CINE
Louis Malle



Louis Malle (1932-1995):

    Tras estudiar dirección en la escuela de cine de París, fue llamado por Jacques-Yves Cousteau para realizar un viaje en el Calypso, codirigiendo el documental El mundo del silencio (1956). También trabajó como ayudante de dirección de Robert Bresson en 1956 antes de dirigir su primer largometraje (Ascenseur pour l'échafaud). El estreno de la escandalosa película Los amantes, también protagonizada por Jeanne Moreau, lo hace famoso y etiqueta de polémico. Director de recursos propios que cuenta con su propia productora, en sus siguientes películas muestra cómo un exceso de libertad puede conducir a la alienación creadora (Vida privada, 1961; Fuego fatuo, 1963). En 1960, hizo una de sus mejores obras, Zazie en el metro. Se instala en Hollywood y le atraen los marginados sociales y los perdedores, los pinta con técnica diestra y un sentido muy equilibrado de la estructura narrativa en La pequeña (1978) y Atlantic City (1980). Mi cena con André (1981), fue un éxito entre los intelectuales en EE.UU., y un fracaso comercial en Francia. Regresa tras una decepción amorosa con Susan Sarandon y las dificultades para rodar con su idea de libertad.

Una palabra facilona y recurrente como es «escándalo» resulta absurda al hablar de Louis Malle. Hubo, sí, tanto en su país natal, Francia, como en su segunda patria, Estados Unidos, quienes insistieron hasta la saciedad en decir que películas como «La pequeña», «Los amantes» o «Lacombe Lucien» eran escandalosas. Pero hubo, también, admiradores y críticos que supieron ver en su cine europeo y en su cine americano la rara virtud del destructor de tabúes. Cineasta comprometido, Louis Malle complicó algunas conciencias con su acerada crítica al colaboracionismo francés durante la segunda Guerra Mundial («Lacombe...»). También levantó ampollas con su tierna visión de aquella niña,- Brooke Shields-, cuya primera adolescencia transcurría en un prostíbulo («La pequeña»). Otros tantos tabúes a la basura...

El cine ha perdido a uno de sus «grandes»: el realizador francés Louis Malle no pudo resistir más los asaltos del cáncer linfático y falleció el jueves en su domicilio de Beverly Hills, en Los Angeles, a los 63 años de edad, según anunció ayer su representante. Malle, casado desde 1980 con la actriz estadounidense Candice Bergen con la que tiene una hija, fue el autor de títulos fundamentales como Atlantic City, La pequeña, Ascensor para el cadalso o Vania en la calle 42, su último trabajo, acogido triunfalmente por la crítica de todo el mundo. Louis Malle, cuyo cadáver fue trasladado ayer a Francia, ingresó en marzo de este año en una clínica de Los Angeles, como consecuencia de un empeoramiento en su estado. El fuerte tratamiento médico al que fue sometido le obligó a abandonar definitivamente la preparación del que tenía que haber sido su nuevo largometraje: un relato biográfico sobre Marlene Dietrich. Malle fue siempre uno de los cineastas más sinceramente queridos por los cinéfilos. A lo largo de una carrera que comenzó a mediados de los 50, como ayudante de dirección en Un condenado a muerte se ha escapado, hasta Vania en la calle 42 (1994), y que se distingue por la variedad de temas, Malle ha ido dando lecciones de moral a la contra, reivindicando personajes desdeñados o mal vistos por la sociedad. Ha sido un cineasta y una conciencia con criterios propios que le han ganado no sólo respeto sino también afecto. Y eso que algunos quisieron tachar de escandalosas a películas como Los amantes, El soplo al corazón, Lacombe Lucien o La pequeña: escándalos que nunca buscó Malle, tan reacio al sensacionalismo que muchos títulos de su filmografía pertenecen al género menos comercializable: el documental. Sin embargo, dedicó gran parte de su tiempo a desmontar tabúes (desde el incesto tratado con sentido del humor y despojado de pecado en El soplo al corazón, hasta el colaboracionismo francés mostrando al «inocente» Lacombe Lucien, por poner sólo dos ejemplos tan elocuentes como diferentes) y eso siempre molesta a los incondicionales de la ortodoxia.

Sin sobresaltos:
Louis Malle, nacido el 30 de octubre de 1932 en la pequeña localidad francesa de Thumeries en el seno de una familia de industriales azucareros, fue un cineasta atípico desde la cuna: su familia tenía dinero. Educado en un colegio católico (que recordará en Au revoir les enfants) se formó académicamente en el IDHEC,- la escuela oficial de cine francesa-, y profesionalmente co-dirigiendo con el oceanógrafo Jacques Cousteau y fotografiando El mundo del silencio, en el año 1956. Su primera película de ficción como director y guionista fue Ascensor para el cadalso, una historia policiaca que le valió el premio francés a la mejor ópera prima. En el filme trabajó como protagonista Jeanne Moreau y la música corrió a cargo de Miles Davis. Esta misma actriz fue la que le acompañó en el camino del éxito cuando ambos rodaron Los amantes, en la que ella hacía el papel de una mujer de clase media, que despierta a la sexualidad después de varios años de fustraciones. El filme llamó la atención y tuvo un enorme éxito no sólo por la candidez con que explora la sexualidad, sino también porque en él se reflejaron muchos de los cambios sociales de los años sesenta.

Documentalista:
Como documentalista, Malle se consagró con Calcutta, registrando con aparente frialdad la miseria sobrecogedora de esta ciudad, para así exigir del espectador una reflexión sobre esa realidad amarga. En 1978, Malle cruza el Atlántico para hacer La pequeña y mostrar cómo en un burdel de Nueva Orleans, una mujer inicia a su hija, cuando ésta no es siquiera una adolescente, en la prostitución. Atlantic City (León de Oro en Venecia y candidata al Oscar de mejor dirección) es lo mejor de esa época: una película que resulta al mismo tiempo melancólica y vitalista en la que el héroe es un modesto y envejecido gángster. Regresó a Francia, al cabo de una década, para realizar un proyecto tras el que llevaba más de veinticinco años, Adiós, muchachos (también León de Oro en Venecia y candidata al Oscar, esta vez por el guión), y logró una obra memorable por el calor humanista puesto en una historia de la Ocupación. Con Herida volvió a ser tildado de escandaloso por su franqueza al mostrar una relación sexual. Entonces, durante el rodaje de la película protagonizada por Juliette Binoche y Jeremy Irons, declaró que estaba harto de películas «predecibles»; «saber lo que va ocurrir en un filme -declaró entonces- se ha convertido en la norma y yo abogo por todo lo contrario. Me gusta que los espectadores salgan inquietos, molestarles. Mi ambición no es, desde luego, la de entretener sin más complicaciones». Con su siguiente película se encargó de desmentir esa acusación. Fue Vania en la calle 42, filmación de los ensayos de una compañía teatral de cara a la representación de la obra de Chejov. Malle se basó en la versión de David Mamet. Es realmente difícil encontrar un ejemplo tan claro de éxito de crítica para la versión cinematográfica de una pieza teatral. (Francisco Marinero, 1995)

Ascenseur pour L'énchefaud (1957)
Tras asesinar a un traficante de armas, que además está casado con su amante Florence Carala (Jeanne Moreau), Julien Tavernier (Maurice Ronet) queda atrapada en el ascensor del lugar del crimen, y mientras tanto dos adolescentes roban su coche y matan a un turista alemán. Con estos elementos, extraídos de una novela policiaca del especialista Noël Calaf, el interesante Malle dirige y coescribe una brillante primera película dos años antes de que aparezca la Nouvelle Vague. Destaca la banda sonora de Miles Davis, improvisada y grabada directamente. También con Georges Poujouly, Yori Bertin y Félix Marten (90 min.)


Robert Bresson:
Insatisfecho con sus primeros trabajos, considera que su verdadera carrera se inició con el primer largometraje, Los ángeles del pecado (1943). En 1933 entró en el mundo del cine como guionista de C'était un musicien. Al año dirigió el mediometraje Les affaires publiques, del que no se conservan copias. Colaboró en muchos otros guiones. Durante la Segunda Guerra Mundial estuvo encarcelado en una prisión alemana, experiencia que relata en su película Un condenado a muerte se ha escapado (1956). Les dames du Bois de Boulogne (1945), Pickpocket (1959), Al azar, Baltasar (1966), Mouchette (1967), Cuatro noches de un soñador (1971), El diablo probablemente (1977), El dinero (1983).

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