Prince of Wales (1941):
El 9 de diciembre, un poco antes del mediodía, los dos barcos, que ya habían sido marcados por los submarinos nipones, recibían el primer ataque aéreo. Era una coz inteligente y desconcertante por su precisión y valor. De ola en ola frente a aviones torpederos, el Prince of Wales encajó tres torpedos de los que uno alcanzó las hélices. Quedó inmovilizado y se acabó con el acorazado a las 13:30 horas a base de bombas.
El Repulse, después de haber evitado 19 torpedos, encajó 4 y desapareció de la superficie. A costa de cuatro aviones perdidos, los japoneses adquirían Malasia, pero no tenían defensa naval. (Brossard)
El protagonista de estos dos importantes hundimientos fue el Mitsubishi 98, bombardero-torpedero bimotor. Su tren de aterrizaje entrante le permitía alcanzar los 400 km/h.
Entonces hubo un ataque final de bombarderos de altura contra el Prince of Wales. No había escapatoria. El grave error estratégico de Phillips había quedado expuesto de manera implacable. Finalmente una bomba atravesó la cubierta del buque y causó una matanza en la enfermería. Phillips dio a la tripulación la orden de abandonar el buque. Diez minutos después,a las 13:20 horas, se hundió con la quilla al aire. Como mínimo murieron 840 marinos británicos de los dos buques, incluyendo al mismo almirante Tom Phillips. En menos de una hora se hundieron dos grandes buques de guerra. Los supervivientes, estupefactos por la repentina destrucción de la Fuerza Z, fueron recogidos por los destructores de escolta.
El efecto sobre la moral británica en Malasia y Singapur fue terrible. La embestida japonesa hacia el sur a través de Malasia no pudo ser detenida y, a finales de enero de 1942, las fuerzas británicas habían sido empujadas hasta Singapur. Dos semanas después, el 15 de febrero, el en otro tiempo gran bastión de Gran Bretaña en el Extremo Oriente se rendía al general Tomoyuki Yamashita. (Michael Coffey)
Era la revelación de la eficacia de la aeronaval. Los japoneses lo habían comprendido bien antes de la guerra y habían creado un ejército altamente entrenado. Habían avanzado de forma considerable con respecto a los aliados. La pérdida del Prince of Wales fue un golpe decisivo que contribuyó directamente a la rendición final dos meses más tarde. Quedó demostrado lo erróneo de la creencia de Phillips de que sus barcos podían operar en un medio hostil sin cobertura aérea. La tragedia demostró que el poder de la aviación había pasado a ser decisivo en la guerra en el mar. El portaaviones, y no el acorazado, era ahora la principal arma de superficie.
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