Segunda Guerra Mundial
El final del III Reich



El final del III Reich (1945):
En abril Canaris es ahorcado en Flossenbürg (Baviera) por guardias de las SS. Había sido sometido a un trato humillante en el campo de detención. Su caso fue instruido por Kaltenbrunner, Jefe de la Gestapo, y tras un proceso sin testigos había dictado su sentencia Otto Thorbeck, juez de las SS. Las horas finales del III Reich están relatadas de forma pormenorizada en buen número de libros. El relato de la caída de Berlín ante las tropas de Zhukov resulta una de las tragedias más impactantes de nuestro tiempo. Hitler no era capaz de imaginar una Alemania futura ajena a un III Reich triunfante. Los Goebbels tampoco concebían un futuro posible para ellos mismos y su familia en una Alemania privada del promisorio y grandioso Reich. El Führer se enfrentó a la evidencia de la inminente derrota de una manera histérica, irracional y cruel. Speers le proporcionaba datos muy concretos de lo que podía esperarse de la producción industrial, existencias de combustible y posibilidades logísticas en los últimos momentos. Martin Bormann, Secretario del partido, muere seguramente el 2 de mayo tras abandonar el búnker, aunque sería juzgado en ausencia y sentenciado a muerte.

Himmler no cesa de justificar su obra:
Su padre era maestro, y logró inculcar al pequeño Heini devoción por el orden, la limpieza y la buena administración. Prosperó gracias a mostrar siempre gran eficiencia y rectitud. Hombre de acción decidida y utilitarismo práctico para cuestiones organizativas. Con menos de treinta años era líder del pueblo que gobernaría como ministro. Su misión de mantener el orden se basaba en proteger y servir. Cuando salió al encuentro amistoso de los aliados occidentales en 1945, era el director responsable de los campos. En marzo Hitler le había ordenado que hiciera desaparecer a los judíos que pudieran quedar en los campos de concentración. Se da la orden de dinamitar por segunda vez los edificios del crematorio de Auschwitz, en ruinas desde su primera voladura en otoño de 1944. Viéndolo todo arruinado hasta sus cimientos y que no habría nadie en su devastado país que no lo maldijera, resolvió el último problema con una de sus previsiones: la de tener siempre a mano una ampolla de cianuro de potasio de superior pureza. Tenía la tranquilidad de saber que jamás incumplió una misión ingrata que la patria le pidiera.

Dönitz:
Las memorias de Dönitz son muy parcas sobre sus actos, objetivos y prioridades durante su etapa como máxima autoridad del Reich. Se le suele reprochar la dilación en la firma de la capitulación durante unos días en que se siguió produciendo un gran número de bajas evitables. En el juicio de posguerra contra Dönitz, Nimitz realizó una declaración jurada en apoyo a las prácticas submarinas sin restricciones, que él mismo utilizó en la guerra del Pacífico. Recibiría una sentencia de 10 años contrastando con la de cadena perpetua que recibió Raeder, Comandante en jefe de la Kriegsmarine. Durante las negociaciones en Reims sobre los términos de la capitulación de forma insistente Jodl intentaba pasar el mayor número posible de efectivos de la Wehrmacht a la zona aliada. No tardarán ustedes en estar luchando contra los rusos. Salven a todos los hombres que buenamente puedan de ellos, dijo Jodl. La delegación del Reich transmitía una tétrica descripción del comportamiento del Ejército Rojo con bienes, civiles y prisioneros. Jodl se vio forzado a rendirse también a los rusos pero obtuvo de Eisenhower una demora para desplazamientos hacia el oeste de cuarenta y ocho horas con la que esperaba salvar muchas vidas.

Juicios:
El Poder Judicial de la República Federal fue cambiando de actitudes progresivamente. Otto Thorbeck, que dictó sentencia contra Canaris por traición, continuó ejerciendo como abogado en Núremberg, fue encausado en 1955 y exonerado en 1956, decisión que sería revertida en 1996. Cumplió cuatro años de reclusión. Las evidencias sobre autores con papel relevante en el exterminio y crímenes de guerra se iban acumulando. De los prisioneros alemanes hechos en la URSS murió 1 millón. Stalin había pedido a Truman que se ejecutara a los militares en una proporción similar. El juicio de Nuremberg sentenció (1 octubre de 1946) a muerte a Goering, Ribbentrop, Kaltenbrunner, Keitel, Rosenberg, Frank, Frick, Streicher, Sauckel, Jodl, Seyss-Inquart y Bormann. A los condenados por la masacre de Malmedy (Bélgica, 1944), causa incluida en los Juicios de Dachau (1945-1948), se les conmutaría la pena y al final cumplirían unos pocos años de reclusión. La particularidad de la sentencia de Rosenberg es que, entre un gran número de muertes directamente ordenadas por otros que quedaron impunes, fue autor intelectual de un perverso sistema de ideas que movilizaron a millones hacia una agresión que causó decenas de millones de muertes. La reacción adversa que suscitó la reflexión de Hannah Arendt sobre el juicio de Eichmann es una muestra del sobrecogimiento, aversión y desconcierto que dejó la cota de inhumanidad alcanzada por el régimen nazi.

Memorias de Albert Speer:
En 1953 el exministro Speer concluye una de sus memorias en la prisión de Spandau (Berlín), un sobresaliente logro en prácticas de tergiversación. La afirmación de que miembros de la cúpula del Reich desconocían los horrores causados por el régimen era un mito que muchos estaban deseosos de propagar para facilitar su propio descargo. Una foto de Speer en Mathausen junto con trabajadores esclavos apareció un tiempo después de su juicio en Núremberg. La URSS siempre se negó a una conmutación de su sentencia, defendida por de Gaulle y Willy Brandt. En octubre de 1966 Speer es puesto en libertad y muere en Londres en 1981. Los hijos de Speer sintieron la obligación de indagar sobre los hechos y todos acabaron cortando toda relación con su padre. La labor de los historiadores consiguió refutar numerosas falsedades incluidas en sus memorias, especialmente las referidas a su condición de mero tecnócrata y su vinculación con el Holocausto. Un número notable de las sentencias ambiguas que Speer introdujo en sus memorias han dado pie a muchas disquisiciones revisionistas. Las memorias de Doenitz simplemente pasan por alto importantes hechos cuestionables y no abordan algunos temas fundamentales sobre el Reich.


Heidegger: Heidegger, tal vez la mente más poderosa de la filosofía contemporánea, conocedor como pocos del pensamiento griego, de la moral kantiana, de la nitscheana, educado en el rigor de un maestro ilustre como Husserl, cuando tuvo que tomar la decisión más importante de su vida se equivocó y, para su eterna ignominia, decidió apoyar el régimen y acatar las órdenes de unos nazis enloquecidos. Con él, la gran mayoría del pueblo alemán, incluyendo notables personalidades del mundo intelectual, optó por seguir a Hitler y sus verdugos. Como puede verse, ni los títulos académicos son garantía de buen juicio ni las sociedades más cultas e ilustradas responden siempre como cabría esperar. (Jaime Botín)

Resistencia alemana: En 1954, coincidiendo con el décimo aniversario del atentado, el presidente Theodor Heuss conmemora la operación Valquiria, justifica la acción y califica de honorable la insubordinación de Stauffenberg. Llevó un buen tiempo para que la imagen de los que sacrificaron sus vidas para terminar con Hitler fuera pasando gradualmente de traidores a héroes. Adenauer cambió de postura a la hora de calificarlos y en un discurso honró a los «luchadores» de la Resistencia (1954). La forma en que desde el exterior se veía el comportamiento pasado del pueblo alemán necesitaba reforzar la imagen de los héroes de la Resistencia.

Exposición de obras de arte: En 2022 la Pinacoteca de Múnich expuso un cuadro del artista nazi Adolf Ziegler y el renombrado artista Georg Baselitz pidió que se retirara la obra. Es escandaloso que la propaganda nazi sea posible de esta manera tan sucia en un museo de Múnich. [...] Es inadmisible que obras de artistas perseguidos por los nazis sean colgadas junto a la obra de un artista responsable de su persecución. El Estadio Olímpico de Berlín, que fue encargado por el régimen nazi para los Juegos Olímpicos de 1936 aún exhibe varias esculturas que acompañaron en sintonía a la propaganda nazi. Antes del Mundial de Fútbol de 2006, del que el estadio era una de las sedes, algunos activistas pidieron la retirada de las esculturas, pero la ciudad se negó, alegando que su retirada supondría negar la historia de Alemania. Los Caballos andantes, dos esculturas de bronce del vienés, Josef Thorak, estuvieron en el jardín de la sede del Gobierno [la Cancillería del Reich en Berlín] entre 1939 y 1943, y formaban parte de una gran colección de obras de bronce que los dirigentes encargaron a artistas afines al régimen. En 2023 fueron llevados al museo Ciudadela de Spandau. Al enfatizar la fuerza y gloria del Reich, Thorak fue uno de los escultores favoritos de los nazis, que le encargaron numerosos trabajos.

► El heterogéneo grupo de extrema derecha de los Reichsbürger tiene como elemento unificador las posturas antisemitas. Son los judíos los que mueven los hilos de un gobierno que opera en la sombra. Una operación policial con múltiples arrestos se llevó a cabo contra sus miembros en diciembre de 2022.


► Entre los métodos de guerra más detestables destacó una práctica japonesa ordenada por el alto mando. La unidad 731 del Ejército Imperial llevó a cabo la propagación intencionada de enfermedades como el cólera y la peste bubónica entre la población civil china. Tenía su sede central en un gran complejo con prisión anexa construido en la localidad china de Pingfang. Al mando estaba el médico militar Shiro Ishii, con rango de general. Al menos 3.000 personas, chinos en su gran mayoría, fueron sometidas a experimentación humana. Los historiadores cifran el número de muertes causadas por la unidad en cientos de miles.

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