Historia de Santa Cruz de la Palma:
Conquista:
Comienza el 29 de Septiembre de 1492 con el desembarco en las playas de Tazacorte de las tropas comandadas por el adelantado Alonso Fernández de Lugo, terminando la misma el 3 de Mayo del año siguiente. Los primitivos pobladores llamaban a su isla Benaohare y estaba dividida en 12 cantones o señoríos que gobernaban otros tantos señores. El último rey palmero en someterse a los invasores fué el indómito Tanausú, que gobernaba el reino de Aceró (Caldera de Taburiente). Tras los fallidos intentos de los castellanos de adentrarse en la Caldera para reducirle, Fernández de Lugo mandó a un tal Juan de Palma, pariente de Tanausú ya cristianizado, para convencer a este de que saliera por el paso de Adamacansis para hacer un pacto de caballeros. Así lo hizo Tanausú fiel a su palabra de caballero, y fué capturado en una emboscada en el lugar conocido hoy como El Riachuelo, en las proximidades de La Cumbrecita.
Fundación de Santa Cruz de La Palma:
El 3 de mayo de 1493 Alonso Fernández de Lugo funda la que se llamó en principio Villa del Apurón, y al poco tiempo se conoció como Santa Cruz de La Palma. En las cuevas de Carías tuvo lugar la primera reunión del Cabildo o Ayuntamiento de la isla, que regiría los destinos de la isla desde entonces.
Concluida la conquista, con la incorporación de la isla de La Palma a la corona de Castilla, comienzan a llegar a ella, castellanos, mallorquines, catalanes, portugueses, italianos, flamencos etc. atraídos por las riquezas de esta tierra. Todas estas gentes y los pocos indígenas que seguramente quedaron, forman el tronco de la población palmera actual.
El puerto fue la primera obra que se acometió, procediéndose al mismo tiempo a la construcción de viviendas, iglesias, conventos, fortificaciones y hospital.
Ya en el siglo XVI la isla adquiere una notable pujanza, los trapiches o ingenios azucareros tienen una gran actividad. También se exportaban notables cantidades de vino Malvasía, miel y otros productos. Se instalan los primeros astilleros y el puerto de Santa Cruz de La Palma desarrolla una intensa actividad comercial, con enlaces marítimos a Europa y América.
El saqueo de 1553:
La prosperidad de la isla atrae a famosos piratas y corsarios de la época, como el pirata francés François Le Clerc jambe de Bois (Pata de Palo), que en 1553 saqueó e incendió la ciudad, destruyendo importantes monumentos y archivos.
Tras el incendio la ciudad se remoza y ve surgir nuevos edificios, que suplen a los perdidos, como es el caso del edificio del Ayuntamiento o la iglesia de El Salvador.
Durante diez días "Pata de palo" asola y destruye cuanto encuentra a su paso.
Se produjo la pérdida total de toda la documentación municipal y notarial que se había generado hasta ese momento, creando un gran vacío histórico.
Escribe Rumeu:
"pronto imponentes columnas de humo anunciaron a sus moradores que huían despavoridos, que la ciudad era destruida por el fuego en sus monumentos más notables. La iglesia parroquial de El Salvador, los conventos, ermitas, casas consistoriales, Casa del Adelantado, archivos públicos, y buen número de casas particulares fueron pasto de las llamas. Las pérdidas por el incendio se evaluaron después de la evacuación en 300.000 ducados".
Durante el siglo XVIII, Santa Cruz de La Palma se convierte en una ciudad-convento, llena de iglesias y ermitas, llegando a contar con dos conventos femeninos (de clarisas y de dominicas) y dos masculinos (de predicadores dominicos y de franciscanos) en una población que no alcanzaba los dos mil habitantes.
El 13 de noviembre de 1585 una flota de 30 navíos a las órdenes del corsario Francis Drake ataca sin éxito Santa Cruz de La Palma.
En el siglo XIX tiene lugar la reforma urbanística propiciada por los polifacéticos sacerdotes liberales Manuel Díaz y José Joaquín Martín de Justa, que racionalizan el espacio y disponen nuevos estilos en las fachadas principales de las mansiones señoriales que jalonan la calle Real, principal arteria de la ciudad.
Reflejo de un pasado caracterizado por una importante actividad comercial, es el impresionante legado artístico y cultural conservado en esta ciudad, a lo largo y ancho de sus calles y de sus edificios más destacados.
La vinculación de la isla y la gente de La Palma con el mar, ha sido una constante a lo largo de la historia y ello ha potenciado la aparición de numeroso marinos, con suerte diversa, tanto en las rutas indianas como en las transoceánicas; baste citar la figura de Francisco Díaz Pimienta, José Fernández Romero, etc. La presencia de los canarios ocupando los distintos oficios de la mar queda patente desde los primeros momentos de la colonización americana, embarcándose en los puertos andaluces o en los insulares y adquiriendo una notable experiencia que les permitirá luego navegar como pilotos o maestres de las Carreras de Indias. Después de la participación mayoritaria de pilotos procedentes de la Baja Andalucía, las Canarias contribuyeron con el 12 por ciento del total de pilotos examinados e inscritos en la Casa de la Contratación de Sevilla.
La riqueza de Santa Cruz de La Palma antes del saqueo de 1553. Gaspar Frutuoso:
Eran muy de ver las casas ricas, llenas de cajas y cofres encorados, los ricos escritorios, todo lleno de vestidos de seda y brocados, oro y plata, dinero y joyas, vajillas; las tapicerías con historias de que estaban adornadas; las panoplias llenas de lanzas y alabardas, adargas y rodeles; los jaeces riquísimos de caballos, sillas con mochilas cubiertas de brocados con mucha pedrería; los sillones de mucho precio; los arneses y cotas de malla con otras ricas armaduras. Porque no hay en la isla hombre honrado que no tenga dos o tres caballos moriscos, y muchos oficiales los tienen y sustentan; los cuales en las fiestas de cañas y escaramuzas, todos salen a la plaza, y son de los más nobles estimados y buscados y no envidiados ni murmurados, como en otras partes y naciones hacen muchos hinchados, a quienes parece ser sagrados y que no se han de dejar conversar por todos.
[...] Lo contrario de la cual se usa en la isla de La Palma y demás islas Canarias, donde se cabalgan y visten calzas tan costosas los oficiales de oficios mecánicos como los hidalgos y regidores, tratándose todos y yendo a saraos disfrazados con libreas muy costosas, de las que no se usa sino en aquel día. (G.Frutuoso)
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Periferia de Santa Cruz de La Palma:
La construcción del fuerte de Santa Catalina fue iniciada en las primeras décadas del siglo XVI.
La visión de un panorama idílico desde la atalaya natural de Mirca cautivó al portugués Gaspar Frutuoso, que visitó la Palma en el siglo XVI.
En su memoria de viaje escriió que «el barrio de Miraflores (Mirca) se llama así, porque desde el se ven todos los vergeles, jardines y haciendas que hay en Buenavista y Veloco»
La periferia de Santa Cruz, Velhoco, Mirca, Las Breñas y Mazo constituían lugares principales para las residencias veraniegas. Su localización en zona de medianías permitían una explotación rentable de la agricultura.
Durante el Antiguo Régimen la tierra se concentraba en manos de pocos propietarios. Eran rentables a partir de una notable extensión.
Son propietarios de importantes haciendas familias como los Fierro-Monteverde y Massieu.
La zona de Las Nieves estuvo vinculada a la familia Pinto.
La existencia de distintos gravámenes y disposiciones (capellanías, patronatos, mayorazgos, vínculos) dificultaba el cambio de manos.
La emigración demuestra lo tensas que fueron las relaciones entre propietarios y campesinos, que subsistían en general al servicio de los señores.
La pérdidad e los mercados de vino significó la progresiva sustitución de viñas por cereales, frutales, higueras, nopales y castaños.
Hay mayor presencia de aljibes de madera de tea y menos de lagares y bodegas.
La caldera de aguardiente de Smalley en Miranda (Breña Alta) se menciona en varios documentos entre 1741 y 1785. Da cuenta de una actividad que tuvo gran auge durante el siglo XVIII para la exportación a Indias.
A mediados del s.XIX se aprueba la supresión de los vínculos y mayorazgos y las haciendas experimentan una progresiva fragmentación.
Los propietarios que dejaban sus tierras en manos de medianeros las venden a los indianos retornados.
Las altas estructuras verticales de los Molinos de Bellido pueden verse desde la avenida del Puente. Sustityeron a molinos anteriores hechos con madera de tea. A un sistema de canalización de agua en funcionamiento desde el siglo XVI se les fue incorporando ingenios hidráulicos de rodezno horizontal. Aprovechaban la fuerza mecánica para la moler cereales. El Barranco del Río en Santa Cruz llegó a tener la mayor concentración de molinos de la Isla. Su construcción y reparación requería un capital sólo al alcance de nobles y burgueses, que los arrendaban a molineros. Funcionaron hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando no pudieron competir con la mayor rentabilidad de nuevos avances tecnológicos.
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