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Pobreza e integrismo



Objetivos de Desarrollo del Milenio:
[...] En 2000, 189 jefes de Estado y Gobierno firmaban en Nueva York la Declaración del Milenio que proponía ocho grandes objetivos, los OMD: reducir a la mitad la pobreza extrema y el hambre, enseñanza primaria universal, promover la igualdad entre los sexos y la autonomía de la mujer, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna, luchar contra el VIH/Sida, la malaria y otras enfermedades, garantizar la sostenibilidad del medio ambiente y potenciar un pacto mundial para el desarrollo. De esta forma, 189 gobiernos adquirían el compromiso de trabajar con todos sus medios, para iniciar un camino que, si bien sigue estando lejos del ideal, sí supondría los cimientos básicos para la consecución del objetivo final de justicia social universal y terminar con la pobreza extrema en el mundo. El plazo último para el cumplimiento de estos objetivos es 2015. Han pasado siete años y queda un poco menos de la mitad para la fecha límite que los jefes de Estado y de Gobierno se autoimpusieron -gracias, entre otros factores, a las decenas de miles de organizaciones sociales que durante los años 90 estuvieron reivindicando un mundo justo para todos- y la tendencia muestra que, al paso actual, lograr el cumplimiento es estos objetivos dentro del plazo seguirá siendo un bienintencionado deseo que deberá ser, una vez más, pospuesto. Es decir, al ritmo de trabajo actual hay pocas posibilidades de que para 2015 la pobreza extrema sea historia. Las cifras siguen siendo escandalosas y si comparamos el potencial real que hay en el mundo, en términos de recursos económicos, tecnológicos y humanos, con los resultados alcanzados hasta ahora, tenemos que sonrojarnos. Los informes de las agencias de Naciones Unidas ayudan a potenciar este sonrojo: el informe del PNUD de 2006, dedicado a la crisis mundial del agua, apunta que al ritmo actual, en 2015 más de 800 millones de personas continuarán sin acceso a agua limpia y que actualmente alrededor de 2.700 millones de personas viven con menos de dos dólares diarios. La agencia de Naciones Unidas para la lucha contra el sida afirma en su último informe que hay cerca de 40 millones de personas que viven con el VIH/Sida. Y si acudimos a UNICEF descubrimos que 180 millones de niños y niñas están atrapados en las peores formas de trabajo infantil. [...] (Editorial de Ayuda en Acción, nov. 2007)

Réditos de la ayuda sanitaria:
Los países prósperos deberían dedicar el 0,1 por ciento de su PIB a la asistencia sanitaria de los países de rentas nacionales bajas. Con los 35 billones de dólares de PIB del mundo rico se podría crear un fondo de alrededor de 35 millardos anuales; sucficientes para los 35 dólares per cápita con que cubrir los servicios sanitarios adicionales de los aproximadamente mil millones de personas que los necesitan. (Jeffrey D.Sachs) Con sencillas medidas se podrían salvar a 10 millones de personas al año entre niños y adultos a un coste que pasaría casi inadvertido para los países ricos. El acceso de los más pobres a servicios sanitarios relacionados con la reproducción (planificación familiar, anticoncepción y cuidado obstétrico de emergencia incluídos) no acelerarían, sino que frenarían el crecimiento de la población en regiones pobres propensas a tensiones económicas y ambientales.

Cantidades prometidas para la ayuda al desarrollo:
El principal problema, por supuesto, es que los países pobres no pueden asumir esa inversión pública por sí solos. El informe del secretario general establece que la financiación necesaria de los donantes para poder concluir el trabajo es de 72.000 millones de dólares adicionales al año. Es una suma ciertamente considerable, pero del todo compatible con las cantidades que los países donantes habían prometido destinar a Africa. Las cuentas son sencillas: la suma actual de los ingresos de los países donantes (Europa, EE.UU., Canadá y Japón) es de 37 billones de dólares anuales; los 72.000 millones requeridos sólo suponen aproximadamente el 0,2% de su producto interior bruto. Estos países llevan tiempo prometiendo incrementar la ayuda al 0,7% del PIB; si los que aportan actualmente es el 0,28% (104.000 millones), el 0,2% que hace falta entra dentro de lo que se había prometido como ayuda para alcanzar los ODM. A pesar de la gran promesa de los países del G8 de duplicar la ayuda a Africa entre 2004 y 2010, la aportación de las naciones donantes casi no ha aumentado. EE.UU. es el que menor porcentaje del PNB tiene dedicado a la ayuda internacional, el 0,16% de su PNB en 2007. ¡Sólo destinó a Africa un 0,4% de su PNB! El factor que impide actualmente alcanzar los OMD en Africa es que los países donantes no hacen honor a sus compromisos. La ayuda de EE.UU. debería aumentar al 0,5% del PNB en 2012 y después al 0,7% en 2015. Esta cantidad equivaldría sólo a una pequeña parte del presupuesto militar de EE.UU. (aproximadamente el 4,5% del PNB) y serviría para prevenir operaciones militares, bastante más costosas y mucho menos efectivas, en regiones pobres e inestables.

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