Horacio Nelson: Tenerife (1797):
Capitulación británica:
Santa Cruz, 25 de julio de 1797
Las tropas &c. pertenecientes a S.M. Británica serán embarcadas con todas sus armas de toda especie, y llevarán sus botes si se han salvado; y se les franquearán los demás que se necesiten, en consideración de lo cual se obligan por su parte a que no molestarán el pueblo de modo alguno los navíos de la Escuadra Británica que están delante de él, ni a ninguna de las Islas en las Canarias, y los prisioneros se devolverán de ambas partes.
Dado bajo mi firma y sobre mi palabra de honor
Samuel Hood
Ratificado por
T.Troubridge, Comandante de las tropas Británicas.
Carta de Nelson a Antonio Gutiérrez:
Theseus, en las afueras de Tenerife, 26 de julio de 1796 (error de fecha)
No puedo separarme de esta isla sin da a V.E. las más sinceras gracias por su fina atención para conmigo, y por la humanidad que ha manifestado con los heridos nuestros que estuvieron en su poder, o bajo su cuidado, y por la generosidad que tuvo con todos los que desembarcaron, lo que no dejaré de hacer presente a mi Soberano, y espero con el tiempo poder asegurar a V.E. personalmente cuanto soy de V.E.
obediente
humilde servidor
Horacio Nelson
Contestación de Antonio Gutiérrez a Nelson:
Muy Señor mío, de mi maior atención: Con mucho gusto he recivido la muy apreciable de V.S. efecto de su generosidad y buen modo de pensar, pues de mi parte considero que ningún lauro merece el hombre que sólo cumple con lo que la humanidad le dicta, y a esto se reduce lo que yo he hecho para con los heridos y para los que desembarcaron, a quienes devo de considerar como hermanos desde el instante que concluió el Combate. Si en el estado a que ha conducido a V.S. la siempre incierta suerte de la Guerra, pudiese yo, o qualquiera de los efectos que esta Ysla produce, serle de alguna utilidad o alivio, ésta sería para mí una verdadera complacencia, y espero admitirá V.S. un par de limetones de vino, que creo no sea de lo peor que produce. Seráme de mucha satisfacción tratar personalmente quando las circunstancias lo permitan, a sugeto de tan dignas y recomendables prendas como V.S. manifiesta; y entre tanto ruego a Dios guarde su vida por largos y felices años.
Santa Cruz de Tenerife 25 de julio de 1797
B.L.M. de V.S. su más seguro atento servidor.
Dn. Antonio Gutiérrez
Un disparo del cañón Tigre le hace perder un brazo:
En el Museo Militar de Almeida, donde se exhiben los objetos y documentos más destacados relacionados con la épica jornada del 25 de julio de 1797 en Santa Cruz de Tenerife, ocupa un lugar principal un cañón de bronce, fundido en Sevilla en el año 1768, de 134 mm. de calibre y de unas dos toneladas de peso. Su nombre es Tigre. Está perfectamente conservado y en condiciones de hacer fuego.
La tradición le atribuye el disparo que causó la grave herida que dejó manco a Horacio Nelson y el hundimiento del cúter Fox, en el que se encontraban oficiales y soldados escogidos.
La víspera del ataque se abrió una tronera en el muro del castillo de San Cristóbal donde se colocó un cañón a baja altura para dificultar el desembarco inglés en la playa que separaba este castillo del de San Pedro. Es posible que, como indica la tradición, se tratara del cañón Tigre, pero es un hecho indemostrable ya que eran numerosos los cañones que en fuego cruzado, intentaban impedir el acceso inglés a la playa y al muelle.
Exposición de hechos de Francisco de Tolosa:
Algunos de los comandantes de las baterías de Paso Alto, San Miguel, San Antonio y San Pedro se disputaban la gloria del acierto de haber echado a pique al citado cúter. El afirma que el castillo de San Pedro, que estaba bajo su mando y que era el más inmediato al muelle, fue el primero que avistó a la embarcación inglesa y que avisó a las demás fortalezas con un cañonazo que le disparó. Este dato es muy importante y probablemente exacto, porque nadie lo rectificó con posterioridad.(Juan Arencibia)
[Al ser alertadas] las cuatro referidas baterías empezaron a un tiempo un fuego tan vivo y tan unido, que al momento el mar se tragó al cúter y por consiguiente las cuatro baterías fueron las que le echaron a pique, porque un solo cañonazo, dos, tres o cuatro de una batería, no lo habrían destruido con tanta prontitud. (Francisco de Tolosa. Capitán de los artilleros provinciales)
Tesoros de piratas y corsarios. Por Pepi Déniz:
Santa Cruz siempre ha unido su historia a la de los piratas; sin embargo, apenas se ha investigado su presencia en el puerto.
No hay niño que no haya soñado con encontrar un tesoro en el fondo del mar o luchar contra uno de esos piratas que surcaban el océano en busca del oro traído de América. Los parches, los galeones, los garfios, los cañones y patas de palo bajo una tormenta o el grito de ¡al abordaje! han removido más de un corazón aventurero...
La presencia de corsarios como Antoine Alfonse de Saintonge, Robert Blake u Horacio Nelson han sido recogidos dentro de la historia del municipio. Piratas como Cabeza de Perro o Amaro Pargo también ocupan un sitio en este pequeño rincón del mundo cuyas incursiones en el fondo del puerto han sido siempre de carácter particular y que han dado como frutos el rescate de cañones, ánforas y lámparas de aceite del siglo XVIIy XVIII que se encuentran en casas de particulares.
Santa Cruz de Tenerife mantiene no sólo la fantasía, sino que podría tener en el fondo del viejo puerto, es decir, la dársena de Anaga (desde Fred. Olsen hasta el Club Náutico) encerrado el viejo sueño de muchos niños: un galeón pirata.
En el doscientos aniversario de la batalla contra Nelson, dos arqueólogos, Gabriel Escribano Cobo y Mederos Martín, bajaron a los fondos del muelle a la búsqueda del cúter Fox, barco hundido frente a la zona del castillo de Paso Alto por las milicias tinerfeñas, cuando el almirante se disponía a acceder a él como se recoge en el libro de Canarias y el Atlántico del historiador Antonio Rumeu de Armas:
"Navegaba, como hemos dicho, en pugna por acercarse a tierra el cúter Fox (...) cuando un certero disparo del castillo de Paso Alto vino a darle en la línea de flotación al mismo tiempo que otros cañones de San Pedro y baterías de la izquierda lo martilleaban con tal precisión que tardó breves minutos en hundirse".
La investigación no dio frutos, según uno de los arqueólogos, porque el tráfico marítimo en la zona y las advertencias de la Autoridad Portuaria para su seguridad, no les permitieron delimitar un ámbito de investigación amplio. Según han publicado en Cuadernos de Arqueología Marítima "estos impedimentos nos obligaron a circunscribir la prospección a cotas muy profundas, entre 30 y 50 metros, casi en los límites de alcance de la batería del castillo de Paso Alto".
Ahora, y para ampliar la Dársena del Este (frente al barrio de María Jiménez), la Autoridad Portuaria se dispone a dragar el viejo puerto, de donde se espera sacar un millón de metros cúbicos de tierra para usar de relleno. Pero antes, este proyecto debe contar con una prospección arqueológica exigida por la ley (4/1999, de 15 de marzo, de Patrimonio Histórico de Canarias, Ley 27/1992, de 24 de noviembre, de puertos del estado y de la marina mercante) en donde se recoge que ante cualquier nueva obra, dragado o ampliación se debe hacer un estudio arqueológico para determinar la presencia de restos históricos en zonas portuarias antiguas, como es la Dársena de Anaga.
Con los datos recogidos en distintos manuscritos y libros, el puerto ha registrado al menos 49 hundimientos, entre los que se encuentran siete barcos del corsario Robert Blake hundidos e incendiado y cuatro barcos varados en el siglo XVII. También, en el siglo XVIII se producen ingentes hundimientos a causa de las inclemencias temporales que atacan a las naves convirtiéndolas en restos para la historia.
Según el informe de Patrimonio con el que cuenta la Autoridad Portuaria, la ley exige que antes de dragar se realice una serie de trabajos de prospección acuática para ver si en el fondo existen restos arqueológicos de pecios, "estos trabajos no interrumpirán en ningún momento el tráfico de embarcaciones en el puerto, y se realizará en un periodo de tiempo razonablemente corto".
En los trabajos deberá realizarse una prospección geofísica del área a dragar; para ello se deberá utilizar un sonar de barrido lateral (en superficie), también, un penetrador de fangos o lodo (para estudiar fondo), un magnetómetro, y, por supuesto, una prospección con arqueólogos submarinos.
Luego, mientras se realiza la draga debe contarse con un arqueólogo que vigile los trabajos para ver si aparece algún resto importante que no se haya detectado en la primera fase.
De no hacerse así, la draga, que tiene una función similar a la de una aspiradora, podría destruir el patrimonio arqueológico submarino y dejar sólo en leyendas o en papel escrito las increíbles historias de las batallas contra los piratas en Santa Cruz.
Los arqueólogos reconocen que este tipo de estudios ha estado limitado por la falta de medios y que sólo después de que Jean Jacques Cousteau consiguiese que los submarinistas pudiesen permanecer bajo el agua de forma autónoma se pudieron iniciar las investigaciones. Ahora, es una oportunidad para encontrar los restos de navíos y enseres hundidos en la ciudad, como se hace en todos los puertos antiguos europeos. Esta investigación podría abrir una puerta más hacia la historia de Santa Cruz.
(Diario de Avisos, 27/03/2005)
Características del cañón El Tigre:
El cañón El Tigre, fundido y barrenado en Sevilla en 1768, está formado por tres cuerpos: en el primero, separado de la culata por la faja alta, se encuentran: el grano de fogón, que servía para efectuar el disparo con el botafuego, y el Escudo Real con la inscripción "Carolus III D.C. Hispania Edind Rex"; en el segundo, separado del anterior por una moldura con cordón, se hallan las asas en forma de delfines y dos muñones, donde tiene grabado su peso, 44 quintales y 62,5 libras (2.053 kg.); en el tercer cuerpo, separado por una bella faja alberga, aparece en la parte superior una filacteria en la que esculpido el nombre: El Tigre.
De acuerdo con los estudios históricos y técnicos, El Tigre es un cañón de a 16", es decir, dispara balas de hierro de 16 libras (7,360 Kg.); tiene un calibre de 133 mm y una longitud de ánima de 2,734 metros; por ello, se considera que estuvo situado en el castillo de San Pedro o en la tronera abierta pocas horas antes, en el Castillo de San Cristóbal. Ambos asentamientos están muy cerca de la calle Villalba Hervás, que entonces se llamaba de Nuestro Señor del Huerto y que después pasó a denominarse El Tigre.
(J.M.Ledesma)
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