El hundimiento del Lusitania (7 mayo 1915):
Características técnicas
Acontecimientos previos al viaje:
Navicert es la sigla inglesa que resulta de la unión de las primeras sílabas de las palabras Navigation y Certificate). El Navicert, cuya práctica comenzó en la Primera Guerra Mundial, es la autorización o libre pase expedido por las autoridades consulares inglesas a exportadores que se hallen pendientes de embarques de mercancías con destinos a países neutrales y con respecto a las cuales exista o haya existido la duda o sospecha de su posible reexpedición a país enemigo. El objetivo de los medios militares británicos era que ni una de las partidas de mercancías por cualquier concepto susceptible de permitir el menor esfuerzo a la economía de guerra de las potencias centrales y concretamente a Alemania, fuera reexportada a ella desde los países neutrales, limítrofes o próximos. Este objetivo tuvo dos consecuencias inmediatas: la vigilancia de las exportaciones a tales países en todos los puertos del mundo y la vigilancia ejercida por todos los medios de cerca de cuatro de ellos, esto es: Noruega, Suecia, Dinamarca y Holanda. Las autoridades militares inglesas organizaron un servicio de inspección de buques extranjeros en las aguas que circundaban las islas Británicas, como consecuencia del cual eran abordados tales buques por oficiales de los patrulleros ingleses en alta mar de las islas y reconocida su documentación). (M.C.Ossó)
Los pocos cruceros alemanes crearon muchos problemas en las rutas comerciales inglesas. Sólo 2 cruceros ligeros, el Emden, en las Indias Orientales, y el Karlsruhe, en las Occidentales, hundieron o capturaron 32 buques mercantes. A la caza del Emden llegaron a dedicarse 78 cruceros antes de conseguir capturarlo el 9 de noviembre de 1914. Un nuevo peligro apareció cuando los cruceros acorazados del almirante Von Spee vencieron a la escuadra de cruceros del almirante Cradock, cerca de Coronel, en la costa de Chile. Dos cruceros de batalla, el Inflexible e Invincible que fueron enviados desde Inglaterra al Atlántico Sur, hundieron los de Spee (Gneisenau y Scharnhorst) el 8 de diciembre de 1914 en las Malvinas.
Los alemanes advirtieron a los pasajeros que pensaban viajar en el Lusitania que desistieran de su propósito y cancelaran sus reservas. Subrayaron que todo barco de pasajeros perteneciente a un país enemigo que entrara en aguas de la zona de guerra se exponía a ser atacado. Se prevenía a los gobiernos neutrales de que no deberían permitir que sus tripulaciones, pasajeros o mercancías utilizaran esos barcos. La embajada alemana en Washington llegó incluso a publicar en los periódicos americanos anuncios que advertían:
A los viajeros que proyecten embarcarse en una travesía por el Atlántico, se les recuerda que existe estado de guerra entre Alemania y Gran Bretaña, y que los barcos de bandera británica pueden ser destruidos. Los pasajeros que viajen por la zona de guerra en barcos de Gran
Bretaña o de sus países aliados, lo harán bajo su propia responsabilidad.
A pesar de todo, 188 americanos reservaron pasajes a bordo del Lusitania.
Mientras el trasatlántico se alejaba de Nueva York con destino a Liverpool, el 1 de mayo de 1915, muchas personas, al otro lado del Atlántico, temían por la suerte del Lusitania.
En el momento de la partida no se observó ningún incidente ni precaución especial, lo que contribuyó a dar a los pasajeros una falsa sensación de normalidad. Varias personas conminaron a un caballero partidario de hacer ejercicios de evacuación, a guardar silencio para no inquietar a las señoras.
Churchill organizó una reunión en la que participaron lord Fisher, jefe de la marina, y varios expertos en inteligencia naval; éstos habían recibido el encargo de preparar un informe sobre las consecuencias probables del hundimiento de un trasatlántico con pasajeros norteamericanos a bordo. Casi al mismo tiempo, el embajador de EE.UU. en Londres se preguntaba, en una carta dirigida a su hijo, qué haría el Tío Sam si un trasatlántico lleno de pasajeros americanos fuera volado en pedazos. Por su parte, el rey Jorge V concedió una audiencia al coronel Edward House, enviado especial del presidente Wilson; durante la entrevista, se dice, el rey formuló al coronel esta pregunta: ¿Qué hará América si los alemanes hundieran el Lusitania? Se registraron irregularidades en la presentación de manifiestos a las autoridades de Nueva York.
El peligroso contenido de la bodega determinaría la suerte del buque. En la "inocente" declaración de carga no figuraban las más de 4000 cajas de municiones, destinadas a contribuir al esfuerzo de guerra de los aliados. La cantidad transportada de municiones de fusil y de cañón reconocidas por W. S. Churchill eran 173 toneladas. Otras fuentes estiman que la cantidad de armamento era mucho mayor.
El capitán William Tumer:
El comandante Walter Schwieger:
A partir de ese momento se dirigió en línea recta hacia nosotros, no podía haber elegido un rumbo más perfecto si hubiera tratado, deliberadamente, de ofrecernos un blanco. [...]
El buque era atacable a tenor de las instrucciones que habían recibido los submarinos alemanes, después de la declaración de su almirantazgo sobre la guerra submarina sin restricciones, dentro de la zona que la nota oficial delimitaba. (W.Schwieger)
Cuando el barco se hubo acercado a solamente 365 metros, ordenó que se disparara el torpedo. Hizo blanco en el barco, sobre estribor, por debajo del puente. En la sala de calderas número uno.
Observó los detalles del hundimiento por el periscopio después del segundo torpedo, y en ese momento se dio cuenta de la identidad del buque torpedeado. Según su propia confesión, en ese instante se imaginó la enorme trascendencia del hecho y abandonó inmediatamente el lugar dejando atrás al destrozado trasatlántico y a sus aterrorizados pasajeros.
El hundimiento (7 mayo 1915):
Las víctimas:
Consecuencias en EE.UU.:
La reacción anti alemana en los EE.UU. fue inmediata, aumentando el tenor de las protestas a medida que la prensa trabajaba el tema. Se trajeron a colación otros torpedeamientos en los cuales intereses humanos o materiales norteamericanos habían sido atacados y perdidos, como en los hundimientos del Falaba, en el bombardeo del Cushing y en el torpedeamiento del Gulflight. Hubo actos públicos y manifestaciones con diverso grado de violencia en todos los Estados Unidos, contra lo que fue calificado de crimen de lesa humanidad y de atentado contra el derecho de gentes, del que se hacía personalmente responsable al emperador de Alemania. (M.C.Ossó)
Un miembro de la embajada alemana declaró imprudentemente que nadie podía reprocharle al Gobierno imperial alemán el hundimiento porque los pasajeros sabían que era inevitable su destrucción.
Un hundimiento justificado por las municiones que transportaba. No somos culpables de que estas personas quisieran suicidarse, dijo defendiendo el derecho legal y moral del ataque. Tras la tragedia y las reacciones en contra, Alemania dio a sus submarinos instrucciones más humanitarias para el tratamiento de las tripulaciones de los mercantes atacados. A pesar de las nuevas normas, en 1916 resultaron hundidas una media al mes de 192.000 toneladas, superando la media del año anterior (113.000 toneladas).
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