Sigmund Freud (Freiberg 1856-Londres 1939):
Médico, sicólogo y siquiatra austríaco. Se graduó en la Universidad de Viena (1881).
Interesado por la fisiología del sistema nervioso, fue discípulo de Brucke y Koller, y descubrió las propiedades anestésicas de la cocaína.
Más tarde se adentró en el campo de la neuropatología.
Acudió a los cursos de Charcot en la Salpêtrière, y aprendió sus técnicas para la curación del histerismo (1885).
Contrajo matrimonio con Martha Bernays, en Viena y acudió a Nancy para conocer los métodos hipnosugestivos que utilizaba Bernheim (1886).
De regreso a Viena, trabajó en los sistemas de Breuer y empleó el hipnotismo no como tratamieto sintomático de la histeria, sino como método capaz de hacer evocar vivencias olvidadas, causantes del trastorno.
En colaboración con Breuer publicó Estudios sobre la historia (1895), donde ya expone algunas teorías de su terapéutica psicoanalítica.
Sustituyó la hipnosis por métodos de relajamiento y de asociaciones libres, dejando hablar al paciente con absoluta libertad y sin ningún programa preestablecido, con lo que se consigue debilitar inhibiciones y evocar recuerdos.
En Totem y tabú (1913) hace un estudio de la sicología de los pueblos primitivos.
Explicó sus teorías en la universidad, de la que fue nombrado profesor (1920).
Admitió que en las emociones olvidadas existe un importante contenido sexual.
Descubrió que los contenidos del subconsciente pueden exteriorizarse en los sueños e incluso en fenómenos patológicos de tipo neurótico, y estableció la teoría de la psicodinámica de los conflictos del subconsciente en la interacción del ello, el yo y el super-yo.
En 1922 aparecen las primeras señales de un cáncer de boca, que sigue extendiéndose a pesar de repetidas operaciones.
En su última época se interesó por los problemas religiosos, sociales y políticos.
En marzo de 1938 durante el Anschluss consiguió abandonar Austria y refugiarse en Inglaterra en compañía de su hija Anna.
Pero sólo le restaba un año de vida.
En Londres continuó diariamente su autoanálisis y preparó un estudio psicoanalítico sobre Hitler y el nazismo.
Según sus deseos fue incinerado y sus cenizas fueron colocadas en el cementerio de Goldens Green de Londres.
Publicaciones:
En 1900 publica La interpretación de los sueños.
En 1903 publica El malestar en la civilización.
En 1905 en Tres contribuciones a la teoría sexual estudia la sexualidad del adulto, condicionada por experiencias de la infancia.
En 1913 publica Totem y Tabú que estudia arcaicos mecanismos del subconsciente. Traza relaciones entre las manifestaciones neuróticas y las costumbres de los pueblos primitivos.
En 1915 publica Duelo y melancolía donde se estudia especialmente el funcionamiento del Super-Yo.
Sus lecciones en la Universidad de Viena durante los años de la primera Guerra Mundial fueron reunidas en Lecciones de introducción al psicoanálisis (Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse, 1917), a la que seguiría una una nueva serie (1932).
Desarrolló la psicodinámica de los conflictos del subconsciente en la interacción del Ello, el Yo y el Super-Yo, cuya naturaleza y función describió en Más allá del principio del placer (1920), Psicología de las masas y análisis del Yo (1921) y El Yo y el Ello (1923).
En 1926 termina su estudio sobre la angustia, Inhibición, síntoma y angustia (Hemmung, Sympton und Angst).
En 1939 se publica Moisés y el monoteísmo, producto de sus inquietudes socioreligiosas.
Psicoanálisis:
Es en primer lugar un técnica, un medio terapéutico, en el que se basan un buen número de técnicas psicoterápicas de individuos aislados o grupos.
Las reglas fundamentales se elaboraron progresivamente.
La duración de la terapéutica psicoanalítica es siempre muy larga; se desarrolla a lo largo de numerosas sesiones, repetidas con gran frecuencia, durante muchos meses. El resulatado final exige un considerable esfuerzo por pare del paciente y del terapeuta. Depende en gran parte de lo correctas que hayan sido sus indicaciones. No es posible prever la duración de un tratamiento, que puede durar incluso años.
Divisiones:
Es prácticamente obra total del genio de Freud, pero también de su intransigencia científica y doctrinal, que le llevó a romper con algunos de sus primeros discípulos, principalmente con los dos más notables: Adler (importancia de la agresión) y Jung (importancia del inconsciente colectivo), quienes crearon otras escuelas calificadas de heterodoxas, cuya teoría y técnicas son rechazadas por los que se titulan psicoanalistas ortodoxos, de los que algunos se han separado, han evolucionado, de la línea primitiva freudiana.
Importancia del psicoanálisis:
William James dijo que el inconsciente era el descubrimiento más importante del siglo XIX. El psicoanálisis es el invento más genial que el hombre haya hecho en el siglo XX.
No aporta respuestas completas. Más bien aporta un método, una técnica, y el medio para reencontrar el equilibrio mejor que soluciones incondicionales.
Es un gran logro ayudar a lograr el bienestar que se experimenta al vivir la propia vida.
En la actualidad el psicoanálisis tiene una gran trascendencia no sólo en el estudio de la estructura de la personalidad, sana o enferma, sino también en ciencias, apartadas ya de la medicina, como la sociología y la etnografía.
Términos psicoanálisis:
Neurosis:
Transtorno mental que no afecta a las funciones esenciales de la personalidad y del que el sujeto es tristemente consciente. La angustia, la obsesión, las fobias y la histeria, son las principales neurosis. Malestar afectivo o social, actitudes suicidas, transtornos del sueño y de la sexualidad son otros tantos síntomas de los estados neuróticos. En definitiva, todos estos síntomas son la expresión simbólica de un drama y de un conflicto interiores. En la teoría psicoanalítica, el conflicto interno que enfrenta las fuerzas pulsionales del ello con las instancias morales del superyó suscita angustia, contra la que el sujeto intenta luchar, modificando ciertos mecanismos de defensa inadecuados. Mientras la neurosis se caracteriza por diversas perturbaciones afectivas, la psicosis se define por una grave alteración de la personalidad y de la conciencia.
Histeria de angustia:
Término que introdujo Freud para aislar una histeria cuyo síntoma central es la fobia (miedo irracional y obsesivo ante ciertos objetos o situaciones). Entre los temas fóbicos que se pueden encontrar, los más frecuentes corresponden a los espacios libres (agorafobia) o cerrados (claustrofobia), a los contactos humanos y a los animales (arañas, ratas).
Frustración:
Estado de aquel a quien se le niega la satisfacción de una necesidad o de un deseo, provocándole una profunda insatisfacción, a veces acompañada por reacciones agresivas contra el agente frustrador o contra su propia persona.
Superyó:
Término freudiano que apareció en 1923, y por tanto bastante tardíamente en la obra de Freud. Frente al consciente y al inconsciente, Freud añadió la distinción de tres "instancias", el ello (reservorio de las pulsiones, de todas las fuerzas desconocidas que nos dirigen y que la educación moral intenta reprimir), el yo y el superyó, instancia represora que corresponde a la interiorización que hace el sujeto de las prohibiciones recibidas en la infancia. En el momento de la desaparición del Edipo, el niño intenta identificarse con el padre del mismo sexo (a causa de no poder sustituirlo) y hace suyas las prohibiciones recibidas: "El superyó es el heredero del complejo de Edipo".
Yo:
El yo es el poder de síntesis que mantiene la unidad de la persona consciente. Tiende a reprimir lo que amenaza su equilibrio psíquico y controla el paso a acto. Así, el yo es un punto fijo sobre el que se apoyan los educadores y terapeutas. De su fuerza y de su debilidad dependen el carácter y la personalidad. El origen del yo es mal conocido y los psicoanalistas todavía lo discuten. ¿Es constitucional y hereditario? ¿Es el resultado de los deseos reprimidos? ¿Es la catexis narcisista a través de la actividad psíquica y motriz del sujeto?, son cuestiones muy discutidas.
Represión:
Proceso psicológico inconsciente de defensa del yo, por el cual los sentimientos, los recuerdos y las pulsiones penosas o en desacuerdo con la persona social, se mantienen fuera del campo de la conciencia. Pero la imagen, el pensamiento o el deseo reprimido intentan expresarse y, de una u otra manera, obligan al yo a continuos esfuerzos. El hombre normal es capaz de resistir los impulsos reprimidos, sin experimentar daño especial; no así el neurótico, que, empleando mal su energía en esta lucha, se agota para resistir al "retorno de lo reprimido".
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