Intervención militar en Afganistán:
El gobierno y administración del país requiere tener presentes las características de un pueblo de tradición guerrera, espíritu independiente y fuerte adhesión islámica.
En 1722 afganos armados y organizados a gran escala lograron poner fin al Imperio safávida.
En 1736 Nadir Shah consiguió dar inicio a la exitosa dinastía Afshárida tras expulsar a los afganos de Persia.
Esta nueva dinastía iraní de Jorasán, de la tribu de los turcomano afshar, expandió el imperio, que alcanzó una extensión no superada desde el Imperio sasánida, caído en el s.VII.
Se estrenó con una guerra contra los pashtunes y la toma de Kandahar.
Mantuvo un poderío militar incontestable hasta la caída de la dinastía en 1795.
Hasta principios del s.XIX mantuvo ocupada la mayor parte del territorio afgano y la mitad del pakistaní.
En 1973 un golpe de estado derribó a la monarquía que reinaba sobre Afganistán y proclamó la república.
El gobierno comunista formado cinco años más tarde emprende reformas sociales enfrentadas a las tradiciones del país.
Entre los soviéticos que acuden al país están instructores, personal sanitario y técnicos agrícolas.
Se va incrementando la presencia de tropas soviéticas. Muchos soldados son musulmanes como los tayicos.
Las patrullas son conjuntas, lideradas por soviéticos y completadas con soldados del gobierno, que deben hacer frente a toda clase de sabotajes y ataques.
La guerrilla islámica reaviva su actividad hasta el punto de provocar la intervención de un gran contingente de tropas soviéticas.
Los rebeldes reciben el apoyo de Arabia Saudita, Pakistán y EE.UU.
La contundencia de las intervenciones soviéticas y el elevado número de efectivos empleados les otorgan aparentemente el control indiscutible de la región.
Cantidades considerables de armamento entran en el país a través de Pakistán con financiación saudita y de EE.UU.
Bin Laden lleva a cabo una remarcable actividad de ayuda en construcción de infraestructuras, atención de refugiados y financiera.
FIM-92 Stinger es un misil perseguidor infrarrojo tierra aire que alcanza distancias de 4.800 m y alturas de 3.800 m.
Entró en servicio en 1981 y su primer derribo consistió en un I.A.58 Pucará durante la Guerra de las Malvinas.
Su introducción en Afganistán produjo un cambio radical en el curso de los combates basados hasta entonces en la total superioridad aérea soviética.
En 1989 Gorbachov ordena la retirada de tropas.
Los bandos que consiguieron la expulsión soviética se enfrentaron entre sí al poco tiempo en una guerra civil.
En 1996 los talibanes entraron en Kabul e impusieron un régimen basado en la Sharia.
Pakistán, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos fueron los únicos países que reconocieron al primer gobierno talibán, de 1996 a 2001.
En 2001, tras los atentados del 11 de septiembre en EE.UU., una coalición internacional invadió el país y derribó el régimen talibán.
En octubre de 2001 Bush se negó a aceptar la oferta de los talibanes de entregar Osama bin Laden a un tercer país neutral.
En diciembre de 2001 el secretario de Defensa Donald Rumsfeld se negó a aceptar los términos de rendición de los talibanes.
Talibán:
El talibán fue creado en 1994 en la provincia de Kandahar, al sur de Afganistán. Integrado por estudiantes islámicos fundamentalistas formados en las escuelas religiosas sunníes (madrasas), mayoritariamente de origen pashto, irrumpió con fuerza en la escena política afgana a inicios de 1996. Apoyados por Pakistán y con el beneplácito de EE.UU., los talibanes controlaron inmediatamente el sur del país, conquistaron Kabul en unos meses y proclamaron el Emirato islámico de Afganistán. El presidente Rabbani se refugió en el norte y los dirigentes del régimen prosoviético fueron ejecutados. En la ofensiva sobre Kabul de 1992 había huido un tercio de la población y durante la tercera batalla de Kabul (1993) la capital quedó muy destruida, sin agua y sin electricidad. Se implantó una normativa social y una política basadas en la interpretación rigurosa de la ley coránica y emparentadas con los usos y costumbres de las etnias de su región de origen. Se clausuraron las escuelas para niñas y las mujeres fueron apartadas de la vida pública y obligadas a cubrirse con el burka. Su líder, Mohamed Omar se convirtió en el hombre fuerte del régimen, tanto desde el punto de vista político como religioso, al que se opuso militarmente la guerrilla islamista moderada dirigida por Ahmed Shah Mas'ud.
Comienzo de la Operación Libertad Duradera (2001):
Poco después del atentado terrorista del 11 de septiembre EE.UU. inició la Operation Enduring Freedom, que consistió básicamente en la invasión de Afganistán y en la desarticulación del régimen político de los talibanes, responsable de prestar apoyo a Al Qaeda. La operación recibió el apoyo casi unánime de la colectividad internacional (con algunas excepciones) y la cobertura de la ONU, y en un plazo muy breve los talibanes fueron expulsados de Kabul y la guerra terminó oficialmente. Las fuerzas (alrededor de 20.000 hombres) prosiguieron la persecución de los talibanes refugiados en el montañoso sur del país, cerca de la frontera de Pakistán. Un contingente de fuerzas internacionales. la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), formada por unos 8.000 soldados (ampliada a 18.000 en 2006), inicialmente coordinada por la ONU y después por la OTAN, ha realizado desde entonces una labor de estabilización, reconstrucción y control de la seguridad, sobre todo en las zonas del norte y el oeste, donde la actividad bélica es casi inexistente. Con el paso del tiempo la situación política en una mitad del país se fue normalizando. En otros lugares los enfrentamientos con la guerrilla se fueron incrementando. A mediados de agosto de 2005 se estrelló un helicóptero español en las cercanías de Herat y 17 militares resultaron muertos. Las fuerzas talibanes se fueron reagrupando en el sur. A finales de julio de 2005 el mulá Omar (el hombre más buscado después de Bin Laden) llamó a todos sus partidarios a reiniciar la guerra santa contra EE.UU. y el Gobierno del presidente Karzai.
A los ataques directos de la guerrilla contra las tropas de la coalición, especialmente contra efectivos estadounidenses, se han unido acciones similares a las efectuadas por la insurgencia iraquí contra otros objetivos más vulnerables, como convoyes logísticos, ataques a infraestructuras, asesinatos de miembros de ONGs y trabajadores de empresas occidentales, así como atentados suicidas contra objetivos civiles; cinco años después del final de la guerra Afganistán se convirtió en un segundo Irak. La mayoría de las bajas están del lado de la guerrilla. En sólo los 8 primeros meses de 2006 los enfrentamientos causaron más de 2.000 muertos, la mayor parte supuestos guerrilleros islamistas, aunque también trabajadores sociales, policías y soldados afganos, y casi un centenar de militares extranjeros.
La toma de posesión de Karzai y la paralela salida del poderoso embajador estadounidense Zalmay Khalilzad en el verano de 2005 permitía suponer una progresiva retirada de EE.UU., que se traduciría en un aumento de la autonomía del nuevo Ejecutivo local, pero la realidad ha demostrado que EE.UU. no se plantea de momento abandonar Afganistán. En mayo de 2005 el nuevo gobierno firmó un acuerdo con EE.UU. en el que se establecían las bases de una colaboración estratégica entre ambos países basada en la presencia de bases militares sin límite de efectivos y sin limitaciones a la capacidad de maniobra del mando militar de EE.UU. Condolezza Rice fue recibida en Kabul por Karzai cuando se cumplían 4 años de la intervención. Afirmó que EE.UU. permanecería en Afganistán mientras fuera necesario.
Esta excesiva dependencia de Karzai respecto a las decisiones de EE.UU. ha debilitado su figura política casi desde el mismo inicio de su mandato, lo que dificulta la tarea de imponer la autoridad estatal entre los muy dispersos poderes de los numerosos señores de la guerra. Si bien es cierto que para el presidente afgano es vital el apoyo económico y militar de Occidente, y especialmente de EE.UU., no lo es menos que el peso de la presencia americana constituye una rémora para la consolidación del poder presidencial. Sobre todo teniendo en cuenta el creciente antiamericanismo que se ve en el país, especialmente tras la publicación por el semanario Newsweek de informaciones sobre los insultos al Corán proferidos por militares estadounidenses en el campo de prisioneros islamitas de Guantánamo y en la base de Bagram, en territorio afgano, así como las sucesivas noticias sobre torturas a presos musulmanes. Todo ello se tradujo en los primeros meses de 2005 en numerosas manifestaciones y protestas, no sólo al sur del país. Para tratar de contrarrestar la tensión generada Bush anunció el inminente retorno al país de prisioneros afganos de Guantánamo. A principios de 2006 se hizo público que mientras las críticas internacionales sobre el trato que EE.UU. proporciona a los prisioneros se centran en las condiciones de Guantánamo, se había multiplicado el número de personas encerradas en la base de Bagram, donde más de 600 sospechosos permanecían detenidos, algunos desde hacía más de 3 años, en condiciones incluso peores que los de Guantánamo.
Complicadas elecciones (2005):
Los comicios legislativos, inicialmente previstos para el verano de 2004 y aplazados después hasta abril de 2005, se celebraron finalmente el 18 de septiembre, entre fuertes medidas de seguridad y en un ambiente enrarecido por las amenazas emitidas por la guerrilla y Al Qaeda. Varios candidatos fueron asesinados durante la campaña.
Con estas elecciones, las primeras celebradas después de 30 años de enfrentamientos bélicos, se completaba el plan de Bonn (Alemania 2001), diseñado para ser aplicado al término de la guerra con la finalidad de devolver la estabilidad democrática, objetivo dificultado por el hecho de que la guerra no puede considerarse terminada.
En comparación con las elecciones presidenciales de 2004, dos millones más de ciudadanos se inscribieron en el censo electoral (12,4 millones de votantes) aunque luego la participación apenas superó el 50%, muy por debajo de la registrada un año antes, que fue del 76%. A ello contribuyó también la mayor dificultad técnica de estos comicios, en los que se elegían 249 escaños para el Parlamento y 420 para los Consejos Provinciales, con más de 5.700 candidatos, lo que convirtió las papeletas en auténticas sábanas llenas de nombres, dificultad añadida en una sociedad que en algunas zonas tiene hasta un 80% de analfabetos.
La inexistencia de partidos políticos hizo que la totalidad de los candidatos electos aparecieran como independientes, y para poder identificarlos en las papeletas fue necesario asociar el nombre de cada candidato a un símbolo para que pudiera ser reconocido por los numerosos votantes analfabetos.
La mayor parte de los candidatos electos carecían de experiencia política y se desconoce su perfil y su posición ideológica, por lo que no es posible identificar a los vencedores con una tendencia precisa. Las grandes dificultades para el recuento significaron un retraso de casi cuatro semanas en la publicación de los resultados, aunque la misión electoral de la UE, presidida por la eurodiputada Emma Bonino, confirmó la normalidad de la jornada electoral. El 20 de diciembre de 2005 el nuevo Parlamento afgano pudo celebrar la primera reunión conjunta de sus 352 miembros (249 de la Wolesi Jirga o Asamblea Nacional y 103 de la Meshrano Jirga o Senado), presidida por Karzai y con la asistencia del vicepresidente Dick Cheney.
Apoyo internacional a Karzai en la nueva legislatura (2005):
En marzo de 2006 Bush visitó por primera vez Afganistán en un breve viaje no anunciado por razones de seguridad durante el curso de su gira por los países asiáticos. Su reunión con Karzai se produjo en un momento en que los ataques de la guerrilla alcanzaban una preocupante virulencia.
A mediados de mayo de 2005 Karzai viajó a Europa y visitó las instituciones de la UE en Bruselas y Estrasburgo. Negoció la ayuda europea para diversificar la agricultura y limitar el cultivo del opio, del que se produce el 90% mundial, materia prima del narcotráfico que puede suponer el 50% del PIB Afgano.
Con más de 200 ONGs actuando de forma no coordinada por el país, una autoridad estatal que apenas llega más allá de la capital y el resurgimiento de los ataques de la guerrilla, la reconstrucción del país se presenta muy problemática, y con escasas perspectivas a medio plazo, a pesar de las cuantiosas ayudas económicas recibidas en los últimos 5 años. Karzai visitó también la sede de la OTAN, donde fue recibido por el secretario general Jaap de Hoop Scheffer, quien le garantizó la permanencia de los efectivos de la coalición.
El secretario general de la OTAN visitó Kabul en octubre de 2005 para estudiar sobre el terreno la inminente ampliación de los efectivos de la ISAF. La racionalización de la presencia militar requería la unificación de las dos misiones militares bajo un único mando, que debería corresponder a la OTAN. La misión de la ISAF era de estabilización y reconstrucción mientras que los objetivos de la Libertad Duradera, responsabilidad directa del ejército de EE.UU., son claramente bélicos.
Intensificación de las operaciones de la ISAF (2006):
El 31 de julio de 2006 la OTAN se hizo cargo del mando de las operaciones de seguridad en el sur del país, la zona donde es mayor la influencia de la guerrilla. La ISAF desplegó parte de su fuerza multinacional procedente de 26 países y que totalizaba en esa fecha alrededor de 10.000 efectivos, situados hasta entonces en el norte y el oeste. En conjunto, los insurgentes se enfrentan a más de 115.000 hombres, entre miembros del ISAF, fuerzas de EE.UU. (20.000) y policías y soldados del incipiente ejército regular afgano. A pesar de que la teórica misión de las fuerzas de la OTAN es exclusivamente de vigilancia, en septiembre de 2006 se puso en marcha la Operación Medusa, en la que participaron 2.000 hombres (en su mayoría canadienses, daneses y holandeses) con el objetivo de expulsar a los rebeldes del distrito de Panjwayi, en la provincia de Kandahar, el histórico feudo talibán. La violencia de las operaciones hizo que en apenas unos días las fuerzas del ISAF causaran más de 200 muertos a la guerrilla y recibieran 20 bajas. La fuerte resistencia presentada por la guerrilla creó un problema político en la OTAN. En los últimos meses de 2006 al comprobar que la resistencia era mayor de la esperada, los países miembros se mostraron poco inclinados a atender la petición de los mandos militares para ampliar el número de efectivos en 2.500. Tanto el Gobierno británico (con casi 5.000 hombres en la zona), como el de EE.UU. iniciaron una ofensiva diplomática en el seno de la OTAN para lograr el incremento de efectivos que permitía culminar la ofensiva en Kandahar. La guerrilla demostró que estaba lejos de su fin lanzando un brutal ataque suicida en el quinto aniversario del 11S. Se dirigió contra un convoy militar en Kabul, en las proximidades de la muy protegida embajada de EE.UU. y causó 16 muertos y más de 30 heridos, la mayoría civiles afganos.
Atentados (2008):
A lo largo del bienio de 2007-2008 se han producido numerosos ataques de las fuerzas de ocupación, especialmente bombardeos de zonas conflictivas, que han causado numerosos daños colaterales, eufemismo que esconde una auténtica sangría entre la población civil. Estos hechos han originado una multitud de protestas del Gobierno afgano al mando de la ISAF y al de las fuerzas estadounidenses. De forma paralela, las emboscadas a convoyes aliados, los bombardeos y los sangrientos atentados suicidas han sido frecuentes durante el bienio. Incluso el mismo presidente Karzai sufrió un intento de asesinato (abril de 2008) en el curso de un ataque perpetrado por medio de media docena de guerrilleros talibanes durante un desfile militar en Kabul que, paradójicamente, celebraba el decimosexto aniversario de la caída del Gobierno prosoviético afgano frente al empuje de grupos muyahidín (entre ellos la guerrilla talibán).
Aunque fallido, y a pesar de que sus ejecutores resultaron detenidos o muertos, el atentado alcanzó una enorme repercusión, por la trascendencia del acto que se celebraba y por la presencia en el mismo de los embajadores de EE.UU. y el Reino Unido, así como de numerosos jefes militares de la Alianza Atlántica. Además se da la circunstancia de que el Gobierno de Karzai debía asumir en los meses siguientes la responsabilidad de la seguridad en Kabul, por lo que han aumentado las dudas de que el presidente posea la capacidad necesaria para controlar la capital, cada vez más expuesta a los ataques guerrilleros.
Tanto en el curso de los ataques aliados como a consecuencia de atentados de extremistas, más de 1.110 civiles murieron en el país sólo durante el primer semestre de 2008, según cifras del Gobierno afgano y de Naciones Unidas, esta cifra representa un 24% más que los 902 registrados durante el mismo período de 2007. El 31 de enero de 2008 un coche bomba hizo explosión en Kabul contra un autobús del ejército afgano. Pocos días antes, otro ataque al hotel Serena de la capital causó numerosas víctimas civiles. Poco después, el 17 de febrero, un nuevo ataque suicida causó 100 muertos y decenas de heridos en la ciudad de Kandahar; el atentado, que fue calificado como el peor desde 2001, se produjo mientras una multitud asistía a una pelea de perros. Un día más tarde, un ataque contra un convoy de la OTAN provocó la muerte de 35 civiles.
Ataque a Camp Bastion (14/09/2012):
Es una base de 52 km2, con dos pistas de aterrizaje, un hospital y capacidad para albergar a 28.000 efectivos, principalmente británicos y estadounidenses. Es una de las principales bases militares internacionales y está ubicada en la conflictiva provincia de Helmand. Entró en funcionamiento en 2006 y opera como centro logístico. En sus pistas de aterrizaje se producen 600 maniobras de aeronaves cada día. Sufrió un ataque de 15 insurgentes que vestían el uniforme de EE.UU. y lograron destruir seis cazas AV-8B Harrier y causaron daños significativos a otros dos. Resultaron destruidos tres puestos de carga de combustible y seis hangares resultaron dañados. Fue un ataque bien coordinado compuesto de tres equipos, bien equipados y entrenados, y armados con rifles automáticos, lanzagranadas y chalecos explosivos". 14 insurgentes resultaron muertos y uno de ellos pudo ser detenido. Murieron dos infantes de marina y fueron heridos 8 militares y un contratista civil.
En 2014 se retira el último destacamento español.
En junio de 2021 24 militares españoles forman parte de la misión Resolute Support de la OTAN.
Coste de las intervenciones de EE.UU.:
No será, al contrario, que una obsesión por el poder militar le ha supuesto un desgaste y un deterioro que no ha sido compensado con sus políticas de asedio y asalto a países y recursos. Ese mantra que siempre manejábamos de que Estados Unidos invadía países, como el caso de Irak, para quedarse con su petróleo no les ha resultado del todo rentable. Todavía hoy la ocupación le cuesta 4.000 millones de dólares mensuales. Lo de Estados Unidos es un imperialismo militar de pérdidas netas, en palabras del profesor de Relaciones Internacional Augusto Zamora R. Para sostenerlo aporta valiosos datos en su libro Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos (Akal, 2016), por ejemplo que a diciembre de 2014 la guerra de Afganistán le habría costado un billón de dólares, lo que equivale a diez presupuestos militares anuales de Rusia o dos de EE.UU., que son de 500.000 millones. La expresión más elocuente del dilema estadounidense la daba en 2011 el senador por Virginia, Joe Manchin: “Tenemos que elegir entre reconstruir Afganistán o América. A la luz del peligro fiscal de nuestra nación no podemos hacer ambas cosas”. Han pasado los años y Estados Unidos parece definitivamente decidido a no reconstruir ninguno de los dos países. Si ya en 2008, el premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz titulaba su libro La guerra de los tres billones de dólares: El verdadero coste del conflicto de Irak. Ahora, según un reciente informe del Instituto Watson para Asuntos Públicos e Internacionales de la Universidad de Brown, conocemos que los gobernantes estadounidenses se han fundido 4,79 billones de dólares en los conflictos bélicos en los que se han embarcado desde 2001. Solamente los intereses de los préstamos de guerra ascienden a 453.000 millones de dólares. Los autores del informe realizan algunas comparaciones sobre todo lo que se podría luchar contra el hambre en el mundo con ese dinero. Pero no se trata de pedirle tamaña generosidad a Estados Unidos, basta con calcular cómo mejoraría la economía de sus ciudadanos si todo ese dinero gastado en guerras se destinase a mejorar las condiciones de los estadounidenses. En cambio lo que tienen es una deuda pública que se aproxima a los 20 billones de dólares, el 102,6% del PIB de EEUU. Ésta se ha cuadruplicado durante los últimos 14 años, ya que a comienzos de siglo se situaba en los 5,62 billones de dólares, el 54,7% del PIB. Hoy cada niño estadounidense nace debiendo casi 63.000 euros. (Pascual Serrano, 2017)
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En 2009, durante su primer año en el cargo, Obama debatió con sus asesores sobre el aumento de efectivo. El almirante Mike McMullen, presidente del Estado Mayor Conjunto; El general del ejército David Petraeus, jefe del Comando Central; y el general del ejército Stanley McChrystal, comandante de las fuerzas estadounidenses en Afganistán, instaban a Obama a un envío de tropas. Menos de tres meses después, Obama aprobó el envío de 30.000 soldados más.
El vicepresidente Biden se opone a una escalada en el envío de soldados.
En 2016 el asesor de seguridad nacional McMaster presionó a un Trump recién llegado para enviar más tropas.
En febrero de 2020, mientras EE.UU. mantiene 13.000 efectivos, se firma el acuerdo de Doha.
Fijaba el resultado de las negociaciones mantenidas en Qatar por las que al final del mandato de Trump debía haber 2.500 soldados.
Presidencia de Biden (2021):
Su programa electoral incluía la retirada total de tropas del país.
Cuando Biden anuncia la retirada Liz Cheney se posiciona en contra del deseo de la mayoría de norteamericanos por razones de seguridad e imagen de los EE.UU.
Dijo que en asuntos de seguridad los verdaderos líderes políticos tienen la obligación de enfrentarse a la mayoría del electorado y transformar las convicciones malinformadas del ciudadano común. Se refirió a la naturaleza invariable de los talibanes con el viejo apelativo de evil.
Trump repetía en discursos que la operación de retirada que había puesto en marcha era irreversible e imparable por una administración del partido demócrata.
Los talibanes, en su empeño en promocionar una imagen menos violenta, no han mostrado en declaraciones rechazo por Al Qaeda.
Tienen a su merced en Kabul a muchos norteamericanos que pueden convertirse en rehenes.
Los principales asesores militares de Biden, incluido el secretario de Defensa Lloyd Austin, un general retirado, y el general del ejército Mark Milley, presidente del Estado Mayor Conjunto, al parecer lo instaron a mantener una pequeña fuerza de 2.500 soldados.
En abril ignoró las súplicas de sus principales generales y anunció que todas las tropas abandonarían Afganistán antes del 11 de septiembre de 2021.
Desde la caída del 15 de agosto de la capital afgana ante los talibanes y el caos en Kabul y sus alrededores arrecian las críticas al plan de retirada de Biden.
Las duras críticas sobre de las operaciones y sobre que no se modificara la fecha 31 de agosto afectó significativamente al índice de aprobación de Biden. El senador Lindsey Graham abogó por una reprobación. Mientras el puente aéreo estaba en frenético funcionamiento un ataque terrorista en el aeropuerto de Kabul dejó más de 113 afganos y 13 militares estadounidenses muertos.
Más de 100.000 personas fueron evacuadas desde mediados de agosto, incluida la gran mayoría de ciudadanos estadounidenses que habían querido salir del país.
Se logró a pesar de las afirmaciones de que Biden estaba abandonando a nuestros aliados afganos y las sugerencias de que evacuar incluso a 50.000 personas sería imposible.
A finales de agosto 10 civiles inocentes, incluidos niños, murieron en un ataque con aviones no tripulados. Tras obtener el resultado de la investigación (diciembre 2021) por el error de matar estos civiles ningún militar norteamericano fue señalado como responsable. Fue explicado como un error en el procedimiento.
Políticos, diplomáticos y generales estadounidenses, como revelaron los Afganistán Papers, no dijeron la verdad sobre la guerra [...] hicieron declaraciones optimistas que sabían que eran falsas y ocultaron pruebas inconfundibles de que la guerra se había vuelto imposible de ganar.
● Leon Panetta, que fue secretario de Defensa y director de la CIA con Obama, que acusó en los medios a Biden de «no haber pasado mucho tiempo estudiando el asunto» y que dijo que la Casa Blanca «cruzó los dedos confiando en que no se produjera el caos». [...] cuando estaba en el Gobierno, suministró a los norteamericanos un catálogo completo de mentiras o anuncios falsamente optimistas sobre la evolución de Afganistán. En 2011 y 2012, dijo que «la campaña militar había debilitado seriamente a los talibanes», que el entrenamiento del Ejército y la Policía afganas estaba cumpliendo los objetivos previstos, y que «estamos muy cerca de conseguir» que los afganos puedan gobernarse y protegerse a sí mismos. (Iñigo Sáenz de Ugarte, agosto 2021)
● La evacuación ha logrado sacar a alrededor de 90.000 personas, 1.250 de ellas en la operación española. Después de 20 años de una guerra imposible, 3.600 muertos y más de 20.000 heridos de la Coalición, después de cerca de 200.000 muertos afganos entre civiles y militares, miles de millones de dólares gastado en armamento (una gran parte ha quedado en manos de los talibanes) y de ayudas (que robaron masivamente los líderes títere), después de destruir un país y una generación, todo vuelve a donde estaba. El secretario general de la OTAN, el ex primer ministro noruego Jens Stoltenberg, decía ayer que la guerra ha servido «para evitar atentados» y proteger a Occidente. Un absurdo despilfarro de vidas y recursos, es lo que ha sido. (Francisco Pomares, agosto 2021)
En diciembre de 2021 la ONU advertía de que el país estaba al borde de la peor emergencia humanitaria del mundo, con extrema escasez de alimentos y combustible. Para establecer un sistema de ayuda se convocó en Pakistán una reunión en la que participó EE.UU., China, Rusia, la UE, la ONU y los países islámicos. Se pretende evitar que la ayuda distribuida acabe fortaleciendo a los islamistas radicales.
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