Mediterráneo
Islas
Braudel



Importancia de la situación en las rutas (mitad oriental):
Las islas del Mediterráneo son mucho más numerosas, y sobre todo mucho más importantes, de lo que, por lo general, se supone. Algunas de las mayores -Cerdeña, Córcega, Sicilia, Chipre, Candía, Rodas- son, por su extensión, continentes en miniatrura. Otras, menos extensas, forman con sus hermanas archipiélagos, familias de islas. Pequeñas o grandes, su importancia proviene de que son indispensables escalas a lo largo de los caminos del mar y de que forman entre sí, y a veces entre ellas y el continente, aguas relativamente tranqulas, siempre preferidas por la navegación. Al oeste, por ejemplo, se encuentra el archipiélago Egeo, disperso en el mar hasta el punto de confundirse con él; en la navegación media del Mediterráneo tenemos el grupo de islas comprendidas entre Sicilia y el Africa; al norte, las islas jónicas y dálmatas que se extienden a lo largo del litoral balcánico como un convoy de buques a cuya popa ondease el pabellón de San Marcos. Aunque más bien que de una, debiéramos hablar de dos flotillas de islas: una en el Jónico, de la que forman parte Zante, Cefalónica, Santa Maura y Corfú; la otra en el Adriático, formada por las islas dálmatas entreveradas después de Meleda y Lagosta, hacia el sur, hasta llegar a las de Quarnaro, Velia y Cherso, junto a Istria, por el norte. Entre los dos convoyes, el jónico y el dálmata, queda un espacio intermedio bastante extenso, que comprende la inhóspita costa de Albania y el pequeño territorio de Ragusa. Pero la cadena de estas islas, engarzada como eslabones, lleva de Venecia a Creta, y de Creta arranca, como es sabido, una gran ruta comercial que, pasando Chipre, va hasta la costa de Siria. En torno al gran eje de su poderío, estas islas constituyen [s.XVI] una verdadera flota inmóvil de Venecia. (F.Braudel)

Islas del Mediterráneo occidental:
No son menos importantes los grupos de islas del mar del oeste: en las proximidades de Sicilia tenemos la isla de Stromboli, las islas de Sotavento, las Lípari y, más al norte, el archipiélago toscano, donde a mediados del siglo XVI edificó Cosme de Médicis la fortaleza de Porto Ferraio en la isla de Elba; a lo largo de las costas de Provenza, las islas Hyères, las islas del Oro; más hacia el oeste, en medio de las grandes soledades marinas, está el archipiélago de las Baleares, que agrupa las islas de Mallorca, Menorca, Ibiza -la isla de la sal- y el difícilmente accesible peñón de Formentera. Este archipiélago ha tenido siempre una importancia decisiva; todos; todo un sector de la historia del mar gira en torno suyo. Sería vano esfuerzo enumerar las otras, las pequeñas y las minúsculas (aunque algunas de ellas sean muy célebres, como son, por ejemplo la isleta de Argel, las de Venecia, Nápoles y Marsella), pues no hay una sola porción del litoral mediterráneo, por muy limpio que su contorno aparezca dibujado en los mapas, que no se halle flanqueado por gran número de islotes y rocas. A limpiar las costas de Sicilia de los corsarios que acechan la ocasión para reunir sus provisiones de agua potable, se llama en la correspondencia de los virreyes de Sicilia limpiar las islas, es decir, vigilar los puntos de anclaje de docenas de islotes que eran otros tantos nidos para las clásicas emboscadas. (F.Braudel)

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