le escribió a Guevara desde Sierra Maesta: "Es de suma importancia que el avance hacia Matanzas y La Habana sea efectuado exclusivamente por fuerzas del Movimiento 26 de Julio..."
Aun así, Menoyo llegó de los primeros a La Habana. La revolución le concedió ciudadanía cubana por méritos patrióticos, pero Menoyo se consideraba un criollo. "Yo había llegado de niño y en Cuba había nacido a la vida," recuerda Eloy. "España era uno de los puntales culturales de la isla de Cuba," añade, "de forma que era perfectamente normal para sentirme cubano y manifestarme como cubano."
Al principio del gobierno revolucionario, Menoyo rompe con la línea totalitaria de Fidel Castro y se marcha al exilio donde crea inmediatamente la versión original de Alpha 66, una organización que se ganó la atención de la prensa internacional por sus temerarias operaciones de tipo comando dentro de territorio cubano durante los años sesenta.
Durante toda esta época, Menoyo recalcó siempre su posición frente al terrorismo y enfatizó que "nuestra guerra debe evitar toda crueldad y ni siquiera bordear las tácticas del terrorismo indiscriminado."
Eloy Gutiérrez-Menoyo regresó a Cuba con las armas en la mano, el 28 de diciembre de 1964, vistiendo uniforme militar de acuerdo al texto de la Convención de Ginebra. Le acompañan un reducido grupo de hombres, con los que desembarcó por Punta Caleta, en las proximidades de Baracoa, en la provincia de Oriente. Durante treinta días combatió, casi constantemente, frenta a más de veinte mil efectivos de las Milicias Serranas, el Bon Fronterizo y el Batallón Cincuenta.
Menoyo pasó veintidos años en las cárceles de Fidel Castro, convirtiéndose en un símbolo. Organizó y llevó a cabo protestas y huelgas de hambre en las que llegó a pesar 75 libras y de las golpizas que le propinaron quedó sin visión del ojo izquierdo, sordo de un oído y sufrió fractura de veinticuatro costillas.
Desde presidio organizó células clandestinas por cuyo motivo a su larga condena de 30 años le añadieron (en un nuevo juicio) 25 años más.
El gobierno de Cuba le ofreció su libertad en múltiples ocasiones a cambio de que Gutiérrez-Menoyo aceptara el llamado "Plan de Rehabilitación" el cual rechazó una y otra vez. Igualmente mandatarios de distintos paises e instituciones clamaron por su liberación en reiteradas oportunidades. Una fuerte campaña internacional, encabezada por su hija Patricia, quien creció sin conocer a su padre, cobro fuerza en España a fines de 1986, al interceder el gobierno español, Menoyo fue excarcelado. Desde entonces ha sido un activista en favor de los derechos humanos y el cambio en Cuba. "Debemos aprender de las experiencias en otros paises en los que se han alcanzado acuerdos de paz y se han logrado cambios por la vía de la no-violencia," afirma Menoyo. "El cambio es posible sin derramamiento de sangre."
El 20 de enero de 1993, en el Club de la Prensa de Washington, Menoyo anunció la creación de CAMBIO CUBANO.
Y desde entonces a la fecha ha sido el único opositor que ha podido entrevistarse con el mandatario Fidel Castro, en varias oportunidades, y presentarle su pliego de demandas en favor de la democratización de Cuba a través de un tránsito pacífico que pueda conducir a que sea el pueblo de Cuba quién pueda elegir libremente su destino y sus gobernantes.
Cuando a Gutiérrez-Menoyo se le pregunta como pudo resistir un cautiverio tan prolongado responde "Mi fuerte convicción de que no estamos solos y de que vale la pena luchar por la libertad y por la dignidad plena del hombre" y añade con optimismo "Algún día alcanzaremos con amor una patria de hermanos, para todos los cubanos, sin prejuicios de razas, religión o filosofía política".
Como dato final, anecdótico, Gutiérrez-Menoyo es un apasionado de la música y en su largo cautiverio compuso y musicalizó cientos de canciones que representan un verdadero canto al amor y a la vida "con todos y para el bien de todos".(Enviado por M.Martí)
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