Antiguas expediciones africanas:
Para Heródoto los fenicios llevaron a cabo la circunnavegación de Africa partiendo del Mar Rojo, llegando en dos años a las columnas de Hércules en su viaje de vuelta. La realización de esta hazaña es poco probable, quizás navegando fuera del Mediterráneo llegaran hasta Sierra Leona, llevando a los puertos mediterráneos los mismos productos tropicales que dos siglos más tarde iban a buscar los aventureros europeos en la costa occidental de Africa.
Los Fenicios:
Establecidos en el país de Canaán hacia el s.XXVIII a.C. Su verdadero origen se ignora. Se establecieron en la costa del monte Carmelo hasta Ugarit. Fundaron numeroso puertos (Arados, Smyrna, Trípoli, Yubayl-Biblos, Beritos, Sidón, Tiro y 'Akka), para los que escogían cabos o islas próximas a la costa, que los protegían de los vientos (S-N) y les servían de refugio en caso de invasión (Tiro y Arados); se orientaron deliberadamente hacia el mar.
Cuando la invasión de los pueblos del mar (c.1200) los liberó de la tutela egipcia, pudieron reemplazar el poder egeomicénico, arruinado por los dorios. Su área de influencia se extendió progresivamente; por una parte, desempeñaron el papel de agentes e intermediarios entre occidente y oriente (controlando, por tierra, los puntos a donde iban a parar las caravanas del desierto[Hama, Damasco y Thapsaco] y en donde adquirían las mercancías orientales), y, por otra, fundando, alrededor del Mediterráneo, numerosas factorías y colonias comerciales. En el s.X se instalaron en Chipre y, en las costas de Asia Menor (Panfilia y Licia), donde chocaron con los griegos, que los desbancaron de Rodas, de las Espóradas y de las Doradas, donde habían permanecido durante algún tiempo. Buscaron entonces nuevos mercados en el Mediterráneo occidental: prudentemente, dejaron Tirrenia a los etruscos y a los griegos, y establecieron en Sicilia occidental, en las islas de Malta, Gozo y Pantelleria, bases propicias para el comercio con Africa (s.IX); a través de Cerdeña e Ibiza habían llegado, en la Península ibérica, al "país de Tarsis" (Gades, s.XI), donde sus barcos recogían estaño y la plata procedentes de la península o de las islas Casitérides. A su regreso, aprovechando las corrientes de las costas africanas y por mediación de sus antiguas colonias de Hippo Diarrhytus y Utica (1100), llegaban a Cartago (814-813) y al golfo de la pequeña Sirte (Hadrumeta y Leptis).
Escasa información:
A pesar de las expediciones fenicias, los conocimientos geográficos sobre Africa no fueron mejorados, prevalecieron las mismas noticias que aparecen en las versiones de Homero (hacia 850 a.C.) y Hesiodo. Las inhospitalarias regiones del continente no eran tampoco propicias para la verificación de nuevas exploraciones que dieran más luz acerca del modo de ser de sus diversos pueblos.
Apenas se hacía mención de las fuentes del Nilo, de los pigmeos y otras incidencias recogidas en los versos de Homero y Hesiodo o en los poemas de Esquilo y Pindaro.
Heródoto suministra las primeras noticias como historiador y como viajero y en la época de Tolomeo se conocen informes de más amplitud y concreción al juzgar de las descripciones de Eratóstenes hablando del Alto Nilo.
En el año 235 a.C., Eratóstenes , el polifacético sabio griego, fue a ocupar el cargo de director de la biblioteca de Alejandría en Egipto, investigó otras fuentes históricas y publicó algún material que Heródoto no había conocido. Dos siglos y medio más tarde Estrabón visitó Egipto y aportó algo más de información. Hacia el año 150 d.C., el geógrafo y astrónomo grecorromano Claudio Tolomeo, fundador del sistema que lleva su nombre, publicó unas interesantes informaciones sobre las relaciones entre Egipto y las tierras del interior de Africa donde el Nilo tiene sus fuentes.
La aportación histórica más valiosa de Egipto en el terreno de la etnografía es la que realizó en el interior de Africa. Todo lo que la antigüedad clásica sabía acerca de las fuentes del Nilo, de las tribus negras y camitas que poblaban el Africa Oriental y acerca de los pigmeos de las selvas del Congo, lo debía a fuentes egipcias. Hasta muy avanzada la Edad Media, estas informaciones fueron casi el único material objetivo de que dispuso Europa para su conocimiento de Africa. (Wendt)
Egipcios en el sur de Sudán:
"Las grullas emigran a los lagos que hay más allá de Egipto, allí donde nace el Nilo, en aquella región viven los pigmeos" (Aristóteles)
Los cretenses primero y luego los griegos conocieron a los negros a través de los egipcios, mucho antes de entrar en contacto con los esclavos negros de los cartagineses.
En la primera mitad del siglo VII a.C., unos colonizadores griegos de Mileto fundaron el puerto de Naucratis en el delta del Nilo.
Naucratis debía de ser un mercado de esclavos durante la segunda mitad del siglo VI, cuando el rey soldado Amasis reinaba en Egipto.
Los pueblos del alto Nilo, tanto los negros como los morenos, iban a la caza de los pigmeos como si fueran animales y los hacían trabajar para ellos.
Egipto tenía un enorme consumo de seres humanos.
Se calcula que el proyecto del Canal de Suez de Necao costó la vida a ciento veinte mil hombres.
Los tímidos pigmeos akkas eran capturados por cazadores nubios que los amaestraban y vendían a Egipto por sumas considerables.
La historia del contacto egipciosudanés dura desde hace cinco mil años y es una historia muy accidentada.
Empezó hacia el año 2900 a.C. con una incursión del faraón Snofru en Nubia, en la que se apoderó de setenta mil sudaneses y negros, doscientas mil cabezas de ganado y gran cantidad de objetos de valor.
En la época del gobernador Harchuf (2300 a.C.) los egipcios llegaron por primera vez a las regiones meridionales del Sudán e incrementaron su importación de oro, esclavos, marfil, pieles de leopardo, plumas de avestruz, etc. Ramsés el Grande (hacia 1250 a.C.) dijo respecto de los sudaneses "hombres chatos, de cabello ensortijado, de piel negra, que viven salvajes como bestias y no conocen las leyes de la hospitalidad".
Relatos sobre la expedición de Necao II:
Fenicios y cartagineses rivalizaron en los viajes por el golfo Arábigo, pero según el padre de la Historia la primera circunnavegación africana se debe a Necao II, monarca egipcio cuyo reinado comenzó por el año 616 a.C. Este rey había iniciado y después suspendido las obras del colosal proyecto de construcción del primer Canal de Suez, que fue terminado por el rey persa Ciro. Necao ordenó que saliese de Egipto una expedición de fenicios cuyas naves habían sido puestas a su servicio por el golfo Arábigo y mar de Eritrea y que rodeando Africa por el mediodía retornaran al punto de partida.
El capítulo 42 del libro cuarto de la obra de Heródoto fue objeto de burlas y críticas en su tiempo.
Transcribe el testimonio de que en el cabo de Buena Esperanza se veía el sol de mediodía en el norte, o como dice el texto "a la derecha". El navegante que da la vuelta al cabo de este a oeste tiene el sol de mediodía a la derecha.
Sólo podría imaginárselo alguien familiarizado con el mapa planetario de Copérnico (siglo XVI).
La leyenda, con escaso rigor histórico sitúa a esta expedición avanzando por mares desconocidos, realizando detenidas escalas, sembrando y recogiendo sementeras, en cuyo viaje invirtieron tanto tiempo que al tercer año consiguieron alcanzar el estrecho de las columnas de Hércules y penetrar en el Mediterráneo. Heródoto no creía que el relato de esta hazaña fenicia fuera cierto. Los fenicios estaban habituados desde tiempos muy remotos a la navegación por el mar Rojo y sus expediciones llegaron a las costas de Somalia de donde importaban productos de perfumería y animales exóticos a cambio de manufacturas egipcias.
"ninguno hasta nuestros días puede asegurar con certeza si la Etiopía en donde el Asia y Africa se unen, es continente por la parte que se extiende sin intermisión hacia el mediodía o está rodeada por mar.(Polibio)
Para él no se había atravesado la línea equinoccial ni tal vez ni tan siquiera se había llegado a ella. Sin cruzar esa línea se pudo haber navegado por Ceilán, por el estrecho de Malaca, todo el mar de la China y el del Japón, pero traspasada dicha línea se avanzaba más allá de los límites del mundo conocido.
Expedición del navegante cartaginés Hannon:
El único viaje de exploración que por sus extraordinarias circunstancias y resultados merece tal nombre rodeando el Africa en parte fue el de Hannón, famoso navegante cartaginés, cuya expedición no debe llevarse tampoco más allá del archipiélago de las Bissagas y en ningún modo hasta las Canarias o más adelante, aunque otros historiadores sostienen que pudo navegar hasta el golfo de Guinea y que la presencia de una violenta erupción volcánica le hizo regresar "pues torrentes de fuego surgían de la tierra o iban a precipitarse al mar". De todas formas las colonias fundadas por el explorador cartaginés en su periplo corresponden a tierras africanas como Thymiaterión (la actual Rabat), Karikon, Teichos, Gytte, Akra, Melitta, Arambys, y Kerne, enclavada esta última en una isla que puede coincidir con la del Galgo en el Río de Oro en el antiguo Sahara español.
El periplo de Hannón que ha llegado hasta nosotros a través de versiones griegas, contiene además de datos geográficos imprecisos, relatos de aventuras y detalles fabulosos de algunas ciudades fundadas por el caudillo cartaginés, de las que ya Plinio decía que no conservaba ni memoria ni vestigio. (Fariña)
El viaje de costeo por Africa con una flota de cierta importancia es evidente que existió, aunque también parece que Cartago exageró su importancia, bien en honor al jefe de la expedición, bien por conveniencias políticas para hacer resaltar su poderío marítimo y colonización comercial.
Participaron en la empresa sesenta naves con cincuenta remeros cada una; entre hombres y mujeres, había unos treinta mil cartagineses y norteafricanos a bordo, futuros habitantes de las colonias que se iban a fundar. Los víveres, de acuerdo a su idea de la extensión del continente, resultaron muy escasos. Un error de graves consecuencias.
Según el relato que del viaje nos ha llegado la flota partió de Cartago recalando en Gadir; entre cabo de Espartel y cabo Bojador se fundan siete colonias reseñadas y continúa la expedición hasta llegar a una isla denominada Kerne en el relato, cuya situación no ha sido fijada con exactitud.
La descripción de Hannón es similar a las de los exploradores modernos: montañas cubiertas de bosque se levantaban sobre el mar, el aire estaba saturado de los más diversos aromas exóticos, fuegos encendidos en la costa, retumbar del tam-tam...
Continuando la navegación llegaron a un brazo de mar que los intérpretes llamaron "Cuerno Hesperico" desembarcando por un día,
"De día sólo veíamos bosque y más bosque, pero por la noche se encendían muchos fuegos. Oíamos el son de los tambores, las notas de las flautas y los címbalos y muchos gritos. El aire estaba lleno de perfumes. Los arroyos de turbulentas aguas se vertían ruidosamente en el mar. A causa del calor sofocante no podíamos desembarcar".(Hannón)
Les sobrecoge el temor y por consejo de sus sacerdotes-augures se disponen a abandonar la isla. Siguen navegando y desde el mar ven el trono de los dioses, una tierra llana con un fuego mucho más grande que los otros, que parecía llegar a las estrellas, viendo de día que era una montaña muy alta. (este pico volcánico pudo haber sido el de Camarones en la actual república del Camerún).
Peludos habitantes de la selva:
A los tres días de navegación el relato se interrumpe bruscamente. Han llegado a una isla (o un istmo del interior del golfo) donde ven salvajes peludos que escapan de ellos con gran rapidez y a los que los intérpretes llaman "gorillas".
Estos seres sirvieron de base a numerosas fábulas de sátiros y cíclopes.
Hicieron lo mismo que solían hacer los cartagineses al encontrarse con indígenas: intentaron apoderarse de algunos de aquellos furiosos habitantes de la selva vestidos de pieles y llevarlos como esclavos a Cartago.
Los gorilas se escaparon encaramándose hábilmente por los acantilados.
"Sólo pudimos alcanzar a tres hembras -dice el texto original de Hannón-, pero no quisieron seguir; mordían y arañaban de tal manera a nuestros oficiales que tuvimos que matarlas". Les arrancaron la piel para ser llevadas a Cartago.
Y aquí termina el periplo -evidentemente cortado- con la frase: "No continuamos la navegación por falta de mantenimiento".
Hannón se dio cuenta de que todavía le faltaba mucho para dar la vuelta a Africa.
Allí no era posible establecer ninguna colonia.
Lo que divisaba no tenía interés para su ciudad.
Después de un viaje de varios meses relató a los senadores que el centro de Africa no tenía interés comercial ni político y que sólo estaba habitado por negros que tocaban el tambor, gnomos asustadizos y hombres cubiertos de pelo.
De las navegaciones fenicias y cartaginesas se obtuvieron logros importantes. Por mandato egipcio, los fenicios navegaron desde Suez hasta el cabo de Guardafui y siguiendo siempre la costa de Ajan y toda la del Zanguebar, recorrieron los puntos de Melinda, Monbassa y Zanzibar hasta cabo Delgado, por lo que sin haber navegado más allá de la tercera parte del contorno de Africa partiendo de Egipto, su aportación es decisiva para el mejor conocimiento del cntinente.
Los sudaneses esclavos de Cartago eran conocidos en todo el Mediterráneo.
La colonia griega Cirene:
La influencia cultural griega llegó a las costas de Africa por el año 1000 a.C., pero la única colonia helénica fundada más tarde, en el 630, en la ciudad de Cirene.
Situada en Libia, al noroeste de la Gran Sirte, allí donde empezaba el imperio egipcio, fue fundada por habitantes de Halicarnaso.
Vivía de la exportación y comercio de pieles y lanas y de la fabricación de artísticos vasos.
La actual Cirenaica debe su nombre a esta colonia griega.
Era una fuente extraordinaria de noticias y un lugar de encuentro de los más diversos pueblos, razas y culturas.
Allí se podía hablar con colonizadores y comerciantes helenos, sacerdotes y obreros egipcios, inmigrantes judíos y sirios, campesinos libios y nómadas de oscura tez procedentes de los oásis del Sahara.
La cultura de sus hombres ilustres gozaba de la estima del rey de Egipto.
Heródoto describió detalladamente los pueblos bereberes del norte de Africa. Investigadores posteriores como Diodoro, Estrabón. Posidonio, Tolomeo y Plinio, Cornelio Balbo (procónsul) y Coripo (poeta) pudieron completar sus reportajes con múltiples detalles, en su mayoría protocolos militares, diarios de viajes y crónicas de testigos.
Los griegos no tuvieron nunca la tentación de descubrir nuevas costas en Africa y menos aún intentar bordearla. Solamente algunos mercaderes se adentraban en el Nilo para sus negocios.
Colonias romanas:
"raza que desconoce por completo lo que es una vida civilizada" (Galeno)
Roma tampoco se sintió preocupada por la penetración africana y la provincia romana en Africa fue establecida en 145 a.C., comprendiendo los antiguos dominios cartagineses al norte, gobernados por un pretor. Durante mucho tiempo persistió en aquellos dominios la población numidia y fenicia hasta el punto que, según San Agustín, en el siglo V todavía se hablaba la lengua púnica en Cartago. No obstante, fue Africa una de las provincias más romanizadas de las que constituían el imperio, y así el geógrafo Estrabón da una lista de trescientas ciudades, colonias y municipios, solamente en el territorio de Cartago romanizado, pero la autoridad romana en el Africa del Norte quedó durante algún tiempo totalmente oscurecida a consecuencia de las incursiones de los vándalos; a principios del siglo V los emperadores bizantinos establecieron la tradición romana y algo de esa primitiva autoridad que tuvo Roma, persistiendo esas influencias hasta la incursión de los árabes.
Antiguas fuentes revelan la existencia de caminos que los bereberes utilizaban para importar esclavos negros.
A través de de uno de estos caminos, el procónsul Cornelio Balbo pudo realizar hacia el año 20 a.C. una "campaña geográfica" y conquistar la capital de los garamantes en el actual Fezzan.
Ciento veinte años más tarde, el gobernador romano de Numidia, Julio Materno, se hizo llevar mucho más al sur por un caudillo de los mismos garamantes.
Obedeciendo órdenes de Domiciano emprendió la búsqueda del oro en el Sudán. Llegó "a la región de los etíopes, llamada Agisimba, lugar de reunión de los rinocerontes" (probablemente lago Tchad).
Séptimo Flaco, oficial romano, partió de Libia y llegó hasta los "etíopes" (probablemente al país de los negros más allá del Sahara).
Arabes:
Las influencias árabes comenzaron en el siglo VII. Fueron de consecuencias mucho más perdurables que las penetraciones fenicias, griegas o romanas, pero sin decidirse tampoco a costear el continente africano en su totalidad.
Durante la Edad Media sí recorrieron gran parte del Africa septentrional, Sahara y Sudán y llevaron hasta occidente la fama de Tombuctú, la ciudad santa y misteriosa de Africa. También exploraron varios países del Africa austral fundando colonias e invadiendo la costa oriental hasta Mombasa. En el Zambeze surgieron por aquel tiempo los poderosos estados de Mocarange y Monomotapa. Y en el Niger y el Congo también fundaron imperios como Shongai y Benin. (José Cervera Pery)
La Ilíada de Homero (siglo IX a.C.):
Describe un vuelo de grullas, que se dirigía al sur y que, pasando sobre los terrenos pantanosos del Nilo, se dedicaba belicosamente a la caza de hombres, "amenazando de muerte y destrucción las razas de los pequeños pigmeos".
En La Ilíada hay gran cantidad de datos y pormenores geográficos. El planisferio terrestre, tal y como era conocido en aquellos tiempos, es descrito con exactitud y puntualizadas sus localidades (países del mar Egeo), como pudiera hacerlo siglos más tarde el más experto cosmógrafo. (Angel Madariaga)
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