Las velas:
Las velas pueden ser de dos clases: de cuchillo o áuricas y cuadradas o cuadras. El primer grupo comprende:
- La vela al tercio, trapezoidal y aproximadamente tan alta de baluma como baja de caída, envergada a dos tercios de su propia longitud desde el tope del mástil.
- latina, vela triangular envergada en entena.
- de abanico, envergada a un grátil de barlovento y prolongada por una botavara.
- guaira, vela triangular envergada sólo al palo o al palo y a un mastelerillo.
- las cuadrangulares, cazadas mediante una botavara o bien mediante botavara y botalón, denominadas según el lugar que ocupen: cangreja mayor, cangreja de proa, cangreja de popa o mayor de capa.
- la vela de estay o foque, conforme a su situación, triangular y envergada por relingas en el estay.
- la vela de estay cuadrangular
Las velas cuadradas o cuadras se denominan específicamente según su disposición. Por orden ascendente se denominan:
- las del trinquete: trinquete, velacho, juanete, sobrejuanete, sosobre y monterilla.
- las del palo de mesana: mesana, sobremesana, perico, sobreperico y sosobreperico.
Los sobrejuanetes o sobrepericos suelen ser las últimas velas de la embarcación; las de sosobre sólo se largan con vientos débiles. También con ventolina o por medio de pequeñas vergas y botalones van largadas, a guisa de ala de las vergas principales, las rastreras, todas cuadrangulares. De igual naturaleza es la boneta, añadida a la parte inferior de una vela de cuchillo, y la de batículo, largada al grátil de sotavento de la cangreja de popa.
Aparejo:
Difiere en las diversas embarcaciones, que se distinguen por su aparejo, arboladura y velamen. Así, cabe señalar:
- el lugre, armado con velas al tercio en uno, dos o tres palos, con el bauprés orientado a menudo al viento.
- el falucho, armado con velas latinas en uno, dos o tres palos.
- el laúd, con un palo y una sola vela -mayor- orientada con botalón y botavara.
- el cúter o balandra, con un palo, una cangreja mayor y un foque y, muy corrientemente, una escandalosa y otro foque.
- la yola, con palo mayor y bauprés en dirección al viento, velas semejantes a las del cúter y un palo chico de mesana al que va largada una cangreja o una al tercio.
- la goleta, con dos palos y velas de cuchillo y cangrejas como las del cúter, la popel, orientada.
- el bergantín, con dos palos y velas cuadradas de todas clases, amén de una cangreja mayor, es decir, una vela áurica llamada a veces cangreja de popa.
- el bergantín goleta, con aparejo de bergantín en el bauprés y palo trinquete y de goleta en el palo mayor, de suerte que combina las ventajas de las velas cuadras y áuricas.
- la fragata, con tres palos y velas cuadradas de todas clases, un bauprés y botalón de foque, foques y estayes y una vela en el palo de mesana llamada cangreja de popa.
Palos y vergas:
Los tres palos del buque se denominan respectivamente trinquete, mayor y mesana; el nombre del cuarto, si lo hay, no se atiene a reglas fijas. Toda vela de cuchillo cuenta con su verga respectiva. Además, hay puntas de cangrejo, o botavaras para orientar las cangrejas, botalones que sirven para diversos usos, berlingas o perchas, etc. Las jarcias, según su empleo, se dividen en aparejo fijo (jarcia muerta) y móvil. Las primeras cumplen la función de cazar y mantener en posición los palos y vergas. Entre las segundas figuran estayes, cabos con el que sujetar el tope de los mástiles al pie del más próximo, y obenques y burdas: los primeros para sujetar el tope de los mástiles a la mesa de guarnición o a la cofa y los segundos para asegurar los masteleros a la cubierta. A tal fin se emplean cabos de cáñamo, abacá, fibra de coco y alambre, cables y cadenas.
Vergas:
La verga es una percha giratoria, generalmente cilíndrica, que, colocada por la parte de proa de un palo o mástil, sirve para asegurar el grátil de una vela, a fin de poder tensarla fácilmente y orientarla de acuerdo con el viento. Reciben el nombre del palo en que van, o de la vela que llevan. Cruz de verga: parte central de la percha, ochavada y de figura simétrica. | Igualar las vergas: poner exactamente horizontales todas las de cruz. | Meter las vergas en caja: pasarlas por dentro de la tabla de jarcia del palo correspondiente, dejándolas en la dirección longitudinal del buque, cuando se está de invernada. | Penol de la verga: extremo de la verga, desde los tojinos hasta la punta. | Pescar las vergas: no estar bien en cruz. | Trozar una verga: atracarla, mediante la troza, al palo correspondiente. | Verga de entena: la izada en otro tiempo por debajo de la cofa de mesana, y sustituida luego por el pico. | Vergas embicadas: vergas puestas oblicuamente en señal de luto. | Vergas en alto: en disposición de navegar (la embarcación).
Aportaciones de la ciencia del s.XVIII:
Con la aplicación de los conocimientos científicos a la construcción de embarcaciones se abandonan los métodos personales de artesanos transmitidos por anteriores generaciones. Muchos cambios en los planos fueron introducidos por Academias de Ciencias a través de técnicos especializados, ingenieros y matemáticos. Se robustecieron los mástiles y aumentó la superficie del velamen al mismo tiempo que las velas se hicieron más numerosas y manejables de modo que pudieron recoger más viento o variar de inclinación. También se complicaron los cabos, jarcias y aparejo, lo cual determinó más rapidez de crucero, facilidad de maniobrar y el poder navegar a bolina (que la dirección del viento y el sentido de la quilla formen el menor ángulo posible).
Maniobras durante una tempestad descrita por J.Swift:
Entonces nos dimos a la vela, y tuvimos buena travesía hasta pasar los estrechos de Madagascar; pero ya hacia el norte de esta isla, y a cosa de cinco grados Sur de latitud, los vientos, que se ha observado que en aquellos mares soplan constantes del Noreste desde principios de diciembre hasta principios de mayo, comenzaron el 9 de abril a soplar con violencia mucho mayor y más en dirección Oeste que de costumbre. Siguieron así por espacio de veinte días, durante los cuales fuimos algo arrastrados al este de las islas Molucas y unos tres grados hacia el norte de la línea, según comprobó nuestro capitán por observaciones hechas el 2 de mayo, tiempo en que el viento cesó y vino una calma absoluta, de la que yo me regocijé no poco. Pero el patrón, hombre experimentado en la navegación por aquellos mares, nos previno para que nos dispusiéramos a guardarnos de la tempestad, que en efecto, se desencadenó al día siguiente, pues empezó a formalizarse el viento llamado monzón del Sur.
Creyendo que la borrasca pasaría, cargamos la cebadera y nos dispusimos para aferrar el trinquete; pero en vista de lo contrario del tiempo, cuidamos de sujetar bien las piezas de artillería y aferramos la mesana. Como estábamos muy enmarados, creímos mejor correr el tiempo con mar en popa que no capear o navegar a palo seco. Rizamos el trinquete y lo cazamos. El timón iba a barlovento. El navío se portaba bravamente. Largamos la cargadera de trinquete; pero la vela se rajó y arriamos la verga; y una vez dentro la vela, la desaparejamos de todo su laboreo. La tempestad era horrible; la mar se agitaba inquietante y amenazadora. Se afirmaron los aparejos reales y reforzamos el servicio del timón. No calamos los masteleros, sino que los dejamos en su lugar, porque el barco corría muy bien con mar en popa y sabíamos que con los masteleros izados el buque no sufría y surcaba el mar sin riesgo. Cuando pasó la tempestad largamos el nuevo trinquete y nos pusimos a la capa; luego largamos la mesana, la gavia y el velacho. Llevábamos rumbo Nordeste con viento Sudoeste. Amuramos a estribor, saltamos las brazas y amantillos de barlovento, cazamos las brazas de sotavento, halamos de las bolinas y las amarramos; se amuró la mesana y gobernamos a buen viaje en cuanto nos fue posible. (Viajes de Gulliver. Un viaje a Brobdingnag)
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