Puerto de Santa Cruz en el s.XIX
Suministro de carbón



El puerto durante el siglo XIX:
El suministro de carbón:
En 1836 Santa Cruz es declarada Puerto Depósito de Carbón. El 7 de enero de 1837 se produce el primer suministro de carbón al vapor Atalanta en su escala en santa Cruz camino de Bombay. El suministro fue importante sobre todo después de 1860. Se trataba de un producto de importación y de libre comercio. La iniciativa de la organización del suministro se permitió al comercio particular. Varias compañías de importación y exportación se formaron o establecieron en Santa Cruz. El producto llegaba en vapores carboneros de bandera británica (colliers). Las gabarras se abarloaban a babor y estribor y la carga resbalaba por planchas de madera. Desde los muelles de las empresas importadoras se trasladaba en vagonetas tiradas por mulas hasta el interior de los almacenes. El carbón que llegaba era de tres procedencias el Tyne, el Clyde y el preferido Cardyff. En 1869 se inaugura el canal de Suez y se suprimen muchas líneas que doblaban el cabo de Buena Esperanza hacia la India, Insulindia y Australia. Los clippers, utilizados para determinados recorridos especializados, dejan de ser rentables. En 1881 existían en la ciudad cuatro depósitos a la orilla del mar, organizados para poder suministrar con un ritmo de 30 toneladas por hora. El carbón se cargaba en lanchas, en cuatro muelles, de los cuales tres pertenecían a los depósitos particulares, y luego un vaporcito de 20 toneladas arrastraba las lanchas hasta ponerlos al flanco de los navíos: de este modo se habían suministrado en 1880 un total de 115 vapores, con 10.075 toneladas de carbón.


Las compañías carboneras:
La primera parece haber sido la compañía Bruce, Hamilton, Davidson, Lebrun y Compañía, autorizada en 1850 a poner tinglados en la playa próxima a la batería de San Pedro, bajo las restricciones determinadas por la real orden de 13 de febrero de 1845. Estas restricciones eran importantes: por aprovechar la playa, la empresa corría el riesgo de verse obligada a abandonarla a requerimiento del gobernador militar de la plaza, sin ninguna indemnización. Y fue exactamente lo que pasó en 1876, cuando los Hamilton tuvieron que transferir su tinglado a Valleseco. A pesar de este peligro, los depósitos de carbón para el suministro de escala se multiplicaron rápidamente: Virgilio Ghirlanda (1851), Juan Cumella (1857), Hermanos Cory (1862), Davidson (1868), Juan Croft (1891), Inocencio Fernández del Castillo (1891), y varios más, cuya fecha de instalación se ignora. En 1881 existían cuatro carboneras, tres de ellas con su muelle y con una capacidad de suministros de 30 toneladas por hora. (Pancho García)

Ocaso del carbón:
En 1846 el canadiense A. Gesnerse desarrolla un método para obtener queroseno. En 1857 se había logrado el método industrial de obtención de gasolina por extracción fraccionada del petróleo. En 1859 Edwin Drake perforó el primer pozo de petróleo en Pensilvania. En 1866 se desarrolla del primer generador electromagnético aprovechando la inducción electromagnética descubierta por Faraday (1831). En 1910 la introducción de los engranajes reductores permite que las turbinas sean instaladas con éxito tanto en buques de guerra como en los de pasajeros.

Comienzos del siglo XX:
En 1906, los cuatro depósitos tenían una capacidad total de 50.000 toneladas y sus propios muelles de servicio; disponían además de 50 depósitos flotantes, capaces para 130 a 180 ton. Cada uno, y de 50 lanchas de 15 a 26 toneladas. En esta época, Santa Cruz y Las Palmas exportaban juntos dos veces más carbón que todos los demás puertos españoles. Sin embargo, esta actividad comercial había entrado en crisis en Santa Cruz. Por una parte, el volumen de las ventas disminuía, como consecuencia de las repetidas huelgas de cargadores de carbón (1898, 1901, 1910, 1912). Por otra parte, había entre los dos puertos canarios una dura guerra económica, librada precisamente sobre el terreno del suministro de combustible, porque de él dependían principalmente las preferencias de los navegantes. Para atraer el tráfico, los dos puertos se hicieron competencia en los precios, hasta que por fin se pusieron de acuerdo para unificar los precios. Se solían ofrecer también "premios" a los capitanes y maquinistas, para incitarlos a volver. También se convino que se debía suprimir este uso. El resultado fue un malestar económico, la retirada de varias líneas importantes, como la alemana, que prefirió a partir de entonces la escala de Madera, y una disminución del tráfico y, por lo tanto, de los servicios, que ocasionó nuevas huelgas y manifestaciones de descontento de los trabajadores.

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