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Africa. Información General



INFORMACIÓN GENERAL DE AFRICA:
HISTORIA:
Desde el siglo XV los europeos establecieron factorías comerciales en las costas de África. Más tarde capturaron a muchos africanos para enviarlos a América como esclavos. La raza blanca trató a la negra como inferior, incapaz de autogobernarse y de progresar. Hasta principios de este siglo, gran parte del continente africano era totalmente desconocido para los europeos. Valientes exploradores recorrieron África, encontrando extensas regiones con lagos, cataratas, valles y montañas de extraordinaria belleza. Livingstone atravesó el desierto de Kalahari y llegó a las cataratas Victoria en el río Zambeze; Stanley recorrió el río Zaire o Congo; Speke, después de alcanzar el lago Victoria, logró encontrar con Grant, las fuentes del río más largo del mundo, el Nilo; Mungo Park exploró el río Níger... Todos estos exploradores afrontaron enormes dificultades en sus viajes, muriendo algunos de ellos en las expediciones, como Livingstone o Mungo Park. En el siglo XIX los europeos se dedicaron a explotar los abundantes recursos materiales del continente africano. Los colonizadores europeos se repartieron África sin tener en cuenta la distribución de los distintos grupos étnicos. Los estados africanos que surgieron después de la descolonización conservaron las antiguas fronteras coloniales. Así conviven en muchos estados diversas razas, culturas, religiones e idiomas. Esta situación crea numerosos conflictos internos entre las distintas etnias. A partir de los años cincuenta del siglo XX, los pueblos africanos se fueron independizando. En la actualidad, salvo pequeños enclaves, todas las antiguas colonias europeas en África son estados independientes. África tiene actualmente graves problemas originados por el colonialismo: economía poco desarrollada; se pasó de una agricultura de subsistencia a producir enormes cantidades de materias primas para los colonizadores, las cuales eran transformadas en productos manufacturados que los colonizadores vendían después a los propios colonizados; crisis sociales y espirituales, pues los colonos influyeron en la cultura de las comunidades indígenas sometidas; enfrentamiento entre las distintas etnias por lo mencionado ya arriba.

SOCIEDAD Y POBLACIÓN:
Cerca de 750 millones de personas viven en África. El gran reto de este siglo, para la mayoría de los países africanos, es lograr satisfacer las necesidades vitales y alcanzar un nivel educativo y sanitario aceptable para la mayoría de la población. La mayoría de la población africana es sedentaria. Sólo las zonas desérticas o esteparias son recorridas por pueblos nómadas, que se dedican al pastoreo o al comercio en caravanas con dromedarios. No obstante, en los últimos años estas poblaciones tienden a transformarse en sedentarias, debido a la explotación en estas zonas de yacimientos de petróleo, fosfatos y otros minerales, que atraen a los habitantes nómadas. En África viven dos razas principales, la raza negra (al sur del continente) y la blanca (al norte de África). Dentro de la raza negra destacan cinco grupos raciales: negroides (son los más numerosos y se subdividen en negros y bantúes; habitan en África occidental, centro y sur), bereberes (habitan en África septentrional), pigmeos (de pequeña estatura y viven en la zona ecuatorial), los bosquimanos (más altos que los anteriores, son poco numerosos y habitan en el desierto de Kalahari) y los mongoloides (asentados en algunas zonas de Madagascar). En el continente africano se habla una gran cantidad de idiomas, destacando el árabe en el norte y el sudanés y el bantú en el sur. Pero casi todos los países han adoptado el inglés, el francés o el portugués como segundo idioma oficial. Existe una crisis de modelo de sociedad en África, que cada grupo procura resolver en su favor, y cuyas consecuencias denuncian los más desfavorecidos a través de la música y la literatura. Esta crisis está favoreciendo el protagonismo de las mujeres. La sociedad africana saldrá de esta crisis con una nueva mentalidad y cambios sustanciales en las relaciones entre varones y mujeres. El Estado intenta dominar mediante el proceso de asimilación de las minorías étnicas, niega el derecho a la autodeterminación y a la manifestación de especificidades socioculturales. El pueblo, por su parte, reaccionan con la autoorganización social mediante la economía informal. Ante esta situación, el Estado buscará solución en los Programas de Ajuste Estructural del Banco Mundial y del Fondo Monetario, que le quitan toda función económica y social, debilitándolo aún más, pues las privatizaciones que imponen al Estado, convierten la educación y la sanidad, en mercancias. Se consagra así la ruptura total entre Estado y sociedad civil. Las consecuencias de esta situación son el aumento de la mortalidad, la reducción de la esperanza de vida, la malnutrición infantil, la desagrupación de las familias, la desescolarización de las niñas para dedicarlas a actividades rurales o informales lucrativas... Los más afectados por la pobreza son los campesinos y las mujeres. La ayuda mutua entre parientes, amigos y vecinos, que se inspira en la solidaridad familiar, se ha convertido en una estrategia de lucha contra la pobreza. La crisis social en África se explica por la pérdida del patrimonio de los propios africanos, confiscado por sus dirigentes. El neoliberalismo no ha hecho más que profundizar la crisis de la sociedad africana, al descuidar la educación, la sanidad y la vivienda. Prueba de ello es que de los 40 países más pobres del mundo, 32 son africanos. A pesar de todo, existe todavía un camino por el que África puede presentarse ante el siglo XXI. Dicho camino pasa por la orientación de la cooperación internacional hacia las comunidades o las asociaciones rurales de base, así como de las mujeres, favoreciendo su alfabetización y autoorganización. Es decir, se trata de conseguir la unidad política de África a partir de dichas comunidades y no de los Estados actuales, incapaces de liberarse de la dominación extranjera y de erradicar la miseria de sus pueblos.

ECONOMÍA:
África es, en conjunto, un continente muy rico. Así es la máxima productora mundial de diamantes, oro, bauxita y cobre; abastece de cacao y algodón a gran parte del mundo. Sin embargo, debido a la falta de industrias, exporta casi todas sus materias primas sin sufrir transformación alguna. Muchos países africanos están subdesarrollados por carecer de vías de comunicación y de industrias. Este atraso se manifiesta en los bajos ingresos económicos y en las ínfimas condiciones educativas y sanitarias. Además muchos africanos todavía son cazadores, recolectores o pastores y, como mucho, practican una agricultura primitiva o elaboran productos artesanos. Varios países africanos han emprendido la senda del crecimiento económico con mejor renta per cápita y descenso progresivo de la inflación. Sin embargo, la mayoría de los países del África subsahariana siguen ocupando los últimos puestos en la escala mundial. La globalización y mejora de la economía internacional podría continuar marginando al continente africano, pues en éste, no sólo debe crecer la producción interior bruta, sino que debe hacerlo de forma superior al incremento de precios y a la tasa de crecimiento demográfico. De los 53 países africanos, 31 están en el grupo de países de Ingreso Bajo, 8 en el de Ingreso Medio, 5 en el Ingreso Medio Alto y ninguno en el de Ingreso Alto. La economía africana se basa en la agricultura, que es de subsistencia en casi toda la zona central. La ganadería extensiva de la sabana y de los bordes del desierto apenas basta para alimentar a sus pastores. Los recursos minerales son muy importantes en África, aunque apenas existe industria. Hay que revalorizar en África el sector agrario, fuente originaria de acumulación de capital en todos los países desarrollados. Lo cierto es que en la mayoría de los países africanos se está empezando a optar por el desarrollo. Para que ello sea posible, necesitan de reformas estructurales para incorporarse al crecimiento económico moderno y posibilitar el buen aprovechamiento de cualquier Programa de Ayuda al Desarrollo, establecer prácticas bancarias honestas, reformar los Tribunales de Justicia, dar seguridad al cumplimiento de los contratos, reducir la discrecionalidad en la Administración...

POLÍTICA:
Las democracias africanas siguen siendo frágiles. El poder no ha alcanzado niveles mínimos de organización. París y Londres se llenaban cada vez más de refugiados políticos que denunciaban la situación represiva del continente africano. La pérdida de las ayudas por causa de la corrupción condujo a nuevas formas de actuación como la que llevab a cabo muchas ONGs. Buena parte de sus gobernantes han sostenido administraciones corruptas y gastos militares excesivos.

RELIGIÓN:
Una de las características más notorias en África es la ausencia de ateos. El africano es un hombre profundamente religioso y vive inmerso en un universo con proyección hacia lo Alto y el Más Allá. Hay en África tres grandes bloques religiosos: cristianos, musulmanes y adeptos a las religiones tradicionales. El islamismo se practica en el África blanca y en varios países del África negra. Hay núcleos cristianos antiguos, aunque el cristianismo se va extendiendo cada vez más gracias a los misioneros. La mayoría del África negra practica religiones animistas.

CULTURA:
En África no hay una cultura, sino muchas y muy ricas, como corresponde a un continente con más de dos mil pueblos y lenguas. En África se pueden distinguir tres áreas culturales: el área de cultura árabe, el área de cultura negra y un área de cultura europea. Hay en África una prolífica producción literaria, poco conocida en Occidente, salvo en los casos excepcionales de los premios Nobel y otros galardones literarios de prestigio. África posee un abundante patrimonio literario, que se nutre de dos formas de creación: la oral y la escrita, estrechamente relacionadas entre si y con una amplia variedad de manifestaciones. El auge de las lenguas locales, se manifiesta en la abundancia de la producción y utilización de distintos géneros como práctica pública y medio de debate político y ético. Así en la década de los 80 por ejemplo, se convierte en medio de concienciación política al abordar problemas cotidianos. La elección de escribir en lenguas africanas responde al compromiso de los autores con sus pueblos, pero implica a la vez que grandes obras permanezcan desconocidas para el público occidental. La utilización de lenguas europeas ha sido siempre problemática en África. Aún creyendo que la educación occidental podría ser beneficiosa para el pueblo, la intectualidad africana ha propugnado a menudo que la enseñanza se realizara en las lenguas de origen y sin ruptura con la propia identidad. De esta manera, el bilingüismo ha significado, además de la posibilidad de apertura al mundo, una forma de afirmar la propia identidad al mantener la tensión entre las dos lenguas.


Africa empieza en los Pirineos:
Esta frase fue siempre atribuida de una manera popular a Alejandro Dumas, padre. Alejandro Dumas, que había visitado España en octubre de 1846 como cronista oficial de la boda de su amigo el duque de Montpensier con la infanta María Luisa Fernanda, hermana de Isabel II, publicó un libro de viajes titulado De París a Cádiz, donde, desde luego, no se encuentra esta frase romántica y con intenciones posiblemente denigrantes. En vida, Alejandro Dumas negó siempre que la hubiera pronunciado. También lo negó el historiador Modesto Lafuente, que la atribuía a Dominique Dufour de Pradt (1759-1837). Éste fue un personaje bien curioso de los fastos -y los nefastos- napoleónicos. Diplomático, enredador, escritor fecundo, llegó a ser arzobispo de Malinas con Napoleón, a quien traicionó con la Restauración y anduvo mezclado con las intrigas de Bayona cuando la abdicación de Carlos IV y se dice que entonces pronunció esta frase. Escribió con tal prolijidad que no creo que haya erudito en el mundo que conozca sus obras completas. La atribución de la frase a Alejandro Dumas fue persistente. El barón Charles Daviller, que vino a España acompañando al dibujante Gustavo Doré, que era gran amigo de nuestro pintor Mariano Fortuny, afirma en su libro Viaje por España que la había pronunciado Alejandro Dumas. Este barón era un hombre serio y creía firmemente cuanto decía. Pero cuando falleció, en marzo de 1883, La Ilustración Española y Americana publicó un artículo necrológico de su corresponsal en París, que era entonces Pedro de Prat -que nada tenía que ver, naturalmente, con el arzobispo-, y Pedro de Prat, después del elogio debido a la benemérita obra de Charles Daviller, alude a la frase «África empieza en los Pirineos» y copia las afirmaciones de Daviller en el sentido de que su autor era Alejandro Dumas, padre, y entonces añade: «El hijo eminente del autor de Los tres mosqueteros me honra ha tres años con su amistad. En noviembre último llevóme a su casa. La conversación vino a parar a España, Dumas hizo de nuestro país la más elocuente apología. Cuando concluyó su panegírico le di por él las gracias, añadiendo:

    «Veo con gusto que en esto como en otras muchas cosas, no es usted de la opinión de su padre". Dumas me contestó: "La famosa frase que se atribuye a mi padre y en la que varía a su antojo la geografía colocando el estrecho de Gibraltar en la vertiente de los Pirineos, es apócrifa. No la hallará usted en ningún escrito suyo. Tanto mi padre como yo fuimos apasionados admiradores de España, a pesar de haber sido apedreados por el vecindario entero de un pueblo de la provincia de Granada de cuyo nombre no quiero acordarme".».

Y entonces Pedro Prat añadía: «Aprovecho esta ocasión para publicar el rotundo mentís dado por el hijo a la supuesta afirmación del padre. Por lo de más, hacía tiempo que La Ilustración Española y Americana puso en claro que la famosa frase es del historiador Thiers.Yo por mi parte he de confesar que no he podido encontrar el lugar en donde se demuestre que esta frase pertenece al historiador Thiers. Nos hallamos, por lo tanto, con un autor al cual es atribuida la frase, Alejandro Dumas y que a buen seguro no la pronunció, pues su hijo era un hombre serio, escrupuloso y circunspecto y dio un rotundo y claro mentís. Por otro lado, nos encontramos con dos autores a los cuales se atribuye categóricamente esta afirmación: uno de ellos el arzobispo de Malinas -Dufour de Pradt- y otro, el historiador y político Louis Adolphe Thiers, que, algunos años después, llegó a ser presidente de la Tercera República Francesa. (Néstor Luján)

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