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Renacimiento



El Renacimiento:
Filosofía y modernidad. Los orígenes de la modernidad:

Con la era cristiana la razón griega queda oscurecida durante siglos. Pero el espíritu que había dado vida al pensamiento filosófico griego renacerá con fuerza y los hombres continuarán el interrumpido proyecto que los filósofos griegos estudiaron como el orden de la razón. El mundo moderno utilizará la razón científica como base de su filosofía; comienza hacia el 1400, durando hasta el 1650, cuando la mentalidad renacentista triunfa definitivamente sobre las tradiciones clericales de la Edad Media. Durante este largo período el pensamiento europeo sufrirá una profunda transformación que produce una nueva mentalidad. El Renacimiento afecta a las estructuras básicas de la sociedad y la cultura, comprendiendo la vida cotidiana y la mentalidad diaria, la práctica de las normas morales y de los ideales éticos, las artes, las ciencias, etc.. El Renacimiento es la primera etapa del proceso de transformación del feudalismo al capitalismo; su ruptura con el mundo medieval se produce en todos los órdenes de la cultura renacentista, pero hay que tener presente que el Renacimiento es un período complejo, plural, donde lo viejo y lo nuevo se mezclan y se entrecruzan. Los comienzos del S. XV son de gran actividad creadora, aunque también de gran confusión, al tener que acostumbrarse a las nuevas perspectivas vitales (interpretación del hombre, del Cosmos...). En este siglo hay una doble vida: La supervivencia de la vida medieval y el Renacimiento de una nueva vida. El hombre que mejor representa a esta época en la que los individuos tienen conciencia de estar situados en los confines de dos mundos es Pico Della Mirandola. Se produce una situación en el límite de dos formas de vida, generando contradicciones (Paganos y Cristianos). Pese a ello hay una clara conciencia de estar al final de un mundo y el comienzo de otro; esta conciencia es la que caracteriza a los hombres renacentistas. Hay también una supervivencia de la vida medieval, pero el hecho de que los pensadores de esta época tengan clara conciencia de ello, es precisamente lo que produce distancias y separa de raíz el Medievo del Renacimiento. La novedad y el carácter revolucionario del Renacimiento está en la actitud de los hombres ante el mundo, éste no es un lugar de paso, sino algo valioso y bello que el hombre puede transformar en su morada, siendo el hombre protagonista de su destino. La capacidad creadora del hombre hizo que muchos filósofos renacentistas abandonaran el mundo medieval de Adán por el de Prometeo (inventos de las artes y los instrumentos de la vida civil). El pensamiento renacentista rompe con la jerarquía universal de las cosas y sitúa al hombre como capaz de cambiar cualquier realidad enojosa y si sufre no es por decreto de la naturaleza o de Dios, sino por su falta de esfuerzo intelectual o manual, por su estupidez o por su perversidad. Esta concepción del hombre exige un espíritu de libertad que abarque todos los campos de la actividad humana y también especialmente la esfera del pensamiento. La libertad es una auténtica necesidad de los tiempos (S. XV y XVI ) y no es nada sorprendente que se constituyese en el centro de la axiología renacentista como valor conductor a cuyo alrededor se ordenaron todas las demás.

Erasmo de Rotterdam La Religión:
Se produce un proceso de secularización, tanto en el pensamiento como en su actitud ante el mundo, lo que no implicó la irreligiosidad o el ateísmo, que son fenómenos raros en el Renacimiento. La religión se convierte en asunto privado, adoptando una actitud de indiferencia y de desprecio hacia la autoridad de la Iglesia (esta es una raíz del protestantismo junto al pesimismo que angustia la conciencia al ver el destino fijado desde la eternidad y que nada lo puede modificar). Esta concepción del hombre es antirrenacentista y antimoderna y es precisamente este determinismo lo que impidió a Erasmo el adherirse al protestantismo. Tanto la reforma como la Contrarreforma son dos movimientos religiosos que ven al hombre y el mundo desde un prisma de Fe, no de Razón.

El hombre renacentista adopta una actitud racional ante el mundo, pero sin abandonar la fe religiosa. Esta actitud, está en línea con la tradición clásica y su línea fue el del retorno a los clásicos, lo que permite sustituir el principio de la autoridad (método medieval) por el de libre investigación. Los filósofos humanistas situaron a los clásicos en el lugar que les correspondía. Aristóteles es visto como un gran filósofo, pero no como la encarnación de la ciencia, es simplemente un gran hombre; se dan cuenta de las limitaciones de las doctrinas de los antiguos y la reflexión y la experiencia personal se utilizan como nuevos métodos del pensamiento. Los renacentistas son conscientes de que todo está en duda, el nuevo orbe filosófico permite separar la filosofía renacentista de la escolástica medieval, tanto en los temas como en la metodología, pero sigue existiendo una problemática heredada en parte por la filosofía medieval cristiana (Preocupación por el lugar que ocupa Dios en el esquema de las cosas). La filosofía humanista fue el primer paso de un desarrollo intelectual en la línea de un pensamiento secular moderno; la rebelión no es tanto contra Dios como contra sus representantes e intermediarios, es decir contra los teólogos y la Iglesia. En el Renacimiento se dio importancia al hombre, a su dignidad y a su lugar predestinado en el Universo. En la Edad Media la dignidad del hombre no estaba en la libertad y capacidad de crear sino en ser una criatura hecha a imagen y semejanza de Dios.

  • La vida antigua fue Cosmocéntrica
  • La vida medieval fue Teocéntrica
  • La vida moderna fue Antropocéntrica

El hombre protagonista de su destino:
El espíritu del Renacimiento llevó a Pico della Mirandola a afirmar que el destino del hombre no viene de lo Alto, no está determinado por nada material ni espiritual, sino que surge del hombre inocuo: " La suerte es hija del Alma". El hombre pasa de ser un mero espectador en el Medievo a tener confianza en si mismo y convertirse en artífice de si mismo y su destino. En la Florencia del S.XV se escriben textos de exaltación a la grandiosidad humana, destacando la famosa oración sobre la dignidad del hombre de Pico della Mirandola, en la que de forma sencilla y sublime se recoge la nueva imagen del hombre que el califica y apellida como : "el gran milagro y animal admirable". La grandeza del hombre reside en su libertad para hacerse a si mismo, esto es, en convertirse en libre escultor y modelador de si mismo. Cuenta, Pico, que una vez que Dios terminó la creación del mundo, buscó alguien que apreciara el plan de tan grande obra, amara su hermosura y admirara su grandeza; fue entonces cuando creó al hombre y le dio libertad para escoger el camino que quisiera en directa alusión al mito de Prometeo, narrado por Platón en Protágoras. El hombre no tiene una naturaleza fija, concreta y determinada, él es el artífice de su propia suerte y según lo que cultive aquello florecerá. El hombre puede emplear mal su grandeza, pero la meta tiene que ser la perfección, por ello Pico dice que debe apoderarse de nuestra alma una cierta santa ambición de no contentarnos con lo mediocre sino anhelar lo bueno y tratar de conseguirlo con todas nuestras fuerzas. La libertad es una llamada hacia la perfección, hacia la plena realización; se desvanece el mito del Pecado Original rompiendo con la concepción medieval. Para, Pico, el hombre se hace a si mismo, actuando en el mundo, es dueño y señor de todas las cosas, modelador de sí mismo y del mundo. La libertad no es una meta sino un punto de partida para el proceso de realización de las potencialidades humanas. Bruno, también está contra la astrología y afirma que el verdadero cielo se encuentra en nuestro espíritu; el hombre necesita desarrollar el intelecto dejando el ocio de lado. Pompornazi, es otra corriente distinta a la de Pico, afirma con la misma intensidad la excelencia del hombre; la libertad quedaba limitada por el inmutable orden de las cosas a las cuales todos los seres están atados. Pompornazi es el máximo representante del aristotelismo paduano; en su libro: De incostationibus reduce a causas naturales todos los fenómenos maravillosos o milagros que se atribuían a causas sobrenaturales. Defiende una concepción de la naturaleza rígidamente naturalista y determinista (carácter antropológico).. El orden de la naturaleza es único e indestructible y el hombre está ligado y atado a ella; en nombre de la razón científica, Pompornazi atacará y polemizará a Pico, al que acusa de moverse por razones extracientíficas. Este califica el hombre de " Miraculu Magnum ", por su intelecto especulativo por el que puede convocar el orden del mundo y el margen de libertad posible dentro de las leyes generales de la naturaleza. En segundo lugar por su intelecto operativo que le permite actuar en el marco que le impone el orden universal y en tercer lugar el método ético, es decir la virtud universal que podemos lograr en esta vida. Pompornazi sostiene un punto de vista naturalista respecto al alma sin que sea lícito pensar en una vida inmortal. La grandeza del hombre reside en su virtud moral que es recompensa de sí misma; el valor de la vida humana no depende de la duración de la miseria. Para, Pico, el hombre alcanzó la perfección cuando se modula a sí mismo y exalta la libertad sobre la necesidad. Pompornazi reduce la libertad al marco de las leyes de la naturaleza y se realiza cuando actúa normalmente. El hombre puede recuperar la acción de los astros mediante su comportamiento moral. Estos son los dos polos opuestos del Renacimiento.

Tommaso Campanella (1568-1639) El hombre constructor de la sociedad política:
Los humanistas están muy preocupados por la sociedad política que debe conseguir un estado justo capaz de proporcionar el bienestar para la identidad de los hombres; los pensadores políticos del Renacimiento descubren a la humanidad como un todo independiente de la comunidad particular a la que cada uno pertenece. La sociedad estaba integrada por seres libres e iguales y los descubrimientos científicos y técnicos eran patrimonio de toda la humanidad. Este ideal explica las grandes utopías surgidas en el Renacimiento, en las que se establecen normas para toda la humanidad y en las que se aspira a la creación de una República Universal. Para, Maquiavelo, el conocimiento de los hombres es condición imprescindible para una acción política adecuada; Maquiavelo, en contra de la mayoría de pensadores de la época cree que el hombre es malo por naturaleza. En El Príncipe nos lo describe como egoísta, dominado por el miedo, vengativo, mezquino, ambicioso, inconstante. Sólo el Estado (orden estatal) puede garantizar una adecuada organización de la convivencia humana. Sólo la violencia del Estado, su poder soberano, puede frenar la violencia salvaje de los hombres y convertirse en garantía de la libertad de todos. Los filósofos del renacimiento coincidieron en afirmar que eran los hombres los artífices de la sociedad civil; sin embargo existen diferencias en el análisis de hasta que punto los hombres son dominados por la fortuna. Campanella, no reconoce ningún tipo de limitación y el poder del hombre le permite convertirse en "Señor de todas las cosas" y "constructor de este mundo" y de su propia unidad, estableciendo y quebrantando leyes como un Dios. Maquiavelo matiza mucho las relaciones y el margen de acción del hombre frente a la fortuna, ésta domina la mitad de las acciones humanas, pero no se entrega nunca al mero espectador indolente y ocioso. La fortuna siempre se pone del lado de quién obrando rápida y audazmente sabe asirla. Campanella en su utopía La ciudad del Sol quiere que todo el mundo sea partícipe de la felicidad alcanzada en esta ciudad. No utiliza la fuerza, sino que por medio del convencimiento hace ver las ventajas de esta forma de vida. La misma idea de universalidad aparece en el pensamiento político de los humanistas florentinos de finales del S. XIV y principios del XV que convierten a Florencia en la patria ideal de los hombres. Los pensadores del Renacimiento no coincidían en cual debía ser el ordenamiento social y político más adecuado para asegurar el ideal de libertad. Giordano Bruno difundió con entusiasmo la sociedad burguesa, la cual permite que los individuos progresen según sus actividades e intereses. Tal tipo de desarrollo frena el mal, la injusticia, pero también y en mayor medida el bien. El mal es el precio que hay que pagar por el progreso liberador. Los pensadores utópicos del renacimiento sostuvieron un modelo de estructura social distinto, formado por seres libres e iguales, donde lo más útil para la comunidad fuese al mismo tiempo lo más grato para el individuo. Campanella, (Ciudad del Sol) dice que los hombres deben ser todos iguales en el trabajo sin admitir ningún tipo de esclavitud o servidumbre. Nadie recibirá más de lo que merece pero tampoco le faltará nada de lo necesario. La mejor forma de organización tanto ética como económica se consigue a partir de un orden social igualitario, que disminuye la penosidad del trabajo, aumenta la utilidad y productividad y convierte a los hombres en creadores de su destino y ciudad. En oposición a las 2 concepciones anteriormente expuestas, se halla el modelo de estado concebido por el principal pensador político del Renacimiento.

El camino hacia un pensamiento secular y libre:
La libertad de pensamiento, sin la cual no hubiese sido posible la ciencia ni la filosofía moderna, fue uno de los más preciados dones que los renacentistas nos dejaron. Esta conquista supuso muchos sufrimientos:

  • Proceso a Galileo
  • Cautiverio de Campanella
  • Muerte de Bruno y Vanini

Los filósofos renacentistas lucharon en todo momento por un pensamiento libre y autónomo, sustituyendo el principio de autoridad por el de libre investigación. Los problemas debían solucionarse mediante la razón y Pompornazi, guiado por este espíritu, toma como mediador a Aristóteles; afirma no necesitar de la fe religiosa para construir, la ciencia de la naturaleza, la psicología e incluso la ética. Separa la filosofía de la fe y sostiene la teoría de la doble verdad " Adhesión a la filosofía hasta donde lo quiera la razón y a la teología hasta donde lo quiera la Iglesia ". Esta actitud prudente es la que le mantiene con vida y le llevó a mantener en secreto, hasta su muerte, sus dos obras más importantes consideradas modelos del libre pensamiento. La teoría de la doble verdad es algo meramente formal que se pone de manifiesto en su teoría de las religiones, a las que considera fábulas para gobernar a los pueblos. Al igual que Pompornazi, Campanella proclama tenacidad al derecho de cada cual a regir su propia vida (a pensar y vivir libremente). El principio de la autoridad debía ser sustituido por el de libre investigación pensa uomo pensa. Su camino hacia la libertad fue difícil y pasó gran parte de su vida en la cárcel. De ahí su grito de desesperación y de exigencias al mismo tiempo Libertad signor Bruno. En sus poesías y sus cartas encontramos una denuncia contra la violencia que trata de esclavizar y someter al hombre y una defensa de la libertad y del pensar sin trabas, como derechos esenciales a todo ser humano. Intentar hacerle cambiar de idea por la fuerza pues mediante la razón les da mil vueltas. Campanella pudo resistir y defender su derecho a razonar sobre el mundo. Gentile, señala que era un hombre al que no pudieron hacerle desistir de su lucha de imponer al mundo su propio pensamiento. Estaba convencido que el tiempo le daría la razón y que el fin de la tiranía estaba próximo. Giordano Bruno es otro de los grandes filósofos renacentistas que lucharon por la libertad filosófica en contra del dogmatismo y la intolerancia. Hay que buscar la verdad utilizando la cabeza y no esperar que ésta venga a nosotros en forma de inspiración divina. Tuvo muchas dificultades, pero mayor fue su esfuerzo y valor; perseguido por católicos y protestantes, tuvo una vida peregrina por Europa. En Ginebra (1579) estuvo a punto de ser llevado a la hoguera por los calvinistas, pero se retractó. En Venecia y Roma, ante la Inquisición no quiso renunciar a sus ideas y el 8 de Febrero de 1600 fue sometido a tormento, declarado hereje y quemado en la hoguera. Sus obras fueron también destruidas y tardaron mucho tiempo en ser reeditadas. Como dice Campanella: " La pasión del filósofo es la pasión por la verdad y no dar gusto a las gentes, hay que anteponer la verdad a la propia vida ". El conflicto más famoso de esta época lo protagonizaron Galileo y la Inquisición romana. Éste defiende la libertad científica a la que considera independiente de la fe, a la que sitúa en otro campo. Fue condenado por sus teorías copernicanas y terminó abjurando. "En las ciencias mandan los hechos y los argumentos y contra ellos nada podemos hacer". Este ambiente de represión no fue nunca constante en el Renacimiento, pues durante la primera época hubo tolerancia y libertad, coexistiendo la religión, la ciencia y la filosofía. Durante el S.XVI esta armonía se romperá con el Concilio de Trento, que da paso a la Contrarreforma. La iglesia se lanza contra la reforma protestante y contra la libertad filosófica y científica, impidiendo a toda costa la libre circulación de ideas. La primera oleada represiva fue la más dura, convocándose a numerosos intelectuales ante la Inquisición; muchos se retractaron, pero otros como Giordano Bruno fueron quemados, poco antes de morir rechazó con energía el crucifijo que se le ofrecía, por considerarlo como un símbolo de la iglesia enemiga y de las ideas por las que había luchado.

Revalorización del mundo humano:
El amor a la vida.
Con los humanistas se revaloriza toda manifestación de la vida, el tema de la muerte y la preocupación por el más allá pierde terreno; mientras se vive no existe la muerte, esta idea la refleja muy bien Bocaccio en el Decamerón, donde sus personajes, rodeados por la peste, nunca piensan en la muerte y se dedican a buscar la belleza y el placer. Son famosas las polémicas de los humanistas relacionados con la vida monástica y ascética, que ven como un freno a sus ideales de placer y pasión por la vida. En esta época asistimos a un descubrimiento del cuerpo, que deja de ser pecado para convertirse en objeto de goce y alegría. Se trata de superar la oposición entre carne y espíritu que dominaba en la Edad Media. Se ensalza el amor espiritual y el físico, que además de producir deleite y placer resulta fecundo para el género humano. Hay una exaltación del matrimonio y un culto a la belleza. Los renacentistas, en su búsqueda de la belleza, liberan al arte de su servidumbre teológica y lo convierten en fin de sí mismo. El gusto estético se manifiesta en el deseo de escuchar y hablar bien, de ahí su desprecio por la barbarie de los medievales. Durante el renacimiento, salvo casos excepcionales, no hay ateísmo; domina la idea de considerar la obra de Dios, tanto la Naturaleza como el hombre, como algo digno y valioso en su totalidad. No creen en el pecado original y por tanto tampoco hay corrupción o depravación y en consecuencia proclaman la alegría y el goce por la vida. La pérdida del sentido del pecado hace perder protagonismo a Satanás; valoran también los bienes terrenos producidos por el propio trabajo del hombre, en oposición al ideal de pobreza de la Edad Media. Durante el Renacimiento persistieron actitudes tradicionales propias del ascetismo cristiano, que resurgieron con fuerza a finales del S. XV, frenando el aire renovador y el espíritu de libertad que hubo en la época dorada de los humanistas.

Nueva actitud ante la naturaleza. El mundo, objeto de contemplación:
- Frente a un mundo visto como un valle de lágrimas y como tránsito hacia Dios, los renacentistas descubren su valor y su belleza y lo miran como objeto digno de contemplación y lugar adecuado para que el hombre construya en el su morada. Se estudia la naturaleza de forma objetiva, lo que da lugar a la aparición de la ciencia moderna y del método científico experimental: la exploración científica de la realidad va a desarrollarse en dos líneas de pensamiento diferenciados: La primera es la Escuela Paduana (Pompornazi) teniendo como modelo a Aristóteles "Dios no influye directamente sobre los seres, sino a través de las fuerzas naturales ". Para Pompornazi no hay lugar para los milagros, éstos los explica mediante causas naturales, atribuidas a los astros. La otra corriente, con Bruno como máximo exponente, mantiene una concepción unitaria inmanentista de la naturaleza; Bruno afirma que Dios está presente en todas las cosas y en sus escritos naturales hay una exaltación poética del universo. La inmensidad del universo y la divinización de la naturaleza abrirán inmensas posibilidades a la sed de expresión y de vida del hombre. "En cada hombre, en cada individuo se contempla un mundo, un universo". Su contraposición con la Edad Media es total; el universo inmutable, finito, definido, se transforma en abierto.

El hombre dominador del mundo por su conocimiento y voluntad:
El hombre renacentista deja de ser piadoso espectador de las maravillas de Dios para convertirse en un elemento activo, que desea hacerse dueño del mundo mediante el poder que le da su conocimiento. El hombre pretende poner a su servicio las fuerzas cósmicas; en un principio lo intenta mediante la magia, que ocupó un lugar central durante el Renacimiento, convirtiéndose en cuna de todas la ciencias, y la difundían como científica. La vertiente científica de la magia renacentista aparece en Campanella, que intentó reducirla a ciencia; misión imposible por no existir un método preciso de conocimiento y acción. Su ciencia moderna está en desacuerdo con el mundo de la magia, que es un universo vivo en todas sus partes. Esta imagen de universo será abandonada totalmente por la nueva ciencia en la que predomina una concepción mecánica del universo mismo. El mundo no es un ser vivo, sino un mecanismo de relojería divino, o bien como dice Galileo: un sistema matemático orgánico. Leonardo Da Vinci reacciona contra la magia y su mundo dominado por fuerzas ocultas; la magia se presentaba como ciencia activa al igual que la concepción del saber de Galileo, por lo cual es deudor de ella en este aspecto. Frente a los discursos vacíos y la mera pasividad contemplativa, él reivindicara el arte de la mecánica, la obra de las manos; símbolo de ese saber es la pintura. Francis Bacon también es deudor del pensamiento enérgico, al concebir la ciencia como poder: "Para que la ciencia sea fértil en obras, es necesario sopesar la experiencia arrática, es decir la falta de métodos de la magia y su carácter arbitrario". Para Bacon, el progreso de las construcciones teóricas y el progreso de la condición humana van unidos. El papel de Bacon consistió en poner de manifiesto el lugar que ocupaba la ciencia en la vida humana.

Galileo Galilei De la magia a la ciencia: Galileo y el método científico:
Hay una relación erótica del mago con la naturaleza, ya que su fuerza reside en el amor, es la llamada magia simpática que ve en el amor la fuerza del conocimiento y del poder humano. Galileo, presenta la naturaleza como un sistema sencillo y ordenado, en el que cada acción es totalmente regular y necesaria: la naturaleza es el dominio de las matemáticas. El gran libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático, siendo sus caracteres los mismos círculos, triángulos, etc.., en consecuencia, el método de la filosofía será buscar la verdad con razones claras y no mediante fantasías y poesía. El científico se sitúa frente a la naturaleza, muy lejos de la actitud simpática del mago, con fría objetividad y rechaza cualquier tipo de concepción antropocéntrica; sus fantasías no llevan a ninguna parte, ni en el orden del conocimiento teórico ni en el orden de la acción práctica. Galileo será el innovador de la Edad Moderna.

Progreso e Historia:
Los humanistas introdujeron una modalidad de pensamiento historiográfico que rechazó la visión teológica y provindecialista de la historia, que había dominado en la Edad Media y había reducido la historiografía a una mera crónica y narración de hechos milagrosos. Los humanistas buscaron descubrir los principios que rigen la sucesión de los acontecimientos humanos; la historia tiene una trama que corresponde descubrir al historiador, unos pensaban que la trama era de carácter trágico, pues la humanidad había pasado de una edad de oro que se había perdido para siempre, el devenir histórico era un proceso de decadencias; otros, sostuvieron la idea de progreso histórico, pues veían un mundo más habitable que antaño. Los que sostuvieron la idea de progreso estuvieron de acuerdo en afirmar que la raíz y la causa del mundo, residía en el poder creador del hombre y en su voluntad. La superioridad de los clásicos se debía a su educación mundanera, que exaltaba a los hombres activos, en tanto la religión cristiana gratificaba a los humildes y contemplativos que ponen el sumo bien en el desprecio de las cosas del mundo. Así pues, la causa de la antigua prosperidad y la actual miseria, dice Maquiavelo: se debe al valor y actividad de los primeros y a la cobardía de los segundos. Guicciardini, continuador del pensamiento político de Maquiavelo, desprecia la tradicional virtud y antropomorfa de la naturaleza. El punto donde se separa radicalmente el pensamiento mágico del pensamiento científico, reside en la cuestión del método de investigación. Galileo, frente a la anarquía metodológica sostiene un método único y preciso para la construcción del saber científico. Las distintas clases de magias, permiten el uso de diferentes métodos de interpretación de la realidad y todos valen para alcanzar la verdad, por ello Galileo piensa que ningún fruto duradero se puede lograr con ella. El método científico es único y es aquél que parte de la experiencia sensible y concluye en las demostraciones; el mundo de los sentidos (dice Galileo) no es más que un jeroglífico sin descifrar y por eso no puede haber ciencia si junto a las experiencias sensibles, no se llevan a cabo las demostraciones necesarias en las que las matemáticas se convierten en instrumentos indispensables de prueba. Observación y demostración serán los dos elementos indispensables de su método científico, que producirán la llamada revolución científica del S. XVII. La verdad o falsedad se debe conocer por la experiencia y cuando existan demostraciones matemáticas; las diferencias entre la nueva ciencia y la tradicional forma de entender el saber filosófico acerca de la naturaleza se reduce a: utilización de distintos lenguajes, distintos métodos y pretensiones o métodos diferentes. La ciencia necesita un lenguaje preciso y exacto, distintos conceptos de método y de demostración; el camino de la ciencia es el único posible para la inteligencia humana, por lo que deben centrarse en ese saber, había que abandonar la filosofía especulativa por la ciencia experimental. La ciencia no puede basarse en fantasías, sino en hecho verificables; propone una disciplina de la mente, sometida a un método que permita un saber sólido y seguro de la humildad cristiana y alaba al hombre con ambición; ambos dan mucha importancia a la suerte. Maquiavelo, vio que la historia está sometida a un perpetuo movimiento ascendente o descendente y que está influenciada por factores imposibles de prever. No obstante gran parte de los asuntos humanos dependen de su propia virtud, no somos dioses pero tampoco sujetos pasivos sometidos a la diosa Fortuna. También Bodino, en línea con Maquiavelo y Guicciardini, concibe el desarrollo de la Historia como un proceso de cambios sucesivos en los que la fortuna juega un papel importante. Otra teoría afirmó la posibilidad para el hombre de un progreso sin límite y sin condicionamientos de ningún tipo (Pico, Campanella y Bruno ). Para ellos, el hombre proyectándose hacia el futuro puede llegar a serlo todo. Bruno, al rechazar el mito de una originaria edad dorada, concibe el progreso como un continuo alejarse de las formas rudimentarias de la vida humana, ascendiendo de la bestia hasta el hombre. Hay que huir de la ociosidad y la pasividad.

Vico Vico:
Con Vico, en el S. XVIII encontramos ya una filosofía de la Historia plenamente desarrollada con la ciencia nueva. En esta obra se nos presenta una historia de las ideas, costumbres y hechos del género humano, siendo los principios de la Historia Universal. La ciencia de la historia la fundamenta en dos principios:

  • El criterio de la verdad " verum ipsum factum " ( Conocemos sólo aquello que conocemos).
  • El principio que afirma que la Historia ha sido hecha por los hombres y por tanto puede ser por ellos conocida.

Vico, está convencido de que la Historia transcurre según una ley, de la cual puede darse razón porque es de naturaleza humana. Critica a los filósofos monásticos que intentan comprender al hombre en abstracto, olvidando su carácter histórico. Su naturaleza, su lengua, su derecho, sus formas de gobierno, sus instituciones, su forma de pensar han ido originándose históricamente. Antes de llegar a la actual naturaleza que Vico denomina humana y que reconoce por leyes a la conciencia, la razón y el deber, el hombre tuvo una naturaleza poética, creadora y después heroica. Toda la ciencia nueva está concebida en oposición a Descartes y encaminada a desplazar el racionalismo de la historia. Para, Vico, el mundo humano no es sólo el mundo de las formas racionales, es el mundo también de las pasiones, de los sentidos, de los instintos de la fortuna; reivindica la validez de todo lo humano, que va desde casi la animalidad de los primeros hombres, hasta una humanidad plenamente racional. Cada época puede tener su propia barbarie y Vico, cree que en la época de la vida propiamente racional, puede aparecer lo que el llama la " barbarie de la reflexión " que convierte a los hombres en fieras, conduciéndolos a la primitiva simplicidad. Pero la caída no será definitiva, iniciándose un nuevo renacer.

Giordano Bruno (1548-1600) Giordano Bruno (1548-1600):
Giordano Bruno es el más famoso y celebrado de los filósofos renacentistas de la naturaleza. Filósofo ecléctico (escuela filosófica que pretende conciliar las doctrinas que parecen mejores o más verosímiles, aunque procedan de diversos sistemas), en su obra se aprecian las influencias de elementos tan dispares como:

  • El heliocentrismo de Copérnico.
  • El atomismo antiguo de Demócrito.
  • El neoplatonismo.
  • Los escritos herméticos (tradición de tipo religioso-mágico de notable influencia en la religiosidad y la filosofía durante el Imperio Romano, y que volvió a florecer durante el Renacimiento).

Todas estas influencias muestran que el pensamiento de Bruno constituye una síntesis peculiar de ciencia, filosofía, religión y magia. La infinitud del universo La imagen medieval del universo, geocéntrico y finito, se acomodaba armónicamente a la concepción cristiana de lo real. Según ésta, el hombre el único ser racional y libre de la creación, objeto de una especial atención por parte de su creador que no solamente lo crea, sino que además irrumpe en la historia humana redimiéndolo y elevándolo a un orden sobrenatural. La distancia que separa al creador de lo creado encuentra una expresión adecuada en la finitud del universo, la importancia especial del hombre, como criatura suprema, encuentra una expresión igualmente adecuada en el geocentrismo: la Tierra, morada del hombre, se halla en el centro del universo. Bruno, relegó al hombre y a la Tierra a un puesto insignificante dentro del universo. Aceptando el heliocentrismo, Bruno niega que la Tierra ocupe el centro del universo; afirmando que la infinitud de este. Afirma que existen innumerables sistemas solares como el nuestro, que nuestro Sol no es sino una estrella más en el cosmos infinito. y llega mas lejos afirmando que nada impide que existan vivientes y vivientes racionales en otras partes del cosmos. Ni el hombre ni la Tierra, su morada, ocupan ningún puesto de privilegio en el universo. El universo como organismo viviente: Bruno tomó el heliocentrismo copernicano, aun cuando Copérnico no aceptara la infinitud del universo, (el heliocentrismo favorecía la tesis de que el universo posee unas dimensiones mucho mayores que las supuestas por la teoría geocéntrica). En cuanto a la idea de que existen innumerables sistemas solares, cada uno de ellos con seres vivientes y racionales tal vez, Bruno lo tomó seguramente del atomismo antiguo, a través de la obra del epicúreo Lucrecio. La imagen de universo de Bruno no es, sin embargo, mecanicista como la del atomismo griego. Su modelo de naturaleza no es mecanicista sino vitalista: el universo es un ser vivo, animado. El platonismo y la tradición mágica del hermetismo influyeron seguramente en este aspecto del pensamiento de Bruno. La infinitud del universo, juntamente con su carácter de organismo viviente, llevaron a Bruno a identificarlo con Dios. El neoplatonismo había situado el alma del universo, el alma universal, como tercer supuesto o momento de la escala de lo real (Del Uno procede el entendimiento y de éste el alma universal.) Bruno identifica el alma universal con la potencia divina, causa eficiente y formal del Universo: eficiente en cuanto que es la fuerza generadora de todos los seres; formal, en cuanto que está presente en todos los seres, animándolos, dotándolos de vida. El universo no es, pues, sino una manifestación o despliegue de Dios. La concepción del Universo como un sistema autosuficiente, infinito en extensión y fuerza generadora, es característica del Renacimiento. Esta exaltación de la naturaleza es expresada por Bruno a través del panteísmo.

    Los dioses le han dado al hombre el entendimiento y las manos, y le han hecho semejante a ellos, dándole facultades sobre los otros animales; lo cual consiste no solamente en poder obrar de ordinario según la naturaleza, sino también fuera de las leyes de la misma; y así, formando o pudiendo formar otras naturalezas, otros cursos, otras órdenes con el ingenio, con aquella libertad sin la cual no había dicha semejanza, vino a erigirse en dios en la tierra.(Bruno. Espaccio de la bestia trionfante)

    Me parece por lo demás, que Sarsi tiene la firme convicción de que para filosofar es necesario apoyarse en la opinión de cualquier célebre autor, de manera que si nuestra mente no se esposara con el razonamiento de otra, debería quedar estéril e infecunda; tal vez piensa que la filosofía es como las novelas, producto de la fantasía de un hombre, como por ejemplo la Iliada o el Orlando furioso, donde lo menos importante es que aquello que en ellas se narra es cierto. Sr. Sarsi, las cosas no son así. La filosofía está escrita en este grandísimo libro que tenemos abierto ante los ojos, quiero decir el universo, pero no se puede entender si antes no se aprende a entender la lengua, a conocer los caracteres en los que está escrito. Está escrito en lengua matemática y sus caracteres son triángulos, círculos y otras figuras geométricas, sin las cuales es imposible entender ni una palabra; sin ellos es como girar vanamente en un oscuro laberinto. (Galileo. El ensayador)

El texto a comentar trata de dilucidar en que consiste la filosofía, cuestión que equivale a plantear la naturaleza del verdadero conocimiento científico. Galileo presenta una nueva concepción del saber que responde a una nueva visión de la naturaleza: el lenguaje de la naturaleza es matemático, se compone de caracteres geométricos que han de ser correctamente entendidos si queremos conocer el universo. Esta es la tesis que estructura el texto y que recoge el espíritu de la nueva ciencia renacentista. El concepto central es el concepto de ciencia o filosofía, concepto que no ha de entenderse como repetición o asentamiento a lo ya dicho por algún acreditado autor (escolasticismo), ni como construcción subjetiva de la imaginación de un hombre. A diferencia de estas concepciones defendidas, según Galileo, por Sarsi (primera parte del texto), que nos llevarían a vagar por un "oscuro laberinto", la nueva ciencia tiene un punto de partida objetivo e innegable: el universo estructurado matemáticamente que se nos presenta "como un libro abierto ante nuestros ojos". El texto ha de entenderse como exponente de la concepción moderna de la ciencia que se fragua en el Renacimiento. En este período el saber filosófico o científico se hace autónomo con respecto al saber teológico. Está secularización, que responde a la vocación renacentista de libre pensamiento e investigación, va acompañada de una revalorización del mundo: el mundo ya no es un lugar de paso en el camino hacia la salvación del alma, sino un lugar donde el hombre ha de construir su propia vida y la de la sociedad. El mundo es algo digno que merece la pena ser estudiado en beneficio de la humanidad: el saber ya no es una contemplación pasiva, sino un medio de actuar en la naturaleza para dominarla según los fines del hombre. El Pensamiento de Galileo se sitúa en este contexto, pero para él el control de la naturaleza no ha de llevarse a cabo de una forma asistemática y arbitraria (tal y como hacia la magia), sino siguiendo cuidadosamente un método de reglas fijas. Galileo parte de la experiencia y de la observación de os datos empíricos para establecer las leyes generales de la naturaleza, que se expresan y demuestran en formas matemáticas, a partir de las cuales se deducen los fenómenos de la naturaleza. La naturaleza, como expone el texto, es un sistema sencillo y ordenado, en el que cada acción responde a una ley necesaria. Lo cualitativo deja paso a lo cuantitativo y lo mesurable a lo matemático. Para Galileo la razón que descubre el orden de las cosas es la razón matemática. La ciencia pasa a ser el elemento central de la relación del hombre con el mundo. El Renacimiento inaugura un nuevo orden de la razón que es el orden de la razón científica y matemática. La ciencia galineana ejemplifica así el punto de partida de la ciencia moderna y de la concepción mecanicista del universo. El texto comentado ilustra el nuevo pensamiento que irrumpe con el Renacimiento y que hace de Galileo uno de los pensadores cruciales en el origen de la Modernidad.

Pico della Mirandola Pico della Mirandola (1463-1494):

    Así pues, el Supremo Artesano hizo del hombre la hechura de una forma indefinida, y, colocado en el centro del mundo, le habló de esta manera: " No te dimos ningún puesto fijo, ni una faz propia, ni un oficio peculiar, ¡ oh Adán !, para que el puesto, la imagen y los empleos que desees para ti, esos los tengas y los poseas por tu propia decisión y elección. Para los demás, una naturaleza contraida dentro de ciertas leyes que les hemos prescrito. Tú, no sometido a cauces algunos angostos, te la definirás según tu arbitrio al que te entregué. Te coloqué en el centro del mundo, para que volvieras más cómodamente la vista a tu alrededor y miraras todo lo que hay en ese mundo. Ni celeste, ni terrestre te hicimos, ni mortal ni inmortal, para que tú mismo, como modelador y escultor de tí mismo, más a tu gusto y honra, te forjes la forma que prefieras para tí. (Pico della Mirandola. De la dignidad del hombre.)

La grandeza del hombre no reside en ocupar un lugar privilegiado en el Universo ni en la excelencia de su naturaleza que le convierte en intermediario de todas la criaturas, ni en la capacidad inquisitiva de su razón; su grandeza no depende de su ser sino de su libertad que le permite convertirse en libre escultor y modelador de si mismo. Según Pico Della Mirandola, una vez Dios hubo concluido la creación del mundo, buscó a alguien que apreciara tan grande obra, la amara y admirara en su grandeza, creando entonces al hombre con propia decisión y elección, libre en el universo, artífice de su suerte, en busca de la perfección, aunque también se puede convertir en una opción perniciosa y embrutecerse. La ambición le aparta de la mediocridad para anhelar lo sumo con todas sus fuerzas. El mal uso de la libertad lleva un proceso corruptor. El mito del pecado original se desvanece, podemos corrompernos pero no somos seres depravados y corruptos. En esto se aprecia también la ruptura con lo medieval para la que el pecado de Adán fue el que hizo perder la dignidad natural del hombre. El hombre está íntimamente unido a la naturaleza en relación de dominio, el poder reside en que carece de una naturaleza concreta y poder de transformar el mundo que le rodea. El hombre es el dueño y señor de todas las cosas, moderador de sí mismo y del mundo, para Pico, radicalmente libre, con libertad como principio de ser. Pico luchó contra el determinismo astrológico que consideraba el mundo y el hombre histórico y natural, consecuencia del influjo de los cuerpos celestes, y no acepta la casualidad física. No acepta ningún tipo de determinación que le venga de fuera, ni material ni espiritual, él es el padre de sí mismo. Considera a la libertad como categoría antropológica. De ello deviene la posterior revolución científica necesaria para la realización efectiva de esa libertad, contando con la inteligencia y las manos del hombre como instrumentos para alcanzar la madurez y realizarse plenamente.


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