Reino de Castilla:
Cuando en 1085 Toledo capitula ante Alfonso VI de León, este monarca era también rey de Castilla desde 1072.
La ciudad había sido capital del reino hispanogodo y tenía numerosa población mozárabe.
Desde la desintegración del califato, como sede de un reino taifa, venía pagando tributo a los reyes de Castilla.
Con el fin de proteger el acceso a Toledo Alfonso VI de León procedió a repoblar y amurallar las ciudades de Salamanca, Ávila y Segovia.
Los repobladores, asentados todavía al norte del Sistema Central, fueron gentes de origen navarro, franco, aragonés, mozárabe, vasco, cántabro y asturiano.
El Campo de Salamanca queda al norte de la Sierra de Francia, la Sierra de Béjar y la Sierra de Gredos.
En 1092 se inicia una importante reconstrucción de Ávila.
En 1162, durante la minoría de edad de Alfonso VIII de Castilla, Fernando II de León conquista Toledo, que pasaría a manos castellanas en 1166.
En 1177 Alfonso VIII conquista Cuenca con ayuda de Aragón.
En 1194 el arzobispo de Toledo organiza una incursión de saqueo que llega hasta las cercanías de Sevilla y al-Mansur determina el envío de tropas desde el norte de Africa.
En 1195 las tropas almohades de al-Mansur derrotan a las cristianas de Alfonso VIII, y el Reino de Castilla permanece inestable durante unos años.
La batalla tuvo lugar cerca del castillo de Alarcos, junto al Guadiana, cerca de Ciudad Real.
En 1199 nace en Peleas de Arriba (Zamora) el futuro Fernando III, hijo de Berenguela, reina de Castilla, y de Alfonso IX, rey de León.
Los reinos cristianos dejaron de incordiarse para enfrentarse de nuevo al poder almorávide y desquitarse del desastre de Alarcos. Alfonso VIII se reunió en Toledo con Pedro II de Aragón (1174-1213) y Sancho VII el Fuerte de Navarra (m.1234), a los que se sumaron algunos caballeros portugueses y franceses. Los almorávides pusieron en pie de guerra un ejército de 100.000 hombres, muy superior al cristiano. Las Navas de Tolosa (16 julio 1212) supuso una decisiva victoria cristiana. El grueso de las fuerzas musulmanas regresó a Africa y a los castellanos se les abrió el acceso al valle del Guadalquivir.
El imperio almorávide no tardó en desintegrarse por disputas religiosas y movimientos secesionistas entre las taifas peninsulares y en el norte de Africa.
En 1217 subió al trono de Castilla Fernando III el Santo. Al casarse con Beatriz de Suabia se vinculó con el Sacro Imperio y se unió a los gibelinos.
En 1229 Alfonso IX de León conquista Cáceres.
En 1230 muere Alfonso IX de León y se unen los reinos de Castilla y León bajo Fernando III el Santo.
Decidio reconquistador, se apoderó de Córdoba (1236) y Sevilla (1248). Muhammad ibn al-Ahmar, con los restos de taifas instituyó la dinastía nazarí en el reino de Granada, que en 1246 se reconoció vasalla de Castilla con el pago de un elevado tributo anual y con representantes en las Cortes.
En 1252 muere Fernando III el Santo y le sucede Alfonso X.
En 1253 Alfonso X ocupa Jerez.
En 1256 el primogénito Fernando de la Cerda, hijo de la reina Violante de Aragón, es proclamado y juramentado como heredero del trono.
En 1260 Alfonso X ocupa Salé y en 1262 Cádiz.
En 1273 Alfonso X funda el Concejo de la Mesta.
En 1275 muere Fernando de la Cerda de forma repentina.
Alfonso X muere en 1284 exiliado en Sevilla, repudiado por todos y destronado por las Cortes, que reconocieron a Sancho IV el Fuerte (1258-1295).
Siglo XIV:
En 1312 comienza el reinado de Alfonso XI, agresivo con el reino nazarí e impulsor de la economía mediante la exportación de lana.
La conquista de Algeciras (1344) cortó al reino de Granada el auxilio militar desde Africa. El comercio entre la costa Atlántica europea y el Mediterráneo se revitaliza. Los puertos nazaríes reciben numerosas escalas que distribuyen ampliamente sus productos. Entre los cultivos destacan el azafrán, frutos secos, uvas, pasas, azúcar y salazones. Los principales puntos de embarque son Marbella, Málaga, Almuñécar, Salobreña, Motril, Adra y Almería. A finales del siglo XV los puertos principales disponen de consulados genoveses y catalanes.
La corte de Castilla había quedado dividida durante el reinado de Alfonso XI, que muere en 1350.
Pedro I de Castilla, apodado el Cruel, reina desde 1350 hasta que es cercado en precarias condiciones en el castillo de Montiel (1369).
Su arriesgado intento de huída clandestina acaba en traición, celada en circunstancias de indefensión, y muerte a puñaladas a manos de su hermanastro Enrique.
La pugna de ambos por el trono había sido apoyada por franceses e ingleses enfrentados entre sí.
El enfrentamiento, calificado como guerra civil y guerra de sucesión, debe ser considerado sobre todo como una pugna de la nobleza por reducir las atribuciones que se había tomado Pedro I.
El matrimonio de Pedro I con Blanca de Borbón no tuvo hijos, pero sí los tuvo con María de Padilla, que emparentaron con la casa real inglesa.
Al morir su hijo Alfonso, su hija Beatriz pasó a ser jurada para sucederle, pero también murió en 1369.
En 1369 Enrique II de Castilla, llamado también el Fratricida, fue el primer monarca de la Casa de Trastámara.
Enrique de Trastámara muere en 1379.
Siglo XV:
Juan II (1405-1454):
El Trastámara Juan I, rey de Castilla desde 1379 a 1390, casó con Leonor de Aragón y fue padre de un rey de Castilla, Enrique III, y un rey de Aragón, Fernando I. Juan II nació en Toro, hijo de Enrique III y Catalina de Láncaster. Su madre y su tío Fernando, futuro rey de Aragón, asumirán la Regencia hasta su mayoría de edad. Durante esta etapa, se reanudarán las hostilidades con el reino nazarí de Granada. La doble regencia supone una fuente permanente de conflictos que obligará a dividir el reino en dos circunscripciones. Fernando adquiere un sólido prestigio como gobernante al tomar Antequera en 1410 y una posición de fuerza que resultará decisiva para ser nombrado rey de Aragón (Caspe, 1412).
En las Cortes de Madrid (1419), Fernando asume plenos poderes, tras unirse en matrimonio con María de Aragón. La aparición de las ciudades prefigura ya un conflicto plenamente moderno. En Castilla la pérdida de autoridad del rey, enfrentado a Constituciones y fueros, se manifiesta más intensamente que el Aragón de Fernando I. Las disensiones interiores tendrán repercusión además en el ámbito externo. Aragón y Navarra, gobernados por los infantes de Aragón, serán rivales permanentes de Castilla, mientras que Portugal y, sobre todo, Francia, serán aliados de la corona castellana.
Pugna con la nobleza castellana:
Durante el reinado de Juan II será constante la pugna con la nobleza por establecer el papel que la corona y el estamento nobiliario juegan en el seno del Estado. El valido, representante del poder real, adquirirá gran importancia en la persona de Álvaro de Luna. Éste, condestable y maestre de Santiago, representará la fortaleza de la corona frente a las pretensiones de la nobleza y defenderá los intereses de Castilla contra la corona de Aragón. La derrota de aragoneses y navarros en la batalla de Olmedo (1445) sitúa a la monarquía castellana en su punto álgido, debilitando al mismo tiempo la disensión interna representada por el estamento nobiliario. La nobleza castellana no cesará de enfrentarse al poder del valido, considerado excesivo. En 1453 Álvaro de Luna es depuesto por el rey, en una caída promovida por Enrique, príncipe de Asturias, y la segunda esposa del rey, Isabel de Portugal (madre de Isabel la Católica).
Castilla vive unos años de esplendor demográfico y económico, facultado por el incremento de las exportaciones (lana, hierro, vino) a los mercados europeos. Esta buena situación permite el desarrollo de instituciones que prefiguran el Estado moderno. El interés del monarca por la cultura permite el surgimiento de poetas y literatos cortesanos, protegidos personalmente por el rey. Juan II murió en 1454 en Valladolid.
En 1462 la plaza de Gibraltar es conquistada por el duque de Medinasidonia e incorporada a la Corona de Castilla.
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