Las Islas y los mapas. Por Randolph Revoredo:
Canarias no es lo que parece. Aunque en un mapa aparece sólo como algo deleznable una lectura igual de rigurosa pero más completa las sitúa en una posición bastante diferente. En términos poblacionales, por ejemplo, la importancia en el mapa europeo la coloca en un rango totalmente distinto, porque, por ejemplo, Canarias sería perfectamente comparable a Estonia o Eslovenia; tiene la mitad de la población de Irlanda y cuatro veces más la de Luxemburgo, por nombrar sólo algunas repúblicas. Todas se mueven cada una en dimensiones perfectamente comparables con las magnitudes poblacionales de las Islas y eso siendo países soberanos. En términos de tamaño económico, Canarias representa aproximadamente un 3% de toda la riqueza del país, un país que es a su vez uno de los quince más industrializados del mundo.
Los mapas son representaciones gráficas de una realidad. No son la realidad. Ni siquiera en el caso de los mapas geográficos. Un brevísimo relato de Jorge Luis Borges lo dice mejor que nadie; aunque él incluso iba más allá de lo que pretendo aquí. En Del rigor de la ciencia (del libro El Hacedor) supo transmitir en un solo un párrafo de doce líneas lo que a veces se olvida. Es como sigue:
En aquel Imperio, el Arte de la Cartografía logró tal Perfección que el mapa de una sola Provincia ocupaba toda una ciudad, y el mapa del Imperio, toda una provincia. Con el tiempo, esos Mapas Desmesurados no satisfacieron y los Colegios de Cartógrafos levantaron un Mapa del Imperio, que tenía el tamaño del Imperio y coincidía puntualmente con él. Menos adictas al Estudio de la Cartografía, las Generaciones Siguientes entendieron que ese dilatado mapa era Inútil y no sin Impiedad lo entregaron a las inclemencias del Sol y de los Inviernos. En los desiertos del Oeste perduran despedazadas Ruinas del Mapa, habitadas por Animales y por Mendigos; en todo el País no hay otra reliquia que las Disciplinas Geográficas.
Obviamente, cuando se dice que un mapa es una simplificación de la realidad, todo el mundo que piense al respecto cae en la cuenta de que en la construcción de un mapa se renuncia a representar aspectos que no son esenciales, para que ese mapa pueda cumplir su función. Un mapa geopolítico representará (a costa de cualquier otra información) países y sus fronteras. Porque esa es su finalidad. Un mapa de recursos naturales mundiales situaría en la cúspide a países cuyo peso real no es tal. Todo mapa sacrifica gran parte de la realidad para ser preciso.
El problema: si los clásicos mapas se utilizan con fines distintos para los que fueron diseñados, las conclusiones que se saquen de allí serán cuando menos consecuencia de la suerte, o acaso disparates. Algo de esto pasa con Canarias y los mapamundi. Si un niño alemán o uno francés ve el mismo mapa geopolítico europeo, las conclusiones que puede sacar respecto a la posición que ocupa su sociedad y él mismo dentro de ella son totalmente distintas que las que puede sacar un niño canario de ese mismo mapa. El agravante: con los no tan niños puede pasar lo mismo.
Un francés puede pensar, sólo por lo que deduce del tamaño y la posición en el mapa (uno de la Unión Europea, por ejemplo), que él pertenece a una sociedad muy importante, mientras que el que pertenece a la sociedad canaria, luego de ver tal mapa concluye absolutamente todo lo contrario. La información que utiliza le puede llevar a concluir que las Islas no pueden aportar nada importante al mundo, porque además de insignificantemente pequeñas, están perdidas en una esquina. Ambas conclusiones están elaboradas sobre premisas incorrectas porque se alzan sobre información incompleta. Esto se debe a un mecanismo al parecer automático en el ser humano. Es perfectamente normal que las personas deseen tener unas premisas sobre el mundo en que vive y sobre el puesto que ocupa dentro de él, y para obtener respuestas se vale de la información que tiene disponible.
¿Qué relación suele tener una persona cuando identifica la posición de Canarias en un mapa continental (o mundial)? Todos los que vivimos aquí la sabemos: somos una mancha lejos de cualquier país o continente de influencia. El resultado: si se quiere buscar logros, a.- hay que olvidarse de las Islas; b.- no sirven excesivas aspiraciones. Una tercera opción cabe si se tiene la curiosidad intelectual y los hábitos de búsqueda de información necesarios para desmentir la teoría. Porque parece que es injusta.
Por ejemplo, no hay datos estadísticos sobre el aporte intelectual de Canarias en el mundo, pero las Islas exportan talento. Hay canarios que enseñan en universidades de élite. En la Universidad de Harvard, por ejemplo el catedrático de Historia Latinoiamericana, es el profesor Marichal; tan canario como cualquier otro canario. Aunque se crea inverosímil, hay políticos canarios que estudiaron en centros de esa categoría y practican aquí. Hay escritores isleños vivos de prestigio internacional; hay numerosos directivos de grandes empresas que tienen fuertes vínculos y una deuda intelectual con las Islas. Empresarios. Hay científicos, músicos, ingenieros, artistas, abogados, médicos, arquitectos de estatura internacional. Reconocidos o no. Residentes o no, es el vínculo lo que importa. Todos han alimentado su espíritu de los nutrientes que proporciona el mamar de al menos una de las siete tetas archipielágicas. Por eso da igual. Es la calidad lo que cuenta. Pero faltan datos: sin datos, no hay mapa.
Randolph Revoredo Chocano es consultor, profesor universitario y colaborador de Diario de Avisos
Las líneas de los mapas (11/01/06):
Yo creía que borrar del mapa era una simple expresión, hasta que mi hermano me enseñó su nuevo mapa, del mundo, comprado a una ONG, y en el que se demuestra que Europa y Estados Unidos no son tan grandes como parecen: una minucia de papel comparado con el gran continente africano que se repartieron los europeos en la Conferencia de Berlín en 1885. Tras esta reunión de colonizadores España se tuvo que conformar con las sobras, una de las cuales sigue pendiente de que la dibujemos como debe ser -muchos graciosos separan el Sahara Occidental de Marruecos con una simple línea de puntos cuando debería ser negra y. bien gruesa-. Obviamente, los generales españoles son tan conscientes de su significante papel en la elaboración de los mapas actuales que ya se han olvidado de América, Filipinas y Africa para concentrar todas sus energías en una ardua labor: colorear los mapas mudos de España.
Es evidente que lo más rancio del pasado contaminará el futuro si a los generales les da por recuperar su afición a los mapas. Yo preferiría que fueran los geólogos las únicas personas autorizadas a manejar los instrumentos cartográficos. De esta forma, todas las fronteras, que habría en el mundo serían simples ríos, océanos, montañas y cordilleras, todo tan natural como se ve desde el espacio. Pero claro, los mapas fisicos no tienen el glamour de los políticos, con sus colores y sus líneas negras, bien gruesas, separando países, divididos a su vez por una colección de líneas finas y de puntos, que marcan las fronteras de comunidades, provincias y municipios, y, consecuentemente, provocando rencillas entre los de España Arriba y España Abajo. Lo lamento, pero es absurdo preocuparse por los movimientos de una raya, salvo que ésta sea la única que separa los dos carriles de una carretera o que esté colocada sobre un espejo, sea blanca y sirva de deleite para la tropa que obedece a un general, cuyo pasatiempo, preferido debe ser planear un desfile por la Diagonal de Barcelona y con llegada en el Nou Camp, y ya de paso borrarlo del mapa.
Todo esto ya lo sabíamos -el silencio obligado de los militares ante la 'desmembración de España' da más miedo que sus verborreas- pero lo que nadie sabía es que mientras mi hermano enseñaba a su hija lo grande que es Maputo en comparación con Madrid, un general en Sevilla presumía de demócrata y advertía, muy sutilmente, del protagonismo que tiene el Ejército español para salvaguardar el orden constitucional y territorial de España -una, grande y libre- ante las bromas que se gastan los fabricantes del cava. Yo me reiría de este general, ahora que está en casa castigado y sin tele, si no fuera porque en este país las balas han dibujado las fronteras con mayor precisión que los pinceles. (Samuel Toledano)
► En Archipiélago Gulag Alexandr Solzhenitsin describía los numerosos campos de trabajo que proliferaron en la era soviética.
Comenzaron construyéndose en lugares remotos y sujetos a duras condiciones climáticas.
Fueron descritos como un sistema de colonización que permitía explotar recursos en regiones consideradas inhabitables.
Se procuraba que se autoabastecieran en la mayor medida posible y se dedicaban a actividades como silvicultura, minería y construcción de carreteras.
Era un «un país asombroso ... el cual, aunque geográficamente disperso en un archipiélago ... atravesaba y configuraba ese otro país en el que estaba localizado ... dividiendo sus ciudades, gravitando sobre sus calles».
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