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Movimiento zapatista



Movimiento zapatista:
El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), organización armada mexicana constituida por campesinos pertenecientes a los grupos indígenas chamula, tzeltal, tojolabal, chol y lacandón. En 1994 se rebeló, en el estado mexicano de Chiapas, a las órdenes de una pequeña cúpula militar, liderada por el mestizo subcomandante Marcos. El nombre del movimiento hacía honor al revolucionario Emiliano Zapata.

    Villa y Zapata apoyaron por razones prácticas el movimiento burgués-liberal que iniciaba Madero contra Porfirio Díaz. El dictador, en el poder desde 1876, se retira tras una guerra civil (1911) que se basa en la exigencia del respeto a los derechos de indígenas y campesinos. El desacuerdo de Aguascalientes (1914) que separó a Villa y Zapata del resto, se generó en gran medida por el rechazo de los constitucionalistas a las expropiaciones de una tercera parte de cada gran latifundio.

Presidencia de Salinas de Gortari:
Antes de la rebelión, el presidente Salinas de Gortari, perteneciente al PRI, se enfrentaba a serios problemas. Gracias a un ambicioso programa de modernización, logró revitalizar la economía, estimulando las exportaciones, apoyando el libre comercio con EE.UU., y asumiendo el liderazgo para lograr un acuerdo de libre comercio entre los países de Centroamérica (1991). Uno de sus primeros actos de gobierno fue la puesta en marcha del Programa Nacional de Solidaridad (PRONASOL), objeto de numerosas críticas. Los últimos días de su presidencia volvieron a complicarse seriamente con el asesinato en Tijuana del candidato del PRI Luis Donaldo Colossio. Muchos pensaron en una conspiración a la que pudieran estar involucrados elementos de la vieja guardia del PRI, así como los narcotraficantes. Algo similar se sospechó sobre el asesinato del secretario general del PRI Francisco Ruiz Massieu, de la corriente reformista del partido. El transcurso de las investigaciones sobre estos asesinatos supuso una crisis para el gobierno de Zedillo al poner de manifiesto la corrupción en la justicia mexicana, y las relaciones del narcotráfico y elementos de la élite política del PRI.

La rebelión se inició el 1 de enero de 1994 contra el gobierno Salinas de Gortari, aprovechando que en esa fecha se producía la incorporación de México al Tratado de Libre Comercio Norteamericano (TLC). El motivo de la sublevación fue la protesta ante la situación de extrema pobreza de los indígenas y campesinos de todo el país, la reivindicación de propiedad sobre las tierras arrebatadas a las comunidades indígenas, un mejor reparto de la riqueza y la participación de las diferentes etnias tanto en la organización de su estado como de la República en su conjunto, con el objeto de que fueran respetadas y valoradas las diferentes culturas de los grupos que viven en todo el país. Pese a ser uno de los estados mexicanos que posee mayores recursos naturales (petróleo, maderas, minas y tierras fértiles para la práctica agrícola), en Chiapas es donde la desigualdad entre los distintos sectores sociales se ha mostrado históricamente de una manera más patente, ya que su organización sociopolítica sigue apoyada en las viejas estructuras sociales y políticas de carácter autoritario y latifundista.

Enfrentamiento armado:
La ocupación de diversos municipios fue respondida con el envío de tropas federales a las ciudades tomadas por el EZLN, con enfrentamientos entre los indígenas y campesinos, de un lado, y el Ejército federal, de otro, en las principales ciudades del estado, incluidas San Cristóbal de las Casas y Ocosingo. Los zapatistas se retiraron voluntariamente a sus bases de la selva y consiguieron frenar el avance del ejército hacia ellas. La opinión pública era contraria a la prolongación de los enfrentamientos armados. Este clima de violencia hizo que el gobierno mexicano enviara mediadores como el ex jefe de gobierno (alcalde o regente) del Departamento del Distrito Federal, Manuel Camacho, y el obispo de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz. El presidente nombró a Jorge Carpizo, que había presidido la Comisión nacional de derechos humanos, como nuevo titular de la cartera de Gobernación. Los mediadores negociaron una salida pacífica al conflicto a cambio de ciertas concesiones, entre las que se encontraba la supresión del candidato del PRI al gobierno del estado, perteneciente a la oligarquía chiapaneca. La Iglesia de dicho estado apoyó el diálogo y se mantuvo al lado de los indígenas y campesinos, defendiendo sus derechos más básicos. No obstante la tregua obtenida, se abrió en la zona un clima de hostilidades que dejó sin solución el conflicto.

Primer consenso gobierno-guerrilla (19/01/96):
Se acordó incorporar en la Constitución el reconocimiento de la autonomía indígena. Meses después, el EZLN acordó transformarse en un grupo político para participar en una mayor democratización del país. Esta transformación no se llevó a efecto, de alguna manera, hasta septiembre de 1997, cuando fue anunciada en la capital mexicana la creación del Frente Zapatista de Liberación Nacional (FZLN) como brazo político del zapatismo, después de una multitudinaria manifestación. La paralización del proceso de acuerdos firmados con el gobierno de Zedillo, tras el intento de éste ya en marzo de 1996 de adecuarlo a la Constitución mexicana, motivó la creación de dicho frente, del cual el propio subcomandante Marcos se separó inmediatamente para reivindicar el carácter de lucha del zapatismo originario.

Matanza de Acteal (22/12/97):
Un grupo paramilitar asesinó en la localidad chiapaneca de Acteal (municipio de Chenalhó) a varios centenares de campesinos, en una zona cercana a la dominada por los zapatistas. El presidente Zedillo aceleró el proceso negociador con los guerrilleros y destituyó al ministro del Interior Emilio Chuayffet, al tiempo que se procedía a la persecución y detención de los criminales, así como al cercamiento del cuartel general zapatista en la selva Lacandona a principios de enero de 1998 por parte del Ejército mexicano, sin obtener la captura del subcomandante Marcos. El 2 de abril de 1998 resultó arrestado el general Julio César Santiago Díaz bajo la acusación de complicidad en la matanza de Acteal. Su destacamento se había inhibido de socorrer a los atacados. Dos meses más tarde, el obispo Samuel Ruiz García abandonó su mediación entre el gobierno de Zedillo y los zapatistas después de acusar a aquél de perseguir su actividad conciliadora. La Comisión Nacional de Intermediación presidida por Ruiz se disolvió de inmediato. A mediados de ese mismo mes de junio murieron nueve personas en un choque entre las fuerzas de seguridad y miembros del EZLN en El Bosque, municipio controlado por los zapatistas desde diciembre de 1994 y que estaba siendo desmantelado por el Ejército mexicano en el momento del combate.

    El obispo Samuel Ruiz García:
    Sufrió un atentado el 4 de noviembre de 1997. Presidía entonces la mediadora Comisión Nacional de Intermediación, órgano encargado de contribuir a la pacificación de aquel estado. Varios pistoleros que el subcomandante Marcos denunció como agentes parapoliciales, emboscaron y dispararon contra el obispo, produciéndose varios heridos en una comitiva. La segunda acción violenta fue el asesinato de 45 indígenas tzotzilas en Acteal, la mayoría mujeres y niños, por un comando paramilitar; una auténtica masacre que levantó un clamor de indignaciones contra el Gobierno por, como mínimo, su inacción para proceder contra aquellas bandas al servicio de los terrateniente. La Iglesia católica exigió la destitución del gobernador del estado, Julio César Ruiz Fierro, acusándole de saber con antelación el propósito de los asesinos. El subcomandante Marcos acusó al Gobierno de intentar la aniquilación de la población indígena. Con el pretexto de la matanza el Ejércto desplegó nuevos efectivos e intentó destruir el cuartel zapatista, en busca de Marcos, acción condenada por el obispo Ruiz. Por su parte, ante la indignación general, el presidente Zedillo destituyó simultáneamente al secretario del Ministerio de la Gobernación, Emilio Chuayffet, acusado desde Chiapas de ser el instigador de la masacre, al tiempo que dimitía el gobernador de Chiapas, Ruiz Ferro. Mientras en esta guerra sucia y sorda, el Ejército presentaba testimonios documentales que vinculaban al obispo con el zapatismo insurgente, acusación enérgicamente rechazada por el obispado. El día 24, el Gobierno, en signo de buena voluntad, liberó a 300 presos zapatistas, en un intento de recuperar el diálogo perdido con el EZLN. Sin embargo, el 16 de febrero, un portavoz del movimiento señaló que seguirá la lucha hasta que se encuentre una respuesta a las demandas de justicia social y libertad. Inmediatamente, el propio presidente Zedillo responsabilizó al EZLN por negarse al diálogo. Los zapatistas reaccionaron creando un brazo de diálogo. El Gobierno restringió el acceso a personas extranjeras en Chiapas y expulsó a 200 de ellos, la mayoría españoles, italianos y franceses, acusados de actividades políticas. El día 13 de marzo, el presidente Zedillo propso un modelo de autonomía limitada en materia de derechos y cultura. (Fuente: Espasa)

El proceso de paz en Chiapas se reanudó, dos años después de su interrupción, el 20 de noviembre de 1998. Tanto el Congreso mexicano como el EZLN abrieron en San Cristóbal de las Casas nuevas negociaciones a través de la Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa), compuesta por 18 delegados de los principales partidos y 29 miembros de la guerrilla. Tres días más tarde, las conversaciones fueron abandonadas por los zapatistas sin haberse logrado avance alguno. El 24 de febrero de 2001, durante la presidencia de Fox; Marcos y otros 23 líderes zapatistas iniciaron en San Cristóbal de las Casas una marcha pacífica hacia la ciudad de México, a la que llegaron el 11 de marzo tras haber recorrido 12 estados. El día 28 de ese último mes, un miembro del EZLN habló desde la tribuna del Congreso mexicano, defendiendo la aprobación de una ley sobre derechos y culturas indígenas que concediera también una amplia autonomía a las 57 etnias del país. Fue el punto de partida para la reactivación del diálogo con el gobierno, que ya en diciembre del año anterior (cuando inició su mandato) había elevado al Congreso un proyecto de ley en tal sentido y desmantelado retenes militares en Chiapas.


Insurgencia zapatista (1994):
En México, a partir de que en 1977 el gobierno de López Portillo ofreció privilegios a los partidos políticos que se registraran para los procesos electorales, se encendió la luz verde para que en la izquierda surgieran decenas de estos organismos "legalizados"; sin embargo, en el campo se registró la aparición de un mayor número de grupos guerrilleros. Antes de las medidas mediatizadoras reyesherolianas de ese año, se vivía en la izquierda un proceso inverso: había menor número de guerrillas, pero casi un centenar de pequeños partidos de izquierda "ilegales". En los hechos, partidos y guerrillas proclaman abiertamente que luchaban por el poder para construir una sociedad socialista parecida a la rusa, a la china o a la cubana. Casi todos buscaban el poder para el partido o para el pequeño grupo dirigente; sólo los autogestionarios hablaban del poder directo para los trabajadores, pero siempre se hablaba y se pensaba en el Poder. El surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), levantado en armas el 1 de enero de 1994 en el estado de Chiapas contra el gobierno mexicano, introdujo un planteamiento radicalmente diferente al predominante hasta entonces: buscar movilizar a la población por sus demandas inmediatas y contra las políticas de Estado, con el objetivo de desarrollar la conciencia de sus derechos colectivos; así como lograr que los funcionarios gobiernen obedeciendo. A partir de ese planteamiento de origen anarquista, que el mismo Emiliano Zapata proclamó durante sus luchas revolucionarias de 1910-19, despreciando el poder presidencial para poner adelante la consigna de Tierra y Libertad, el EZLN introduce otro objetivo, otro estilo de hacer política y hace desaparecer cualquier posibilidad de convertir el zapatismo en un instrumento que sirva para alcanzar diputaciones, gubernaturas y demás cargos funcionariales o electorales.

Mientras los dirigentes de partidos, de sindicatos, de profesionistas, de empresarios, luchan abiertamente por el poder personal o de grupo dentro de sus organismos y dentro del gobierno, el EZLN proclama que la batalla no es electoral ni por conquistar cargos, sino la que debe darse entre los trabajadores para que sean ellos mismos los que de manera colectiva determinen lo que hay que hacer en cada momento para que todos sean beneficiados. La batalla contra el poder es larga porque deben extirparse viejas formas de pensar y modelos de control que se resisten a morir, pero sobre todo un gran poder económico local y transnacional dispuesto a usar todos sus recursos contra cualquier rebelión. Pero la única lucha real es la que se da desde abajo, de manera consciente y horizontal sin preclaros y autoproclamados dirigentes que pudieran decir con los zapatistas: "todo para todos, nada para nosotros". (P.Echeverría)

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