Desierto: Exploradores:
Ibn Battuta (1304-1378) (Abd-Allah-El-Lauati) inició su viaje de 29 años en Tánger en 1325. Recorrió territorios al sur de Tombuctú.
León el Africano (Granada 1485-Túnez 1554) fue un geógrafo musulmán que viajó mucho por todo el norte de Africa durante su juventud, penetrando hasta Tombuctú y el valle del Níger.
En 1320 el musulmán Mansa Musa, gobernante de Mali viajó en una enorme caravana desde Tombuctú hasta La Meca.
El propósito del largo viaje era cumplir con el Hajj (peregrinación), el quinto pilar de la fe islámica.
Algunos historiadores señalan que en el viaje se emplearon 15.000 camellos y 60.000 acompañantes entre soldados, sirvientes y esclavos.
Jean Louis Burckhardt (1814):
Enviado por la Sociedad Africana para alcanzar Tombuctú por la ruta sahariana hacia el oeste.
Las caravanas estaban temporalmente interrumpidas y decidió emplear el tiempo en remontar el Nilo.
Llegó en 1813 al sur de Asuán. Fue el primer europeo en ver el Gran Templo de Ramsés II en Abu Simbel.
También tuvo el privilegio, en un viaje anterior en Siria, de ser el primer europeo con posterioridad a las Cruzadas en visitar Petra.
Siguió remontando el Nilo antes de poner fin a su primera expedición egipcia.
Al año siguiente atravesó el Desierto Nubio hasta la localidad ribereña de Beber y luego se dirigió a Shendi, uno de los cruces de caminos de las caravanas transaharianas. No estaba prevista ninguna a la que pudiera unirse y de nuevo tuvo que cambiar de planes.
Desde allí fue a la orilla del mar Rojo, que atravesó a la altura de Yidda como paso previo a La Meca.
Joseph Ritchie y George Lyon (1818):
Su espedición planeada desde Trípoli hasta el Níger dio pobres resultados. Ritchie falleció al año de su llegada y el joven oficial de la marina George Lyon (1795-1832) quedó al frente. Era buen dibujante y dejó un diario del viaje con atrayentes ilustraciones. El inexperto Lyon se reveló como un antropólogo amateur con muy buenas condiciones. Describió tormentas de arena, la esclavitud, espejismos, arañas peculiares y el buen sabor de un gusano de los oasis. Participó con posterioridad en varias expediciones al Artico pero sin llegar a efectuar ningún descubrimiento notable.
Heinrich Barth (1850):
De 1850 a 1855 los hamburgueses Adolf Overweg (1822-1852) y Heinrich Barth (1821-1865), saliendo de Trípoli, efectuaron la más importante exploración que se haya realizado en Africa del Norte, penetrando hasta el interior del Sudán y llegando a las regiones comprendidas entre el lago Chad y el Chari. Overweg murió el 27 de septiembre de 1852; y al año entró Barth en Tombuctú. En diciembre de 1854, de camino a Borno, se encontró con Eduard Voguel, que había salido en su búsqueda por el extravío de sus informes del año anterior. Volvió a Europa por Trípoli, y llegó a esta ciudad el 21 de agosto de 1855; después de haber realizado uno de los viajes de exploración (16.000 km) más útiles que conoce la geografía.
Tombuctú:
La información que Gordon Laing había recopilado de Tombuctú (1826) se perdió después de su muerte.
René Caillé había estado dos semanas en Tombuctú en 1828. Viajó por deseos personales de alcanzar la mítica ciudad e incentivado por el premio de 10.000 francos que ofreció la Sociedad Geográfica al primer europeo que llegara.
La estancia prolongada de Barth permitió una recopilación de información más importante.
Protección de caravanas:
Parte de los largos trayectos a través del Sahara eran recorridos uniéndose a caravanas de comerciantes que seguían usando con regularidad las antiguas rutas.
En Mauritania las correrías hassaníes finalizaron con la colonización francesa del siglo XIX.
Fruto de varias oleadas de inmigración procedentes del norte la sociedad se estructuró en clases tributarias que incluía un considerable número de esclavos. La protección a las caravanas se obtenía mediante un pago.
El poder estaba en manos de ciertas tribus hassaníes, que lo alcanzaban demostrando su capacidad para proteger a los aliados y castigar a los enemigos, pero cuya potencia estaba ligada a la lealtad y pericia bélica de sus dependientes. Los hassaníes obedecían a sus respectivos emires regionales, nombrados por un consejo de ancianos. El emir disponía de escaso poder individual y se limitaba a ejecutar las órdenes del consejo. Los hassaníes cobraban impuestos y se hacían pagar la protección dispensada a las caravanas.
Domingo Badía (1767-1818):
También conocido como Alí Bey. Se hizo pasar por un príncipe abasí para desempeñar mejor la parte política de su misión (1803-1807). Poseía extensos conocimientos en varias disciplinas. Elaboró mapas de extensas zonas desde Constantinopla hasta Marruecos. Para ello tomaba sus propias mediciones. Ubica localidades de forma precisa gracias a sus mediciones astronómicas.
Su misión científica tenía el añadido de otras tareas políticas encomendadas por Godoy.
La preparación de la parte científica de su viaje le lleva primero a París (1802). En Londres entra en contacto con la Royal Geographical Society y encarga aparatos para mediciones astronómicas. Comienza su viaje africano por Marruecos visitando sus principales ciudades (Tánger, Mequínez, Fez, Rabat, Marraquesh, Ouschad y Larache.
Elaboró incluso un pequeño diccionario del lenguaje bereber.
Abandonó precipitadamente Marruecos a consecuencia de sus intrigas políticas alrededor del sultán Muley Sulimán.
Parte de Larache a La Meca pasando por Trípoli, Alejandría y Suez.
Laslo Almazy (1895-1951):
En 1926 realizó un prueba de resistencia de vehículos de una marca austriaca desde Alejandría al Sudán siguiendo el Nilo. Recorrió 12.000 km, revisó el estado de la antigua ruta de caravanas transahariana (Ruta de los Cuarenta) y quedó prendado de la belleza e inmensidad del desierto. Se empeñó en el propósito de descubrir los tres valles de Zerzura mencionados por los habitantes de los oasis egipcios. Buscó la ayuda del príncipe egipcio Kemal el Din, que ya había organizado la expedición (1926) que localizó la gran meseta de Gilf Kebir. Por precariedad de medios y financiación llega a la meseta después de que Patrick Clayton explorara dos de sus valles. Había llegado desde en norte directamente hacia los valles que había visto desde un avión el año anterior. En 1933 Almazy explora el tercero (Wadi Tahl) y completa la cartografía de Zerzura. Poco después exploró el pozo de agua de Ain Dua, en los Montes Uweinat, al sur del Gilf Kebir. Allí encontró la cueva de los nadadores. Hasta el estallido de la guerra (1939) realizó varias expediciones por la zona del Gilf Kebir, el Gran Mar de Arena y el Wadi Hauar en Sudán. En 1947 viajó de nuevo a Egipto para preparar una expedición en busca del ejército persa perdido de Cambises que
Heródoto menciona (s.V a.C.). Esta expedición fue abandonada en los comienzos de su preparación.
Desplazamiento del aire caliente:
Es un páramo árido e inhóspito. El mayor desierto del mundo. El Sáhara es tan hostil que cruzarlo es difícil y peligroso. El calor es abrasador, sin agua, las distancias son enormes. Es una barrera climática muy efectiva. Bien, hay otra razón por la que cruzar el desierto es tan difícil, y es simplemente porque no se queda quieto. Están en constante movimiento. De hecho, es uno de los paisajes más dinámicos y que cambian más rápido, de la Tierra. Hay pocos puntos de referencia fiables, así que atravesar el desierto es muy duro. Pero la arena que cambia de lugar no es lo único que controla el viento. El Sáhara entero se creó por el movimiento a gran escala del viento. Estos vientos nacen en el ecuador. Aquí es donde más calienta el sol, por lo que el aire asciende constantemente. Al desplazarse lejos del ecuador, se enfría, y al llegar a los 20 ó 30 grados de latitud el aire vuelve a caer a la Tierra, calentándose en el proceso. El patrón de los vientos crea una banda de desiertos secos y cálidos a ambos lados del ecuador, incluyendo los desiertos del Sáhara y de Arabia. En la época en la que se viajaba a pie, el desierto era una enorme barrera. Durante la mayor parte de la historia, diferentes zonas del mundo han evolucionado como si fuesen universos paralelos, cercados no sólo por montañas y océanos, sino también por desiertos, que suponen una barrera climática. Hace unos 1.000 años, los nómadas abrieron rutas a través del Sáhara. (Iain Stewart, 2010).
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