Entrevista a Michael Nyman. Por Xabier Rekalde: P.- Especialmente en la Obertura del filme, he notado un tratamiento a la tradición estadounidense, a la banda sonora convencional como la suelen entender Goldsmith, North o John Barry, por ejemplo. R.- Yo quería dar a la película la mejor música posible. No pensé en otros compositores, ni en mi música ni en los críticos. Quería una Obertura densa, con textura, un poco difuminada, que se abre gradualmente al tono de un saxo que va creciendo. No me preocupa que el resultado sea más convencional. Teniendo en cuenta la película, no parece lógico que mi partitura fuese violenta como en los filmes de Greenaway, que a menudo se inspiraba en el trabajo que yo le presentaba, más directo y agresivo. P.- Con Greenaway la obra es mucho más abstracta, y hay una relación dialéctica entre las aportaciones de ambos. Con Campion el método habrá sido distinto. R.- La música que he escrito para Greenaway es mía, sea para él o no: es mi voz natural. La que he hecho para Jane Campion es más específica y requería más cuidado. En el caso de Greenaway, su obra es precisa y abierta, mientras que en el de Jane, es precisa y cerrada. Supe de una manera instintiva que no se trataba de presentar las habituales técnicas de Michael Nyman. Con el piano encontré una vía para canalizar mi música en nuevas direcciones. He descubierto una poesía pianista en mí, que quizás no vuelva a la superficie. Por otro lado, en las películas de Peter los personajes no tienen tanta importancia como en las de Jane, no tienen un pasado relevante. Por primera vez tuve que hacer un análisis psicológico y tuve que atender a las razones históricas y personales. No tenía ni idea de que esta música estaba dentro de mí. P.- No veo gran diferencia entre el compositor de bandas sonoras y el compositor a secas. Y tampoco sé la que siente el compositor respecto al instrumentista. R.- La gente se centra en mis obras para el cine, cuando, en realidad no han sido tantas. Entre tanto yo compongo, aunque parezca lo contrario, piezas para concierto, óperas... En ambos casos soy el mismo, aunque para una película estoy más limitado. P.- Dos de sus trabajos extracinematográficos han pasado por Madrid recientemente. El primero era junto a Ute Lemper, y un poco al servicio de la cantante. El segundo era con la Orquesta Andalusí del maestro Chekara, un poco esclavizada con la disciplina de Nyman. R.- Interesante. En el caso de Ute Lemper había una proximidad, dentro de lo que entendemos por música occidental. Yo quería depender de su talento como cantante. En el de los marroquíes había menos diálogo. Su visión es más estrecha. Ellos tenían que relacionarse con elementos extraños y traer energía a la representación, acercándose al mundo de la música de Michael Nyman. Estudié -quizá no lo suficiente- y creí que la pieza era bastante marroquí. En el primer ensayo me di cuenta de que no lo era. En el segundo les pedí que fueran más libres, y ahí aparecieron elementos ornamentales. Yo les estaba pidiendo que se vistiesen a lo occidental, pero creo que su transformación mágica sí que ocurre. Mi composición es armónica y la de los marroquíes melódica, pero creo que conseguí la adaptación. Es más inusual mi trabajo para The Piano. P.- ¿Es usted un compositor clásico contemporáneo o popular? R.- Soy clásico, y contemporáneo a la vez, porque estoy vivo. La diferencia con otros compositores como Tomás Marco o Halffter es que su público es más restringido. P.- Usted fue un crítico feroz. ¿Qué se siente desde el otro lado de la barrera? R.- No lo fui. Analizaba la obra de los artistas. Lo que pasa ahora es que muchos críticos no escuchan. Acaso por pereza, no se molestan demasiado en profundizar en el trabajo de los músicos y descalifican con mucha facilidad.
Biografía:
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