Los viajes del Seaview:
A la larga lista de aventuras cinematográficas interpretadas por naves submarinas realizadas por los estudios de Hollywood, se añadió en los primeros años de la década de los sesenta una serie para la televisión que marcó época en su género, y que es recordada como uno de sus clásicos indiscutibles, Voyage to the bottom of the Sea. Producida por Irwin Allen, quien años más tarde sería uno de los padres del género catastrofista que tuvo su punto álgido en la década de los setenta, la serie narraba las singladuras del Seaview, un submarino propiedad del Gobierno de los Estados Unidos cuya misión principal consistía en investigar las zonas abismales de los océanos desde un punto de vista científico, aunque muchos de los datos generados por estas investigaciones revirtieran en conocimientos estratégicos de gran valor militar. El Seaview no es un submarino al uso, sino el sueño hecho realidad del Almirante Harriman Nelson, su creador. El submarino, impulsado por energía nuclear, es un gigantesco navío de 600 pies -unos 200 metros- de eslora, que incorpora los últimos avances tecnológicos aplicados a la navegación submarina. La nave es, a menudo, blanco de los navíos de las potencias enemigas, que conocen el poder militar del Seaview y pretenden destruirlo. Sin embargo, los mayores peligros a los que se enfrentan los tripulantes del submarino son las mismas fuerzas del fondo del mar. A lo largo de sus navegaciones, el Seaview ha luchado contra toda clase de enemigos surgidos de las entrañas de los océanos: gigantes prehistóricos, enormes monstruos marinos o civilizaciones que viven en las oscuras profundidades. La serie entroncaba así con el género de lo fantástico, dando lugar a episodios dotados de un atractivo como pocas veces se ha dado en la historia de la televisión.
Almirante y capitán:
Richard Basehart dio vida al Almirante Harriman Nelson, veterano marino dedicado en cuerpo y alma a la investigación, que fue uno de los constructores del Seaview y responsable de que sus misiones científicas lleguen a buen término. Richard Basehart nació en Zanesville (Ohio), donde su familia insistió para que siguiera los pasos profesionales de su padre y estudiara Periodismo. Sin embargo, sus planes no coincidían en absoluto con los de sus mayores y a los trece años empezó a colaborar asiduamente en una compañía teatral de aficionados. Con los años y un ya considerable período de aprendizaje, llegó a Nueva York decidido a trabajar en Broadway. En 1945, los críticos de la ciudad distinguieron a Basehart saludándolo como uno de los mejores actores jóvenes del momento. En Nueva York interpretó casi todo el repertorio del teatro clásico inglés , siendo considerado uno de los actores que con mayor sensibilidad comprendió y trasladó a la es cena el espíritu de estas obras. Basehart trabajó con cierta asiduidad para el Cine, y es destacable su actuación en varias recordadas películas como Moby Dick (1956, John Huston), Portrait in black (1960, Michael Gordon), Jovanka (1960, Martin Rttt) o Titanic (1953, Jean Negulesco). Posterior mente, tuvo el orgullo de ser uno de los primeros actores americanos que llamaron la atención de los prestigiosos realizadores europeos, como Federico Fellini, que le llevó a Italia para hacerse cargo de un importante papel en La Strada. En Europa trabajó al lado de algunos de los nombres más relevantes de las cinematografías francesa e italiana, como Jeanne Moreau, Alida Valli, Giulietta Massina o Silvana Mangano. Este período europeo es sin duda el más interesan te en la trayectoria de este actor, cuyos mayores éxitos deben buscarse en la televisión, siendo su papel del Almirante Nelson el que más popularidad le dio a lo largo de su carrera. Para el papel del Capitán Lee Crane, fue elegido un actor que gozaba ya de popularidad en los Estados Unidos, David Hedison, por sus papeles para la gran pantalla entre los que destacan The Fly y The enemy bellow. David Hedison era en aquellos momentos uno de los hombres más deseados de América, dado su metro noventa de estatura, su pelo negro y sus penetrantes ojos verdes. Estos ingredientes le permitieron triunfar plenamente en Hollywood, ya que su registro interpretativo se veía muy limitado por una excesiva falta de matices y cieno despegue de los personajes que representaba. Su papel del capitán Crane, antiguo comandante de submarinos bélicos durante la Segunda Guerra Mundial, era el del hombre encarga do de todos los aspectos referentes a la navegación técnica de la nave, en contraposición a las atribuciones de Nelson, dedicado a la consecución de las misiones de investigación y científicas.
El productor:
El motor que impulsó la realización de Viaje al fondo del mar fue Irwin Allen, nacido en Nueva York en 1915. Productor, director y escritor, Allen se especializó en Periodismo y Publicidad en la Universidad de Columbia. Marchó a Hollywood en 1938 ocupando el puesto de editor de la revista Key. En 1939 crea un espectáculo para la radio de una hora de duración cuyo éxito le lleva a tener una columna propia en un periódico de Hollywood. Polifacético, elabora un programa de televisión e inaugura una agencia literaria. Empieza a despertarse en él el interés por el cine, que acaba adquiriendo absoluta prioridad sobre todas sus demás actividades profesionales. Se instala por su cuenta y funda la compañía Windson Productions, guiada por las directrices de la comercialidad. Si bien en los inicios de su carrera cinematográfica produjo thrillers, comedias y dramas, como Mister Dollar (1951) o The Story of Mankind (1957), fue desde 1960 cuando su interés se decantó hacia los grandes shows el tipo catastrofista, con grandes alardes de cuidadísimos efectos especiales y repartos de lujo puestos al servicio de la acción más trepidante. En 1961 fue el guionista, productor y director de Voyage to the bottom of the Sea, que interpretaron Joan Fontaine, Walter Pidgeon y Peter Lorre, film para la gran pantalla que abrió la puerta a la realización de la serie para la televisión. Sus más estruendosos éxitos de taquillas son las producciones The Poseidon Adventure (1972), The Towering Inferno (1974) y The Swarm (1977).
Las historias:
Para la realización de los guiones que compusieron las aventuras del Seaview, la producción contó con un importantísimo grupo de profesionales. Cabe destacar a Don Brinkley, Alan Caillou, Raphael Rayes o William Read Woodfield. Las historias creadas por estos guionistas fueron muchas veces tan absolutamente increíbles, incluso para un producto del género fantástico como el que nos ocupa, que actualmente pueden llegar a provocar la risa del espectador. Sobre todo merecen destacarse la colección de monstruos aparecidos en el transcurso de la serie, hoy en día absolutamente Kistch y que no consiguen impresionar ni a los más pequeños televidentes. Por la serie desfilaron también conocidos personajes del cine y la televisión como Viveca Lindfords, Robert Duvall o Barban Bouchet. Es en este apartado de los actores secundarios, o mejor dicho «estrellas invitadas», donde la serie destacó por la variedad y la calidad ofrecida. (Juan Carlos Prats)
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