Política:
La población china alcanzó los 1.300 millones en 2005. Los medios de comunicación celebraron el acontecimiento, pero los círculos políticos oficiales no se mostraron tan optimistas. Semejante volumen de población, y su ritmo de crecimiento previsto (1.460 millones en 2030), pese a las reducciones de la tasa de natalidad, puede provocar a medio plazo tensiones insoportables sobre las estructuras económicas, sociales y políticas chinas, y muy especialmente sobre sus recursos naturales básicos: el aire, el agua y la tierra.
La gigantesca transformación industrial de China durante la última década ha reducido el sector agrícola y disparado la demanda de materias primas, hasta el punto de que, de ser un país casi autosuficiente, ahora necesita importar ingentes cantidades de alimentos y otros recursos, como petróleo, cobre, aluminio y cemento. China disputa a EE.UU. el primer puesto entre los países con mayor volumen de emisiones de gases con efecto inveradero, sobre todo debido al aumento del parque automovilístico y del número de centrales generadoras de energía a partir de combustibles fósiles, y amplias zonas urbanas sufren escasez de agua por la sobreexplotación o la extrema contaminación de las fuentes de abastecimiento. Nadie es capaz de determinarcon exactitudcuál será el impacto de este consumo acelerado sobre las reservas mundiales, y menos aún prever su efecto en el propio país.
El potencial desestabilizador de estos problemas ha sido percibido incluso por la hermética e inmovilista clase política china, rígidamente jerarquizada, en la que comienzan a oírse voces reclamando un menor interés por los beneficios inmediatos de la industrialización y una mayor atención hacia formas de desarrollo más adecuadas para mantener el equilibrio en la sociedad china, que se enfrenta al reto de inventar su propio modelo de desarrollo sostenible.
Sistema de sucesión en la cúpula política:
La Asamblea Nacional del Pueblo, reunida en marzo de 2003, confirmó sin oposición las decisiones del XVI Congreso del PCCh y nombró presidente de la república a Hu Jintao, en sustitución de Jiang Zeming, pero este relevo no supuso la retirada total del antiguo líder, quien seguía manteniéndose al frente de las fuerzas armadas y, además, había logrado situar a muchos de sus hombres de confianza en puestos clave del nuevo Gobierno de Wen Jiabao. La impresión era que Zeming seguiría tutelando en la sombra la continuidad de su línea de gobierno, basada en un desarrollo socioeconómico acelerado, sin abandonar el autoritarismo en política, pero Hu Jintao demostró pronto que tenía sus propios planes. Logró (marzo de 2004) que la Asamblea Nacional del Pueblo aprobara una serie de reformas a la Constitución, inamovible desde 1999, como la incorporación por primera vez del cocepto de derechos humanos, y consiguió que Zeming presentara su dimisión como jefe de la Comisión Militar Central del Partido (septiembre), un cargo que suponía el mando supremo de las fuerzas armadas. El presidente concluyó así la ordenada transición de poder ideada por Deng Xiaoping (1904-1997), quien puso a Zeming al frente del partido y designó a Hu Jintao como delfín de la siguiente generación al promoverle a la secretaría permanente del PCCh (1992). El último episodio de la retirada definitiva de Zeming fue su renuncia a la presidencia de la Comisión Militar Central del Gobierno chino (marzo 2005). El gran problema de futuro que Hu Jintao y Wen Jiabao deberán resolver será poner en marcha el mecanismo institucional de sucesión claro, sólido y aceptado por todo su partido, que China aún no tiene.
Las leves reformas aprobadas por el IV pleno del Comité Central del PCCh (septiembre de 2004), dirigidas a introdcir una cierta modernización en la elección de algunos administradores locales, y en el funcionamiento interno del partido, son sólo excepciones en un sistema político con pocos avances en el terreno de los derechos civiles y políticos. La apertura creciente de la sociedad china, gracias a las nuevas tecnologías de la información, al desarrollo del turismo y a sus estudiantes en el extranjero, genera un movimiento reivindicativo de las libertades individuales que no agrada a las autoridades. Su respuesta ha sido intensificar el control de quienes se atreven a desafiar el poder absoluto del partido, pero las manifestaciones de descontento crecen sobre todo entre las víctimas del desarrollismo salvaje: campesinos y habitantes de los barrios viejos de las ciudades, expulsados de sus propiedades con indemnizaciones insuficientes, o sin compensación alguna; empleados estatales, despedidos en masa; jóvenes que no encuentran empleo a pesar de sus títulos académicos, y finalmente los trabajadores inmigrantes, sin defensa ante las arbitrariedades de sus patronos, pero que han comenzado a responder a la situación con una forma de protesta que consiste en negarse a trabajar a cambio de salarios de miseria.
Corea del Sur:
La economía experimentó cambios radicales durante las décadas de 1970-1990 que situaron al país ya claramente en el mundo desarrollado, con una renta per cápita algo inferior a la española en 2000. El éxito del crecimiento económico se basó en una estrecha alianza entre el estado y los grupos privados, con especial preponderancia de la importación de materias primas y tecnología por encima de los bienes de consumo, así como en un control muy estricto de los costes laborales. La crisis financiera asiática de 1997 puso de manifiesto ciertas debilidades en el modelo de crecimiento surcoreano, como el recurso masivo a la deuda y un sector financiero falto de control. El crecimiento económico anual descendió en 1998, aumentó de modo espectacular en 1999 (10,7%) y se redujo de nuevo en 2000 y 2001. La quiebra del grupo Daewoo en agosto de 1999, las dificultades del grupo Hyundai, el otro gran conglomerado industrial del país (tan sólo superadas mediante una fuerte inyección de recursos públicos), y la fuerte caída de las cotizaciones en la bolsa de Seúl (50% de reducción entre 2000 y 2001), así como el repunte del desempleo en 2001, contrastaron con una inflación moderada (2,2% en 2000) y el tradicional superávit comercial del país con el exterior. En 2000 las exportaciones sumaron 163.200 millones $, por 143.000 millones las importaciones.
Crecimiento asiático 1970-1997:
Durante las décadas de 1970 y 1980 Corea del Sur, Hong Kong, Singapur y Taiwan optaron por una estrategia de crecimiento económico e industrialización orientada al exterior, que ponía énfasis en las exportaciones y no en las importaciones. Los cuatro países pasaron de representar el 5% de las exportaciones de los países en vías de desarrollo en 1960 a suponer más del 32% en 1989, con lo que alcanzaron tasas de crecimiento del PIB espectaculares con relación a los países desarrollados. Desde 1990 la zona atrajo enormes inversiones de capital en busca de los mayores rendimientos económicos producidos por el crecimiento. Desde el punto de vista de la polírica cambiaria, las monedas de estos países quedaron ligadas al dólar, cuyas fuertes subidas en 1997 provocaron una pérdida de competitividad de las exportaciones de la zona y un deterioro de las balanzas comerciales. Los mercados de capitales reaccionaron con una retirada masiva de las inversiones provocando una grave crisis económica y financiera en la región.
(*)Ejecutivos mejor pagados:
Jeffrey P Bezos, Amazon.com. R Richard Fontaine, GameStop. John P Kelly, Crown Castle Intl. John Bucksbaum, General Growth Prop.
Blake W Nordstrom, Nordstrom. J Brett Harvey, Consol Energy. Ian M Cumming, Leucadia National. Ronald E Hermance Jr, Hudson City Bancorp.
Keith E Busse, Steel Dynamics. Michael D Watford, Ultra Petroleum. Daniel R DiMicco, Nucor. Charles W Ergen, DISH Network. Laurence D Fink, BlackRock.
David H Hannah, Reliance Steel. Milton Cooper, Kimco Realty. Gregory T Swienton, Ryder System. Alan I Kirshner, Markel. David Simon, Simon Property Group.
Peter J Rose, Expeditors Intl. James S Tisch, Loews.
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