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Pobreza e integrismo



Pobreza e integrismo:
A mediados del siglo XX surgió un poderoso movimiento de renovación y modernización del mundo musulmán. Tuvo como razón de ser la lucha contra la intervención colonial de las potencias occidentales. Liderado por los grandes estadistas Nasser, Bumedián, Burguiba, y los dirigentes del partido Baaz sirio-iraquí, su objetivo principal era la modernización y el desarrollo económico de sus respectivos países y la creación de la gran nación árabe. La instancia religiosa no formaba parte de este movimiento político... el fracaso del panarabismo y su política económica -destruida por la explosión demográfica, los gastos en armas, el mal gobierno y el conflicto palestino-israelí- generará en la sociedad musulmana una profunda crisis y enorme frustración. Durante las últimas décadas, esta situación ha potenciado el crecimiento del islamismo radical, que busca una identidad cultural y política de origen religioso con Occidente como enemigo. El objetivo final es la implantación de un estado teocrático donde impere la sharia, tal como ellos la entienden y siempre que sirva a sus intereses. Estos movimientos poco tienen que ver con el islam como religión: son instancias políticas que ambicionan el poder y manipulan el sentimiento religioso en su propio beneficio. (Jerónimo Páez)

Crisis ideológica y moral:
El fundamentalismo islámico es un movimiento socialmente fortaleciente, enormemente simple, poderoso, terrenal, a veces cruel, absorbente, que ofrece un sentido de dirección y orientación a millones de hombres y mujeres, muchos de los cuales llevan vidas de amarga pobreza y que están sujetos a una opresión cruel. Les permite adaptarse a una nueva sociedad de masas identificándose con la vieja y bien establecida "alta cultura" de su propia fe, y explicando su propia privación y humillación como un castigo por haber abandonado el verdadero camino, y no como una consecuencia de no haberlo encontrado jamás; el desbarajuste y la desorientación se reconvierten, de este modo, en un ascenso social y moral, en la conquista de una identidad y una dignidad. (Ernest Gellner)

Históricamente, en el Tercer Mundo, los pueblos de mayoría musulmana, después de una experiencia colonial llena de desastrosas secuelas, expresan el deseo, o la necesidad, de volver a su más culta e inmediata forma de vivir, que es el Islam, para afrontar los tremendos retos que les plantea nuestro tiempo con las necesarias referencias. Concluyen que el Islam es la forma que garantiza la evolución de sus sociedades, el modelo que les asegura su progreso (Hashim Ibrahim Cabrera).

Estamos en un momento en el que todo el mundo tiene miedo, todo avance conlleva un riesgo. El mundo está inmerso en una suerte de vértigo. El Islam se protege del Cristianismo, el Cristianismo del Islam, las pequeñas civilizaciones tienen miedo de las grandes, la misma Francia tiene miedo de la cultura norteamericana, todo el mundo trata de proteger su cultura, su lengua, porque todos se sienten amenazados... Porque realmente es tal la magnitud del fenómeno incontrolable de la unificación que cada uno trata de protegerse. Esto es lo realmente importante, porque es global. También pienso que uno de los dramas del siglo XX es el fracaso del socialismo, que ha llevado consigo un fracaso del pensamiento que se basa en lo social. Estamos en un mundo donde los valores se han dislocado. Y para salvarse, cada uno apela a sus valores más primarios, cada uno se acerca a sus orígenes, a lo más primigenio. Los hombres están más próximos a su patrimonio innato que a su patrimonio escogido. Esto no ocurría hace treinta años. La gente se sentía perteneciente a una ideología que había elegido. Ahora, no. Y las situaciones de intolerancia están generalizadas por todas partes. Estamos en un mundo en el que cada vez se insiste más en lo que posee cada uno y se es menos tolerante con los demás. Todo nos empuja a defender lo que poseemos. No estamos en un mundo en que cada día nos sintamos más cercanos sino todo lo contrario. Personalmente, siempre he querido encontrar puntos en común entre las culturas desde el momento en que, como libanés, me siento perteneciente a todas ellas.

Muchos países musulmanes se interrogan hoy hacia dónde se dirigen, cuál es nuestro modelo. Algunos han optado por el modelo nacionalista, que ha fracasado. Otros, por el modelo socialista, que también ha fracasado. No hay modelo. Tienen todos los problemas que puede tener el Tercer Mundo: problemas de vivienda, de paro, una juventud perdida a la que no se le ofrece nada, a la que nadie propone nada porque hay una crisis moral en el mundo... Hay crisis de modelos en el mundo entero. (Maalouf)


El despertar del integrismo marroquí. Por Mario Molinos:
Los orígenes de los movimientos integristas marroquíes son tan antiguos como los de los grupos argelinos pero en este país permanecen ocultos bajo una imagen de estabilidad engañosa y débil. La comparación entre ambos países, sin embargo, ha resurgido estos días. Para algunos analistas la implantación en Marruecos de un islamismo radical no parece probable pero los últimos atentados de Casablanca han reabierto el debate e invitan a la reflexión. ¿Sigue siendo mayoritario el sufismo, ese Islam popular que la Corona alauí ha intentado fomentar, o nos encontramos ante un despertar del integrismo islámico en nuestro vecino del sur?

El fenómeno integrista, que data en Marruecos de finales de los años 60 cuando la Juventud Islámica disputó a la izquierda el control de las universidades, se reactivó apadrinado desde Arabia Saudí. Se fomentó la creación de madrasas, escuelas coránicas donde se estudiaba el wahabismo, la interpretación más extremista del Corán. A partir de 1998 empezaron a conocerse acciones aisladas de estos radicales, pero en el último año y medio han aparecido más grupos de fanáticos y extremistas que buscan su caldo de cultivo en las mezquitas y universidades. Algunos de ellos disponen de un amplio apoyo social porque realizan actividades cuasi-clandestinas, que palian las deficiencias del Estado en materia educativa o sanitaria.

Pobreza:
Porque no hay que olvidar que Marruecos es un país pobre. El índice de desarrollo de la ONU lo sitúa en el lugar 123 por detrás de toda Centroamérica, de Namibia o Argelia. El Reino alauí tiene una población de 29 millones de habitantes, de los cuales 12 viven por debajo del umbral de la pobreza y 4 sobreviven con menos de un dólar diario. Uno de cada cuatro marroquíes no tiene trabajo, más del 80% carece de atención sanitaria y la mitad son analfabetos. En las zonas rurales, menos del 20% de los hogares tiene suministro de agua potable y electricidad. Son datos de hace un años pero poco han cambiado las cosas pese a que la llegada al Trono de Mohamed VI, el Rey de los pobres, llenó a los marroquíes de esperanzas. Y nadie duda que la pobreza fomenta los fundamentalismos.

Se veía venir, dicen hoy muchos. Probablemente, pero nadie lo quiso ver. En abril del año pasado una multitudinaria manifestación recorrió Rabat para protestar contra la ofensiva israelí sobre los palestinos. La intifada estaba en su punto álgido y Marruecos no se quedó callado. Lo más sorprendente es que había personas disfrazadas de terroristas suicidas o fotos de kamicazes que se habían convertido en mártires a sus ojos. La realidad estaba allí. Medio millón de personas manifestándose en un país que no se caracteriza especialmente por su tolerancia a este tipo de actuaciones. Luego llegaron las elecciones generales, las que se anunciaron como las primeras transparentes en 40 años. Los grandes vencedores fueron los islamistas del partido Justicia y Desarrollo y el movimiento del jeque Yassin, de Justicia y Espiritualidad que ganó adeptos. Las preguntas comenzaron de nuevo. Se colocó la etiqueta de moderados al PJD, que triplicó el número de diputados en el Parlamento, y Marruecos siguió adelante sin pensar, sin reformar a fondo un sistema con muchas creencias democráticas. El país magrebí estaba en la lista negra de Al Qaeda, que intentó desde allí atentar en el estrecho de Gibraltar sin éxito, y ya había un nuevo ídolo para algunos jóvenes: Ossama bin Laden. Ahora, el monarca Mohamed VI, fiel aliado de Estados Unidos en el Magreb, no puede ocultar por más tiempo una realidad que necesita ser abordada seriamente antes de que se convierta en un foco de verdadera inestabilidad. (Mario Molinos)

Renta per cápita:
Marruecos tiene una renta per cápita de 2000 dólares por habitante y año. Estados Unidos sobrepasa los 30.000 dólares. Canarias está entre los 15.000 y los 20.000, según acudamos a estudios macroeconómicos, entidades bancarias, cifras oficiales del gobierno central o del regional.


Paisaje del nuevo milenio:
● Gente que no sabe si mañana encontrará qué comer, o si se quedará sin techo, o cómo hará para sobrevivir si se enferma o sufre un accidente; gente que no sabe si mañana perderá el empleo, o si será obligada a trabajar el doble a cambio de la mitad, o si su jubilación será devorada por los lobos de la bolsa o por los ratones de la inflación; ciudadanos que no saben si mañana serán asaltados a la vuelta de la esquina, o si les desvalijarán la casa, o si algún desesperado les meterá un cuchillo en la barriga; campesinos que no saben si mañana tendrán tierra que trabajar y pescadores que no saben si encontrarán ríos o mares no envenenados todavía; personas y países que no saben cómo harán mañana para pagar sus deudas multiplicadas por la usura. ¿Serán obras de Al Qaeda estos terrores cotidianos? (Eduardo Galeano)

Círculo vicioso de la pobreza:
Tienen los más bajos niveles de instrucción, de formación, menos poder y menos influencia. El crecimiento económico crea simultáneamente condiciones de pauperización y condiciones de enriquecimiento; la pobreza no es residual ni se halla en vías de eliminación: forma parte integrante del proceso de valorización o desvalorización del trabajo y del capital. Según J.K.Galbraith se produce un fenómeno de acomodación. Una tendencia a aceptar y conformase con un nivel de vida reducido. Según Oscar Lewis existe una cultura de la pobreza. Un modo de vida transmitido que no se integra en las instituciones de la sociedad. Según J.K.Galbraith la lucha contra la pobreza exige tanto redistribución de riquezas como medidas de asistencia en campos como salud, educación y vivienda. Según George Gilder el interés en el trabajo es la variable determinante de la distribución de las rentas. La redistribución incrementaría la dependencia de los desfavorecidos destruyendo en ellos todo sentido del riesgo, de la iniciativa y del trabajo.


● Ser pobre es ser extranjero en el propio país, participar en una cultura radicalmente diferente de la que domina la sociedad normal. (Michael Harrington. 1967). ● La coartada, totalmente falaz, del desarrollo tecnológico es la de que el continuado progreso y enriquecimiento de los países ricos acabará algún día beneficiando a los países pobres (Rafael Sánchez Ferlosio).

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