Descubrimiento y primera exploración:
Alonso de Ojeda en 1499 realizó un viaje de exploración asociado con Juan de la Cosa y Amérigo Vescpucci, viaje que abarcó todo el litoral de la península de Paria hasta la Guajira. El filólogo Rosenblat reproduce este testimonio rendido en Santo Domingo el 8 de febrero de 1513, con motivo de los pleitos de Diego Colón y relativo al descubrimiento de Ojeda: ...este testigo... vino a descubrir el primero, despué quel Almyrante, e descubrió al mediodía la tierra firme. Las investigaciones de Rosenblat convenció a la mayoría de que el nombre de Venezuela no proviene de dialectos indígenas sino que hace referencia a la pequeña Venecia. Colón, en su tercer viaje (1498) se aproximó a la tierra continental y tocó las Pequeñas Antillas pero sólo despues de haber avistado las bocas del Orinoco toma tierra. Durante casi tres siglos, la costa de Paria que Colón llamó Tierra de Gracia comparándola al sitio del Paraíso, no fue unida a la provincia de Venezuela (1777).
la expedición de P.A.Niño regresa el mismo año que la expedición de Ojeda (1499) con oro cambiado a los aborígenes del oeste de La Guaira y con una considerable cantidad de perlas. En 1500 se produce el primer establecimiento, en la isla de Cubagua, con 50 hombres procedentes de Santo Domingo. Allí fundaron Nueva Cádiz con la intención de controlar la extracción de perlas pero la zona se agota y la población es abandonada (1544).
Los indios se mostraron muy amistosos mientras los castellanos sólo se interesaban por el trueque pero los establecimientos encontraron gran resistencia.
Al no conseguir las riquezas experadas se pensó en capturar indígenas para enviarlos a las Antillas mayores que se despoblaban rápidamente.
Los indios huyeron dejando poblados y cosechas quemados. Los problemas económicos llevaron a ceder la explotación y gobierno a la familia de banqueros Welser.
Los límites que Carlos V fijó a la primera provincia de Venezuela, otorgada a los banqueros el 27 de marzo de 1528, se limitaban a una extensión de la Tierra Firme que si no estaba definida en cuanto a profundidad, tenía en cambio una precisa demarcación por lo que respecta a su latitud. Por el norte el mar Caribe o de las Antillas, por el este limitaba con la región de Maracapana (Donde comenzaba la provincia de Cumaná, más tarde Nueva Andalucía) y por el oeste el cabo de la Vela, en la península de la Guajira, más allá de la cual se extendía la gobernación de Santa Marta. Por el lado sur se extendía la inexplorada llanura. La imprecisa concesión imperial decía de la una mar a la otra, que puede interpretarse como que se extiende hasta el estrecho de Magallanes.
La concesión obligaba a fundar dos ciudades y a edificar tres fortalezas pero no fundaron ni edificaron nada. Se limitaron a esclavizar indígenas y extorsionar a los colonos españoles por lo que fue cancelada en 1546. Se reanudó la colonización castellana que encontró gran resistencia en el centro por parte de los indios caracas y otras tribus vecinas.
En 1500 Alvarez Cabral toca el norte de Brasil que se constituiría en un límite de la provincia.
Colonización española:
Polarizados por el anhelo del oro, del que suponían repletas aquellas tierras, tudescos e hispanos se entregaron a una frenética búsqueda que con frecuencia alcanzó expresiones de heroico delirio. Fundada en 1523 por el factor Juan de Ampíes, Santa Ana de Coro se convierte en el centro de las expediciones que salen a buscar El Dorado y en las que destacan Ambrosio Ehinger (Alfínger o Dalfínger para los españoles), Nicolás Federmann y otros famosos conquistadores. Mientras tanto, toda la América se iba poblando de hombres semejantes a aquéllos y en el norte y el sur comenzaron a surgir ciudades que luego serían ilustres y a tomar forma jurídica, dentro del esquema de la organización española, los virreinatos, las audiencias y las gobernaciones. También aparecen, aunque más pobremente, las villas y poblaciones que integrarán la primitiva gobernación de Venezuela -Maracaibo, El Tocuyo, la Borburata, Barquisimeto, Trujillo, Valencia del Rey, Santiago de León de Caracas- y aquellas que sometidas a otras jurisdicciones están, sin embargo, llamadas a integrarse a la Capitanía General de Caracas. Pero para que esta cristalización se consume habrán de pasar tres siglos. Es lo que dura el proceso durante el cual se estructuran las otras provincias destinadas a llamarse venezolanas: Cumaná, Guayana y las islas de Margarita y Trinidad en el oriente, Mérida y parte de las llanuras al occidente.
En 1531 se establece la Real Hacienda en Nueva Granada (Coro).
En 1565 se funda Río de Janeiro.
En 1630 los holandeses ocupan Pernambuco e inician la conquista del noreste de Brasil.
En 1654 los holandeses son expulsados de Brasil.
En 1700 se descubre oro en Brasil (Ouro Preto).
Fundación de Caracas:
La fundación de Santiago de León de Caracas, en julio de 1567 es un acontecimiento de decisiva importancia dentro del proceso económico, político y cultural de ese reguero de pueblos que por más de cincuenta años arrastraron una existencia desconcertada. A partir de este instante la confusa provincia tiene un polo vital coherente y su rumbo se fija sin vacilaciones orientado por la brújula caraqueña. Venezuela es la palabra auroral, el nombre europeo suscitado por una imagen de aguas y de curiaras que van de una a otra choza comunicando los palafitos, y este nombre, expandido por las emociones de la esperanza, llega a cubrir la imprecisa extensión de las tierras que Carlos V concedió a los Wesler. Mas en cuanto aparece Caracas, un nuevo astro se levanta en la historia de la región y su lumbre llega a ser tan intensa que obscurece a la otra. La gobernación se denomina de Venezuela y también de Caracas y de "de Venezuela o Caracas".
En 1593 se comienza la construcción de la iglesia de San Francisco.
En 1725 se funda la universidad de Santa Rosa.
Administración de Austrias y Borbones. Por Ramón Díaz Sánchez:
Substancialmente difíciles son los dos grandes ciclos en que se divide la historia del Imperio español desde la conquista del Nuevo Mundo hasta el momento en que se emancipan de la corona los países americanos. Los doscientos años que abarca el primero de estos ciclos están impregnados de las ideas, fórmulas y creencias que caracterizan al reinado de los Habsurgos; los cien del segundo comportan, al principio, un nuevo sentido de gobierno y una moderna doctrina administrativa para precipitarse al final en una deplorable decadencia.
Tipifican el ciclo de los Habsburgos el predominio de la Iglesia católica, no sólo en el ámbito religioso, sino en la educación y en todos los aspectos morales de la vida social; 2) un sentido feudal de la economia y del gobierno, al que sólo serviría de contrapeso el sentimiento municipal que en estos países experimenta un renovado vigor y 3) una xenofobia excluyente que acaba por convertirse en mera teoría jurídica a causa de la relajación administrativa y por obra de del consiguiente descenso del poderío militar que hace cada vez menos efectiva la prohibición de traficar con los extranjeros.
Desengañado al fin de sus ilusiones de oro, al declinar la centuria decimosexta, el colonizador español tuvo que concentrar sus esfuerzos en la explotación de la agricultura y, por esta razón, el cacao, el tabaco, la caña de azúcar y otros productos del suelo se convirtieron en la base fundamental de la economía. También abundó el país en ganado vacuno y equino, pero todos estos productos, mientras ocuparon el trono los reyes austriacos, enriquecieron más al contrabando extranjero que a la corona española. Conocido este hecho, es perfectamente explicable por qué la cultura no pudo desenvolverse con la misma intensidad que en otras regiones.
A no ser por las incesantes perturbaciones que durante aquellos doscientos años producen en los dominios americanos los agentes de las potencias hostiles a España, el régimen de los Austrias habría discurrido beatíficamente pese a los desaciertos de su política, a su desorganización económica y a su anacronismo en materia de cultura y de religión. Libres para comerciar con los extranjeros que se paseaban sin trabas por las extensas costas de esta provincia, los señores criollos, los mantuanos dueños de la riqueza territorial, no tenían motivos fundamentales para rebelarse contra los reyes ni para ostentar las ideas heterodoxas que hubiesen podido adquirir en sus largos contactos con los herejes: por esto mismo, las castas del pueblo, ajenas a todo acicate de rebeldía, proliferaban pacíficamente en los campos y las ciudades. Pero cuando en 1700 advienen los Borbones al trono español, las cosas cambian brusca y radicalmente, y un nuevo horizonte se abre ante los espíritus. este segundo ciclo del llamado período colonial es el ciclo del desajuste, del desequilibrio, del descontento y, finalmente, de la revolución emancipadora.
Gabriel Fernández de Villalobos:
Cuando se estudia el proceso que conduce a la formación de la nacionalidad venezolana, no se puede desestimar un curioso personaje español que llena con sus denuncias y vaticinios la segunda mitad del siglo XVII. Este personaje es Gabriel Fernández de Villalobos, marqués de Varinas.
Después de pasarse la juventud entre piratas, contrabandistas y traficantes de esclavos, Villalobos es llamado a la corte por doña Mariana de Austria y convertido por su hijos Carlos II, en grande de España. Ya allí, y relacionado con personajes tan influyentes como el bastardo Juan José de Austria y el ministro de Estado, Medinaceli, pierde la noción de las conveniencias y se pone a escribir memoriales al rey denunciando los errores y vicios de sus agentes y pidiendo mejor tratamiento para los indios y para los negros de América. Y esta es su desgracia. Sus últimos años los pasa en una prisión africana, ciego y arruinado por sus implacables perseguidores, y, finalmente, en un hospital donde la muerte lo libera de sus angustias.
Con todo lo estrafalarios, con todo lo delirantes que puedan considerarse los memoriales del marqués de Varinas, en ellos está resumida la realidad del desastre español en el Nuevo Mundo. Son el Miserere de toda una época. Después de Carlos II, el rey hechizado, ocupan el trono de España Felipe V, Fernando VI y Carlos III, cuyas reformas tienen por fin restaurar el poderío español, mas sus medidas comportan innovaciones tan radicales -y tan lesivas para los intereses de los criollos americanos- que pueden considerarse como el resorte que lanza a éstos por el camino de la revuelta.
Los privilegios de la Compañía Guipuzcoana:
Creada por Felipe V es la Real Compañía de Caracas, mejor conocida por Compañía Guipuzcoana. Es ésta una empresa monopolista y provista de privilegios políticos que acapara la agricultura venezolana y contra la cual se desatan conjuntamente los odios de los mantuanos, el aborrecimiento de los esclavos y las maniobras de los traficantes herejes a quien la nueva empresa persigue con gran eficacia. Por su parte, Carlos III intituye las intendencias, que traen una nueva organización fiscal y administrativa calcada sobre un modelo francés, y esta nueva ocurrencia colma la medida del descontento.
Llena de luces y sombras se presenta la época del Imperio español en las provincias de Venezuela. Si por un lado se crea la Universidad de Caracas, se desarrolla la música y se renueva la arquitectura, por el otro aumentan los pechos, se amplían las regalías de la corona, se estanca el tabaco y se entorpece la exportación del cacao caraqueño debido a la concurrencia ruinosa que hacen otras provincias en los mercados de México.
Primera rebelión:
Fue provocada por el monopolio de la Compañía Guipuzcoana; tiene lugar en Yaracuy en 1730 y está acaudillada por un zambo apodado Andresote. La segunda se produce diez años después en la misma región, pero promovida por gente blanca, por hacendados y cabildantes. La tercera alcanza mayor resonancia aún, pues, originada en los valles del Tuy y contando con el concurso de gran cantidad de negros e indios agricultores, se dispara sobre Caracas, se posesiona de la ciudad y se hace huir al gobernador en 1749. En los tres movimientos resulta notoria la intervención de los holandeses, instigadores de los rebeldes, a los que proveen de vituallas, de armas y aun de dinero. Igual que las que siguen a lo largo del siglo, estas tres rebeliones son castigadas con energía; sin embargo, sus semillas germinan en el sentimiento del pueblo. La de San Feliepe el Fuerte se da el dictado de republicana y la de San Juan Francisco de León reviste carcteres de una guerra social.
Rebelión de 1749:
Los neerlandeses controlaban las exportaciones a Europa del cacao venezolano que salía clandestinamente a través de Curaçao.
El monopolio de la Guipuzcoana permitió a España controlar un contrabando muy importante y el poder la compañía se fue incrementando.
Se le dio el monopolio del comercio entre Venezuela y España (1742), se fijaron cantidades a exportar a Nueva España y a Canarias (1734) y se incluyó a Maracaibo en su campo de actividades (1739). El afán monopolizador creó un hondo malestar y se acusaba a la compañía de no importar la suficiente para subir precios, de pagar poco por los productos y de que los oficiales reales estaban sometidos a la voluntad de los vascos. En 1749 el canario J.F. de León fue depuesto de su cargo y remplazado por un vasco ligado a la guipuzcoana. León, que gozaba del apoyo popular y de los terratenientes marchó sobre Caracas al frente de una muchedumbre (abril), exigiendo la supresión de la compañía y la expulsión ante los amotinados, convocando cabildo abierto, el cual reconoció como verdaderos los reproches contra la guipuzcoana, a la que además se acusaba de perjudicar a la real hacienda. Ante el incumplimiento de las promesas del gobernador, León encabezó una nueva marcha sobre Caracas (agosto) y el rey envió un pacificador con instrucciones de rebajar los privilegios de la compañía. En 1781 la compañia fue despojada de sus privilegios.
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