CANARIAS
TRASATLANTICA Y LA GUERRA DE CUBA



Trasatlántica y la Guerra de Cuba:
Antes del 15 de febrero de 1898, fecha de la voladura del Maine en La Habana el tráfico marítimo con Cuba y Puerto Rico había comenzado a descender. El 22 de febrero hacía escala en Tenerife el Alicante en su viaje desde la capital cubana hacia Cádiz. El 4 de abril habían llegado con tropas los vapores Africa y Hespérides y se reunieron con los cruceros Colón e Infanta María Teresa de la fuerza naval del almirante Cervera. Poco después entró en el puerto el San Francisco, que habilitado como transporte de material y carbón, acompañaba a los buques del almirante. El San Francisco descargó cuatro cañones Krupp y luego zarpó rumbo a Las Palmas, puerto del que luego siguió a San Vicente de Cabo Verde, donde se unió a la escuadra de Cervera. El día 11 realizó pruebas de fuego la batería de Almeida y al día siguiente, el Viera y Clavijo -primero de dicho nombre- zarpó con tropas rumbo a Santa Cruz de La Palma. Poco después llegó de Cádiz el Monserrat que, al mando del capitán Deschamps, realizó operaciones y más tarde zarpó rumbo a La Habana, puerto del que no llegó pues, tras forzar el bloqueo enemigo por primera vez, el 26 recaló en Cienfuegos. El 20 de abril Estados Unidos declara la guerra a España y según González Echegaray,

    "puede decirse que la Compañía Trasatlántica fue, al lado de las fuerzas armadas, el principal protagonista de aquellos tristes sucesos que acabaron con el poderío naval y el prestigio de nuestro país como potencia de primer orden en el concierto mundial. El relato de los episodios vividos por la flota de Trasatlántica en aquel año escaso, constituye motivo para una apasionante novela de aventuras y de guerra que no debería quedar inédita."

La guerra había terminado con las líneas regulares de Trasatlántica y pocos días después de suspendidas las hostilidades -el 27 y 28 de agosto respectivamente- de Cádiz y El Ferrol arribaron con tropas los Habana y Buenos Aires y, el 23 de septiembre lo hizo el transporte General Valdés, quizás el último vapor de ruedas que recaló por Santa Cruz de Tenerife. Poco a poco volvió a normalizarse el tráfico, y, el 3 de septiembre, de Barcelona arribó el Puerto Rico, que zarpó rumbo a La Habana, y, el 7, lo hizo el J. Jover Serra, que seguía la misma ruta. Nuevos barcos hacia puertos cubanos-Alicate, Berenguer el Grande, Manuel L. Villaverde, etc.- y, ya el 9 de octubre, el Cataluña recaló en su primer viaje al Plata después de la guerra.

    La guerra significó para Trasatlántica la pérdida de varias unidades - Alfonso XII, Antonio López, Santo Domingo, Isla de Mindanao", etc. que prestaban servicios a la nación. Trasatlántica aportó su flota para la repatriación de las tropas españolas destacadas en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, lógicamente, tal decisión repercutió en los servicios regulares, los cuales se regularizaron posteriormente.


Reseña del León XIII en la prensa de la época:
La revista Blanco y Negro (nº 213, 1º junio 1895) dedica su portada a la noticia de la muerte de Isaac Peral, y en la página 2, bajo el título de «Otra victoria en Cuba», ofrece la noticia de la muerte de Martí, con una fotografía suya y un dibujo que representa la lucha de los insurgentes por recuperar el cadaver, e información sobre las andanzas de Martí por Zaragoza (por error se dice que llegó a España por Barcelona, siendo así que lo hizo por Cádiz y Santander). Aunque Blanco y Negro mencionaba de pasada a Martí en su nº 201 (9 marzo: «Los sucesos de Cuba... los nombres de Máximo Gómez, Guillermón, Martí y otros conocidos filibusteros no son extraños a los sucesos ocurridos allí...») no volvemos a encontrar su nombre hasta la noticia de la muete. Ni en el nº 202 (16 marzo), en el que se ofrecen fotografías y reseñas de los que se consideran principales asuntos de interés en los sucesos de Cuba: Antonio Maceo, Julio Sanguilí, Manuel Sanguilí, Juan Gualberto Gómez, Máximo Gómez, Guillermón, la bandera separatista y el poblado de Baire; ni en el siguiente número (nº 203, 23 marzo), en un informe sobre los partidos políticos en Cuba, donde tampoco se cita al Partido Revolucionario Cubano (limitándose a ofrecer detalles de la Unión Constitucional, el Partido Autonomista y el Partido Reformista). En este mismo número una fotografía sirve para informar del primer embarque de tropas para Cuba, el realizado en Santander el 10 de marzo, cuando el sexto batallón peninsular partió en el trasatlántico León XIII (tras un desayuno ofrecido por el Club de Regatas, en el café Suizo, y la distribución, a cargo de «varias congregaciones de señoras y señoritas», de 811 escapularios y 500 medallas entre la tropa): cien años después Santander recuerda el centenario de Martí, pero olvida aquella «despedida entusiasta, patriota y cariñosa».


Primera gesta de Deschamps a bordo del Montserrat. Por J.Cervera:
[...] La Marina Mercante española y sus hombres más destacados fueron eficaces colaboradores en las peripecias de la contienda, suministrando material de guerra, víveres, correos y noticias, forzando bloqueos con extraordinaria pericia, e incluso coadyuvando muy directamente en situaciones críticas, como el caso del capitán del vapor Alicante, de la Compañía Trasatlántica, Antonio Genis, que surto en el puerto de Fort de France, en la Martinica francesa, no sólo proporcionó noticias directas de la situación al jefe de la flotilla de contratorpedos, Fernando Villamil, comisionado por el almirante Cervera, sino que le ayudó a escapar de aquel puerto contraviniendo la prohibición del gobernador, facilitándole luces desde sus propios botes. El gesto de Genis, asumiendo riesgos y la expectativa de quedar internado en Fort de France, fue muy valorado, aunque no sea sino uno de los muchos exponentes de la meritoria actuación de la Marina Mercante española en el conflicto del 98.
Pero son quizás las hazañas del capitán del vapor Montserrat, de la Compañía Trasatlántica, Manuel Deschamps Martínez, las que más hondas huellas ha dejado en los anales de la contienda, hasta el extremo de estarse tramitando el expediente de traslado de sus restos al Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando, en un más que justo homenaje a la figura de "aquel hombre fuerte, de mirada penetrante y expresión enérgica, que se descubría entre los hilos de su barba larga y suave y su bigote espeso", tal y como ha sido descrito, y tal como fue conocido y admirado a través de las viejas litografías de la Ilustración Española y Americana. El capitán de la Marina Mercante Manuel Deschamps Martínez nació en La Coruña en 1853 y murió en Canet de Mar (Barcelona) en 1923, tras una dilatada hoja de servicios a bordo de los más famosos buques de la época. Poco antes de la declaración de guerra entre Estados Unidos y España, Manuel Deschamps, al mando del vapor Montserrat, salió de Cádiz el 10 de abril de 1898 (dos días más tarde de la salida de Cervera con los cruceros Infanta María Teresa y Cristóbal Colón, con material de guerra, carga general, pasaje y correspondencia con destino inicial a las islas Canarias, para proseguir viaje a Cuba. Llevaba también a bordo 500 soldados y numeroso jefes y oficiales. A pocos se le ocultaba lo arriesgado de aquel viaje, iniciado en vísperas de la guerra y cuando era esperado de un momento a otro la ruptura de hostilidades, por lo que a la llegada a Canarias no pudo conocer nada concreto sobre la actitud de Estados Unidos y se hizo a la mar rumbo a la Martinica. Su misión, por tanto era muy delicada y sus responsabilidades inmensas. La captura del Montserrat por la escuadra norteamericana no hubiese constituido un vulgar apresamiento o un acto de piratería, sino que hubiese significado una pérdida muy importante en los prolegómenos de una guerra que respondía esencialmente a la suma y sigue de los desaciertos políticos. El 22 de abril llegó el Montserrat a la Martinica y allí fue informado Deschamps de la declaración de guerra, por lo que aquella misma tarde salió para Cienfuegos, navegando con tal pericia que burló la línea de bloqueo impuesta por los americanos. Fondeó en Cienfuegos el 26 de abril y a los pocos momentos abrieron fuego sobre la plaza dos cañoneras yanquis, con el fin de impedir el desembarque del material del Montserrat. Deschamps había salvado todos los obstáculos, recorriendo la costa occidental de la isla de Cuba, pasando por frente de Mariel y Bahía Honda y continuando por el norte de la provincia de Pinar del Río, hasta dar la vuelta al cabo de San Antonio, y siguiendo inverso camino por la parte sur de la gran Antilla, dio el ancla en la bahía de Jagua, en la ciudad de Cienfuegos. Llamado a La Habana por el capitán general Ramón Blanco, Deschamps recibió órdenes de regresar a la Península, conduciendo pliegos de importancia para el gobierno, y de nuevo consiguió con habilidad burlar el bloqueo norteamericano. A última hora de la tarde del 6 de mayo salió el buque rumbo sur. Pasó entre los Caimanes y bancos del sur de Jamaica, desde donde se dirigió para pasar entre Guadalupe y Montserrat, poniendo rumbo a La Coruña, donde arribó el 20 de mayo. Por estas meritorias acciones el capitán Deschamps fue condecorado con la Cruz Roja del Mérito Naval, siéndole regalada la condecoración por la Reina Regente, Doña María Cristina, e imponiéndosela con toda solemnidad, en el ministerio de Marina, el jefe del Estado Mayor de la Armada, vicealmirante Butler. Toda la prensa española se hizo también eco de la recompensa marinera. (José Cervera Pery)

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